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Historias de doña blanca

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Columna Vuelacercas, por Salvador Cosío Gaona //

Una impactante imagen provocó momentos de gran preocupación la noche del miércoles en el juego entre Chicago Cubs y Astros de Houston en el Minute Maid Park, cuando una menor de edad fue golpeada por una pelota de foul de Albert Almora Jr., que inmediatamente se llevó las manos al rostro y se hincó desconsolado intuyendo que algo malo había ocurrido en la gradería después de su batazo.

La niña fue levantada por un hombre que parecía acompañarla y la subió por las escaleras. Una foto tomada por la agencia AP mostró a la niña consciente y en lágrimas mientras salía de las gradas.

En un comunicado de prensa, la directiva de los Astros informó que la joven aficionada fue llevada a un hospital pero que no podían dar más detalles, únicamente lamentaron lo ocurrido haciendo énfasis en que enviaban sus pensamientos y oraciones a la familia entera de la pequeña.

Fue en la cuarta entrada que Almora pegó una línea de foul hacia las gradas de la tercera base, golpeando a la menor. Jugadores de los dos equipos se mostraron preocupados mientras Jason Heyward y el manager Joe Maddon consolaban al pelotero que todavía después del juego estaba al borde de las lágrimas.

En entrevista dijo que supo de inmediato que, al mirar las gradas, su conexión había golpeado a alguien.

«Tan pronto como la golpeé, la primera persona que me fijé fue en ella». “En este momento, solo rezo y me quedo sin palabras», dijo. «Estoy sin palabras. Siendo padre de dos niños … pero si Dios quiere, podré tener una relación con esta niña por el resto de mi vida. Pero solo oraciones en este momento, y eso es todo lo que realmente puedo controlar».

El momento que se vivió en el parque de Los Astros fue de máxima tensión; sabedores todos los presentes de la velocidad con que viaja la pelota tras ser impactada con tal fuerza.

Incluso, no sería extraño si la Major League Baseball (MLB) determinara aplicar alguna sanción al estadio, ya que si bien, como en todos los estadios de Grandes Ligas, Minute Maid Park tiene redes protectoras para los aficionados en pelotas de foul, en el lado de la tercera base en Houston, sólo se extiende al final del dugout del equipo visitante, según relata ESPN. La chica estaba sentada en la tercera o cuarta fila, a alrededor de tres metros (10 pies) del final de la red.

Tras las recomendaciones de Grandes Ligas, para el inicio de la temporada 2018, todos los 30 estadios habían expandido su red protectora al menos al final de los dugouts, luego de que varios aficionados fueron lastimados por pelotas de foul en 2017.

En mayo de ese año, en Yankee Stadium, un niño fue golpeado en la cabeza por un pedazo del bat roto de Chris Carter. Un aficionado sentado detrás del dugout de primera base fue alcanzado por una pelota de foul a 105 millas de Aaron Judge en julio del mismo año, en septiembre, una niña fue lesionada por otra pelota de foul a 105 millas de Todd Frazier y fue hospitalizada.

LA PELOTA

La pelota juega un papel preponderante en los juegos de béisbol. Ahora que tanto en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) como en la Liga Mexicana de Béisbol (LMP) se está usando una pelota distinta, llamada Franklin, es interesante recordar la evolución que ha seguido este polémico artículo.

Anteriormente, los peloteros hacían sus propias pelotas o las mandaban hacer con sus propias características. La aparición de las primeras bolas se remonta al siglo XIX; se buscaba un artefacto que  pudiera ser envuelto con hilo o cuerda, para darle forma circular.

Para decidir el peso, la dimensión y cada uno de los materiales de fabricación de la esférica, las autoridades competentes o equipos se reunían y fue así que en 1858 «Harwood and Sons» fabricaron  las primeras pelotas comerciales de béisbol.

Un pelotero de los Yankees de Nueva York, fue el principal productor de pelotas de beisbol en 1860, al tiempo Al Spalding tomó el control de la producción de esféricas en 1878 a 1977, cuando pasó a  Rawlings, al final de la década de los 90´s Rawlings vendió a la Major League Baseball (MLB) 600 mil pelotas de beisbol  y es hasta el día de hoy el  mayor fabricante de pelotas de beisbol profesional.

