Connect with us

Beisbol

El título 12 de los Tomateros

Publicado

el

Vuelacercas, por Salvador Cosío Gaona //

No pocos aficionados al rey de los deportes nos quedamos con el deseo de haber visto un último juego de la serie final por el título 2019-2020 con mayor nivel de competencia, más equilibrado, con más garra, con mayores emociones.

Y es que pareciere que los Tomateros de Culiacán ni siquiera tuvieron que emplearse a fondo para alcanzar tan holgada victoria como lo marcó la pizarra final la noche del jueves 30 de enero con la blanqueada de 11-0, humillando a los Venados de Mazatlán que no pudieron registrar ni siquiera la carrera de la honra, firmando de esta manera su sentencia y catapultando a los Tomateros a alcanzar su doceavo título dentro de la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), nuestro máximo circuito beisbolero profesional jugándose en otoño-invierno.

La actuación de los Venados sorprendió en ese último cotejo porque si bien habían comenzado la serie perdiendo los dos primeros juegos y en no pocas ocasiones se pensó que se irían de la competencia antes del séptimo juego, lo cierto es que la historia se fue escribiendo de forma diversa de tal suerte que hubo momentos en que incluso tuvieron etiqueta de favoritos.

Es preciso recordar que los mazatlecos consiguieron su pase a la postemporada tras haber alcanzado 31 victorias y 37 derrotas en la suma de las dos vueltas del calendario regular del certamen colocándose al final de éste en la posición número siete de la tabla general, en tanto los culichis sumaron 37 triunfos y 29 descalabros para estamentarse en la cuarta posición de dicho standing global, mismos sitios que ocuparon en la escala por puntos, pues los de la capital sinaloense lograron 15 y los porteños 10.

Presentándose a esta cita del torneo como uno de los rivales más débiles, no se puede quitar mérito a los Venados que dejaron fuera de Playoffs a los Naranjeros de Hermosillo en Cuartos de Final y a Yaquis de Ciudad Obregón en Semifinal, siendo que sus contrincantes aparecían como favoritos en ambos seriales, mientras que los Tomateros en sus respectivos sériales dieron cuenta de Águilas de Mexicali y Cañeros de Los Mochis.

En una final inesperada porque nadie habría apostado por alguno de estos dos escuadrones para llegar a la última fase a disputar el título,  los Tomateros arrancaron el serial en su estadio de la capital sinaloense ganando los dos primeros cotejos, pero al pagar la visita en el puerto fueron humillados por la tropa mazatleca que sacó la casta y en los dos primeros juegos -de los tres pactados a desahogarse en su casa- blanqueó a los culichis; el primer cotejo por 7-0 y el segundo por 3-0.

Así, habiendo ganado Venados al menos dos de los tres encuentros en su estadio y estando reglamentado que el equipo que lograse ganar cuatro de los siete juegos posibles sería triunfador, se obligó a regresar la serie a territorio culichi.

Antes, habiéndose empatado a dos cotejos por bando el serial, para el quinto juego, -tercero escenificado en el Estadio Teodoro Mariscal del puerto mazatleco-, a los Venados les ocurrió una historia similar a la que sufrieron los Charros de Jalisco en el último cotejo del su serie de Cuartos de Final en el que enfrentaron a Cañeros de Los Mochis, cuando habiendo llegado a la última entrada con cartones a su favor por la mínima diferencia les sacaron el juego de la bolsa y fueron derrotados.

Con los números a su favor por tres juegos a dos, los Tomateros regresaron a su hogar, en ese escenario, el del estadio más grande de los que forman parte de la LMP, para intentar resolver para su causa el serial y adjudicarse su decimosegundo título en ese sexto juego.

Pero como en el béisbol no hay nada escrito, mientras los porteños, -encabezados por José Antonio “Toñeque” Toledo Ortiz con apoyo de su hijo José Antonio Toledo Pinto y dirigidos por el manager Juan José Pacho-, estaban buscando repetir la faena que hicieron en Cuartos de Final a los Naranjeros de Hermosillo y en Semifinal a los Yaquis de Ciudad Obregón, los Tomateros, que preside Héctor Ley, comandados por el polémico Benjamin Gil, anhelaban culminar en ese sexto juego la serie y alzarse con su doceava corona.

Y fueron los porteños quienes obtuvieron el triunfo en ese sexto cotejo al imponerse con cierta facilidad a los Tomateros para empatar la serie a tres victorias por bando y obligando al séptimo y definitorio juego, advirtiéndose que el encuentro  sería un choque de poder a poder y de pronóstico reservado.

