MUNDO
El ejemplo del imperio: EUA ¿justicia ciega o electorera?

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Ya pasó nuestro proceso electoral y los mexicanos decidimos a quienes queremos en los Ejecutivos y en los Congresos locales y federal. Las encuestas no necesariamente fueron acertadas, pero ya todo pasó.
Mientras tanto en Estados Unidos el show crece y cada día está más caliente. Escribo esta columna para que los países en los que el sistema judicial está pensando en ser por elección vean lo que puede suceder y para que no nos dejemos llevar por lo que nos llega de medios que ya tienen a sus favoritos como lo fue en México.
Este asunto tiene muchos datos por lo que lo abordaremos en dos entregas. En esta hablaremos del contexto histórico y de algunos datos de Trump, en la segunda hablaremos de Kennedy Jr. y de cómo la conducta de Biden y de sus aliados ha impulsado a sus rivales y empujado a muchos de sus antiguos aliados ricos y pobres a los brazos de Trump y de Kennedy.
He de decir que buscando en el mundo no he encontrado otro país que tenga el amparo tan valioso que tenemos en México ni otro que tenga a jueces y fiscales locales por elección popular como lo es EUA. Así los vecinos somos muy distintos en la aplicación de las garantías procesales y del derecho. Como usted sabe, me enfoco en temas que están más allá de nuestras fronteras, que pueden dar luz a lo que nos afecta como país, como sociedad o como individuos.
En esa tradición de opinar sobre el extranjero para no volverme a pelear con los gobernantes de nuestro país, he de decir que estoy escandalizado por lo que está pasando en EUA con los juicios de Trump en contraste con los de Hunter y Joe Biden. Más aún por la pública aplicación de política en la selección de casos penales o civiles encabezados por fiscales electos con bases partidistas.
A raíz de esto me puse a investigar el origen de la designación de fiscales y jueces por voto popular en sustitución de la designación de estos funcionarios por parte de los ejecutivos locales del país del Tío Sam. A nivel Federal los jueces son propuestos por el presidente y ratificados por el Senado de la República en tanto que la mayoría de los Estados eligen a una parte importante de los responsables de aplicar justicia y hoy en día esas elecciones son organizadas por grupos partidistas que públicamente impulsan a sus candidatos y a sus agendas ideológicas.
Resulta que al término de la guerra civil de mediados de los 1800’s Los Estados de la Unión América decidieron empezar a pasar la designación de jueces y fiscales por las urnas. Así, en 1861 el Estado de Mississippi fue el primero que acabó con el modelo que permitía a las legislaturas designar a jueces o fiscales a propuesta de los gobernadores. En ese tiempo muchos alegaban que estos cargos recaían en personas cercanas a los políticos, quienes pagaban favores a sus amigos con cargos de por vida en favor de personas no calificadas.
La reforma buscaba que gente comprometida con la justicia y con los residentes de la zona fuesen electos y reelectos por largos períodos como los legisladores para encabezar las fiscalías o los juzgados de asuntos civiles y penales de Estados, ciudades y distritos, sustituyendo a los fiscales regionales que eran designados por el fiscal del estado y a los jueces que eran designados por el gobernador y aprobados por las legislaturas locales.
En efecto, cuando el ejecutivo de un Estado -como en México-, designaba a los fiscales o proponía a los jueces, casi siempre eran ajenos a la región donde servían y por lo general eran pagos políticos. Cuando el modelo de elección se aplicó al servicio judicial de casi todos los Estados de ese país nadie se preocupó, de hecho, por lo general por más de cien años funcionó de forma correcta ya que los candidatos eran personas conocidas por los vecinos y respetuosas de la neutralidad hasta que a partir del nuevo milenio los candidatos fueron poco a poco adoptando públicamente partidos políticos, patrocinadores de empresas o de grupos de un partido o de otro de los dos que gobiernan en ese país.
