OPINIÓN
La firma de la Carta de Madrid: Patético quebranto panista

Opinión, por Pedro Vargas Avalos //
El Partido Acción Nacional (PAN) se fundó por Manuel Gómez Morín en 1939 y según el afamado Enrique Krause se inspiró en Action Française (Acción Francesa), organización fundada en 1898 y simpatizante de la monarquía, con tendencia antisemítica, carácter antirrevolucionario y sobre todo, decidida a combatir el comunismo: es pues la rancia derecha nacionalista y racista. Sigue diciendo el intelectual exorgánico Krause: “Su alianza actual con Vox lo devuelve a ese origen detestable”.
Como quiera que sea, el panismo fue por varias décadas un instituto político, ubicado en la derecha, pero muy perseverante, auspiciador del humanismo católico y defensor de la democracia clásica. Incluso, nunca aceptó arreglos por debajo de la mesa ni favores oficiales económicos para subsistir: cuotas voluntarias de partidarios, sorteos dirigidos al público y donaciones de empresarios simpatizantes, los ayudaba a cubrir sus gastos.
Ese perfil se perdió cuando, además de insertarse grupos de extrema derecha (como el Yunque), se apoderaron de la dirigencia del partido los políticos arribistas conocidos como los “bárbaros del norte”. Con tal motivo valiosos exdirigentes y militantes, se salieron de la organización. Así se gestaron las componendas en lo oscurito, la aceptación de apoyos disfrazados y la adopción del pragmatismo convenenciero, lo cual descarriló su ideología básica, y por tanto dejó puesto el mantel para que surgiese el prianismo, que rigió por una veintena de años.
El desplome tanto del PRI, como del PAN, en las elecciones de 2018, junto al desmoronamiento del PRD, hizo que ante el surgimiento asombroso de MORENA, se unieran en una alianza otrora impensable, y así compitieran en los comicios de junio pasado. Y aunque sus logros no fueron los esperados, anunciaron que perseverarían en su liga con intensiones de encarar, en lo que resta del sexenio obradorista, al gobierno de la Cuatro T.
Sin embargo, nos cuenta Héctor Aguilar Camín (otro distinguido pensador exorgánico) en su artículo Penosa Oposición: “… un grupo de senadores panistas, junto con dos priistas, tuvo la iniciativa de acercamiento político más inoportuna y torpe de que se tenga memoria. El coordinador de los senadores del PAN, Julen Rementería, decidió invitar al Senado al líder de Vox, la impresentable formación ultraconservadora de la política española, para firmar con él una carta en defensa de la democracia y para la contención del comunismo. No logró con eso sino regresar al PAN a la celda del fantasma que lo persigue, que es llevar en su seno, escondido y camuflado, un contingente de extrema derecha, ultraconservador, misógino y arcaico, eco del sinarquismo mexicano, del franquismo español y del fascismo francés, afluentes históricos de la creación del PAN hace 90 años.” (milenio/6 de sept.).
Los senadores panistas organizadores de ese encuentro, para el cual indolentemente utilizaron instalaciones del Senado y papel oficial de su bancada, publicaron: “Por la defensa de la democracia, la libertad y la propiedad privada, hoy 2 de septiembre, firmamos la Carta de Madrid, para detener el avance del comunismo. México nunca será comunista, nunca. Muchas gracias a Santi Abascal por su visita a México”. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Ante tal hecho, el PRI del anodino Alejandro Moreno “Alito”, se deslindó de cualquier participación o supuesto acuerdo con el ultraderechista partido español Vox, buscando con ello evitar se le relacione con el fundamentalista Santiago Abascal, presidente del susodicho germen del neofranquismo hispano. En un comunicado, la descolorida dirigencia nacional del partido tricolor, precisó que, de haber participado algún militante, “se trataría de una decisión a título personal, y no representaría ni la postura ni la voluntad de nuestro instituto político”.
