MUNDO
Europeos rechazan migración y votan por el orden: Reunión del G7 días después de la derrota de sus líderes en Europa

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
A la sombra de unas elecciones en Europa que prácticamente barrieron el respaldo a los líderes europeos -salvo Italia- El G7 se reúne en la bella tierra de César y de Miguel Ángel con la presencia de EUA, Inglaterra, Francia, Japón, Canadá, Alemania y el anfitrión Italia.
Debemos recordar que la mayoría de los países europeos llevan años siendo dirigidos por partidos de centro izquierda e incluso los de derecha han dejado pasar muchas medidas poco populares impulsadas por la izquierda en sus países. Así las cosas, quiero empezar diciendo que lo que se conocía como izquierda o derecha no necesariamente es lo que representan los partidos hoy en día en Europa o en América. Evidentemente los partidos de oposición a los gobiernos usan esas etiquetas y los medios las repiten, pero si analizamos a fondo la izquierda de hoy no es tan parecida a la izquierda de ayer y lo mismo podemos decir de la llamada derecha.
Hace 9 días hubo elecciones en Europa para renovar el llamado parlamento europeo. Es decir, fueron elecciones supranacionales. Como usted sabe el parlamento europeo impone medidas generales incluidas comercio exterior, monetarias, migratorias, ambientales y energéticas a sus países miembros. Los países tienen autonomía en varios asuntos, pero claramente si ese parlamento se mueve para un lado o para otro tiene un gran peso en las políticas nacionales de cada país miembro, al grado que, si un país elige a parlamentarios europeos de una ideología totalmente distinta a la del gobernante de ese país, quien naturalmente apoya a candidatos de su mismo partido o ideología, por lo general se toma como un mensaje de rechazo y son invitados a renunciar.
De momento la mayoría de los partidos que le dan estabilidad a la actual presidenta de la Unión Europea, la alemana Úrsula Von der Leyen mantienen la mayoría, lo que da idea de que ella también será reelecta para presidir esa Unión supranacional por otros 5 años.
El parlamento elige a su propio presidente como cualquier parlamento, pero también da su aval a la designación de quien preside a la Unión Europea que es propuesta por la mayoría de los jefes de gobierno de los 27 países miembros de la Unión. Obvio siempre hay intrigas palaciegas que ante los resultados del domingo proponen cambios más radicales, pero de momento no se ve cómo la alemana pueda no ser reelecta.
De cualquier forma, todo puede pasar en especial, porque algunos de los aliados aún, jefes de Estado podrían estar sin trabajo en fecha próxima, como lo es el presidente francés quien ante los resultados de la elección europea ha decidido disolver su propio parlamento francés y pedir elecciones anticipadas en ese país. Lo mismo pasó en Bélgica en donde el jefe de gobierno dejó el cargo el martes pasado.
Así las cosas, empecemos con una relación de los principales países del bloque europeo en los que se notaron cambios y en especial de la popularidad de sus líderes al momento de la elección, de los que algunos como ya indicamos han renunciado o solicitado elecciones anticipadas para dejar el cargo. Iniciaremos con los integrantes del G7 que acudieron a la reunión de la semana pasada en Italia.
En Inglaterra hay elecciones nacionales en julio, el actual primer ministro y su partido gozan de un 19% de popularidad en contra del 35% de su opositor, su peor nivel en casi una década. Inglaterra es un buen ejemplo de lo que comenté arriba. Actualmente ese país está gobernado por un partido de derecha, pero sus políticas no han sido de ese corte por lo que parece que el partido de izquierda ganará la mayoría del parlamento y con eso la designación del primer ministro.
Francia es gobernada por un partido de centro que ha gobernado más como izquierda en los temas europeos de migración, energía y comercio. Lo anterior ha generado que su popularidad baje de forma considerable. Hoy en día Macron y su partido gozan de 24% de popularidad, su peor nivel en 5 años.
Alemania y su canciller gozan de un penoso 14% de popularidad, su peor nivel en 4 años. En seguida estaría Italia, el último país de la UE que también es parte del G7. En este caso su lideresa de derecha recientemente electa goza de amplia popularidad y es una mujer con ideas contrarias a los otros integrantes del grupo y claramente de los dirigentes de la UE. La primera ministra Georgia Meloni y su partido gozan de un 60% de popularidad. Solo por no dejar, veamos la popularidad de los otros tres líderes del G7 que son EUA, Canadá y Japón.