A Nixon lo investigó y orilló a renunciar un fiscal especial de su propio Departamento de Justicia, a Bill Clinton lo investigó y encontró responsable un fiscal de su propio Departamento de Justicia, a varios gobernadores y senadores de ese país los investigaron y procesaron fiscales federales designados por abogados generales designados por Presidentes de partidos similares a ellos o por fiscales de carrera, es decir que en ningún caso se alegó que los procesos fueran parte de una cacería política provocada por adversarios de partidos contrarios. Así llegamos al 2021-2022 cuando tres candidatos a fiscales locales en Nueva York y en Georgia decidieron utilizar como parte de sus promesas de campaña enjuiciar al expresidente Trump y arruinarlo o encarcelarlo, así es esas eran parte de las propuestas oficiales de esos candidatos.
Esos fiscales eran candidatos en distritos o ciudades que Biden ganó en el 2020 con más del 90% de los votos, por lo que hablar de llevar a juicio a la empresa y a la persona que les había arrebatado el triunfo del 2016 y que ahora cuestiona la elección del 2020 era algo muy popular entre los habitantes de esas zonas. En ese mismo orden de ideas, para bien o para mal el presidente de EUA Joe Biden declaró a inicios del 2022 que… “haría todo lo posible por evitar que Trump regresara a la Casa Blanca”.
Los tiempos de los juicios vs Trump son sospechosos, pero sólo Dios sabe si son dolosos, culposos o cinco inocentes coincidencias. Claro, la justicia tiene sus tiempos y estos se alinearon extrañamente a la campaña de EUA favoreciendo al presidente Biden y al partido político de los 5 fiscales que iniciaron estos procesos. Pero veamos la secuencia de hechos judiciales y electorales. Recordemos que Trump tiene 4 procesos penales y uno civil en su contra, de los cuales el del jueves pasado es el segjndo en ser sentenciado, pero aún le quedan las apelaciones y recursos correspondientes.
Vamos por partes. En noviembre del 2022 Trump anunció que buscaría la Presidencia de EUA para el periodo 2024-2028. Un mes después el fiscal federal con una redada a la casa de Trump anunció que iniciaba un proceso contra Trump por haberse llevado a inicios del 2021 y no haber regresado a los archivos de la nación varios documentos considerados como confidenciales. Ante este anuncio Trump dijo que esto era una movida política de Biden contra su candidatura pero que enfrentaría el juicio y saldría inocente. Poco después el Fiscal de General informó que estaba trabajando con Biden porque habían encontrado diversas cajas de documentos clasificados en la cochera de su casa de playa y en las oficinas de su fundación en la Universidad de Pensilvania patrocinada por China.
Los documentos que Biden retuvo ilegalmente en su poder hasta el 2022 provenían de la época en la que él fue senador de 1975 al 2008 y después vicepresidente de EUA del 2009 al 2016, es decir casi 40 años de acumulaciones nunca sancionadas. Poco después el fiscal del caso informó que a pesar de que Joe Biden se llevó, mantuvo en su poder y compartió con terceros documentos confidenciales, no se procesaría al presidente Biden porque no se creía que el jurado lo condenase al presentarse como… “una persona de edad avanzada con mala memoria, pero sin malas intenciones”.
Poco después se informó que el fiscal federal encargado del caso de Trump iniciaba un segundo proceso ahora por presuntos delitos relacionados con la protesta en el capitolio contra los resultados del 2020 y solicitó a jueces en Florida y en Washington el fijar fecha para juicio en contra del expresidente. En medio de esas investigaciones y procesos federales tres fiscales locales dos en NY y otro en Georgia iniciaron procesos civiles y penales vs Trump, el primero por el delito agravado de falsificación de registros contables para ocultar pagos a una estrella porno, lo que se supone que hizo para no afectar su campaña del 2016 en el estado de NY. En el segundo se alega que Trump trató de robar la elección de Georgia en el 2020 y el tercero aumentar el valor de sus propiedades.