Ni tardo ni perezoso, el presidente Andrés Manuel López Obrador, expresó el 3 de sept: “…ayer vinieron unos extremistas de España, del Vox. Se unieron con el PAN, porque son lo mismo, nada más que simulaban los del PAN y otros de que eran demócratas y no, son conservadores y ultras conservadores, casi fascistas, y está retoñando todo eso en España. Muy lamentable, porque el pueblo español es un pueblo liberal, progresista, muy trabajador, muy honesto, y esto que está retoñando es lo peor, son los más autoritarios, clasistas, racistas, corruptos”. Amlo agregó después, que ese movimiento, “como los hay en todo el mundo y aquí”, está a favor de la discriminación y son por definición corruptos, pero que fue muy buena su venida y reunión, porque sirvió para sacar del clóset a los radicales del panismo. En consecuencia, para el mandatario, “Conservadurismo casi es sinónimo de corrupción”, recordando que varias empresas españolas que vinieron recientemente a México, hicieron impúdicos y muy jugosos negocios al amparo del poder.
El semanario Proceso con fecha del 3 de septiembre, subrayó que la firma de la carta de Madrid en contra del “avance del comunismo”, suscrita por el coordinador del grupo parlamentario del PAN en el Senado, Julen Rementería y sus concolegas de cámara, con el ultraderechista partido español Vox, “ahondó la crisis interna en el seno del panismo justo en medio de su proceso interno para elegir a su nueva dirección nacional”.
Recordemos que actualmente se abrió el procedimiento interno panista para elegir su comité nacional, fase en que dicen sus propios militantes (como el gobernador Francisco Domínguez de Querétaro) que no participan porque faltan condiciones democráticas para ello: Marko “marquitito” Cortés (presidente con licencia) todo lo tiene confeccionado para reelegirse, lástima que como enfatiza Alejo Sánchez Cano, “Al líder panista le ha faltado visión y liderazgo”. (El Financiero,8-VIII-21).
Personajes como Gustavo Madero, Roberto Gil Zuarth y Xóchitl Gálvez, (panistas prominentes) censuraron el multicitado acuerdo contraído por los senadores con Vox. Incluso el expresidente Felipe Calderón, cuya esposa Margarita Zavala es señalada como integrante del ultraderechista grupo “El Yunque”, (según cables de Wikileaks difundidos recientemente), también fustigó dicha liga y de paso, a su escuálida dirigencia.
Tajante, Xóchitl Gálvez declaró: “Yo con VOX…ni a la esquina”. Y con motivo de la discordante reunión, apuntó que “desde la izquierda, la Cuatro T y el presidente nos han dado hasta con la cubeta”. (El Octágono de Hernán Gómez).
Para capear el temporal, el coordinador de la bancada del PAN, Julen Rementería, dio una insípida disculpa, diciendo “Lamentamos las interpretaciones equivocadas que se hayan podido hacer a este evento en donde no se suscribió ningún acuerdo político…”. Claro que a nadie convenció. Empero, buscando algún chivo expiatorio, lo hallaron en Christian Camacho (operador del área de redes sociales de la bancada senatorial panista), a quien despidieron. Entonces este sacrificado activista de la derecha escribió: “La libertad, la familia, la patria, la propiedad privada, y la democracia, se defienden al precio que sea. Uno nunca debe arrepentirse de hacer lo correcto”. (Twitter, 7 de sept.).
El argentino cofrade del cesado Camacho, Agustín Laje, ripostó: “Este hombre será una pieza fundamental para la construcción de un partido político de Nueva Derecha en México. Los cobardes del PAN lo cesaron por organizar un acto con Santi Abascal, y gracias a eso evidenció que la dirigencia del PAN está arrodillada a la agenda izquierdista”.
Con esa declaración surgen dos presunciones: se busca fundar un partido ultraderechista, y cosa inaudita, el panismo está arrodillado ante la izquierda de la Cuatro T (¿?).
Alejandro Páez Varela, director del portal digital “Sin Embargo”, el 7 de septiembre comentó en el programa “Los Periodistas”: Suena cada vez más que se fundará un partido de derecha.
El jalisciense Álvaro Delgado, conocedor profundo de la historia panista y los grupos de derecha, agregó en la emisión televisiva antedicha: Pero no todo el Yunque o grupos derechistas se irán a ese nuevo partido, cuyo embrión sería una Asociación Civil, luego una Agrupación Política Nacional y llegado el momento, proponerse registrarse como partido en el INE.
