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OPINIÓN

Gobierno y propaganda

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

En el concepto del estado moderno el gobierno es el conjunto de instituciones y órganos a las que se les ha confiado el ejercicio del poder, sin embargo, en los hechos hemos sido, a pesar de contar con innumerables institutos, comités y organismos, un país con un muy arraigado presidencialismo que se desarrolla en el filo, entre un régimen totalitario y autocrático y otro respetuoso de instituciones y ordenamientos.

Durante muchos años, hemos dependido de la responsabilidad del gobernante para mantener el equilibrio en esa delgada línea, pero hay que reconocer que ha sido el régimen de contrapesos y equilibrios construido hasta hoy, lo que ha contenido las posibles y explicables tentaciones del uso y el abuso del poder.

Alarma a importantes sectores de la población, que estos instrumentos estén siendo debilitados, coptados o destruidos y que las acciones de las instituciones gubernamentales estén ocasionando frecuentes crisis, sea por fundamentos ideológicos, por inexperiencia, ineficacia o ineptitud. Estudiosos de la teoría política (Lucio Levi, Diccionario de Política, Bobbio, Matteucci, Pasquino) han mencionado que: “cuando las instituciones están en crisis, el gobierno tiene carácter carismático y su eficacia depende del prestigio, del ascendiente y de las cualidades personales del jefe del gobierno”, lo que nos coloca de nuevo a merced de la voluntad del gobernante para mantenernos en ese delgado borde entre autoritarismo e institucionalidad.

No abona en favor de la confianza y la tranquilidad, el diario ejercicio de propaganda que son las conferencias mañaneras del presidente. Más que un prudente y equilibrado instrumento de información del ejercicio gubernamental, se han convertido en vehículo de difusión deliberada y sistemática de mensajes destinados a un público determinado y a estimular comportamientos afines, lo que encaja en la definición clásica de propaganda. Todo gobierno y gobernante tiene derecho a publicitar sus actos, lo lamentable aquí es que se reduzca la figura presidencial a un sencillo pero importante propagandista, desperdiciando tiempo que le es necesario para revisar y corregir la marcha irregular de sus instituciones.

Es relevante llamar la atención sobre los efectos de esta propaganda; ya sea que el presidente se dé cuenta o no, los mensajes que transmite transitan también entre ese angostísimo margen entre autoritarismo sectario y la toma de decisiones consensuadas y socialmente aceptables. En los regímenes totalitarios, la propaganda la controla el estado, como él controla sus mañaneras, y es utilizada con fines de consolidación del régimen y para combatir y descalificar a las formas o expresiones de oposición. La similitud puede ser coincidencia no premeditada, lo contrario asusta.

Marshall McLuhan, al referir que el medio es el mensaje, aseguró que el contenido de cualquier medio se ajusta al ambiente hecho por el hombre ya que todo se organiza de acuerdo a sus jerarquías y dominio, acorde con su entorno. Aplicado esto a las conferencias mañaneras, el medio es, cuando menos, desconcertante por la informalidad, el desorden, la indefinición de una agenda de temas, el escaso o nulo seguimiento a ellos. Si este medio es reflejo del gobierno la señal no puede ser más ominosa. El gobierno no puede conducirse en torno a lo que se dice por las mañanas en esas conferencias en lo que más importa es mantener la imagen y la popularidad del presidente, pero que no obstante, han servido para dar órdenes, establecer líneas de políticas públicas y muy frecuentemente decidir e influir sobre la agenda de las instituciones gubernamentales. Más allá de que en ella se emitan sospechas, acusaciones no comprobadas y se señale como adversarios a quienes piensan diferente, en el fondo, como lo dice McLuhan, esos comentarios parecen consecuencia del entorno de competencia electoral en que se ha desenvuelto el presidente en los cuando menos 15 años anteriores y del cual le ha costado desprenderse para ubicarse como presidente de una nación diversa, plural y participativa como es la sociedad mexicana contemporánea.

En el gobierno hace falta dar respuesta a la creciente inseguridad, la sociedad no estará más tranquila sabiendo que el año pasado se murieron más o menos. Hacen falta medicamentos e insumos en los hospitales y no es excusa si en el pasado se los robaban o lucraban con los contratos; es necesario acabar con la tala ilegal y desmesurada, no solo sembrar más arboles; hacen falta fuentes de empleo, no becas para capacitar a gente que luego seguirá desempleada; hace falta más capacitación y honestidad en los ministerios públicos y jueces, no más ministros en la corte; hace falta hablar sobre los problemas fundamentales del país y no de la rifa del avión presidencial.