Sin embargo, apenas arrancado el encuentro comenzaron a hacerse presentes jugadores guindas en la registradora y a partir de ahí los Venados se desdibujaron; fue sorpresivo ver cómo los mazatlecos que tras haber vencido en el sexto juego de forma contundente en patio ajeno a los culichis luciendo muy sólidos, quizá incluso etiquetados como ligeros favoritos para llevarse el último cotejo por la forma en que a tambor batiente conquistaron el triunfo, al día después eran  apaleados por los guindas.

Se pensaba que teniendo los Venados en la loma de los disparos a un excelente serpentinero como lo es sin duda el tabasqueño Juan Pablo Oramas, quien llegó en calidad de refuerzo de Mazatlán en la postemporada, podrían alzarse con el triunfo, pero no salió en su mejor noche y fue apaleado feamente convirtiéndose aquello en su peor pesadilla y la de todo el puerto mazatleco al culminar el juego al son de 11-0, siendo holgado el triunfo para los Tomateros culichis ante un adversario que no opuso mayor resistencia ante lo que a la postre fue su inminente descalabro.

Y es que así es el béisbol donde todo puede ser incierto y nada puede dejar de ser sorpresivo, donde en un cotejo algún pelotero se viste de héroe al haber realizado una fantástica atrapada o conectado el batazo soñado que encumbró a su equipo y en otro cotejo el mismo beisbolista no logró encontrar la esférica para que corriera alegre a los jardines picando de hit o brincando la barda y remolcar a quienes desde los senderos pudieron llegar al home e impulsar el posible triunfo de su escuadra.

Pero insisto, así es el béisbol por eso es el rey de los deportes y levanta tanta pasión porque finalmente nada está escrito, todo puede suceder y como dijera el genial Yogi Berra, “No se acaba hasta que se acaba”.

Así pues, ha concluido una temporada más de la Liga Mexicana del Pacífico, que sin duda nos ha dejado un buen sabor de boca y ya esperamos con ansia el mes de octubre para arrancar una edición más en la que seguramente también habremos de disfrutar de grandes lances, de garra, de excelentes duelos y de buen béisbol. 

Ahora toca desearle suerte al representativo mexicano en la Serie del Caribe que se desarrolla en Puerto Rico, en espera de que logren recuperarse de ese debut con tropiezo que tuvieron al caer ante la poderosa escuadra de República Dominicana por 2 carreras a 1. Habrá que esperar que el conjunto representante de México, integrado por mayoría de peloteros de Tomateros pero con amplia incrustación de buenos beisbolistas de otras novenas del circuito tenga éxito en los subsecuentes compromisos que habrá de enfrentar en este certamen.

E-mail: opinion.salcosga@hotmail.com

Twitter: @salvadorcosio1

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Beisbol

La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

Publicado

el


Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.

En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.

Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.

Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.

Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.

El sonido que nunca se olvida

Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.

Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.

Una vida dedicada al diamante

Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.

Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.

Un homenaje que une pasiones

El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.

Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.

Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.

Un faro para los nuevos peloteros

Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.

En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.

Continuar Leyendo

Beisbol

Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

Publicado

el

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

Continuar Leyendo

Beisbol

Lecciones del diamante: La redención de Urías y Osuna

Publicado

el

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Será el El 17 de julio de 2025, cuando el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, levantará la suspensión impuesta al lanzador sinaloense Julio Urías por violar la política de violencia doméstica de la MLB. Esta decisión abre la puerta para que “El Culichi” pueda ser firmado por cualquier equipo de la Gran Carpa, pero su camino de regreso al estrellato está lejos de ser claro.

Hace apenas unos años, hablábamos de un talento generacional, un pitcher mexicano que lideró la Liga Nacional en victorias (2021) y efectividad (2022), y que se perfilaba para firmar un contrato histórico cercano a los 200 millones de dólares, un hito para un pelotero latinoamericano. Sin embargo, su comportamiento fuera del diamante ha opacado su brillo en el montículo.

Urías, quien fue clave en el título de los Dodgers en 2020, ha demostrado ser un diamante en bruto desde los 16 años, cuando Los Ángeles lo firmó. Su talento es innegable: una recta que roza las 97 millas, un cambio y curva devastadores, y una habilidad para el pickoff que lo hizo destacar desde su debut en 2016. Pero las decisiones personales han sido su talón de Aquiles.

