OPINIÓN
Endófagos

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Por la biología se explica el fenómeno de la vida y de la muerte. Sus definiciones aplican a los organismos vivos y por hoy me permitiré tomar, por analogía, algunos de sus términos para explicar las causas de la muerte y/o debilidad de organismos sociales y específicamente políticos.
En especial uno, el Partido Revolucionario Institucional, que padece una endofagia que no puede curar. La antropología la define, según el Wickcionario, como la “antropofagia de los miembros de la propia tribu o grupo social”. Y luego añade: “Figuradamente, tendencia de una institución a aprovecharse destructivamente de sus propios miembros.”
Biológicamente un ejemplo de esos endófagos es cierta clase de avispas que insertan sus huevos en el cuerpo de una araña y que al eclosionar se alimentan internamente del cuerpo de la misma.
Pues bien, ese es el mal que tiene al antes hegemónico partido nacional en el peor momento de su historia, seriamente plagado de endófagos, ocupados en devorar lo que queda para su propio beneficio. No es un mal de ahora, sino que se ha venido enconando desde los tiempos en que la pertenencia al partido era la única forma de acceder a posiciones políticas y administrativas, pero desgraciadamente, ahora es un cuerpo débil minado por la proliferación de oportunistas, buscadores de fortuna y reflectores para iluminar sus egos.
Sin embargo, el partido concebido para equilibrar el poder de grupos o facciones; el partido que pudo introducir a México en una ruta de crecimiento ordenado por el control de sus sectores antaño mayoritarios; el partido que supo y pudo conducir y acompañar los procesos democráticos que nos dieron instituciones y crearon contrapesos aún contra su propio poder, dentro de su debilidad actual, conserva fortaleza suficiente para incluso proteger a sus depredadores interiores.
No se puede soslayar que, además de ser devorado por dentro, o tal vez por lo mismo, se ha alejado de lo que fue su esencia que es la representación social y que el contacto con sus bases ha sido relegado a un segundo plano por una clase dirigente ocupada en hacer política de pasillo con arreglos y componendas, pero eso más que ser el mal es solo el síntoma de su propia descomposición.
Es de dudarse que el resto de los partidos estén exentos de padecer esta enfermedad sistémica, pues en realidad todo el espectro político presenta manifestaciones similares. Algunos como el reciente caso de MORENA, pueden no darse cuenta o parece no importarle que los endófagos penetren en su interior o bien los aceptan por ser de la misma especie, pues integran a sus filas a cualquiera que lo desee, sin importar convicciones o principios, solo el oportunismo político.
En realidad, el que se encuentra gravemente enfermo es el propio sistema basado en un régimen de partidos, que son las células que lo conforman. La endofagia afecta a las estructuras internas y amenaza a las instituciones particularmente atacadas por el titular del poder ejecutivo que a la vez actúa como el endófago mayor, destruyendo sin construir.
Empeñado en su muy particular cruzada transformadora no se ha ocupado en construir una sociedad unida en torno a un proyecto común. Destruye adversarios para imponer su fe, porque su empeño es más voluntad que ciencia, y su intención es subyugar, someter, vencer y perdurar, para lo cual privilegia la política clientelar y la rentabilidad electoral.
A nuestro sistema enfermo le faltan lisosomas, vuelvo a la medicina y biología, que son organismos celulares que se comen componentes extras de las células que no son vitales para ellas y reciclan, proveyendo de energía a lo que queda de ellas, para contrarrestar esta autofagia que está minando no solo al régimen de partidos, sino al sistema democrático. Esta es la causa del freno a nuestro desarrollo, no solo económico sino social y político. Los mexicanos nos estamos devorando a nosotros mismos, destruyendo incluso los organismos que como lisosomas pudieran ir eliminando lo que no sirve para producir con ello nuevas energías.
En vez de eso, se eliminan o debilitan instituciones que costó generaciones construir para sustituirlas con mecanismos clientelares de atención deficiente e insuficiente, para minar o desaparecer los mecanismos democráticos e imponer decisiones autoritarias y con ello, afirmar el poder para conservar el mismo.
Los intentos recientes para legitimar a una guardia nacional militarizada por encima de lo que mandata la Constitución, muestran lo enferma que está nuestra clase gobernante y política para la cual la legalidad y los escrúpulos no existen y prevalece el chantaje, la coerción, la componenda, el uso ilegal de los recursos del Estado para violar, deliberadamente la ley suprema.