Todo esto sonaría normal si uno omite recordar que los juicios federales son encabezados por un fiscal que participó en la campaña de Biden y que el propio Joe fue perdonado por su fiscal por el mismo tipo de falta que imputa a Trump. Esos juicios federales están pendientes y no se cree que se resuelvan antes de la elección de noviembre. Pero los juicios locales han sido mucho más rápidos. Es sorprendente que los juicios de NY se procesarán tan rápido, en especial porque el delito en cuestión se dio hace 7 años y fue investigado y desechado por otros tres fiscales con anterioridad.
Pero en esta ocasión fue procesado y sentenciado saltando a muchos de los otros juicios que hay en esa corte de NY sin ser juzgados por años. El juez quien fue designado para llevar el juicio y no sorteado como sucede en la mayoría de los casos, coincidentemente también es un patrocinador de la campaña de Biden y su hija trabaja para una firma de promotores políticos que durante el juicio que encabeza su padre han recaudado más de $50 millones de dólares en donaciones a favor de diversos candidatos del partido demócrata, lo que de no ser ilegal al menos se ve muy mal.
Si esto se ve mal ahora recordemos que el fiscal adjunto encargado del juicio en NY entró a trabajar a esa fiscalía hace menos de 2 años justo antes de que se iniciara este proceso vs Trump y su trabajo anterior -2020 2022- era subordinado directo del fiscal general de EUA quien era abogado de la Campaña de Biden en el 2019, el mismo que en ese 2022 ordenó el cateo a la casa de Trump y el inicio de los otros dos procesos federales en su contra.
El caso de Georgia no es tan distinto ya que la fiscal y el fiscal responsable acudieron en varias ocasiones a la Casa Blanca y a la fiscalía General de EUA antes de iniciar el proceso contra Trump. Es decir que los fiscales locales estuvieron asesorados y en contacto con los fiscales federales a pesar de gritar a los cuatro vientos que los casos eran independientes, casuales y que no estaban en coordinación para iniciar estos de manera conjunta en época electoral.
Los presuntos delitos de Trump son muy similares a las conductas de otros políticos de su nivel, pero solo a él se le enjuició. Esa es la razón por la que ahora muchos americanos especialmente minorías se cuestionan si su sistema judicial es imparcial o si en verdad está siendo politizado, lo que no se veía en el pasado… ¡Este informe continuará!
MUNDO
Poder intangible que mueve mercados: La fragilidad del coloso; cuando el ego quiebra la esencia corporativa

Actualidad, por Alberto Gómez R. //
La reputación corporativa es uno de los elementos clave para el éxito de una empresa. Cuando una empresa tiene una buena reputación, los clientes están más dispuestos a recomendar su producto o servicio a otros y, como consecuencia, invertir más en él.
Gracias a ello, la empresa empieza a destacarse sobre la competencia y a su vez, contribuye al éxito a largo plazo. Además, una buena reputación es vital para la fidelización de los clientes y la lealtad de los empleados.
¿Una buena reputación es una casualidad? Para nada, detrás de ello existen estrategias para lograr ese anhelado reconocimiento y conectar con los consumidores de forma más eficaz. Cuando una empresa tiene una buena reputación, los clientes están más dispuestos a recomendar su producto o servicio a otros y como consecuencia, invertir más en él.
Gracias a ello, la empresa empieza a destacarse sobre la competencia, y a su vez, contribuye al éxito a largo plazo. Además, una buena reputación es vital para la fidelización de los clientes y la lealtad de los empleados.
La reputación corporativa no es un accesorio, sino el núcleo vital de una empresa, de cualquier organización. Joan Costa, pionero en comunicación estratégica, la define como «el constructo mental colectivo que sintetiza valores, comportamientos y expresiones simbólicas de una organización, generando confianza y diferenciación en la mente de los públicos». Este activo intangible, construido durante años, puede evaporarse en meses cuando la identidad se fractura. El caso Tesla-Elon Musk es un manual de cómo la politización y el liderazgo tóxico destruyen valor.
