Connect with us

OPINIÓN

Es la desigualdad

Publicado

el

Por Luis Manuel Robles Naya //

Hemos dado por cierto el axioma lopezobradorista de que es la corrupción el origen de todos los males que aquejan a esta nación y que erradicándola habrán de solucionarse los problemas y todos viviremos en un México utópico de igualdad y bienestar generalizado. Sonó tan bien esta propuesta que fue comprada por una mayoría de mexicanos, que más por hartazgo y rechazo a la corrupción evidente de algunos políticos mexicanos, le dio el triunfo a un proyecto de cambio que tiene la solidez de un espejismo.

Carece de futuro dicho proyecto, porque teniendo razón en el planteamiento de fondo, falla en las formas combatiendo solo los efectos de un mal mayor, como es la desigualdad, sin ir al centro del problema que es reducir las amplias brechas existentes en nuestra sociedad .

La cuestión de la desigualdad y la redistribución de la riqueza han ocupado históricamente el centro de la lid política. El liberalismo de derecha que funda en el libre mercado y la productividad la forma para mejorar el ingreso y las condiciones de vida, versus la posición tradicional de la izquierda que enarbola que una política pública debe incidir en los procesos de producción y regular la forma en que las fuerzas de mercado determinan la distribución de riqueza, nacionalizando incluso los medios de producción y fijando escalas salariales.

En México hubo un partido que institucionalizó la revolución (¿), estabilizó el país y con regímenes pendulares, un sexenio de izquierda y otro de derecha, mantuvo un ecléctico ejercicio del poder hasta que perdió ese equilibrio y en el último tercio del siglo XX las tendencias internacionales y porque no decirlo, el alejamiento de la esencia del partido expresada en su lema “democracia y justicia social”, lo acercaron más a la derecha que a la izquierda de la geometría política, rompiéndose el equilibrio que propició el crecimiento y la estabilidad social, política y económica.

Ahora surge un nuevo partido que, contrariamente, no busca el equilibrio sino la confrontación, eliminar contrapesos institucionales y consolidar una hegemonía política que se antoja absurda y retardataria ante la evolución democrática de la sociedad contemporánea, al parecer con un objetivo enunciado un siglo atrás por Karl Marx de que al mundo no hay que interpretarlo sino transformarlo. Sin embargo su planteamiento transformador reproduce el conflicto izquierda – derecha con un matiz más contemporáneo.

En los años 70, Serge Christophe Kolm y Jhon Rawls introdujeron un principio basado en que, una sociedad justa debe maximizar las oportunidades mínimas y las condiciones de vida ofrecidas por el sistema social, que no es sino una expresión nueva de la vieja aspiración de justicia social, y esa pareciera ser, porque aún no logro interpretar hacia dónde, va esta cuarta transformación, ya que las medidas implementadas hasta hoy son más cosméticas y efectistas que verdaderas políticas de desarrollo.

Sin lugar a dudas, existe una gran desigualdad en las sociedades modernas, (no es privativa de México), motivada por una excesiva concentración de riqueza. Estudiosos de la desigualdad como Thomas Piketti, han establecido una proporción de 90/10, donde el 90 son los pobres y el 10 los más favorecidos, que no los más ricos, porque esos son otro porcentaje de ese diez. En México se ha dicho que son 56 millones de pobres entre una población de 120 millones, y la desigualdad se expresa no solo en esa cifra porque existen diferentes desigualdades, la de salarios y remuneraciones, la de ingresos entre sexos, entre profesionistas y empleados, entre empresarios grandes, pequeños y medianos, entre campo y ciudad etc., por lo que la aspiración de justicia social se vuelve cada vez más compleja y mientras tanto, la desigualdad se hace más lacerante y oprobiosa.

Los intentos de volver a un régimen con mayor intervención del Estado para regular o atenuar los efectos del “capitalismo salvaje” con los que arranca esta administración, se contradicen con una política de austeridad y combate a la corrupción aplicada en forma irreflexiva que está debilitando y hasta eliminando, los instrumentos que pueden limitar la concentración de poder económico como son los órganos independientes reguladores de los mercados de energía.

A la vez, se eliminan o disminuyen programas sociales institucionalizados para ser sustituidos por otros que sin reglas de operación, de evaluación y de supervisión se convierten en dádivas, derroche de recursos y posible manipulación electoral de efímeros efectos. Se minimizan los apoyos a la ciencia y la tecnología, se reducen presupuestos a las universidades y se revierte una reforma educativa sin un proyecto de mejora de la calidad en la educación.

De verdad que no se entiende esta política de chimoltrufia de la cuarta transformación.

Continuar Leyendo
1 Comment

1 Comments

  1. CesarV

    30 de junio de 2019 at 22:51

    Has de ser un priista resentido
    🙂

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.