OPINIÓN
El trato del presidente a los criminales: Amores que matan, pero a la ciudadanía
Opinión invitada, por Rubén Ortega Montes (*) //
Hasta ahora, la manera de AMLO, en su actuar muestra que su amor por los pobres los cambió en el camino por el de los delincuentes.
“Bajo advertencia, no hay engaño”. Dice el dicho popular: Lo prometió en su discurso desde que era candidato. ‘Abrazos no balazos’; si acaso una regañada de la mamá como máximo castigo.
En casi cuatro años de su gobierno existe toda la libertad para los criminales. En el cambio de régimen disolvió la unidad especializada antinarcóticos que colaboraba desde hace 25 años en territorio mexicano en coordinación con la DEA (Agencia Antidrogas de Estados Unidos).
Sumémosle que a partir de la humillación con la corretiza que les puso un cártel a un grupo de militares, su discurso mañanero fue: “hay que cuidarlos porque son seres humanos’. siguió en la semana en su defensa a ultranza de los mismos, no oye, no escucha, no ve, ¿o quizá sea un distractor?, dirán algunos versados.
La narrativa de un pacifismo hipócrita y casi cobarde podrían creerse si tratara también así a victimarios, víctimas y población en generar y de igual forma. Pero sus acciones demuestran que tiene una prelación y cariño efusivo especial por los delincuentes, hasta los que hicieron caer el sistema electoral en 1988 y los que usan las instituciones de control penal y de justicia para sus asuntos personales y negocios.
Él pudo bajarse de su vehículo para hablar con la mamá de “el Chapo” y no precisamente para pedirle que le regañara, y, con el pretexto de que “es viejita”, solicitarle una visa humanitaria para internarse en el país que tanto critica, los Estados Unidos. Insensible, humanamente para recibir a Sicilia, o a los LeBarón, a los colectivos de madres de desaparecidos, a tantas víctimas y dolientes de la delincuencia por feminicidios, homicidios, abusos sexuales, etc., con el increíble pretexto de cuidar supuesta investidura de Presidente Legítimo y Constitucional de México.
Se enoja y se lamenta de que el cadáver de Arturo Beltrán Leyva haya sido profanado en el panteón, pero ni una palabra se le ha oído lamentándose por los miles de muertos que no aparecen, por cómo las madres buscan en los centenares de fosas clandestinas sus restos, ni la crisis forense que existe en cada entidad federativa y que ya es un problema de seguridad nacional.
Las y los mexicanos dolientes, producto de otros tantos profanados, no merecen ser mencionados en la mañanera de la máxima tribuna, prefiere proferir injurias en contra de periodistas. Imposible que ofrezca consuelo o apoyo real a los familiares dolientes.
Demanda digno proceder de las fuerzas militares, marina y guardia nacional para que no toquen y huyan de los “pobres” criminales, olvida por completo a los civiles que han sido asesinados y colgados como advertencia o trofeos de guerra entre los cárteles en puentes de diversos lugares del país.
Da la cara y pone el pecho donde porta la banda presidencial a narcotraficantes mientras critica y ofende a clase media, que le apoyó para llegar, porque con solo los pobres no hubiera ganado, igual hace con empresarios, inversionistas, profesionales, abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, científicos “aspiracionistas” a quienes discrimina por estudiar o haber estudiado y salido sus carreras en tiempo y además vivir del ejercicio profesional.
Le ha dado por culpar a los médicos de no acudir a lugares violentos, peligrosos, lejanos, subdesarrollados, ataca mencionando que los especialistas no van a la áreas rurales, pero no dice que no hay ni laboratorios, ni infraestructura hospitalaria y técnica para que ellas y ellos obtengan análisis y diagnósticos científicos, todavía cree que vive en las películas de los años 50’s en que un médico general operaba en la selva, desconoce de la legislación de profesiones, por ello contrata médicos cubanos por $150,000 pesos antes que a los mexicanos violando el artículo 37 de la Constitución que dice :….. y falla con la seguridad de las y los pasantes y residentes de la influencia, extorsión y abusos del narco y de la podredumbre de la corrupción en la distribución de medicamentos, como si con la pura receta médica se sanara la población.
Tal es su protección a y predilección por los delincuentes, que permite que pueblos enteros sean abandonados por sus habitantes y queden en manos del crimen organizado, la posesiones y propiedades.
En el plano de los operativos y procesos les deja libres sin mayores aspavientos, pero si se trata de una mujer odiada por la fiscalía entonces a ella le espera estar presa dos años por un delito inexistente gracias a su Fiscal sacado de los mismos lugares que a los funcionarios de mayor nivel.
Predica en su matutina que a los delincuentes hay que tratarlos bien porque son humanos, pero a sus “enemigos” políticos como Rosario Robles, hay que mantenerla presa sin juicio de por medio, con medida cautelar de presión por más de tres años, cuando lo
Máximo son dos años, a él no le vengan con “El cuento que la Ley es la Ley”. Si AMLO es la Ley el que envía a las Instituciones al diablo!.
El Comandante en Jefe del ejército ordena que este tenga una política de pasividad y de no confrontación para con los delincuentes, poco le importan las decenas de ocasiones en que pueblos de la mano de transgresores han hecho escarnio de los militares, marinos y guardia nacional.
En tres años rebasó las muertes de Calderón en 6 años, contabilizándose mas de 120,000 muertos de forma violenta en lo que va del actual sexenio, estos números son señal inequívoca de que los criminales deberían cuando menos ser detenidos y tratados conforme a la ley, no se inmuta con la impunidad que equivale a corrupción que existe en el país que gobierna.
Hasta este momento su conducta, su lenguaje, su narrativa muestra que el Amor a México es de esos Amores que Matan .
(*) Dr. Rubén Ortega Montes
Miembro del Observatorio de Seguridad y Justicia de la Universidad de Guadalajara