Biden en plena campaña por reelección goza de un 39% de popularidad, lo que es alto en comparación con sus colegas europeos, salvo Italia, pero es la más baja aprobación que ha tenido un presidente de ese país durante un año de reelección. Justin Trudeau y su partido gozan de un 25% de popularidad, lo que los coloca en una situación difícil para las elecciones del año próximo. Finalmente, el primer ministro de Japón está en un penoso 26%. Así los líderes del G7 parecen estar muy por debajo de las preferencias de sus electores con la excepción de la italiana Georgia.
Además de las derrotas de los partidos en el gobierno en Francia y Alemania, durante la selección de parlamentarios europeos, lo mismo sucedió en Austria, Bélgica, España, Suecia, Polonia y Holanda. En todos esos países la gente le dio la espalda al modelo de la actual Unión Europea y de sus propios gobernantes locales. En contraste en Italia y Hungría los gobiernos fueron respaldados y sus candidatos ganaron las elecciones.
Es interesante ver que en Dinamarca ganó la izquierda quien adoptó un mensaje en contra de la superinflación, de la migración masiva, del bloqueo de energías y en contra del enriquecimiento de traficantes de personas y buscando -como la derecha en Austria- que los países recuperen algunas facultades que se le han cedido a la Unión en materia de comercio, de energía y de tránsito de personas. Es decir, sonó como la llamada derecha que ganó en el resto de Europa.
A diferencia de lo que en la mayoría de los medios se dice, no fue la ultra derecha la que ganó en Europa, sino lo que antes era el centro. Claro hubo avances de la ultraderecha y bajas del centro izquierda que se dice centro. Pero en realidad la gran mayoría de los europeos votaron por partidos que quieren orden público, migración ordenada, energías diversas y seguir siendo parte de la unión, pero rechazan la política de control del estado sobre tipos de alimentos y de energías.
Rechazan la idea de que Europa deba recibir a cualquiera en los montos que sean de inmigrantes que lleguen a sus costas y de que al llegar se les den beneficios económicos especiales que no gozan muchos de los nacionales y las presiones para aceptar que menores sean dotados por derecho de químicos para bloquear su pubertad.
Estamos viendo una derecha y una izquierda aliadas en gasto desmedido y alianzas con grandes empresas mundiales, lo que parece más fascismo que liberalismo. Eso es lo que parece haber rechazado el electorado europeo que busca a líderes que, aunque globalmente responsables, también sean localmente responsables de sus electores y de sus necesidades. Buscan a dirigentes que estén en contacto con el mundo pero que estén conscientes de que trabajan para ellos sus electores.
Se dice que la nueva izquierda es en realidad una derecha disfrazada aliada con la vieja izquierda. En ambos lados hay populistas, pero unos buscan redistribución de lo mucho que generan unos pocos y otros buscan aumentar la generación y crecimiento horizontal.
Entre los partidos llamados de centro derecha y de izquierda no hubo mucha diferencia, así las cosas, los electores que querían otra opción o no votaron o votaron por los partidos que eran de derecha salvo en Dinamarca como ya lo dijimos.
Vemos que en realidad sea como sea hay dos visiones para Europa una que busca seguir las políticas globales de desoccidentalización y otra que busca unidad internacional, pero conservando la identidad nacional en especial en temas de alimentos, de energía, de economía y de migración ya que muchos europeos se quejan de que los inmigrantes indocumentados están recibiendo dinero y beneficios superiores a los de los ciudadanos y que además estarían votando y cambiando la imagen de sus ciudades. Esto me recuerda a los reclamos en las elecciones de EUA y más recientemente en México.
Por lo pronto veremos si los países que respaldaron a partidos distintos en el parlamento europeo ratifican su rechazo en elecciones locales. Si eso sucede podríamos ver cambios en Francia y en otros países del G7. A propósito del G7 uno de sus temas centrales también fue la migración indocumentada que genera billones a favor de las organizaciones criminales globales.
Mientras tanto la UE y el G7 encabezados por EUA aseguran a Ucrania billones de dólares por los próximos 10 años para mejorar a su ejército. Es decir que sin consultar a sus congresos en especial EUA o el nuevo Parlamento Europeo, se embarcan en un gasto multianual para asegurar que Ucrania tenga miles de millones de dólares anuales, lana para continuar su defensa vs Rusia.
En ese orden de ideas y como respuesta a la autorización que dio Biden hace 8 días para que armas de EUA sean usadas por Ucrania para atacar territorio ruso, Putin envió un grupo de barcos y submarinos de guerra a las costas de Cuba frente a Miami lo que recuerda aquella crisis de los misiles en los 60s con Kennedy. ¿Qué pasaría si Rusia desembarca misiles en la Habana y los apunta hacia Washington?
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.