Por todo lo anterior, es que la democracia mexicana se estremeció, porque innegablemente el PAN era verdadero partido de oposición actual; pero ahora resulta que se extravió y casi sofocó sus opciones, al menos en lo que resta de este sexenio. Y de paso puso en predicamento su alianza con priistas y perredistas, que, si bien no garantiza ni su permanencia ni algún hipotético triunfo en el 2024, al menos significaba clara opción política y daba en que pensar a la vigente Cuatro T.
Con cuánta razón discurrió la Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM, además de ser Especialista en Estudios de la Mujer, Ivonne Acuña Murillo: “…para llorar la actuación de un partido político que se ubica como segunda fuerza nacional pero…aunque duela, muy lejos de la primera, y que no acaba de constituirse en una oposición seria, creíble, votable y potable, y un así pretende erigirse en la opción que salve a México ¡del comunismo!. Por eso a veces me dan ganas de reír, pero me acuerdo del PAN y se me pasan.”
CARTÓN POLÍTICO
Edición 804: Lo piden los expertos: Una nueva Corte de Justicia sin extremos ideológicos
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JALISCO
La transparencia del fiscalizador

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
En Jalisco, la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser principios innegociables. Sin embargo, la resistencia del auditor superior del Estado, Jorge Alejandro Ortiz Ramírez, a ser auditado por la Unidad de Vigilancia del Congreso revela una paradoja alarmante: el encargado de fiscalizar el gasto público evade la supervisión.
Esta actitud, denunciada por David Rubén Ocampo Uribe, titular de la Unidad, y el diputado Alberto Alfaro García, presidente de la Comisión de Vigilancia, no solo cuestiona la integridad de la Auditoría Superior del Estado de Jalisco (ASEJ), sino que amenaza la confianza en el sistema democrático.
Desde el 10 de julio de 2025, cuando Ocampo asumió su cargo, Ortiz Ramírez ha bloqueado cualquier intento de revisión. Solicitudes de expedientes laborales, nóminas y contratos han sido ignoradas, y un encuentro institucional propuesto para el 19 de agosto quedó en el vacío. “Quería saber si todo está en regla. La respuesta fue negativa. Pedí una reunión pública con agenda común, y tampoco hubo respuesta”, relató Ocampo a Conciencia Pública.
Incluso se le prohibió a personal de la ASEJ pasarle llamadas, limitando el diálogo al secretario técnico, un subordinado que no puede sustituir al titular.
El diputado Alfaro, de Morena, califica esta resistencia como un desafío al Congreso y a la sociedad. “El auditor se siente intocable, como si fuera gobernador. Durante ocho años operó sin contralor, pero ahora que lo hay, se niega a colaborar”, afirmó.
Con el respaldo de 29 de 32 deputados al nombramiento de Ocampo, su legitimidad es incuestionable. “Sabe que abriremos la Caja de Pandora”, añadió, sugiriendo que Ortiz Ramírez teme revelar irregularidades.
La Constitución de Jalisco y la Ley de Rendición de Cuentas otorgan a la Unidad de Vigilancia facultades plenas para revisar la ASEJ sin necesidad de acuerdos previos de la Comisión de Vigilancia, como argumenta Ortiz Ramírez.
Esta interpretación “tecnicista” es, para Ocampo, un escudo para evadir la fiscalización. La pregunta es inevitable: ¿qué oculta el auditor? Denuncias internas apuntan a aviadores, nóminas infladas, “moches” por laudos laborales y tolerancia a incapacidades falsas avaladas por el IMSS.
Una figura clave en estas acusaciones es Sandra Verónica Márquez González, de la Dirección Jurídica, señalada por mantener personal inexistente en nómina y exigir pagos ilegales, prácticas que arrastra desde su paso por el Tribunal de Arbitraje y la Fiscalía, donde se le vinculó al “Clan Trevi” por cobros indebidos.
La ASEJ es un pilar estratégico del gobierno de Jalisco, con autonomía técnica y de gestión para garantizar imparcialidad en la fiscalización de un presupuesto cercano a los 200 mil millones de pesos. Su rol como contrapeso es crucial para generar confianza ciudadana.
Sin embargo, la resistencia de Ortiz Ramírez recuerda épocas oscuras de la Contaduría Mayor de Hacienda, antecesora de la ASEJ, donde se rumoraba que las cuentas públicas se “lavaban” mediante acuerdos entre bancadas legislativas. Funcionarios corruptos encontraban en estos arreglos una vía para encubrir irregularidades, otorgando un poder desmedido al titular del organismo.
