OPINIÓN
Felipe Calderón salpicado con “Etileno XXI”: La denuncia del escándalo

Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //
El que no asegunda no es labrador, dice el adagio y conforme lo prometido, concluimos con esta entrega el vistazo a la aterradora denuncia que Emilio Lozoya presentó el 11 de agosto reciente, ante la todavía flamante Fiscalía General de la República (FGR). El primer episodio de nuestro somero análisis, la semana pasada, se intituló “Filtraciones Demoledoras”.
En la delación de marras, se dice claramente que los legisladores a los que se les entregaron las crecidas sumas de dinero para asegurar su voto, a la hora de aprobar las reformas estructurales, y especialmente la energética, fueron Ricardo Anaya Cortés, Ernesto Cordero Arroyo, Jorge Luis Lavalle Maury, Salvador Vega Casillas, Francisco Domínguez Servién y Francisco Javier García Cabeza de Vaca: el primero era diputado federal en la LVI legislatura (2012-2015), con licencia para llegar a ser presidente del PAN en 2014; todos los demás fueron senadores, pero los dos últimos de la lista, actualmente son gobernantes (al menos en el papel) de sus respectivas entidades de origen: Querétaro y Tamaulipas, con la observación de que el señor Cabeza de Vaca realmente nació en McAllen, Texas. Todos ellos, panistas de alcurnia.
Pero en el enjuague también anduvieron tricolores y hasta perredistas: David Penchyna y el en ese tiempo perredista, Miguel Barbosa Huerta, actual gobernador de Puebla. El primero, influyente priísta que lució demasiado tratándose de dinero para su bolsillo, y el segundo, suertudo polaco que le atinó en cambiar de camiseta partidista pues emigró al morenismo triunfante.
A partir de la página 22 de la denuncia, Lozoya precisa claramente que la malvada compañía Odebrecht, tuvo gran relevancia no solo con Peña Nieto, sino también con Felipe de Jesús Calderón, el de la guerra contra el narco. El asunto fue el conocido como “Etileno XXI”, en el cual se menoscabó económicamente a PEMEX para beneficio de la filial de Odebrecht llamada Braskem. Esta empresa transforma el etano en plástico, y aquel producto básico lo proporciona PEMEX, en el trafique se obligó a la petrolera realizar un gran descuento en su perjuicio. Aquí tuvo que ver también el dizque purísimo José Antonio Meade Kuribreña, quien era consejero presidente en el órgano supremo de gobierno de PEMEX, pero que ahora jura y perjura que solo ha trabajado para servir (bien o mal,?¿) a México. Este asunto se llevó a cabo “haiga sido como haiga sido”, es decir gracias a la intervención de Calderón Hinojosa. El detrimento para la nación es de millones y millones de dólares, se sigue aplicando hasta la fecha y sabe Dios hasta cuando, si es que la Cuatro T ó alguien que labore a favor de México, no logra revertir tan sucia maniobra.
También en ese sucio asunto, se inmiscuyó el “vicepresidente de Peña Nieto”, el entonces intocable Luis Videgaray, quien requirió millones y millones para entregarlo ya sea a legisladores cómplices o al mismísimo PRI (páginas 28 a 32 de la Denuncia). También aquí figura el inefable Miguel Barbosa, pero éste solo se conformó con un favor laboral para su hermano, y a cambio dice Lozoya, se comprometió a no armar una revuelta de los legisladores perredistas, que él coordinaba, cuando se tratara por el Congreso el tema de la reforma energética.
Por cierto, cabe anotar que según el denunciante, los panistas cada vez se mostraban más exigentes pidiendo dinero, so pena de bloquear la reforma energética que tanto quería el régimen de Peña Nieto, que a la vez ya estaba comprometido con lograr ese objetivo, ante varias poderosas compañías extranjeras. Por ello en cuanto se agotó el dinero otorgado por Odebrecht, Videgaray tomó el asunto por su cuenta y pronto logró otros diez millones de dólares para proseguir con la compra de voluntades de legisladores blanquiazules. (Páginas 33 y siguientes).