Dos incidentes de violencia doméstica, el primero en 2019 y el segundo en 2023, lo llevaron a ser el primer jugador suspendido dos veces bajo la política de la MLB. El video de 2023, donde se le ve agrediendo a su pareja, fue un golpe duro para su imagen y su carrera. La sanción hasta el Juego de Estrellas de 2025 refleja la gravedad de sus acciones, pero también le da una nueva oportunidad.

¿Qué sigue para Julio Urías?

La pregunta no es solo si un equipo apostará por su brazo, sino si él ha aprendido de sus errores. En 2022, escribí que un contrato de 200 millones estaba al alcance de su mano, pero advertí que su futuro dependía de mantener el enfoque dentro y fuera del campo.

Hoy, esa proyección parece lejana. Equipos como los Yankees o los Mets podrían considerar su talento, pero el riesgo reputacional es alto, como lo demuestra el caso de Trevor Bauer, quien tras una suspensión similar no ha regresado a MLB y ha optado por ligas en Japón y México. Urías, a sus 28 años, aún tiene tiempo para redimirse, pero deberá cumplir con el programa de tratamiento ordenado por la MLB y demostrar un cambio genuino.

En México, especialmente en Culiacán, esperan que “El Culichi” retome el camino. Los Tomateros de Culiacán podrían ser una opción para mantenerse activo si la MLB no le abre las puertas de inmediato. Pero más allá del béisbol, Urías debe sanar como persona. Su historia es un recordatorio de que el talento no basta si no va acompañado de responsabilidad. Ojalá, por el bien del béisbol mexicano y de él mismo, que esta segunda oportunidad no sea la última.

Son dos grandes talentos mexicanos que pareciera haber tropezado con la misma piedra para truncar sus carreras en el mejor beisbol del mundo. Los dos son sinaloenses. En su momento fueron considerados entre los mejores cinco lanzadores de Grandes Ligas, uno como inicialista y el otro como relevista.

Roberto Osuna, con su recta de fuego, ostentaba 39 salvamentos con Toronto en 2017 y parecía destinado a ser el mexicano con más juegos salvados en la historia. Sin embargo, sus errores fuera del campo los llevaron al ostracismo, dejando lecciones cruciales para los jóvenes peloteros que sueñan con brillar en la MLB.

¿Qué salió mal?

Ambos sucumbieron a la presión de un sistema ferozmente competitivo, como señaló el periodista Mario Villagrán: la MLB es una maquinaria que exprime no solo el físico, sino también la mente y el carácter.

Osuna, acusado de agresión a su pareja en 2018, fue suspendido 75 juegos y, tras una lesión en 2020, no volvió a la MLB, encontrando refugio en Japón. Sus actos no solo mancharon su reputación, sino que cerraron puertas que su talento había abierto de par en par.

La lección para las nuevas generaciones es clara: el éxito en la MLB no se mide solo en ponches o salvamentos, sino en la capacidad de administrar la fama, el dinero y las tentaciones. Urías y Osuna, con contratos millonarios en el horizonte, dejaron que decisiones personales los traicionaran.

Como escribí en 2021, cuando Urías alcanzó 20 victorias, el talento debe ir acompañado de madurez. La presión de ser figura pública, como señaló Esteban Loaiza, es inmensa, y los errores se magnifican bajo la lupa de los medios y los aficionados. Los jóvenes como Alejandro Osuna, quien debutó con Texas en 2025, o Isaac Paredes, estrella en ascenso, deben aprender a navegar este entorno.

Primero, la disciplina personal es innegociable. La MLB tiene una política estricta contra la violencia doméstica desde 2015, y casos como los de Urías, el primero en ser suspendido dos veces, muestran que no hay excepciones. Segundo, rodearse de un círculo de apoyo sólido es vital. Urías contó con su padre, Carlos, como guía en sus inicios, pero las malas decisiones lo alejaron de ese respaldo.

Osuna, por su parte, habló de ansiedad en 2017, un tema que los prospectos deben abordar con profesionales para no derrumbarse bajo presión. Tercero, entender que el béisbol mexicano depende de sus embajadores.

Cada error de un pelotero azteca no solo afecta su carrera, sino la percepción de los prospectos mexicanos en la Gran Carpa.

Para los jóvenes que hoy entrenan en Culiacán, Hermosillo o Tijuana, el mensaje es contundente: el talento los llevará a la puerta de la MLB, pero solo la integridad los mantendrá dentro (…) Urías y Osuna son un espejo donde los prospectos deben mirarse: no para imitar sus errores, sino para aprender de ellos.

Continuar Leyendo

Tendencias

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.