La propaganda de las conferencias mañaneras es un recurso banal, un instrumento comunicativo que desafortunadamente se ha convertido en eje, centro por el que atraviesan las políticas públicas sin descubrirse, las acciones sin explicarse, y un amplio horizonte para la incertidumbre sobre el rumbo del país.

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JALISCO

Inexperiencia, falta de operación política y desquites

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– Opinión, por Gerardo Rico

Lo que pudo ser un novedoso frente opositor en Jalisco, se diluyó en unas horas en sus objetivos ante la falta de oficio político y el cobro de facturas pendientes.

Lo único que vimos fue el deficiente nivel para hacer política en la actual Legislatura local y la carencia de tacto para tejer acuerdos entre los dos principales grupos parlamentarios y el resto de las bancadas.

El lunes 6 de octubre causó sorpresa la rueda de prensa de un bloque opositor que anunció la presentación en primera lectura, al día siguiente, de un dictamen para la armonización de la Reforma Judicial presentada y aprobada a nivel nacional al plano local.

Este objetivo simplemente no culminó debido a que al interior de Morena hubo desquite con la renuncia de una de sus diputadas a la fracción parlamentaria y al Movimiento Ciudadano le recordaron que ya no tiene mayoría, por lo que el gobernador Pablo Lemus entró al quite para operar políticamente la intentona de diferentes grupos parlamentarios.

No deja de ser un intento válido el acuerdo entre las fracciones del PAN-PRI-Hagamos-Futuro-PT y Morena que han esperado desde el mes de marzo de este año para hablar del tema y en su momento aprobar la armonización a las leyes vigentes en Jalisco.

Sin embargo, las circunstancias políticas se modificaron en los últimos meses. De entrada, Hagamos y Futuro perdieron su registro al no alcanzar los votos necesarios en los comicios del 2024 a nivel local y el PT sigue sin registro en Jalisco por el mismo motivo.

El PAN y el PRI, por el contrario, en coalición, declinaron impugnación alguna contra el actual mandatario estatal, luego de las elecciones del 2 de junio del año pasado y del largo proceso promovido por Morena. En las últimas semanas, el actual dirigente local blanquiazul, Juan Pablo Colín, se ha cansado de afirmar que no irán en alianza con algún partido político en los comicios del 2027 principalmente con Movimiento Ciudadano y el PRI, sin pena ni gloria en nuestro Estado y a nivel nacional.

El partido mayoritario de este bloque: Morena, se ha venido dividiendo internamente y persiste la falta de oficio político de su coordinador, Miguel de la Rosa. Al inicio de la actual legislatura el ex regidor en Zapopan, Alejandro Puerto, se declaró diputado independiente.

Y en los últimos días, con la actual coyuntura en el Congreso local, perdió a una diputada más: Brenda Carrera García, quien en junio de este año fue separada de la presidencia de la Comisión de Procesos Legislativos y acusó a De la Rosa de ser “títere” del senador Carlos Lomelí,

Durante la sesión del martes 7 de octubre, cuando se discutía en primera lectura el dictamen propuesto por dicho bloque de bancadas, Carrera García subió a tribuna solo para anunciar su salida de Morena y su integración al grupo parlamentario del Partido Verde, cobrando la factura cuando su voto resultaba muy necesario.

Pero en Movimiento Ciudadano no se quedaron atrás, olvidaron que ya no tienen la mayoría como en otras legislaturas y también fue notoria la falta de oficio político, del coordinador José Luis Tostado, pues logró que todos los grupos parlamentarios se unieran, pero en su contra. Lo que significa una llamada de atención a la manera de hacer política dentro del Congreso del Estado.

El bloque opositor necesitaba 26 votos para su objetivo, pero solo obtuvo 20 en la primera lectura. Confiaban en convencer a Yussara Canales del Verde, pero no dialogaron ni compartieron el dictamen con los legisladores verdes. Canales y Buenrostro votaron en contra, al igual que los panistas Isaías Cortés y Marco Tulio. Carrera García, integrada al Verde, también se opuso.