Definitivamente, el sistema está plagado de endófagos y vale preguntar por dónde andarán los políticos, POLÍTICOS con mayúsculas, que puedan estructurar un proyecto de nación sin la tara de tanto oportunista y vividor de la política que se ha enquistado en partidos y gobierno sin un poquito de conciencia social. El presidente proclama una revolución de las conciencias, más debería empezar por la propia pues conscientemente prohíja la ilegalidad, permite la corrupción y destruye sin construir, ni sociedad unida, ni consensos, ni instituciones fuertes, y en cambio sí, más pobres y dependientes del favor gubernamental.
MUNDO
Musk, el gran perdedor en su choque con Trump

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El enfrentamiento entre Elon Musk y Donald Trump, dos titanes que pasaron de aliados a fieros adversarios, revela una lucha de poder con profundas implicaciones. Musk emerge como el principal perdedor, con daños a su reputación, empresas y capital político, mientras Trump consolida su autoridad y avanza su agenda.
Este choque, más allá de una disputa personal, refleja tensiones entre nacionalismo y globalismo, errores estratégicos de Musk y desafíos para países como México en un contexto de políticas proteccionistas.
Musk cometió un error al integrarse al gobierno de Trump, asumiendo que su riqueza, influencia mediática y popularidad en redes le otorgarían un rol protagónico en Washington. Subestimó la dinámica política estadounidense, donde el poder reside en cargos electos, no en asesores externos. Su visión globalista y tecnocrática chocó con el nacionalismo de Trump, especialmente en temas como aranceles y gasto público, generando fricciones con figuras clave de la administración, como Peter Navarro y Howard Lutnick.
La incursión política de Musk tuvo un costo elevado para sus empresas, particularmente Tesla. Las acciones de la compañía se desplomaron, con pérdidas estimadas en 9,000 millones de dólares en valor de mercado, tras la controversia con Trump. Esta caída, junto con las críticas a su gestión, refleja una pérdida de confianza de los inversores, quienes percibieron que Musk priorizó ambiciones políticas sobre la innovación tecnológica. La estabilidad de Tesla y su futuro están ahora en entredicho, evidenciando el impacto desastroso de esta aventura.
El choque entre Musk y Trump también fue una batalla de egos. Musk, acostumbrado a liderar, no estaba preparado para un rol subordinado en una administración que exige lealtad absoluta a Trump. La ruptura era previsible: dos personalidades dominantes compitiendo por controlar la narrativa política en un momento de reacomodo del orden global. Musk buscó influir en políticas que beneficiarían a Tesla y SpaceX, como desregulación y contratos federales, pero subestimó el costo reputacional y financiero de alinearse con Trump.
En un contexto geopolítico, la agenda proteccionista de Trump, que prioriza la economía estadounidense frente a competidores como China, chocó con la visión globalista de Musk, defensor del libre comercio.
Este desacuerdo refleja tensiones más amplias entre nacionalismo económico y globalización, con implicaciones para México. Los aranceles propuestos por Trump podrían imponer nuevas barreras comerciales, afectando la economía mexicana, que depende de su relación con Estados Unidos. México debe prepararse para negociar con una administración fortalecida tras neutralizar a Musk.
Musk podría argumentar que su incursión política buscaba beneficiar a sus empresas a largo plazo, consolidando su imagen entre los círculos conservadores que apoyan su discurso de libre mercado. Sin embargo, los resultados inmediatos muestran un fracaso: no logró influir en las políticas clave y sacrificó la estabilidad de sus compañías. Su falta de experiencia en el ámbito público lo hizo vulnerable a los juegos de poder de Washington, una lección que otros empresarios han aprendido a un costo similar.
Para recuperar su posición, Musk debe enfocarse en restaurar la confianza en Tesla y sus otras empresas, evitando futuras incursiones políticas mal calculadas. Su reputación como innovador está en riesgo, y la percepción de oportunismo político podría alejar a inversores y consumidores. Mientras tanto, Trump sale fortalecido, manteniendo el control de su administración y demostrando que, en la política estadounidense, el poder electoral supera a la influencia mediática o económica.
