OPINIÓN
¿En Jalisco de qué hablamos durante 2019?

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Es indiscutible, que el gobierno estatal ha sido el mayor generador de conversaciones y ha dominado la agenda de la comunicación, en una miscelánea temática mayormente polémica, muchas veces por factores exógenos y otras por sus propias iniciativas, lo cierto es que la dispersión de temas no ha favorecido que la discusión pública se concentre en la atención de los problemas de fondo que aquejan a la entidad.
Iniciamos el año con el más grave desabasto de gasolina del que se tenga memoria. Este fue el primer tópico trascendente, cuyos efectos en la economía y el desarrollo del estado fueron desplazados en importancia discursiva, por la confrontación surgida entre las administraciones federal y estatal alrededor de las soluciones. El carácter combativo y frontal del gobernador, y su relación poco tersa con la administración de López Obrador se dice, que ponen en riesgo la viabilidad del progreso del estado, pues tras el problema del desabasto siguieron las fricciones por los apoyos a la línea tres del tren ligero, la reducción de las participaciones federales y la cancelación o posposición de otros proyectos necesarios para la entidad, que no fueron considerados en el presupuesto federal.
Otros temas han ocupado la atención pública, como la presa El Zapotillo, la limpieza del Río Santiago, la epidemia del dengue, la falta de transparencia en el programa “A toda máquina”, el aumento a las tarifas del transporte público y la discusión de los grupos feministas por la eliminación del Instituto de las mujeres.
Mención aparte merece la intención expresada por Enrique Alfaro, por la refundación del estado, en razón de lo cual se entiende su iniciativa para reformar el Poder Judicial y la convocatoria a un Congreso Constituyente para una nueva Constitución, así como la modificación de la estructura administrativa mediante la cual desaparecieron 8 organismos descentralizados, se crearon cuatro coordinaciones y se separó la seguridad pública de las funciones de la Fiscalía del Estado que fue reorganizada.
El asunto de la seguridad es sin duda el que más preocupa a la población y en cual quedan más dudas que certidumbre. Se duda de la capacidad del estado para imponerse a la delincuencia y de su incapacidad para coordinar esfuerzos con la Guardia Nacional que no acaba de formarse ni ser una alternativa diferente.
La seguridad ha sido el tema de mayor permanencia en el discurso social y la causa principal de zozobra en la población. La creciente suma de desaparecidos y la insuficiencia de espacios para almacenar cadáveres, a fuerza de permanencia han dejado de ser nota y se convierten en parte del panorama estatal, el que la gente empieza a ver con alarmante normalidad.
La diversidad de temas que se han enunciado aquí, siguen presentes en la realidad estatal, algunos sin resolverse, persistentes y tercos, sin embargo, desplazados de la discusión pública ante la ominosa presencia de la inseguridad y la escasa capacidad del estado para brindar seguridad y tranquilidad.
En esta variedad temática lo que menos espacio ocupa es lo que atañe al desarrollo del Estado. Parece que la sociedad en su conjunto y los sectores productivos están conformes con un estado de cosas en el que no están mal pero no les preocupa discutir cómo pueden estar mejor. La relativa seguridad que brinda el ser el estado que mayor cantidad de remesas recibe, un 10 por ciento del total nacional, los releva de la necesidad de pensar cómo distribuir mejor los mil millones de pesos de inversión extranjera directa que captó la entidad durante el primer semestre de 2019 y que la zona metropolitana siga monopolizando el crecimiento en perjuicio de otras regiones del estado. El empresariado parece estar conforme con lo que hace la Coordinación del gabinete económico con la Ley de Reforma Regulatoria y el apoyo a emprendedores, pero falta mayor discusión sobre la política económica y de desarrollo del Estado, encontrar porque se encuentra en el octavo lugar en materia de exportación industrial, por debajo de entidades como Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Guanajuato y ya no digamos el Estado de México.
Cierto es que el país y el mundo viven un momento de lento crecimiento económico, pero eso no exime al gobierno y a la sociedad, de buscar y encontrar opciones para crecer por encima del promedio nacional como lo han hecho Guanajuato, Aguascalientes, San Luis Potosí y superarlos como había sido hasta finales del siglo XX.
Nadie puede culpar al gobierno por dedicarse a atender la problemática inmediata que la sociedad resiente, ni tampoco extrañarse porque ésta domine la comunicación y el discurso social; de lo que si se le puede culpar es de no ver más adelante que su horizonte sexenal y enfrascarse en imprimir un sello político personal, además de que en su afán de refundar al estado se esté perdiendo la capacidad de concertar y convocar a quienes pueden conjuntamente, relanzar a la entidad a un periodo de crecimiento basado en su propio potencial y no en las dadivas del gobierno federal.