LOS CALAMBRES

Vendría la intervención del gobernador Pablo Lemus, quien en un mea culpa el jueves 9 de octubre admitió que se descuidó el diálogo con la oposición y anunció su disposición personal para platicar con las diferentes bancadas en el Congreso local, llamó a establecer un nuevo proceso de diálogo abierto, técnico y participativo para construir una reforma judicial en Jalisco.

Propuso que, además de los poderes Ejecutivo y Legislativo, se integren a la discusión representantes de universidades, colegios de abogados, organizaciones civiles, observatorios ciudadanos y el propio Poder Judicial. La respuesta del llamado bloque opositor fue tibia y sus integrantes condicionaron que las reuniones se realicen en la sede del Congreso del Estado.

Entre la guerra de declaraciones de Morena y MC defendiendo sus posturas en torno a la Reforma Judicial en Jalisco, quedan en el aire muchas preguntas y más dudas que respuestas sobre el tema. Lo que sí se debe reconocer al bloque opositor es que, ante la soberbia del poder de MC lo que resultaba más que imposible se dio, es decir, la unión entre el PAN y Morena para agilizar la aprobación de dicho dictamen.

Aunque la coordinadora panista en el Congreso local, Claudia Munguía, aclaró en entrevista radiofónica que “ni de broma caminaremos con Morena en procesos o alianzas electorales, pues simplemente no coincidimos en nada”.

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CULTURA

El maestro del apocalipsis: László Krasznahorkai, Premio Nobel de Literatura 2025

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– Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias

László Krasznahorkai ganó el premio nobel de literatura 2025. El anuncio se realizó el jueves 9 de octubre y la ceremonia de entrega se llevará a cabo el próximo 10 de diciembre en Oslo, Suecia. El premio le fue otorgado “por su fascinante y visionaria obra que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. Así lo dio a conocer la academia en sus redes sociales.

Krasznahorkai de 71 años es el escritor número 123 en recibir el reconcomiendo de la Academia Sueca, el cual consiste en una medalla de oro, un diploma y una suma económica de 11 millones de coronas suecas, equivalente a 1,156,652.86 millones de dólares o 21,517,155.00 pesos.

László Krasznahorkai nació en 1954, en Gyula, una ciudad discreta al sur de Hungría, y desde entonces su vida pareció moverse entre el olvido y el derrumbe. Creció en un entorno de aislamiento y vigilancia, quizás por eso, aprendió temprano a mirar el mundo desde sus grietas. Estudió derecho y letras, pero, como muchos otros, se decidió por la literatura. Durante los años ochenta trabajó como editor y traductor, mientras escribía en silencio, hasta la publicación de Sátántangó en 1985 convirtiéndose desde entonces en una referencia de la literatura húngara.

Su obra se caracteriza por un barroco exagerado y distópico, se mueve entre la esperanza y la decepción en sociedades que han caído en decadencia esperando que llegue un salvador. En su obra, el desastre es el motor de la narración, de la acción; todo el aparente orden se desmorona con el leve toque del cambio. Un elemento nuevo, diferente o incapaz de integrarse trastoca toda la frágil estructura de la realidad que tanto se trata de proteger. No hay dioses o destino a los cuales culpar, es la naturaleza del hombre.

Entre sus libros destacan Sátántangó donde un pueblo devastado por el fin del comunismo es visitado por dos hombres que prometen redimirlos, pero cuya aparición sólo profundiza la miseria y la desconfianza. La historia, de tono bíblico, despliega una crítica feroz a la ilusión de salvación y a la repetición infinita del fracaso colectivo. La melancolía de la resistencia (1989) repite la escena del desastre bajo otra forma: un circo que exhibe una ballena muerta desata el caos en un pueblo que se hunde en el miedo y la violencia, donde el orden social no es más que una ilusión a punto de caer.

En Guerra y guerra (1999), la decadencia se traslada al interior del individuo: un archivero, convencido de haber hallado un manuscrito que contiene la verdad del mundo, viaja a Nueva York para publicarlo en internet, persiguiendo una trascendencia imposible. En Bárbaros, un relato de civilización (2016), un viejo noble regresa a su pueblo buscando reconciliación, y sólo encuentra la indiferencia y la ruina.

Así, de un libro a otro, Krasznahorkai reitera una visión del mundo que se deshace, una humanidad que espera un milagro que nunca llega, y un lenguaje que, en su exceso y su lucidez, se convierte en la última forma posible de resistencia.