LA IDENTIDAD CORPORATIVA: TEORÍA VS REALIDAD
Para Costa, la identidad corporativa integra tres dimensiones inseparables: visual (logos, diseño), cultural (valores, ética), comunicacional (relatos, experiencias).
Su coherencia genera «vínculos emocionales que trascienden lo transaccional». Empresas como Apple ejemplifican esta sinergia: innovación no es solo su producto, sino su ADN percibido.
EL RIESGO DEL “EFECTO HALO” INVERTIDO
Cuando el líder se convierte en la marca —como Musk con Tesla— su imagen personal opera como un «pararrayos reputacional». El consultor Enrique Dans advierte: «La politización de un CEO transfiere sus conflictos a la marca, alienando a consumidores cuya lealtad se basa en valores, no en ideologías».
Tesla: De Icono Verde a Arma Política
2012-2023 La travesía de un titán: Tesla encarnaba innovación sostenible. Sus clientes compraban «un estilo de vida ecológico y vanguardista». Entre 2012 y 2023, Elon Musk transformó su visión futurista en un imperio que lo coronó como la persona más rica del mundo, con un patrimonio que superó los $400 mil millones en diciembre de 2024.
Su saga comenzó con SpaceX, que revolucionó la industria aeroespacial al lograr cohetes reutilizables y misiones tripuladas para la NASA, desafiando las barreras técnicas y financieras. Paralelamente, Tesla lideró la electrificación del automóvil, impulsada por innovaciones como el piloto automático y una escalada bursátil histórica, aunque enfrentó investigaciones por seguridad y volatilidad en sus acciones.
Musk personificó la sagacidad empresarial al tejer sinergias entre sus empresas: los datos de Tesla alimentaron proyectos de IA, mientras que la compra de Twitter (rebautizada X) en 2022 por 44 mil millones de dólares le otorgó un megáfono global y acceso a un «banco de datos humano» para entrenar sus modelos de inteligencia artificial. Esta red le permitió lanzar xAI en 2023, rivalizando con OpenAI, que él mismo cofundó y luego abandonó por diferencias éticas.
Su gusto por el riesgo fue legendario: apostó fortunas en proyectos considerados «locura» (como colonizar Marte o chips cerebrales de Neuralink) y asumió deudas personales millonarias respaldadas por sus acciones. Esta audacia casi lo lleva a la quiebra en 2018, pero su recuperación en 2023 —con una ganancia neta de $95,400 millones— demostró su resiliencia.
Como innovador transhumanista, impulsó la fusión humano-máquina: Neuralink buscó conectar cerebros a computadoras para «defender la conciencia humana» ante la IA, mientras sus robots Optimus y el supercomputador Dojo exploraron la inteligencia artificial física. Su personalidad, marcada por el síndrome de Asperger y una infancia de acoso, lo llevó a trabajar 100 horas semanales, exigir lo imposible a sus equipos y defender con vehemencia que «la conciencia humana es una chispa sagrada».
Aunque humanizó la tecnología, su estilo confrontativo —desde tuits polémicos hasta disputas con Trump que amenazaron contratos gubernamentales en 2025— reveló la paradoja de un “genio” capaz de salvar especies y sabotearse.
2024-2025: La identidad verde se oscurece con sombras partidistas. Elon Musk, el multimillonario director ejecutivo de Tesla y SpaceX, quien, en su momento, fue un crítico abierto de Donald Trump durante su campaña electoral en Estados Unidos en 2016, abandonó sus raíces en el Partido Demócrata para adoptar las políticas de Trump durante el segundo mandato del republicano.
Frustrado por las regulaciones de la era Obama que sofocaban sus emprendimientos, Musk abrazó la agenda de Trump de recortes de impuestos y desregulación.
Su vínculo creció desde el respeto mutuo hasta convertirse en una sólida alianza política, que llevó a Musk el año pasado a respaldar la campaña de reelección de Trump con casi 300 millones de dólares, y apoyando al partido ultraderechista alemán AfD.