En ese entretiempo, Lozoya declara que Videgaray le instruyó adquirir una bolsa de mujer de las carísimas, pues su costo fue entre 4 y 5 mil dólares, para una periodista que confesó “se veía muy guapa” con el regalito, pero pidió otra “ayuda” (burdo chayote) para la colegiatura de un hijo. El derrochador Videgaray le reveló al denunciante, que él tenía una lista de periodistas a los que controlaba con cañonazos de 50 o 100 mil pesos mensuales. Y que hacía favores grandes, como ayudar a El Financiero para que no quebrara. (Pág. 35-36 de la Denuncia). Este informativo ciertamente, es de los que más critican acerbamente a López Obrador y su Cuarta T, por lo que se especula si tendrá que ver esa operación para criticar todo lo que haga el Presidente.
Entre los empresarios consentidos de Peña Nieto, se enumera al mandamás de HIGA, Juan Armando Hinojosa, quien hacía jugosos negocios amparado por el Presidente; que presumía haber salvado a Videgaray; quien hizo la “Casa Blanca” de la Gaviota y hasta una “egoteca” o museo para las frivolidades de Peña Nieto. Y así se deslizan las páginas de la denuncia, enumerando un regalito de un Ferrari por parte del gobernador Duarte (de Veracruz), de verdadera colección pues había pertenecido al Presidente López Mateos. En el entramado de corruptelas de todos tipos y tamaños, también aparece Carlos Salinas de Gortari, un socio de éste (Federico Martínez Urmenta) y peticiones de favores para hijos de Salinas que buscaban negociar en PEMEX (Pág.41 y sigs.). Cuando intervenía el “villano favorito” de los noventas y héroe de Agualeguas, el asunto se volvía además de nauseabundo por las búsquedas de utilidades deshonrosas, peligroso, según le advirtió el que fuera Director de Pemex, José Antonio González Anaya (concuño de Salinas) el cual, amenazante le expresó: “quien no ayuda a hijos o socios” son considerados “traidores” por Salinas.
Concatenado a lo anterior, está lo del “huachicol”, que se incrementó en 150% con los sucesores de Lozoya en la dirección de la petrolera, con la complacencia de esos funcionarios, lo que significó “pérdidas monumentales para las finanzas de la Nación” (pág.45 de la Denuncia). Luego viene el tétrico asunto de Agro-Nitrogenados, la empresa de Altos Hornos de México (AHMSA), que se compró siendo chatarra a precio sobrealzado, todo según Lozoya, instrumentado por Peña Nieto y su delfín Videgaray, quienes tenían un interés muy personal, “fuera de lo normal”, en ese asunto y lo presionaban para que pronto se cerrara la compraventa, en la cual la contraparte beneficiada era Alonso Ancira, casi dueño de AHMSA (por tal motivo preso en España actualmente). En esta bribonada (más de 200 millones de dólares) se involucró a muchos personajes (estilo Pedro Joaquín Coldwell), alteró un sinfín de normas y se vencieron resistencias de diversas instituciones, como la Nacional Financiera, para que accedieran a la compraventa. En pocas palabras dice Lozoya, el Presidente de la República y el Secretario de Hacienda (Videgaray) lo “instrumentaron para configurar una asociación de tipo delictivo, dirigida a enriquecerse no solo del erario público, sino a través de la extorsión a personas físicas y jurídicas, el fraude y el engaño –como el caso de la denominada estafa maestra- contraer deuda a cargo del erario público y aprovecharse de ésta en perjuicio de la Nación.” (pág.57 y siguientes).
Todo lo anterior, sucintamente comentado, hace que los pelos se pongan de punta; y eso que como añadió López Obrador estando en Coahuila la pasada semana: “de manera inexplicable” el señor Lozoya omitió en su imputación, lo referente a otra planta de fertilizantes en la cual, siendo él director, se erogaron nueve mil millones de pesos con créditos de Bancomext, y se produjo fuerte quebranto al país. Por ello se interpuso nueva denuncia ante la FGR, ahora por parte del gobierno.
