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MUNDO

Gran aportación del PIB: El poder latino en Estados Unidos

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Economía Global, por Alberto Gómez-R. //

En medio de la incertidumbre socio-política y económica global que, siendo una crisis manifiesta, se vislumbran nuevas oportunidades para los bloques geo-económicos emergentes, así como para las minorías étnico-raciales de origen migrante que habitan en países desarrollados, como en el caso de los latinos de Estados Unidos.

El aporte económico de los latinos en Estados Unidos representa el quinto producto bruto interno (PIB) del mundo, y el tercero de crecimiento más rápido entre las mayores economías, según un estudio difundido el jueves 22 de septiembre por universidades californianas.

Según los investigadores, el PIB de esta comunidad en el país en 2020 fue de 2.8 billones de dólares y si esta fuera la población de un país independiente su aporte económico sería el quinto más grande después de Estados Unidos, China, Japón y Alemania.

Esto significa que la actividad económica de los latinos, que son casi el 1% de la población de Estados Unidos, ha sido mayor que la del Reino Unido, India o Francia, según el informe.

“Si bien es impresionante por su volumen, el PIB de los latinos estadounidenses es aún más notable por su crecimiento rápido”, agregó el informe a cargo de Dan Hamilton y Matthew Fienup, de la Universidad Luterana de California, y David Hayes Bautista y Paul Hsu, de la Universidad de California en Los Ángeles.

Detallan que entre 2010 y 2020 el PIB de los latinos en EE.UU. fue el tercero de crecimiento más rápido entre los diez mayores del mundo.

En ese período el crecimiento de la actividad económica de los hispanos tuvo un ritmo 2.6 veces más alto que el de la población no latina.

El componente mayor del PIB en Estados Unidos es el gasto de los consumidores, que en 2020 representó el 67% de la actividad económica del país.

“En ese año el consumo de los latinos estadounidenses alcanzó a 1.84 billones de dólares o el 66% del PIB latino“, subrayó el informe. “Los latinos en EE.UU. representan un mercado consumidor más grande que la economía entera de países como Canadá o Corea del Sur”. (efe.com)

Los casi cinco millones de empresas latinas en Estados Unidos contribuyen cada año más de 800 mil millones de dólares a la economía, afirmó un informe divulgado por tres grupos de legisladores en el Congreso.

El análisis de los negocios latinos lo hicieron el Congreso Económico Conjunto, el Caucus Hispano y el Comité de Empresas Pequeñas en la Cámara de Representantes.

“Las empresas hispanas promueven el crecimiento económico y son parte integral del dinamismo económico de Estados Unidos”, afirmó el representante demócrata de Virginia, Don Beyer, presidente del Comité Económico Conjunto.

Por su parte el congresista demócrata por California Raúl Ruiz, que preside el Caucus Hispano, apuntó que “los negocios hispanos emplean a tres millones de trabajadores con un pago anual de más de 100 mil millones de dólares”.

El informe indicó que el 53.2 por ciento de estos negocios emplean de 1 a 4 personas; el 26.2 por ciento tiene de 5 a 19 empleados y el 8.4 por ciento tiene más de 20 empleados. (latimes.com)

Los latinos, a diferencia de otras etnias, se distinguen por una alta resiliencia, orgullo cultural, y alto grado de adaptación en entornos ajenos al propio, incluso a los adversos, así como su perseverancia y cultura del esfuerzo.

Son valores que han sido pasados de generación en generación y que han sido esenciales para no sucumbir a obstáculos tan grandes como la pandemia del coronavirus, entre muchos otros.

Según Latino Donor Collaborative (LDC), la participación de la comunidad hispana crece un 72 % más rápido que el producto interior bruto (PIB) de los no latinos cada año.

Incluso, ha sido el motor detrás de la capacidad de los latinos para renacer de manera personal, profesional y financiera cada vez que les ha tocado comenzar de cero.