Cuando Donald Trump regresó a la Casa Blanca, en enero de 2025, el hombre más rico del mundo asumió un papel asesor en la administración, liderando el controvertido Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
Encargado de recortar drásticamente el gasto público, el papel de Musk generó controversia, la que impactó en el precio de las acciones de Tesla y las ventas de automóviles. Tras meses de presión por parte de los inversores, Musk acordó el mes pasado reducir su trabajo en el gobierno de Trump. (dw.com)
LA TORMENTA PERFECTA: DOGE, TRUMP Y EL SUICIDIO REPUTACIONAL
Musk justificó su rol en el DOGE como «servicio público», pero los hechos revelan contradicciones:
Descrédito operativo: Prometió ahorrar $2 billones al gobierno; solo logró $175 mil millones, tachados de «sobreestimados» por auditorías.
Desconexión corporativa: Mientras Tesla caía, Musk dedicaba 4 días/semana al DOGE. Fondos de pensiones exigieron «40 horas semanales en Tesla o su renuncia».
En junio de 2025, la alianza se rompe: El jueves (5/6/2025), luciendo una camiseta con el logo de «The Dogefather», Musk recibió una despedida inicialmente cordial del presidente en la Oficina Oval.
Pero Trump no pudo contener su frustración por las críticas anteriores de Musk al amplio proyecto de ley de impuestos y gastos de su administración, que el fundador de Tesla calificó de fiscalmente imprudente y una «abominación repugnante».
Después de que Musk acusó al presidente estadounidense de presuntos vínculos con el delincuente sexual infantil Jeffrey Epstein, la conferencia de prensa terminó con Trump amenazando con revocar los contratos gubernamentales de Musk, lo que podría costarle a su imperio comercial miles de millones de dólares.
En las siguientes horas, la disputa se extendió a las redes sociales, donde ambos repitieron sus comentarios de la Casa Blanca, lo que llevó al propietario de SpaceX a anunciar el desmantelamiento inmediato de su nave espacial Dragon, antes de parecer dar marcha atrás.
Resultado: Tesla cae 14% en bolsa; Musk pierde $34,000 millones en horas.
ANÁLISIS DE EXPERTOS, ¿SE PUEDE REPARAR EL DAÑO?
a) Diagnóstico desde las 6 Claves del Marketing Reputacional
Cultura: Tesla traicionó su propósito ambiental.
Comunidad: Los fans lideran ahora el movimiento #TeslaTakedown.
Escucha activa: Musk ignoró el descontento de clientes e inversionistas.
Stakeholders: La marca perdió neutralidad ideológica.
Liderazgo: Musk es visto como «impredecible y polarizante».
Contexto: En una era de crisis, las marcas deben ser «anclas de estabilidad».
b) La receta de Joan Costa para la reconstrucción
Costa enfatiza que «la identidad no es estática; requiere adaptación constante». Para Tesla, esto implicaría:
Desacoplar marca y CEO: Nombrar un vocero neutral para recuperar credibilidad.
Reactivar el propósito verde: Inversiones visibles en sostenibilidad.
Transparencia radical: Auditar impactos sociales/ambientales con terceros.
«Una identidad corporativa fracturada solo se recompone con coherencia entre lo que dices, haces y eres» — Joan Costa.
CUANDO UN LÍDER DEVORA A LA MARCA
El derrumbe de Tesla deja tres enseñanzas para la comunicación estratégica:
El peligro del «mesianismo CEO»: Ningún líder es más grande que la organización. Como señala el informe RepTrak 2025, «el 68% del valor reputacional de una empresa reside en sus acciones colectivas, no en su figura visible».
Política y marca: mezcla inflamable: La consultora Edelman advierte: «Tomar partido en guerras culturales sin un propósito auténtico aliena al 47% de los consumidores».
La resiliencia está en la esencia: Marcas como Nike o Starbucks sobrevivieron crisis reconectando con su identidad fundacional, no con giros reactivos.