Característica de su escritura son sus inusuales frases largas, las cuales pueden abarcar varias páginas. Este estilo crea una sensación de movimiento continuo, como si el lector estuviera dentro del pensamiento del personaje o siguiendo el flujo ininterrumpido de la realidad. Las oraciones parecen avanzar sin pausa, reflejando el caos y la confusión de los mundos que describe. Algo similar ocurre en los libros de José Saramago, quien también usa frases extensas y pocos signos de puntuación.

Sin embargo, mientras Saramago lo hace para dar un tono más cercano, conversacional y humano a sus historias, Krasznahorkai lleva esa técnica a un extremo más intenso, sus frases buscan envolver al lector en una especie de trance, haciéndolo sentir el peso del tiempo, la desesperanza y la vulnerabilidad que hay en sus personajes. Krasznahorkai, utiliza esta escritura extensa, profunda e incluso caótica para mostrar cómo el mundo se desmorona en el interior de sus personajes.

Krasznahorkai se nutre del trabajo de Kafka, así como de Bernhard Shaw, entre otros. Los sistemas opresivos, burocratizados y deshumanizados de Kafka, también se encuentran la obra de Krasznahorkai. Un esfuerzo desesperado por mantener un orden impuesto que se sostiene a base de violencia, aunque salte a la vista el sinsentido de todo.

La influencia de Thomas Bernhard Shaw se percibe sobre todo en la repetición obsesiva y la intensidad de la crítica a la estupidez humana. Al igual que Shaw, construye frases que vuelven sobre sí mismas, amplificando la frustración y la ironía ante un mundo que parece condenado a la mediocridad y al fracaso. Esta técnica genera un ritmo casi hipnótico que refleja la obsesión de sus personajes y la imposibilidad de escapar de su entorno, convirtiendo la repetición en un instrumento tanto de tensión narrativa como de reflexión filosófica.

Con la premiación de Krasznahorkai la academia parece haber dado con la tecla este año. La crítica comparte el merecimiento artístico y social del autor, y además se da difusión a la obra de un escritor no tan conocido entre el grueso de los lectores. Esto contrasta con otros años, en los que las premiaciones han generado desacuerdos y polémica, tanto en el interior de la propia academia como con la crítica, como ocurrió en 2004, con la escritora Elfriede Jelinek, en 2016 con el cantante y compositor Bob Dylan o 2022 con la también escritora Annie Ernaux.

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NACIONALES

Adaptarse o desaparecer: La abogacía en tiempos de reformas

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– A título personal, por Armando Morquecho Camacho

Durante la Revolución Industrial, la humanidad experimentó un cambio sin precedentes que reconfiguró por completo la estructura social y económica. En un proceso de transformación masiva, la máquina de vapor y el telar mecánico sustituyeron a la mano del artesano, sentenciando la producción manual y el inicio de la mecanización a gran escala. Esta transición no solo cambió las herramientas de trabajo, sino que también desplazó al taller, que cedió su lugar a la fábrica como nuevo epicentro de la producción y la vida social.

Este turbulento periodo dividió a la sociedad en dos bandos: algunos se resistieron al cambio, aferrándose al pasado por miedo o nostalgia, lo que a menudo dio como resultado un desempleo masivo. Sin embargo, otros entendieron que la supervivencia dependía de la capacidad de aprender a trabajar con las nuevas herramientas y de la adaptación a un mundo cada vez más urbano y mecanizado.

La historia fue clara en su veredicto: aquellos que se adaptaron a las nuevas dinámicas industriales y se sumaron a la economía basada en la fábrica, prosperaron; aquellos que no lo hicieron, quedaron atrás. Este patrón de cambio tecnológico y adaptación social se ha repetido a lo largo de la historia moderna, desde la era de la electricidad hasta la actualidad.

Hoy, el derecho mexicano atraviesa una transformación comparable. Las reformas judiciales federales y estatales, junto con los cambios en la Ley de Amparo, están reconfigurando tanto las bases, como las reglas no escritas del ejercicio profesional. Por ello, hasta cierto punto resulta normal que muchos abogados vean en estas reformas una amenaza, y no sin razón: el proceso de adaptación y el proceso de construcción de relaciones en el sistema anterior fue arduo. Pero ese tiempo terminó y hoy estos procesos tendrán que empezar de cero.