Fue lo que le ha sucedido a la empresaria Ana Flores, fundadora y directora ejecutiva de #WeAllGrow Latina, la primera red de “influencers” y emprendedoras latinas, que dice que los hispanos saben bien lo que es “tener ante sí retos que parecen insuperables y hacen lo imposible para salir adelante”. (efe.com)

Con 62 millones 529 mil 064 personas, según datos de la Oficina del Censo, los hispanos son la mayor minoría étnica de Estados Unidos.

La población hispana de Estados Unidos es la mayor minoría étnica o racial del país con 62 millones 529 mil 064 personas, el 18.9% de la población total según datos de la Oficina del Censo. De ese total el 50.6% son hombres y el 49.4% son mujeres. Además, 42 millones 603 mil 538 han nacido en Estados Unidos y 19 millones 925 mil 526 son nacidos en el extranjero.

Del total de los inmigrantes hispanos (nacidos en el extranjero) 8 millones 140 mil 639 son naturalizados y 11 millones 784 mil 887 aún no son ciudadanos estadounidenses. Asimismo 37 millones 235 mil 886 son de nacionalidad mexicana y18 millones 860 mil 034 son estudiantes. Algunos otros datos de la comunidad hispana son:

  • 13 es el número de estados con una población de un millón o más de residentes hispanos en 2021: Arizona, California, Carolina del Norte, Colorado, Florida, Georgia, Illinois, Nueva Jersey, Nuevo México, Nueva York, Pensilvania, Texas y Washington.
  • 34,289 es el aumento (del 1º de Julio de 2020 al 1º de Julio de 2021) en el número de hispanos en el condado de Riverside, California, el condado con el mayor crecimiento de la población hispana en el país durante este período.
  • 30.5 años es la media de edad de la población hispana, que aumentó de 30.2 años en el 2020.

Datos de la Comunidad Hispana en Illinois:

  • Los hispanos en Illinois suman 2 millones 216 mil 300 personas y son el 18.2% de la totalidad de la población.Los mexicanos son la mayoría con 1 millón 717 mil 252 personas (77.5%). Le siguen los portorriqueños con 207,109 personas (9.3%) y los cubanos con 22,518 (1%).
  • De países centroamericanos: Guatemala 49,158 (2.2%), Honduras 14,821 (0.7%), Costa Rica 4,176 (0.2%).
  • De países sudamericanos: Ecuador 33,921 (1.5%), Colombia 23,224 (1.0%), Argentina 6,676 (0.3%), Uruguay 951 (0.04%). (noticiasgroup.com)

Dos importantes organizaciones nacionales latinas en Estados Unidos, “Unidos US”, y “Mi Familia Vota Education Fund”, se unieron recientemente para preguntar a 2,750 personas que en EEUU se identifican como latinos, sobre sus preferencias, preocupaciones y actitudes acerca de muchos de los asuntos más importantes en la vida de los estadounidenses.

Lo más interesante de las respuestas en esta encuesta es que presentan un cambio generalizado de actitud de los Latinos a los temas nacionales. Y por ello, las dos organizaciones en las conclusiones del muestreo destacan este cambio, mostrando por ejemplo que el tema de la inmigración a Estados Unidos sigue siendo importante para los latinos estadounidenses, pero no el más importante. Ese sitio lo ocupan los mismos temas que le preocupan al resto de los habitantes de EEUU, empezando por:

1.-Empleos; 2.-Inflación y la economía en general; 3.-Crimen y las armas de fuego; 4.- Acceso a la salud; 5.- El aborto.

La perseverancia y tesón de los migrantes de origen latino en Estados Unidos les ha permitido ser un importante grupo no únicamente en términos económicos, sino político-social; es por ello que actualmente los políticos estadounidenses ven y se dirigen a esta minoría con mucho respeto, ya que representa un importante número de votos que va en aumento en cada elección y que, a diferencia de otras minorías étnico-raciales, la de los latinos tiene una participación socio-política activa y en ascenso aún en contra de los grupos ultraconservadores (WASP) que observan con recelo el fortalecimiento de la fuerza latina en Estados Unidos, cuyo peso político se verá en las próximas elecciones intermedias en noviembre próximo, ya que será el contrapeso que defina la mayor parte de los resultados electorales.

 

 

 

 

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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