¿ZOMBI CORPORATIVO O RENACIMIENTO?
Tesla encarna hoy la paradoja de un gigante tecnológico convertido en «cadáver reputacional»: innova, pero sin alma; vende, pero sin lealtad. Su rescate exige más que un nuevo modelo de baterías: requiere que Musk «deje de ser el protagonista para ser el arquitecto de un relato colectivo». Mientras, el caso sirve como recordatorio de que en la era de la transparencia radical, la identidad corporativa no es lo que construyes en un tablero, sino lo que otros guardan en su memoria emocional.
MUNDO
Del amor al odio… Musk vs Trump, la novela del año

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Es seguro que usted sabe que Trump dejó de trabajar para el Gobierno de EUA hace unos días. Y también es seguro que sabe que el jueves pasado Musk escribió casi 60 mensajes en “X” contra Trump antes de que Trump respondiera.
Después de varios días de criticar el proyecto de presupuesto aprobado por el Congreso de Estados Unidos a semana antepasada, Musk parece haber caído en una trampa de los políticos y de los medios que desde el año pasado lo querían alejado de Trump. Por su lado, Trump emitió por la tarde del jueves un par de mensajes en contra de Musk.
Solo un amigo de ambos pidió públicamente a los dos relajarse y tratar de seguir trabajando por el bien de su país. A lo que Musk respondió estar de acuerdo y Trump respondió ya no estar pensando en Musk y desearle lo mejor.
Musk trabajó 4 meses para Trump como empleado especial, lo que da un límite de esos 120 días, al final de los cuales, y casi por coincidencia, se estaba aprobando el presupuesto de Estados Unidos. En dicho proyecto se cortaban subsidios a los vehículos eléctricos, mientras que se mantenían los subsidios a autos de combustión y se mantenían gastos que él y su equipo propusieron cortar pro ser gasto injustificado.
El pleito no había llegado a la Casa Blanca; de hecho, Elon llevaba semanas criticando al Congreso por ese presupuesto que aún no pasa el Senado. Por su parte, Trump había dicho que el proyecto traía cosas que no le gustaban, pero varias que eran muy buenas, como el bajar los impuestos a personas y empresas, así como eliminar impuestos a la pensión y a las propinas.
La constante crítica de medios, de la izquierda y de algunos conservadores sobre dicho proyecto le dio a Elon la idea de poder influir para que el proyecto se cambiase y, al no encontrar eco en Trump, decidió irse con todo en contra de su antiguo aliado y supuesto amigo.
Por su lado, los medios y, claro, muchos partidarios del Partido Demócrata, quienes realmente odiaban dicha alianza, han gozado dando horas de cobertura y echando leña al fuego. Al grado de que muchos de izquierda piden perdonar a Musk y tratar de sumarlo a sus filas para que done algunos millones a las campañas en distritos y estados competidos, en especial con rumbo a las elecciones intermedias del Congreso de EUA en 2026.
La verdad es que Musk y Trump nunca se han caracterizado por ser prudentes. Elon ha iniciado a borrar muchos de sus mensajes contra Trump a menos de 24 horas, interesante. Por su parte, Trump ha insultado a decenas de políticos y después los invita hasta a su gabinete, por lo que no creo que guarde rencores. De todos modos, Musk es un caso distinto porque no es político.
Veremos si todo regresa o si los insultos de Musk y las amenazas de Trump causaron daños irreparables. Lo curioso es que la semana pasada Trump dio las llaves de la Casa Blanca a Musk en una ceremonia de festejos y sonrisas. ¿Será que Musk regrese la llave? ¿O que la Casa Blanca deba cambiar las cerraduras?
Durante los últimos 8 meses, Musk era como un hijo adoptivo de Trump. Fue satanizado y atacado como pocos por los medios y por los políticos de izquierda llegando al grado de amenazarlo físicamente y de agredir a sus negocios, llamándolo nazi. Algunos creen que este pleito fue una estrategia por si Musk gana sin cuestionamientos el concurso para el domo satelital militar que EEUU construirá en los años venideros.
