OPINIÓN
Estado de incompetencia
Columna En la Mira, por Óscar Constantino Gutiérrez //
La ineptitud también es corrupción. La frase se repite mucho, pero pareciera que los gobiernos no la internalizan. Pongo tres ejemplos municipales de la forma en que se deciden los asuntos públicos:
1. En Zapopan, se recoge la basura tres veces a la semana: un día para orgánicos y sanitarios, otro para plásticos y reciclables, otro más para los mismos orgánicos y sanitarios. La ciudad con el mayor nivel de desarrollo en Jalisco no puede recoger sus desechos diariamente, mucho menos procesarlos sustentablemente, recuerden el problema del vertedero de hace unos días. Peor aún, la recolección de residuos parece un regreso a los setenta: realizada en horas pico, con un modelo poco digno para los recolectores y molesto para los usuarios, la gente saca la basura como si se estuviera en pleno 1978.
2. En ese mismo Zapopan, algún genio de la movilidad decidió ampliar la Vía Recreactiva por Avenida Patria, el anillo interior estratégico para la circulación. Todos los domingos y días de guardar, el tráfico automotriz está vedado por el camino que conecta a Colomos con Andares. Parecería un problema fifí… pero haber establecido la Vía Recreactiva por los carriles internos de Avenida Patria implica que la circulación de ciclistas y peatones se interrumpe constantemente, porque los autos ingresan a Plaza Patria por ese lado. Si la Vía se hubiera dejado por los carriles externos, eso no hubiera pasado y todos habrían salido ganando: no es ciencia de cohetes.
3. También en ese municipio, un regidor, ahora diputado, impulsó una reforma a los reglamentos de giros comerciales que descartó el deber de que los negocios tuvieran estacionamiento, lo que implica que los vecinos carguen con el costo de semejante barbaridad. No escuchó razones, lo planteó así, sin el más mínimo rigor de política pública y de esa forma se aprobó. Ahora, ese mismo legislador se cree el campeón de la mejora regulatoria: Dios nos tome confesados.
Ese trío de problemas son menores comparados con los incendios recurrentes, el crimen organizado y desorganizado que asola a esta entidad federativa, la brutal voracidad inmobiliaria, el equipamiento urbano deficiente, los tribunales lentos y corruptos, así como una administración pública plagada de inexpertos e improvisados que vienen a aprender (y echar a perder). La arrogancia del poder es increíble, como en los relatos de Albert Speer sobre el Tercer Reich: el gobierno se entrega a las intrigas palaciegas y a las ocurrencias, parecen Madame de Pompadour en Versalles, preguntándose si las estatuas deben cambiarse. Los temas que le importan a esa clase dirigente nada tienen que ver con la realidad, la de la gente que sólo quiere tres cosas: que los servicios públicos funcionen, que los permisos y cuidado del orden público no sean gestionados por una cueva de bandidos y que la policía haga bien su trabajo.
Y las reformas hechas (y por venir) parecen profundizar en las ocurrencias: si los jueces son corruptos e incapaces, lo que hay que hacer es removerlos, no debilitar al Poder Judicial. Para el Ejecutivo, siempre resulta cómodo tener tribunales a su servicio, pero no existe inversión extranjera que esté de acuerdo con tribunales serviles a la Administración. Nuevamente: no es ciencia de cohetes, es leer el World Justice Project y los textos de Doing Business del Banco Mundial (hay versiones en español, para que los gobernantes las puedan entender).
El Congreso legisla de acuerdo a como viene la grilla del día: si la ocurrencia con la que se levantaron es sobre el tema X, de esos se hacen normas, el resultado es que tenemos una cantidad insultante de legislación local, cuya existencia no se justifica. Los reformistas no han atendido la consideración primera y básica de cualquier ejercicio responsable en la materia: sistematizar y simplificar, bajar la carga regulatoria, no inventar el hilo negro y el agua tibia. Si su trabajo fuera fútbol, jugarían al hoyazo, a la improvisación, a la puntada de ocasión.
Va una referencia histórica para evidenciar que las cosas no se deben hacer con los modos actuales: la Corte Suprema de Estados Unidos le negó una petición a Nixon, a pesar de que cuatro de los ocho jueces que votaron en su contra fueron postulados por él, incluyendo al presidente de ese tribunal, Warren Burger. Esto pasó porque la Constitución de Estados Unidos garantiza la permanencia vitalicia de sus jueces (Artículo Tres, sección primera): «los jueces, tanto del Tribunal Supremo como de los inferiores, continuarán en sus funciones mientras observen buena conducta y recibirán en periodos fijos, una remuneración por sus servicios que no será disminuida durante el tiempo de su encargo».
La independencia judicial estriba en que la permanencia de los juzgadores no esté en manos de quienes son destinatarios de sus sentencias. La reforma que se pretende hacer quiere que su trabajo dependa de complacer al poder.
Jalisco está en el lugar 23 de 32 estados en el Índice de Estado de Derecho, o sea, es de los nueve peores del país. En hacer negocios, Aguascalientes, Colima, Monterrey y Tlalnepantla superan a Guadalajara. Síganle: seguramente están haciendo todo bien.