Las pelotas se fabricaban con piel de caballo, pero debido a lo difícil que era conseguir el material, decidieron cambiar a cuero de vaca.

En la actualidad las pelotas antes de entrar en un juego oficial tienen que pasar por grandes pruebas. Se disparan desde un cañón de aire a una velocidad de 85 pies por segundo en una pared de ceniza blanca del norte y deben rebotar a no más de 0,578 por ciento de su velocidad original.

“Doña Blanca”, como también es llamada la pelota de béisbol, hoy en día está enrollada con distintos materiales de hilo y cordel. Está cubierta de piel y cuenta con costuras que permiten al pelotero poder tener mejor agarre y lanzamiento en donde las costuras interactúan para darle menor resistencia al viento.

Realizar una pelota de beisbol no es tan fácil como parece, una pelota para que esté lista al 100, tiene una duración de una semana, los materiales de lo que está compuesta, tienen un tiempo para que puedan tener una función correcta en el deporte. La esférica mide 22,5 y 24 centímetros de circunferencia y un peso de 142 gramos.

El núcleo está formado por caucho o corcho, dependiendo. El número de costuras, 108, es invariable en todas las bolas utilizadas en las Ligas Mayores. El proceso de cosido es muy delicado, escondiéndose la primera y la última puntada hasta obtener una sutura continua. Tras el cosido, la bola se introduce en una máquina que la hace rodar durante 15 segundos para aplanar las puntadas, lo que disminuye su resistencia al viento.

Actualmente es motivo de polémica la pelota Franklin que se usa en LMP y LMB; la discusión se centra en que resulta ser demasiado voladora y favorece marcadores muy abultados en perjuicio de la calidad del béisbol.

En la Major League Baseball (MLB) la pelota oficial sigue siendo la Rawlings, que también ahora las fabrica con microchips dentro que graban su velocidad.

La pelota más cara del mundo se vendió en agosto de 2018, en ella están estampados los autógrafos de Babe Ruth, Honus Wagner, Ty Cobb, Cy Young, Tris Speaker, George Sisler, Walter Johnson, Connie Mack, Napoleon Lajoie, Eddie Collins y Grover Cleveland Alexander, en el día en que todos fueron exaltados como miembros de las tres primeras generaciones del Salón de la Fama.

Esa pelota fue vendida en 623,369 dólares (poco más de 12 millones de pesos), de acuerdo a la firma de subastas SCP Auctions. Eso rompe el récord previo de 345,000 dólares, que impuso en 2013 una pelota firmada por Ruth y Gehrig.

E-mail: opinión.salcosga@hotmail.com

Twitter: @salvadorcosio1

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La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.

En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.

Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.

Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.

Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.

El sonido que nunca se olvida

Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.

Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.

Una vida dedicada al diamante

Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.

Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.

Un homenaje que une pasiones

El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.

Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.

Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.

Un faro para los nuevos peloteros

Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.

En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.

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Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

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Lecciones del diamante: La redención de Urías y Osuna

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Será el El 17 de julio de 2025, cuando el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, levantará la suspensión impuesta al lanzador sinaloense Julio Urías por violar la política de violencia doméstica de la MLB. Esta decisión abre la puerta para que “El Culichi” pueda ser firmado por cualquier equipo de la Gran Carpa, pero su camino de regreso al estrellato está lejos de ser claro.

Hace apenas unos años, hablábamos de un talento generacional, un pitcher mexicano que lideró la Liga Nacional en victorias (2021) y efectividad (2022), y que se perfilaba para firmar un contrato histórico cercano a los 200 millones de dólares, un hito para un pelotero latinoamericano. Sin embargo, su comportamiento fuera del diamante ha opacado su brillo en el montículo.

Urías, quien fue clave en el título de los Dodgers en 2020, ha demostrado ser un diamante en bruto desde los 16 años, cuando Los Ángeles lo firmó. Su talento es innegable: una recta que roza las 97 millas, un cambio y curva devastadores, y una habilidad para el pickoff que lo hizo destacar desde su debut en 2016. Pero las decisiones personales han sido su talón de Aquiles.

Dos incidentes de violencia doméstica, el primero en 2019 y el segundo en 2023, lo llevaron a ser el primer jugador suspendido dos veces bajo la política de la MLB. El video de 2023, donde se le ve agrediendo a su pareja, fue un golpe duro para su imagen y su carrera. La sanción hasta el Juego de Estrellas de 2025 refleja la gravedad de sus acciones, pero también le da una nueva oportunidad.