En conclusión, la denuncia de Lozoya es algo semejante a una desalmada comedia en la cual sus actores son auténticos genios del mal, unidos por la argamasa de la corrupción en perjuicio de los mexicanos y menoscabo de nuestra sufrida Patria.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
NACIONALES
Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

– De Primera Mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín
UNA DE LAS evidencias de que el sistema político del México de nuestros días es parecido al PRI hegemónico de hace 50 años es el combate a la corrupción de acuerdo a intereses políticos del grupo en el poder, con una gran diferencia ahora: Los funcionarios de primer nivel son intocables.
No hubo un solo presidente de la república de aquel viejo PRI, que no impusiera su voluntad y enviara un mensaje a la clase política de que había un nuevo líder en Los Pinos. Las demostraciones incluían cárcel para figuras de alto nivel. Así, estuvieron tras las rejas el senador Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX, con el presidente José López Portillo, varios gobernadores y hasta un hermano del presidente Carlos Salinas, Raúl.
A partir del año 2018, el hombre que tuvo como lema de campaña presidencial el ataque a la corrupción, Andrés Manuel López Obrador, en los hechos cubrió a los corruptos de primerísimo nivel.
Solo dos botones de muestra: Ignacio Ovalle Fernández, director de SEGALMEX, y Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad. Aplicó la máxima de Benito Juárez: “A los amigos, perdón y gracia; a los enemigos, la ley a secas”.
Entre los enemigos actuó contra Emilio Lozoya, director de PEMEX con el presidente Peña Nieto, acusado de haber recibido sobornos de una empresa petrolera del Brasil, pero al final del día su gobierno acordó y el acusado está en casa.
El cinismo de AMLO incluyó su admisión de la existencia de corrupción en Segalmex, cuyo desfalco rebasó los 15 mil millones de pesos, pero justificó a Ovalle diciendo que este último “había sido engañado por sus subalternos”.
Increíble lo anterior, sobre todo para quien, durante una “mañanera” del año 2019, aseguraba que no hay persona mejor informada que el presidente de la república y que si había corrupción entre los funcionarios, “era porque el jefe, el presidente, estaba enterado”.
En los días que vivimos, el caso del “huachicol fiscal” operado por altos mandos de la Marina Armada de México nos pone sobre la mesa la enorme probabilidad de que no solo el general secretario del ramo con López Obrador, sino también este último, pudieran haber sido enterados y haber permitido el enorme peculado.
Imposible no reparar en las declaraciones del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien el pasado domingo declaró que Rafael Ojeda Durán, titular de la Marina en el sexenio obradorista, había denunciado “problemas” y que por ese motivo la Fiscalía General de la República se había adentrado en la investigación que hoy tiene por resultado la persecución de cuando menos 200 personas, entre militares, servidores públicos y empresarios.
Los hechos sobre tal ilícito empezaron a trascender a los altos mandos militares cuando Rubén Guerrero Alcántar, vicealmirante y exdirectivo de una aduana en Tamaulipas, redactó una carta que llegó a manos del general secretario Ojeda Durán, en la que señalaba directamente a Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, de encabezar una red de “huachicoleo fiscal”.
Los hermanos Farías, originarios de Guaymas, Sonora, son sobrinos de Ojeda Durán. Guerrero Alcántar fue asesinado el 8 de noviembre del 2024 en Manzanillo, Colima. El volcán de corrupción denunciado hizo erupción al descubrirse un buque con diez millones de litros de combustible introducido sin pagar impuestos en Tampico, Tamaulipas, el pasado mes de mayo, seguido de otros descubrimientos similares en Ensenada, Baja California, y el trascendido de que ese combustible había tocado la bahía de Guaymas en Sonora.
En sus declaraciones sobre el tema, Gertz Manero subrayó que cuando el general secretario Ojeda denunció “problemas en la Marina”, lo hizo en términos generales sin hacer referencia a sus sobrinos. A su lado, en esa conferencia de prensa del pasado domingo, el titular de seguridad pública, Omar García Harfuch, dijo que no se podía condenar a toda una institución por los errores cometidos por algunos de sus integrantes.