El caso de Musk es un recordatorio de que el poder económico no siempre se traduce en poder político. Su intento de influir en Washington, sin comprender las dinámicas de poder, resultó en un revés significativo.
México y América Latina, por su parte, enfrentan el desafío de adaptarse a un entorno de políticas proteccionistas, donde la fortaleza de Trump podría complicar las relaciones comerciales. La lección es clara: en los juegos del poder, la estrategia y la preparación son tan cruciales como la ambición.
P.D. Tras su ruptura el 5 de junio de 2025, Musk acusó a Trump en X de aparecer en los archivos de Epstein, sin pruebas. Trump lo llamó “loco” en Truth Social, amenazando con cancelar contratos del gobierno estadounidense con Musk. Tesla perdió 150 mil millones de dólares. Musk reclamó la victoria electoral de Trump en 2024; Trump lo acusó de ingratitud, marcando un quiebre definitivo.
Beisbol
Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?
La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.
A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.
La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.
Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.
La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.
Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.
Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.
MUNDO
El rompimiento de Musk con Trump

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El quiebre se anticipaba, lo que muchos preveían ocurrió antes de lo esperado: la ruptura entre el magnate Elon Musk y el presidente Donald Trump. Musk, quien había apoyado fervientemente a Trump durante su reelección en 2024 y fue nombrado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), anunció su separación del gobierno trumpista, frustrado por políticas que calificó de “absurdas” y decepcionantes.
Críticas contundentes a la política fiscal
El 3 de junio de 2025, Musk arremetió en la plataforma X contra la ley “One Big Beautiful Bill Act”, aprobada por la Cámara de Representantes, que incluye recortes de impuestos por billones de dólares y un aumento en el gasto de defensa. La describió como una “abominación repugnante”, advirtiendo que incrementará el déficit presupuestario en $600 mil millones para el próximo año fiscal, según señaló en CBS News.
Musk, quien logró ahorros estimados en $175 mil millones a través de DOGE, criticó que el proyecto contradice sus esfuerzos de austeridad, alertando que “este nivel de gasto excesivo llevará a Estados Unidos a la esclavitud de la deuda”, con un déficit proyectado de más de $2 billones anuales y un 25% de los ingresos gubernamentales destinados a intereses.
Tensiones económicas y políticas
Análisis independientes de la Oficina Presupuestaria del Congreso respaldan las preocupaciones de Musk, estimando que la ley podría elevar el déficit entre $2.3 y $3.8 billones en una década, aunque cuestionan la efectividad de las cifras de DOGE por inconsistencias. Además, la eliminación de incentivos para vehículos eléctricos en el proyecto afecta directamente a Tesla, lo que podría influir en la postura de Musk, cuya empresa ya enfrenta protestas y caídas en ventas por su asociación con Trump.
Mientras tanto, Trump defiende los recortes fiscales, aunque reconoce aspectos mejorables, y su administración, a través de Stephen Miller, niega que la ley agrave el déficit, contradiciendo los análisis.
Un rompimiento con repercusiones
La ruptura no solo refleja diferencias ideológicas sobre el gasto público, sino también tensiones comerciales, como los aranceles que Musk ya había criticado por su impacto en Tesla. Aunque Trump no ha confrontado directamente a Musk, la influencia del magnate podría complicar el avance de la ley en el Senado, donde enfrenta resistencia de republicanos fiscalmente conservadores.
Este quiebre evidencia las complejidades de una relación marcada por intereses económicos y políticos en conflicto, dejando un escenario incierto para ambos.
Un futuro incierto en el tablero del poder
El rompimiento entre Elon Musk y Donald Trump no solo sacude la política fiscal estadounidense, sino que también podría redefinir alianzas en el escenario global. La salida de Musk del gobierno trumpista, junto con su capacidad para influir en la opinión pública y en el Senado, amenaza con frenar la ambiciosa «One Big Beautiful Bill Act», mientras las tensiones comerciales y los intereses de Tesla agravan el distanciamiento.
Este quiebre podría debilitar la cohesión del bloque republicano, afectar la credibilidad de Trump en temas económicos y abrir un nuevo capítulo de incertidumbre, donde la voz de Musk, aún poderosa, podría moldear el rumbo de Estados Unidos en un momento crítico.
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