Otros creen que Musk se sintió traicionado por los republicanos a quienes ayudó y quienes ahora le quitarían los subsidios dándolos a los competidores de autos de gasolina. Sea como sea, Musk es el hombre más rico del mundo y aun así su empresa perdió 14% en menos de 12 horas a partir del pleito. Por otro lado, los estadounidenses no tienen otro grupo de empresas con la capacidad de Space X, Twitter o Neuralink, líderes indiscutibles en su sector.
La política es un negocio sucio. Musk perdió perspectiva de que es más importante bajar los impuestos que bajar el gasto o apoyar la venta de autos eléctricos. Musk influyó en muchas decisiones de Trump y seguro podrá seguir haciéndolo de una u otra forma, pero por lo pronto parece que su hermandad con Trump se rompió.
Trump debe obtener la victoria de un presupuesto que apoye el desarrollo y baje los impuestos; de lo contrario, no solo perderá la Cámara de Representantes en 1 año y 3 meses, sino que podría terminar en prisión o exiliado junto con Musk porque los opositores no les perdonarán a los dos haber descubierto los miles de millones de dólares en gastos cuestionables como los pagos de operaciones para el cambio de sexo a menores en EUA y en otros países.
La inflación en EUA ha bajado y el poder adquisitivo va al alza, los empleos no gubernamentales crecen por encima de las expectativas, pero de nada servirá si la gente no lo siente en sus bolsillos. Por primera vez en mi vida he escuchado a empresarios de Asia, de EUA y hasta de México plantearse la posibilidad de fabricar de nuevo en EUA. No solo por las amenazas sino por los incentivos fiscales que traerá el proyecto de presupuesto del 2026.
Ya veremos, pero como en México y en el mundo las elecciones son ganadas por votos y los votos son más fáciles si la gente está convencida. Si Trump no logra dar confianza a la gente, podrá acabar en la ruina y Musk con él.
Pero en EUA los medios están de fiesta y algunos demócratas piden a Trump correr a todos los empleados que Musk haya propuesto y cancelar todos sus contratos. Es decir, que sugieren una cacería de brujas que alimentará el fuego. Por su parte, Trump ha tomado decenas de llamadas de medios para decir que no quiere hablar de Musk y que está pensando vender el Tesla que compró hace 2 meses.
Pero lo interesante es que todos decían que Musk era el presidente y ahora todos dicen que es terrible ver el pleito. La verdad es que ver la diferencia de opiniones en público de dos personas tan poderosas es inédito y sano para la democracia, el poder económico y político. En especial porque casi siempre estas cosas son ocultas.
Musk durante seis meses del 2025, apostó su empresa y prestigio y ahora perdió 34 mil millones de dólares en un día en valor accionario, todo por su pleito con Trump, quien le había dado una casa junto a la suya en Mar a Lago, Florida, y lo había tratado como a un hijo. Ambos se sienten traicionados y menospreciados.
Digamos que es un tema de las opiniones, los sentimientos y claro, los egos del hombre más poderoso del mundo y del hombre más rico de la historia. Ambos tienen algo de razón y ambos algo de culpa.
Por lo pronto, la novela del momento es el pleito que no expuso corrupción ni sobornos, sino una pelea de las muchas que se dan en el poder y el dinero en privado, pero que ahora es tipo un “reality show” al estilo Trump, pero ahora organizado por Musk, su atento fiel aprendiz.
MUNDO
Musk, el gran perdedor en su choque con Trump

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El enfrentamiento entre Elon Musk y Donald Trump, dos titanes que pasaron de aliados a fieros adversarios, revela una lucha de poder con profundas implicaciones. Musk emerge como el principal perdedor, con daños a su reputación, empresas y capital político, mientras Trump consolida su autoridad y avanza su agenda.