Horas después, en su “mañanera”, la presidenta Claudia Sheinbaum refrendó la defensa. Para el general exsecretario, recordando que lo importante era la investigación y, sobre todo, las pruebas para demostrar los dichos.
La lógica indica una posibilidad de involucrar a Rafael Ojeda Durán en el escándalo mayúsculo de los hermanos Farías Laguna y otros implicados; golpearía directamente la humanidad de López Obrador.
Es mucho más conveniente enviar el mensaje de ataque a la corrupción, aprehendiendo y enjuiciando a “peces menores”. Ahí se registra una diferencia con el pasado reciente.
Durante el sexenio 2018-2024 se cubrió la corrupción en vez de combatirla. En este sexenio de la presidenta Sheinbaum sí se está combatiendo la corrupción pero cuidando la imagen de quien ahora vive en Palenque.
Lo anterior significa la imposibilidad de señalar y encarcelar a un exsecretario en cualquiera de sus ramos.
Para el lado oficial, resultan muy lejanas y “casi en el olvido” aquellas palabras de AMLO en una de sus “mañaneras” del año 2019: “El presidente de México está enterado de todo lo que sucede y de las tranzas grandes que se llevan a cabo”.
JALISCO
¿Legalidad? pero sin integridad

– Opinión, por Gabriel Torres Espinoza
¿Por qué se critica tanto al Tribunal de Justicia Administrativa (TJA)? Porque se ha transformado en fábrica de sentencias “ajustadas a derecho”, ¡pero profundamente injustas! Asisten al ‘indebido proceso’ y ceden al “daño patrimonial” causado por los ‘desarrolladores’.
Los derechos colectivos —aire limpio, agua, movilidad, biodiversidad— se reducen a bienes menores, sacrificables en nombre de una supuesta certeza jurídica para el ‘inversionista’.
Lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordó es que tienen la obligación jurídica de prevenir, mitigar y remediar daños ambientales por su impacto directo en los derechos humanos.
Bajo esa luz, cada fallo del TJA que antepone la rentabilidad de un fraccionamiento sobre la preservación de un bosque o de un área natural protegida, no es solo un despropósito local, sino una violación a compromisos internacionales y a los derechos fundamentales de la ciudadanía.
La prensa ha documentado el incremento de litigios contra la planeación urbana, hasta el punto de que este Tribunal se tornó en el espacio donde los corruptores desfilan a desmontar planes de desarrollo, debilitando la ordenación del territorio con fachada de legalidad. Se trata de un tribunal que privilegia la letra procesal, sobre el sentido integral de la planeación. Lo que se produce es una ciudad fragmentada, desigual, en la que cada vez es más difícil trasladarse y vivir.
La responsabilidad social de este Tribunal es mayor, pues el TJA es la última instancia. Las decisiones que dicta son definitivas y obligatorias. Sus resoluciones no pueden recurrirse, y sus magistrados no rinden cuentas a nadie. Allí donde se concentra el poder de decidir el futuro urbano, se concentra también la tentación de la corrupción.
Por eso el TJA no solo refleja, sino que encarna hoy el mayor riesgo estructural para el derecho a la ciudad y al medio ambiente, porque cada vez que dicta una sentencia que habilita lo prohibido, que desprotege los recursos naturales, destruye algo más que territorio; destruye la confianza en la idea misma de justicia. Su propia legitimidad social.
Los jueces no deben limitarse a aplicar reglas, sino decidir con base en principios que aseguren el bien superior a la ciudad. La legalidad, sin integridad, degrada la justicia. Básicamente, porque transforma el tribunal en una coraza de impunidad.
En este órgano jurisdiccional, hemos visto cómo se ha vuelto norma la confusión entre legalidad procedimental y justicia, con resoluciones fundadas y motivadas en lo formal, pero que producen resultados injustos y muy lesivos para la sociedad.
Sentencias “apegadas a derecho” que, sin embargo, devastan áreas naturales, desmantelan planes urbanos, causan más colapso vial y profundizan la desigualdad. No perdamos de vista que esa sociedad, la que sufre las consecuencias, es justamente la que dotó a estos magistrados de su investidura, y a la que debieran rendir cuentas, a través de los poderes constituidos de Jalisco.
