JALISCO
El ser y el actuar del poder público
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Aprendí que quién no está dispuesto a dar su vida por lo que de ella desea, no la merece. La autoconsciencia es, por todo, la piedra angular del respeto a nosotros mismos. Mi abuela Rafaela me dijo: “Aprende a renunciar a lo indigno”.
Idealmente, el ejercicio del poder público debería estar sujeto a la democracia, es decir, a la voluntad del pueblo, de quién dimana todo poder y a quien debería devolverse, sirviéndole.
El poder, el pueblo lo entrega al mandatario electo, digna y limpiamente, por un tiempo determinado y bajo un orden constitucional con el único propósito de que cumpla con un programa de gobierno que el pueblo le ordena haga realidad, pero nunca, entendámoslo, el pueblo renuncia a ese poder.
Aristóteles nos dijo: “Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún espíritu elevado les adulará”.
Así me pregunto, qué inculcan hoy a sus empleados en los gobiernos y a sus militantes en los partidos políticos. Creo, sin temor a equivocarme, que buscan ser adulados al hacerse del poder como el objetico principal de quienes se han envilecido. ¡Oh, con cuánta indignidad nos encontramos a diario!
En Jalisco estamos varados en medio de un pleito post electoral por el Gobierno del Estado y de Guadalajara. Morena, de un lado, y Movimiento Ciudadano, del otro, aunque ambos saben quién dice la verdad, quién miente y quién hizo trampas descaradas y obvias. El ego es lo que motiva a uno de ellos, a esperar a que sus trampas no sean descubiertas; de ahí, que crean solo en sus egoísmos, solo egocentrismos.
Quien acepta lo indigno no se respeta. Quien acepta lo que le detiene o desvía, no se respeta ni llega a ningún destino digno. Quien acepta que se le ofenda, tampoco se respeta. A quien le falta amor propio, alimenta aquellos miedos que lo detienen. Hay quienes exigen todo sin merecer nada.
Es necesario cambiar esos propósitos centrados en sí mismos hacia otros objetivos como la supra consciencia, el altruismo, la empatía, la bondad, el amor y la entrega; entonces, el servicio público volverá ser de honor y causa de la felicidad del gobernante y del pueblo.
Decía mi padre: “A tu alma le gusta saber para qué y por qué vives”. Así, a nosotros, el pueblo, nos gustaría saber por qué Claudia Delgadillo y Pablo Lemus se mantienen en esta lucha, y, sobre todo, porqué, quien miente, lo hace de manera tan vil y descarada. Me encantaría que, quien hable con la verdad tenga el propósito continuo de automejora con un sentido de gratitud y generosidad.
Hace tiempo escribí: “La vida te provee las oportunidades, pero de ti depende el éxito en aquellas que eliges”.
En el domingo pasado de elecciones, millones de mexicanos cumplimos con la esperanza de que la voluntad ciudadana se respetase; hoy, nos vemos vulnerados por la artimañas y mentiras que quieren imponernos el presidente Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum desde lo más perverso y tiránico en política: la sobre representación legislativa. Quieren adueñarse de nuestras vidas y destinos.
Mahatma Gandhi nos dijo: “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”. Hoy, en Jalisco, por Claudia Delgadillo o Pablo Lemus no hay certeza en nuestro futuro. Alguno de los dos hizo y hace lo no correcto.
El reto es saber distinguir entre quien dice la verdad y quien pretende el engaño al buscar la gubernatura; en la primera, en la verdad, encontramos el más cálido refugio, mientras en el segundo, en el engaño, la prisión es la más fría, la más terrible.
Cada hecho, al igual que cada persona, tiene mil ángulos desde los cuales se les puede mirar, comprender y juzgar. Cuesta soltar y dejar ir, desprenderse, pero así debe ser. Un barco para hacerse a la mar debe soltar las amarras; claro que, antes debe limpiarse el casco de conchuelas que pudiera oponer resistencia al mar.
Quien mienta, en el caso de Jalisco, debe sanarse ya y dejar atrás sus caprichos porque, se quiera o no, la verdad saldrá a la luz y el desprestigio será gigante, y se recordará por siempre. Los vacíos dentro de uno mismo deben llenarse; la mejor opción es ser nosotros quiénes elijamos con qué llenarlos y lo hagamos ya, sin posponer nada; la otra, es permitir que alguien más lo haga. Lo primero nos dará libertad; lo segundo, dependencia.
Mi padre me dijo “deja tus caprichos y pasiones a otros, tú elige y cumple aquello que te haga dueño de tu elección y voluntad”. Lo recuerdo bien; yo tendría unos 10 años de edad y me había empecinado en no hacer mis deberes en casa. Ese mismo día, mi padre me hizo comprender que nuestras decisiones afectan a otros, pero, sobre todo, a nosotros mismos.
Santo Tomás de Aquino nos dijo: “donde hay inteligencia, hay libre albedrío”; con la vida recibimos el don de las inteligencias que nos podrían permitir ser exitosos socialmente. Ojalá, en Jalisco, la inteligencia y honor prevalezcan.