Este choque, más allá de una disputa personal, refleja tensiones entre nacionalismo y globalismo, errores estratégicos de Musk y desafíos para países como México en un contexto de políticas proteccionistas.
Musk cometió un error al integrarse al gobierno de Trump, asumiendo que su riqueza, influencia mediática y popularidad en redes le otorgarían un rol protagónico en Washington. Subestimó la dinámica política estadounidense, donde el poder reside en cargos electos, no en asesores externos. Su visión globalista y tecnocrática chocó con el nacionalismo de Trump, especialmente en temas como aranceles y gasto público, generando fricciones con figuras clave de la administración, como Peter Navarro y Howard Lutnick.
La incursión política de Musk tuvo un costo elevado para sus empresas, particularmente Tesla. Las acciones de la compañía se desplomaron, con pérdidas estimadas en 9,000 millones de dólares en valor de mercado, tras la controversia con Trump. Esta caída, junto con las críticas a su gestión, refleja una pérdida de confianza de los inversores, quienes percibieron que Musk priorizó ambiciones políticas sobre la innovación tecnológica. La estabilidad de Tesla y su futuro están ahora en entredicho, evidenciando el impacto desastroso de esta aventura.
El choque entre Musk y Trump también fue una batalla de egos. Musk, acostumbrado a liderar, no estaba preparado para un rol subordinado en una administración que exige lealtad absoluta a Trump. La ruptura era previsible: dos personalidades dominantes compitiendo por controlar la narrativa política en un momento de reacomodo del orden global. Musk buscó influir en políticas que beneficiarían a Tesla y SpaceX, como desregulación y contratos federales, pero subestimó el costo reputacional y financiero de alinearse con Trump.
En un contexto geopolítico, la agenda proteccionista de Trump, que prioriza la economía estadounidense frente a competidores como China, chocó con la visión globalista de Musk, defensor del libre comercio.
Este desacuerdo refleja tensiones más amplias entre nacionalismo económico y globalización, con implicaciones para México. Los aranceles propuestos por Trump podrían imponer nuevas barreras comerciales, afectando la economía mexicana, que depende de su relación con Estados Unidos. México debe prepararse para negociar con una administración fortalecida tras neutralizar a Musk.
Musk podría argumentar que su incursión política buscaba beneficiar a sus empresas a largo plazo, consolidando su imagen entre los círculos conservadores que apoyan su discurso de libre mercado. Sin embargo, los resultados inmediatos muestran un fracaso: no logró influir en las políticas clave y sacrificó la estabilidad de sus compañías. Su falta de experiencia en el ámbito público lo hizo vulnerable a los juegos de poder de Washington, una lección que otros empresarios han aprendido a un costo similar.
Para recuperar su posición, Musk debe enfocarse en restaurar la confianza en Tesla y sus otras empresas, evitando futuras incursiones políticas mal calculadas. Su reputación como innovador está en riesgo, y la percepción de oportunismo político podría alejar a inversores y consumidores. Mientras tanto, Trump sale fortalecido, manteniendo el control de su administración y demostrando que, en la política estadounidense, el poder electoral supera a la influencia mediática o económica.
El caso de Musk es un recordatorio de que el poder económico no siempre se traduce en poder político. Su intento de influir en Washington, sin comprender las dinámicas de poder, resultó en un revés significativo.
México y América Latina, por su parte, enfrentan el desafío de adaptarse a un entorno de políticas proteccionistas, donde la fortaleza de Trump podría complicar las relaciones comerciales. La lección es clara: en los juegos del poder, la estrategia y la preparación son tan cruciales como la ambición.
P.D. Tras su ruptura el 5 de junio de 2025, Musk acusó a Trump en X de aparecer en los archivos de Epstein, sin pruebas. Trump lo llamó “loco” en Truth Social, amenazando con cancelar contratos del gobierno estadounidense con Musk. Tesla perdió 150 mil millones de dólares. Musk reclamó la victoria electoral de Trump en 2024; Trump lo acusó de ingratitud, marcando un quiebre definitivo.
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