La diferencia entre un tribunal de justicia y uno de derecho se vuelve aquí fundamental. El primero busca armonizar la norma con el desarrollo sustentable de la ciudad; el segundo la aplica sin importar que destruya bosques, colapse vialidades o afecte a comunidades enteras.
El primero protege a la ciudad; el segundo protege contratos y escrituras privadas. El primero es garante de ciudadanía; el segundo, como en Jalisco, es agente de plusvalía y el principal agente corruptor contra el ordenamiento territorial.
A la luz de las actuaciones del TJA, surge hoy una pregunta colectiva, inevitable y perturbadora: ¿Cuál es la utilidad social de un tribunal del que debemos defendernos todos para poder preservar la ciudad? Si el órgano llamado a garantizar justicia es el principal mecanismo de despojo legalizado; si en lugar de proteger a la colectividad protege a los desarrolladores; si en vez de equilibrar el interés privado con el bien común se ha dedicado a corroerlo, entonces su existencia no responde al poder público, sino a los negocios que lo corrompen.
Un tribunal así no es garante de derechos, ni de justicia administrativa; sino una auténtica amenaza permanente contra ellos, misma que estaríamos obligados a enfrentar como sociedad, y desde el gobierno.
JALISCO
UdeG, los golpes que sustituyen el diálogo: ¡Qué falta hace Raúl!

– Crónica de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
La Universidad de Guadalajara, esa institución que presume de ser la “casa de la cultura” y el “espacio del pensamiento crítico”, se ha convertido principalmente los últimos días en escenario de lo que mejor ilustra su contradicción: los golpes sustituyendo a la palabra, la represión disfrazada de orden académico y la violencia encubierta tras comunicados oficiales firmados por nadie que se haga responsable… llenos de buenas intenciones sin nada de autocrítica.
Lo ocurrido en el CUCSH y en el CUCEI en estos días no es un accidente ni un exabrupto aislado: es la expresión de una estructura política enquistada que se resiste a morir.
Los funcionarios que deberían administrar aulas y presupuestos han terminado con las manos metidas en la gresca. No es metáfora: ahí están los videos donde José Antonio González Orozco, alias “Pepino”, antiguo operador de la FEU que ahora cobra como jefe del complejo deportivo, aparece repartiendo manotazos contra los estudiantes que exigían elecciones limpias. No fue diálogo, fue puño.
Y mientras tanto, la Rectoría General guarda silencio. Una omisión que grita más fuerte que cualquier consigna. Porque si los estudiantes pintan un muro, la indignación institucional es inmediata; pero si un funcionario golpea a los alumnos, la sanción se pierde en el laberinto del archivo muerto, asegurando las protecciones para quienes, en nombre de la “institución”, repartan golpes a los alumnos inconformes.
Encapuchados que lanzan mobiliario, vacían extintores y rodean a estudiantes en paro. Los testimonios y las imágenes difundidas no dejan lugar a dudas: la violencia tiene rostro, y varios de esos rostros se identifican con la vieja militancia de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), ese brazo corporativo que durante décadas ha operado como correa de control a favor del grupo universitario en el poder.
Pero también aparecen los rostros de grupos políticos externos que han participado en movimientos políticos universitarios sin llegar a ser de los “ungidos”, pero que, ahora apoyados por un personaje de la estructura universitaria, vuelven a buscar un lugar en el feudo.
Se habla de “diálogo” en los comunicados, pero en los pasillos los que dialogan son los puños. La contradicción es evidente: las autoridades centrales rechazan la violencia en boletines, pero sus hombres de confianza y familiares aparecen entre los agresores.
Lo que demandan los estudiantes no es menor: baños dignos, comedor subsidiado, protocolos contra acoso, contratación estable de docentes, transporte seguro, participación real en las decisiones universitarias. No son exigencias revolucionarias, son derechos elementales que cualquier institución pública debería garantizar sin necesidad de paros ni barricadas.