En ese tenor, la abogacía mexicana enfrenta hoy una disyuntiva: adaptarse o desaparecer. No se trata de una elección estética ni de una cuestión de gusto; es una exigencia profesional, que obligará, especialmente a las nuevas generaciones, a aprender a moverse en un entorno totalmente distinto en el que la propia dinámica y/o relación abogado – juzgador, tendrá otras dimensiones y además, se desarrollará en un contexto politizado que exigirá del abogado algo más que conocimientos técnicos.

No obstante a esto, tampoco se debe dejar pasar desapercibido que ante todos estos cambios, adaptarse no implica renunciar a la esencia de la profesión. Al contrario, significa entender que el derecho es una disciplina viva, en constante evolución, por lo que las reformas no deben verse como obstáculos, sino herramientas que exigen una nueva forma de pensar y ejercer, que a su vez demanda abogados capaces de aprovechar los cambios, de comprender la lógica de los nuevos procesos y de orientar su práctica hacia la eficiencia, la claridad y la resolución efectiva de los conflictos.

La historia de la profesión muestra que cada reforma, lejos de ser una amenaza, ha sido una oportunidad para redefinir el sentido del derecho y su respectivo ejercicio. Quienes en el pasado comprendieron sus respectivos cambios abrieron caminos nuevos. Así será ahora.

Las reformas podrán ser controversiales, pero en este punto, el entorno exige templanza, dejar de rasgarse las vestiduras, y comenzar a analizar un nuevo sistema con aristas que pueden convertirse en un terreno fértil para renovar la práctica, fortalecer el Estado de derecho y reconstruir la confianza ciudadana en la justicia desde el propio ejercicio de la profesión.

El camino hacia estos cambios tan profundos, como es natural, no estará exento de retos y obstáculos significativos. El más notable reside en que la dinámica histórica de las relaciones de poder y su consabida influencia en el curso de los litigios —una constante que siempre ha moldeado el sistema judicial— se ha reconfigurado totalmente.

En la práctica, esto significa que las viejas inercias y el peso de las influencias tradicionales pierden terreno frente a nuevos actores y mecanismos de participación. Por lo tanto, el abogado de esta era de reformas deberá ser mucho más que un simple técnico del derecho. Su labor exigirá la combinación magistral de la técnica jurídica con una visión estratégica y anticipatoria, que le permita no solo navegar el nuevo sistema, sino también incidir en él.

Pero, lo más importante, deberá entenderse a sí mismo como un nuevo actor político dentro de este entorno emergente. Esto implica una conciencia más profunda de su rol social, ya que su actuación no solo afectará el resultado de un caso, sino que también influirá en la legitimidad y la confianza del público en el nuevo sistema de justicia. El abogado deberá desarrollar una capacidad renovada para identificar dónde reside el poder en el litigio moderno —que ahora puede manifestarse a través de la opinión pública — y utilizarlo de manera efectiva para servir a los intereses de sus representados.

Ya no bastará con conocer la ley; será necesario comprender su aplicación en un entorno dinámico, más político y probablemente, más histriónico. Por eso, aquellos que se adapten a tiempo encontrarán en esta transición una oportunidad para consolidarse como referentes. Mientras que se nieguen, se irán quedando al margen, sostenidos sólo por una inercia de la política en torno a estas reformas que pronto perderá fuerza.

Adaptarse, al final, es un acto de inteligencia. Supone aceptar que el derecho, como la sociedad que lo genera, no es estático. Cambia, se renueva y exige a sus intérpretes moverse con él. Quien entienda esto no verá las reformas como una pérdida, sino como una invitación a evolucionar. Pero en esta nueva era, resistirse es una forma lenta de desaparecer.

Quien abrace el cambio con rigor y con ética no solo sobrevivirá: tendrá la oportunidad de definir el futuro de la abogacía mexicana y de dejar, en esa transformación, una huella duradera. La historia lo ha dicho muchas veces: evolucionar no es traicionar el pasado, es honrarlo al hacerlo trascender.

 

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JALISCO

La reforma judicial en batalla partidista

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– Luchas Sociales, por Mónica Ortiz

La aprobación de la reforma judicial para nuestra entidad federativa está estancada en Jalisco. Recordemos que la reforma judicial federal en México, aprobada en 2024, se concentró principalmente en convertir la elección de los juzgadores, la estructura y el funcionamiento del Poder Judicial de la Federación, con la supuesta intención del partido en el poder de volverlo ‘cercano al pueblo’ y menos susceptible a intereses políticos.

