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OPINIÓN

La crisis nacional de seguridad: Todos nos equivocamos

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A título personal, por Armando Morquecho //

‘’Estoy molesto porque me equivoqué: creí en la Fiscalía’’. Al leer esta frase, y al leer los detalles del caso de Debanhi Escobar, mi mente se perdió por completo por todo lo que implica este, y todos los demás casos de feminicidios en nuestro país.

Además, al leer la frase, mi mente también empezó a desarrollar todo lo que implica, para un país como el nuestro, que un ciudadano diga eso respecto a una de las instituciones que se encarga o más bien, se debería encargar de garantizar a la ciudadanía certeza y seguridad en un ámbito tan delicado e importante como lo es la seguridad pública.

Después de algunas horas, mi mente aterrizó en dos referencias que creo pueden servir para entender un poco la gravedad esa frase que además, es una representación a la perfección de la crisis de personas por la que atraviesan las instituciones en nuestro país.

La primera referencia me lleva a una parte del famoso discurso ‘’I have a dream’’ de Martín Luther King que dice lo siguiente:

Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Aunque este discurso se refería a una de las etapas más criticas del racismo en Estados Unidos, las palabras del histórico activista tienen mucho sentido en lo que respecta a los derechos que consagra cualquier ordenamiento Constitucional, ya que ellos no son simples promesas, son compromisos que nuestras autoridades se obligan a cumplir en el momento que toman protesta, compromisos con los que no está cumpliendo.

La segunda referencia a la que llegué después de muchas horas de pensar en cómo desarrollaría esta columna, me llevó a algo que me enseñaron en la carrera: la teoría del contrato social desarrollada por pensadores como Thomas Hobbes. John Locke y Rousseau. 

Palabras más, palabras menos, este contrato social es un acuerdo que define los derechos y deberes tanto de los ciudadanos, como del Estado, admitiendo de esta manera, la existencia de una autoridad y una serie de normas morales y leyes a las que  tanto nosotros, como la autoridad, decidimos someternos para salvaguardar el orden social.

Asimismo, esta teoría explica que para poder vivir en sociedad, los seres humanos acordamos formar parte de un contrato que nos otorga ciertos derechos y que además, reconoce la capacidad del Estado para hacer cumplir ese contrato en razón a los derechos y obligaciones estupilados, esto para garantizar que toda actuación de este sea en el marco de la legalidad.

Ahora bien, justamente una de las razones que dan origen a la crisis de inseguridad que vivimos y que ha convertido a México en una fosa común, es que para muchos de quienes dicen ‘’representarnos’’ estas referencias carecen de valor o de sentido ya que solo forman parte de los libros de historia o bien, solo forman parte de una ‘’enfadosa’’ clase de ciencia política de la que evidentemente recuerdan muy poco.

La política en México se ha convertido en un show, en el que los actores están inmersos en una lucha mediatica y sensacionalista en internet, situación que ha alejado a nuestros representantes del trabajo legislativo y gubernamental serio.

Hoy en día, es triste ver como las agendas políticas no atienden temas sociales o problemas públicos trascendentales como lo son la inseguridad y la violencia de género, pero sí atienden activaciones partidistas para promover la imagen de un líder político a través de las redes sociales.

Pero no me mal entiendan, las redes sociales son fundamentales en la comunicación política, sobre todo en esta nueva era de la información, el problema real es que esta absurda guerra partidistia que persigue el poder por poder sin algún objeto, ha alejado a la clase política de la realidad tan lamentable que enfrenta nuestro país.

México enfrenta una crisis enorme en materia de seguridad, especialmente, de violencia de género, y mal haríamos si nos hiciéramos de la vista gorda tal y como lo hacen algunos de nuestros representantes para quienes es más fácil atribuir esta crisis a la ‘’politiquería’’ o bien, tal y como lo acaba de señalar el joven Gobernador de Nuevo León, a los problemas de salud mental que según su dicho, son los causantes de que las mujeres desaparezcan.

Vivimos una crisis y basta con ver o leer las noticias para darnos cuenta que el Estado en México está desapareciendo poco a poco: las desapariciones, los feminicidios, los homicidios, los robos y los secuestros están a la orden del día y nuestras autoridades, lejos de cumplir con su parte del contrato social y trabajar para garantizar las condiciones sociales necesarias para que nosotros podamos ejercer libremente nuestros derechos, son omisas y deficientes a la hora de investigar y sancionar. 

Pero esta caracteristica del actuar de nuestras autoridades así como el alto índice de impunidad que reina en nuestro país no significa que nosotros como ciudadanos nos equivoquemos cuando acudimos a ellas en busca de respuestas.

Acudir a nuestras autoridades en nuestros momentos de necesidad y/o vulnerabilidad es una clara muestra de que la mayoría de nosotros no solo buscamos los caminos para cumplir nuestra parte del contrato social, sino que también, guardamos cierto nivel de esperanza en que atenderán nuestros llamados de auxilio y harán valer su parte del contrato.

Realmente quienes se equivocan son nuestras autoridades al creer que como ciudadanos guardaremos silencio ante sus omisiones o bien, que ingenuamente creeremos que hicieron todo lo posible.

El impacto de la frase pronunciada por este desesperado padre de familia es enorme, refleja la desesperación e impotencia de una ciudadanía necesitada de certeza, de seguridad y de justicia.

Por ello, esto debe hacernos entender que para que un proyecto de transformación política, social y cultural tenga éxito, debemos buscar una renovación total en la generación de políticos que marcan el rumbo del país, ya que los gobiernos y/o nuestras autoridades no son buenos o malos por sus estructuras, sino por quienes los manejan y las dotan de una cultura de trabajo nociva tanto para la ciudadanía, como para las mismas instituciones.

Yo me pregunto: ¿cuándo entenderán nuestros representantes que la seguridad pública y la estrategia para combatir la inseguridad está por encima de cualquier debate partidista?

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