¡Ojo! La petición de tener un área para fumar mariguana es simplemente una charlotada que en ninguna circunstancia puede proceder; sean serios si quieren ser tomados en serio como disidencia.
Pero el punto neurálgico, el que prende las alarmas en los pasillos del poder, es la exigencia de cancelar las elecciones del Consejo General Universitario y limitar la intervención de la FEU. En otras palabras: quitarles el monopolio de la representación. Y eso, para los jefes y jefas universitarios, es inadmisible.
Mientras las pedradas y los empujones manchan el nombre de la UdeG, la rectora general Karla Planter ha optado por la estrategia del silencio. No se presenta a dialogar, no encabeza el proceso, no frena la violencia. Desde su llegada, “La Planter” solo ha servido como la imagen que asiste a reuniones y eventos sociales, pero, en todo este tiempo, usted no va a encontrar UNA situación en la que la primera mujer rectora de la UdeG hubiera destacado por su capacidad de decisión y liderazgo; lo peor, NINGUNO de su equipo ha ocupado el lugar de liderazgo y decisión que la UdeG requiere.
En esta ocasión, parece que la rectora espera que el tiempo, las fiestas patrias o el desgaste natural diluyan la protesta, si es por recomendación estratégica, queda claro que, ¡Su asesor le odia!
Lo extraño es que los choques más fuertes ocurrieron justo en los días en que Planter se ausentó, ¿casualidad o decisión de quien sabia no estaría disponible la rectora? Coincidencia que huele a cálculo: dejar que otros enciendan el fuego para luego presentarse como bombera institucional o la aparición de un “líder” que rescate la situación.
Mientras, el equipo de comunicación externo que apoya a los disidentes a manejado bien las notas en los principales medios de comunicación alertando a la ciudadanía de lo que pasa al interior de la Universidad a la que asisten sus hijos, generando buenas piezas de comunicación visual en redes con mensajes claros y específicos que pueden digerir e indignar los consumidores de TikTok, X, Facebook e Instagram. Logrando en días lo que el viejo sistema de comunicación universitario no ha podido lograr, UN mensaje que permee a nivel social, porque desde sus oficinas, los dirigentes universitarios repantigados creen que la gente común está esperando leer el más reciente comunicado pagado por los “abajo firmantes”, que servirá de indicación de lo que se debe creer y entender.
El saldo es claro: estudiantes golpeados, aulas cerradas, comunidades académicas divididas, puertas de ingreso soldadas y una autoridad que administra comunicados -Muy malitos, por cierto- mientras sus operadores administran golpes y porras —siempre los mismos rostros en escena desde hace años, por cierto—.
La Universidad de Guadalajara enfrenta un espejo incómodo: aquel en el que se refleja como un aparato político que prefiere la represión a la reforma, la simulación a la democracia y la obediencia ciega a la crítica estudiantil… Oiga, ¿ya se dio cuenta de que en toda esta rebatinga la FEU tampoco ha aparecido? Y no me refiero a otro comunicado anodino firmado por la “primera mujer presidenta de la FEU”, yo hablo de esa estructura política de estudiantes que defiendan sus procesos por democráticos y transparentes, y den la cara por sus líderes que saben que los representan.
¡Bueno! Hasta los centros universitarios tienen que ser defendidos por grupos externos porque los flamantes “rectores” carecen de equipo que les respalde. Lo bueno es que la disidencia avisa con tiempo sus manifestaciones; si atacaran al mismo tiempo, se quedarían con varios centros universitarios, pues los rectores no alcanzan a defender ni su oficina. ¿O será que las manifestaciones están muy bien ordenadas en tiempo y lugar desde dentro de la misma UdeG para propiciar la aparición de un “líder” solucionador?
Las siguientes semanas serán importantes en esta historia, porque lo que está en juego no es solo un proceso electoral universitario, sino la credibilidad de una institución que presume autonomía, pero se comporta como un feudo… Donde cada vez es más recurrente escuchar: ¡Qué falta nos hace Raúl!
En X @DEPACHECOS