¿Qué sigue para Julio Urías?

La pregunta no es solo si un equipo apostará por su brazo, sino si él ha aprendido de sus errores. En 2022, escribí que un contrato de 200 millones estaba al alcance de su mano, pero advertí que su futuro dependía de mantener el enfoque dentro y fuera del campo.

Hoy, esa proyección parece lejana. Equipos como los Yankees o los Mets podrían considerar su talento, pero el riesgo reputacional es alto, como lo demuestra el caso de Trevor Bauer, quien tras una suspensión similar no ha regresado a MLB y ha optado por ligas en Japón y México. Urías, a sus 28 años, aún tiene tiempo para redimirse, pero deberá cumplir con el programa de tratamiento ordenado por la MLB y demostrar un cambio genuino.

En México, especialmente en Culiacán, esperan que “El Culichi” retome el camino. Los Tomateros de Culiacán podrían ser una opción para mantenerse activo si la MLB no le abre las puertas de inmediato. Pero más allá del béisbol, Urías debe sanar como persona. Su historia es un recordatorio de que el talento no basta si no va acompañado de responsabilidad. Ojalá, por el bien del béisbol mexicano y de él mismo, que esta segunda oportunidad no sea la última.

Son dos grandes talentos mexicanos que pareciera haber tropezado con la misma piedra para truncar sus carreras en el mejor beisbol del mundo. Los dos son sinaloenses. En su momento fueron considerados entre los mejores cinco lanzadores de Grandes Ligas, uno como inicialista y el otro como relevista.

Roberto Osuna, con su recta de fuego, ostentaba 39 salvamentos con Toronto en 2017 y parecía destinado a ser el mexicano con más juegos salvados en la historia. Sin embargo, sus errores fuera del campo los llevaron al ostracismo, dejando lecciones cruciales para los jóvenes peloteros que sueñan con brillar en la MLB.

¿Qué salió mal?

Ambos sucumbieron a la presión de un sistema ferozmente competitivo, como señaló el periodista Mario Villagrán: la MLB es una maquinaria que exprime no solo el físico, sino también la mente y el carácter.

Osuna, acusado de agresión a su pareja en 2018, fue suspendido 75 juegos y, tras una lesión en 2020, no volvió a la MLB, encontrando refugio en Japón. Sus actos no solo mancharon su reputación, sino que cerraron puertas que su talento había abierto de par en par.

La lección para las nuevas generaciones es clara: el éxito en la MLB no se mide solo en ponches o salvamentos, sino en la capacidad de administrar la fama, el dinero y las tentaciones. Urías y Osuna, con contratos millonarios en el horizonte, dejaron que decisiones personales los traicionaran.

Como escribí en 2021, cuando Urías alcanzó 20 victorias, el talento debe ir acompañado de madurez. La presión de ser figura pública, como señaló Esteban Loaiza, es inmensa, y los errores se magnifican bajo la lupa de los medios y los aficionados. Los jóvenes como Alejandro Osuna, quien debutó con Texas en 2025, o Isaac Paredes, estrella en ascenso, deben aprender a navegar este entorno.

Primero, la disciplina personal es innegociable. La MLB tiene una política estricta contra la violencia doméstica desde 2015, y casos como los de Urías, el primero en ser suspendido dos veces, muestran que no hay excepciones. Segundo, rodearse de un círculo de apoyo sólido es vital. Urías contó con su padre, Carlos, como guía en sus inicios, pero las malas decisiones lo alejaron de ese respaldo.

Osuna, por su parte, habló de ansiedad en 2017, un tema que los prospectos deben abordar con profesionales para no derrumbarse bajo presión. Tercero, entender que el béisbol mexicano depende de sus embajadores.

Cada error de un pelotero azteca no solo afecta su carrera, sino la percepción de los prospectos mexicanos en la Gran Carpa.

Para los jóvenes que hoy entrenan en Culiacán, Hermosillo o Tijuana, el mensaje es contundente: el talento los llevará a la puerta de la MLB, pero solo la integridad los mantendrá dentro (…) Urías y Osuna son un espejo donde los prospectos deben mirarse: no para imitar sus errores, sino para aprender de ellos.

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