Hoy, la ASEJ debería ser un modelo de integridad. El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030, liderado por Cynthia Cantero Pacheco, establece la transparencia y la participación ciudadana como ejes rectores de la gestión pública. Este plan, construido con la voz de más de 675,000 jaliscienses, vincula el presupuesto a resultados medibles, exigiendo apertura y rendición de cuentas.
La opacidad de Ortiz Ramírez contradice este espíritu, debilitando la credibilidad de una institución que debería ser ejemplo.
La pasividad de otros actores institucionales agrava el problema. El silencio del Congreso en pleno y la inacción de la Fiscalía Anticorrupción alimentan percepciones de complicidad o indiferencia. Mientras, rumores de una posible reelección de Ortiz Ramírez, tras ocho años en el cargo, generan rechazo. “Un gobernador dura seis años y se va. Este señor pretende quedarse otros ocho. Es inadmisible”, sentenció Alfaro.
¿Cómo puede hablarse de rendición de cuentas si el fiscalizador se coloca por encima de la ley? La resistencia de Ortiz Ramírez no es un simple desencuentro burocrático; es una afrenta al sistema de pesos y contrapesos.
“La opacidad reina en la Auditoría. Si el auditor desconoce la ley, ¿cómo fiscaliza al estado?”, cuestiona Ocampo. La sociedad, cada vez más vigilante, exige respuestas. Ortiz Ramírez tiene una oportunidad: abrir las puertas de la ASEJ, entregar la información solicitada y demostrar que no hay nada que ocultar. De lo contrario, su silencio seguirá alimentando sospechas de irregularidades.
La transparencia no es negociable, y Jalisco merece una Auditoría Superior que predique con el ejemplo. Es hora de que el fiscalizador rinda cuentas.
JALISCO
MC: espejismos de unidad y fractura a la vista

– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
Movimiento Ciudadano en Jalisco ya abrió el telón de su renovación interna con la elección de 64 nuevos coordinadores municipales en la vieja casona de Av. La Paz. En apariencia, un ejercicio de normalidad partidista: discursos de unidad, promesas de cercanía con la gente, rostros nuevos para el escaparate y la certeza de que el partido naranja seguirá marcando la pauta en la política local.
Una postal impecable para las páginas de los diarios amigos… pero un espejismo apenas capaz de ocultar las fracturas internas que corroen al partido naranja. Pues, bajo el barniz del entusiasmo, se esconde un mapa con claroscuros que la dirigencia difícilmente podrá negar.
Los números de la elección de 2024 fueron generosos en sus bastiones metropolitanos: Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco volvieron a confirmar la hegemonía emecista. En la capital, 308 mil votos aseguraron la continuidad; Zapopan, con 323 mil sufragios, consolidó la plaza más codiciada del estado; y Tlajomulco refrendó, una vez más, su condición de vivero político del grupo alfarista con 94 mil papeletas a su favor. Una trinidad metropolitana que otorga poder y recursos, pero que no resuelve la fragilidad en el resto del estado.
Porque más allá del brillo urbano, MC perdió terreno en Puerto Vallarta —joya turística entregada al PVEM en sociedad con Morena—, cedió Ciudad Guzmán, enclave agroindustrial del sur, y vio escaparse Tepatitlán, bastión alteño que durante años se pensó inmune a los embates opositores. En Tlaquepaque y Tonalá, el retroceso fue aún más doloroso: en el primero, los 109 mil votos no alcanzaron para retener la presidencia municipal; en el segundo, apenas 47 mil sufragios lo relegaron a un segundo lugar incómodo detrás de Morena. Un tropiezo estratégico en el oriente metropolitano que desnuda la vulnerabilidad del proyecto.
Mirza Flores, encargada de administrar esta renovación interna, habla de “liderazgos de territorio, cercanos a la gente”. El discurso suena bien, pero la tarea es monumental: reconstruir la cohesión de un partido que, en su expansión, ha multiplicado corrientes, intereses y pleitos internos. Porque el problema no es solo perder municipios: es perderlos mientras el partido se enreda en disputas de candidaturas, pugnas entre cuadros y una dirigencia que debe demostrar que puede arbitrar sin fracturar.