Sin embargo, y gracias a la elección popular, hoy ya vemos los resultados en casos documentados de la falta de preparación y carrera judicial, y de los intereses políticos volcados hacia quienes ostentan el poder político en el país. No existe un cambio favorable, sino un retroceso. En fin, esa es una historia en curso, y en Jalisco habrá que escribir nuestra propia historia y cuidar de nuestro Poder Judicial.

En este sentido, el Congreso del Estado, órgano legislativo que por obligación constitucional debe ver por el bien de Jalisco, se encuentra actualmente entrampado por la política y los colores partidistas en la discusión de la aprobación de la reforma judicial; aunque la reforma entrará a sus cambios de votación hasta el año 2027, es importante que se avance en su proceso legislativo. El objetivo de la fracción del partido Morena y sus aliados es que la reforma pase igual que la federal, sin muchos cambios a la que ya fue aprobada y propuesta por el Poder Ejecutivo Federal.

Las oposiciones buscan cambiar la esencia de la elección popular; que, aunque sea popular, se le tenga el cuidado quirúrgico de asegurar que las personas que aspiren a dichos cargos sean aptas para desempeñarlos en todos los aspectos. Al final, es un tema muy preocupante que ya se está evidenciando en la elección federal ya concretada.

Lo que sucede en el Congreso de Jalisco es que cada bancada defenderá los intereses de su partido y, al no existir una mayoría absoluta que logre aprobar la reforma dentro de los estándares que sus intereses de partido les ordenan, el tema está en una discusión parlamentaria; esto resulta preocupante, ya que, al parecer, invariablemente se aprobará desde lo político y no desde un proceso legislativo de estudio profundo y análisis a todas las propuestas de armonización ya presentadas, lo que impediría elaborar la mejor reforma judicial para Jalisco.

El objetivo debería ser que, no obstante, de traer jueces por elección popular, eliminar las preocupaciones sobre la nueva integración del Poder Judicial, fundamentadas en el riesgo de que personas sin experiencia accedan a los cargos de jueces y magistrados, lo que al final solo crearía una brecha entre la impartición de justicia y los derechos de los ciudadanos.

Habrá que observar si, aun escuchando las mejores propuestas de armonización de esta reforma y con la oportunidad de sacar lo mejor para nuestra sociedad jalisciense, se despolitizará este tema y la legislación de la Reforma. Las propuestas de armonización para la reforma judicial en Jalisco han sido presentadas por diversas fuerzas políticas e instituciones, buscando la mejor adaptación a la reforma federal a la entidad, con un enfoque cien por ciento garantista en la idoneidad profesional de los juzgadores a pesar de la elección popular. El proceso de armonización de la reforma judicial federal en Jalisco se centró en varias propuestas clave presentadas al Congreso a principios de 2025.

La iniciativa más notable, la «Reforma Judicial al estilo Jalisco», fue presentada por el Gobernador Pablo Lemus (coordinada por Arturo Zamora Jiménez) el 25 de febrero de 2025, buscando priorizar el perfil técnico sobre el político. Casi simultáneamente, el Poder Judicial de Jalisco presentó su propia iniciativa alrededor del 26 de febrero, y los Grupos Parlamentarios del PAN y del PRI hicieron lo propio a finales de enero y febrero de 2025, respectivamente, con el consenso de establecer filtros rigurosos y evaluaciones obligatorias, subrayando la necesidad de un proceso legislativo que comenzó formalmente en enero para contrarrestar el riesgo de politización en el Poder Judicial del estado.

Aun con los esfuerzos para que el Poder Legislativo trabaje en favor de la sociedad jalisciense, se corre el riesgo de que la política partidista y los intereses meramente políticos se impongan, resultando en una simple copia de la reforma judicial federal.

Si la bancada morenista logra unir a ciertos sectores del Congreso a su encomienda política, el intento por construir un Poder Judicial con enfoque realista será en vano, y se votará lo que el partido en el poder federal busca en cada entidad.

Para quienes conocemos el litigio, esto representa un daño irreparable y un riesgo mortal para la imparcialidad de la justicia. El problema no es la elección popular, sino la falta de filtros necesarios para garantizar que accedan personas adecuadas. Pasar de un Poder Judicial cuyos intereses políticos se gestionaban solo desde el Consejo, a uno tomado desde cada juzgado y magistratura, es politizar la entraña misma del poder que los ciudadanos tienen para ejercer sus derechos y acceder a la justicia.

 

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