Los números distritales tampoco ayudan: de 20 distritos locales, MC apenas ganó 6; de los federales, ninguno y los plurinominales fueron para los exfuncionarios que necesitaban fuero y los “liderazgos” escogidos. Esto significa que, aunque controla alcaldías claves, su voz legislativa es reducida y carece de peso real en el Congreso federal.
Un contraste brutal: músculo en los municipios, anemia en las cámaras. Y esa asimetría no se corrige con discursos ni asambleas, sino con operación política en campo, con la capacidad de seducir al votante rural, al comerciante alteño, al campesino del sur que aún ve en el naranja una marca citadina, aburguesada y distante.
Pero lo verdaderamente corrosivo no está en las urnas, sino en los pasillos. La disputa Alfaro–Lemus ha dejado de ser un rumor y se ha convertido en un hecho palpable. Enrique Alfaro se resiste a entregar el control de candidaturas y cuadros, mientras Pablo Lemus mueve sus piezas con paciencia quirúrgica, tejiendo su propia red de operadores que responden solo a él. Entre ambos, Mirza Flores aparece como árbitro incómodo, obligada a conciliar lo irreconciliable: mantener la disciplina de un ejército que ya no reconoce un solo general.
El grupo Alfaro–Lemus sabe que esta es su última gran prueba antes de 2027. Si logran ordenar candidaturas y mantener la paz interna, MC llegará con posibilidades de sostener el gobierno estatal. Pero si insisten en los métodos de imposición y en los arreglos de cúpula, el costo será alto: perderán distritos clave, y con ellos, la capacidad de negociar en el Congreso y de sostener el control territorial.
Los cuadros históricos, los que alguna vez creyeron en la “ola naranja” como una alternativa fresca, se encuentran marginados o desplazados por nuevas caras que responden a intereses de grupo. La operación interna dejó cicatrices: candidaturas impuestas, militantes que sienten haber sido utilizados y un éxodo silencioso hacia Morena y el PVEM que ya se empieza a notar en las regiones.
En política, decía siempre la vieja guardia, no basta con administrar victorias: hay que blindarlas. Movimiento Ciudadano gobierna hoy con holgura en las ciudades, pero su debilidad en la periferia y en el interior del estado es evidente. Las plazas que perdió en 2024 son recordatorio de que el poder es un animal volátil: se escurre por las rendijas más pequeñas y muerde cuando menos se le espera.
La renovación municipal, que en el discurso se vende como ejercicio democrático, en los hechos es un intento de tapar grietas con retórica. En lugar de cohesión, lo que se advierte es una carrera por controlar posiciones rumbo al 2027. Cada comité local es, en realidad, una ficha en el tablero de negociación entre Alfaro y Lemus.
La batalla del 2027 no se jugará únicamente en los edificios de avenida Hidalgo o en los mítines de funcionarios públicos en la Casa Ciudadana. Se librará en los tianguis de Tonalá -donde el Ayuntamiento ha prendido focos rojos-, en los talleres de Arandas -Cuando se habla de la inseguridad que hay en las carreteras de la zona-, en los mercados de Lagos de Moreno -Al momento de hablar de un nuevo ejecutado o desaparecido- y en las colonias populares de Tlaquepaque -Explicando por qué el SIAPA no otorga el servicio que cobra: agua-. Ahí, donde los discursos sobran y lo que cuenta son los servicios públicos, la seguridad y la cercanía real de quienes gobiernan.
La verdadera batalla de 2027 no será contra Morena ni contra el PVEM. Será contra sí mismo. Porque, como tantas veces en la historia política de este país, los partidos no caen por la fuerza del adversario, sino por la podredumbre que incuban dentro.
Hoy MC es un cascarón brillante en la superficie, pero carcomido por dentro. Se vende como movimiento fresco, pero huele ya a partido viejo: facciones enfrentadas, candidaturas negociadas en lo oscurito y un liderazgo que se desgasta en administrar pleitos en lugar de ganar territorios.
Si no corrigen el rumbo, el espejismo de unidad que hoy pregonan se desmoronará al primer soplo de la contienda. Y entonces, la historia no hablará de una derrota electoral, sino de un suicidio político en cámara lenta. Una crónica que, como tantas en la política mexicana, no se escribirá con tinta… sino con epitafios.
En X: @DEPACHECOS