OPINIÓN
La importancia de la formación: ¿Quién se está preocupando por sus cuadros políticos?
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En la antigua Grecia, los filósofos, lejos de vivir alejados de la sociedad para dedicarse a sus obras, trabajaron para convertirse en los maestros más importantes de su comunidad, aunque como en todo, hay algunas excepciones, como el caso de Heráclito, que debido a su soberbia optó por irse a vivir a los montes como un ermitaño, la mayoría de los pensadores decidieron guiar a los demás en los asuntos más importantes de la vida, desde la política y el dinero, hasta la amistad y el amor.
Si algo caracterizó a los pensadores griegos fue su genuino interés por vivir inmersos en la sociedad para difundir sus ideas a todos y cada uno de sus seguidores, para así, enriquecer la cultura civil de las ciudades griegas de la antigüedad, otro ejemplo claro de esto lo encontramos con el mismo Sócrates, personaje griego que, aunque no fundó una escuela de filosofía como tal, ni escribió algún libro, su labor como pensador le abrió la puerta a otras grandes mentes como Platón, que posteriormente se convertiría en maestro de Aristóteles.
De hecho, su labor formando el pensamiento crítico de la juventud no solo fue revolucionario, sino que también fue controversial, a tal grado que fue acusado de despreciar a los dioses atenienses y de corromper a la juventud alejándolos de los principios de la democracia, posteriormente, y una vez que fue encontrado culpable, lo condenaron a muerte, no obstante, las herramientas que brindó a muchos de sus seguidores, permitieron a más generaciones hacer honor a su pensamiento, pero no solo eso, sino que el mismo, fue mejorado.
Este pequeño fragmento de la historia de la antigua Grecia nos recuerda, en primer lugar, que la formación y la guía ideológica que da forma al pensamiento político, es una de las vías más importantes que tenemos a nuestro alcance para preservar ideales y luchas, y en su defecto, perfeccionar, con el paso de los años los logros alcanzados anteriormente, en segundo lugar nos demuestra que si no actuamos en comunidad, y que si nuestro actuar no es impulsado debidamente por una colectividad correctamente alineada a principios, ideales y causas, nuestro accionar no podrá permear dentro de la sociedad.
Me atrevo a decir, que sin formación, no seríamos nada, pero ojo, cuando hablo de formación, no me refiero únicamente a la que nos proporcionan durante muchos años las instituciones educativas, o bien, a lo que nos dan nuestros padres en el hogar, sino que también, me refiero a otro tipo de formación de la que últimamente casi nadie habla y que actualmente, atraviesa una crisis enorme: la formación política que brinda, o bien, que deberían brindar los partidos políticos.
Aunque actualmente existen algunos partidos políticos que hasta el momento, pareciera que después del pasado proceso electoral, están entendiendo la importancia que juegan en la oferta política la presencia territorial, la operación política y la formación ideológica como elementos cuya implementación debe ser en conjunto, para así lograr consolidarse como una opción real entre el electorado, hay otros partidos que lamentablemente se han olvidado por completo de la importancia que tiene el aspecto formativo dentro de sus militantes y cuadros políticos.
Y pese a que esas importantes instituciones políticas, se niegan a ver la gravedad de este estancamiento formativo, puesto que viven refugiados en la ilusión de su relativa capacidad de operación territorial, la realidad es que esta crisis que poco a poco impacta en la narrativa, en la ideología y en la comunicación de los actores de cada partido, terminará repercutiendo en la ya escueta y obsoleta estructura de operación territorial con la que cuentan, dicho en otras palabras, si no hay nada que comunicar, si no hay una serie de ideales que promover, y el trabajo se limita únicamente a realizar una remembranza de lo que se logró en el pasado, y a promover un burdo: ‘’ahorita estás mal, pero conmigo, chance estarías medio bien’’, entonces ¿cuál es el objetivo de estar en las calles con la gente?.
La formación, al igual que en la antigua Grecia, es una guía, y tal y como lo hizo Sócrates, a través de ella, no solo aprendemos a pensar, sino que al mismo tiempo, desarrollamos el importantísimo criterio que nos permite, a largo plazo, definir y defender posturas, y desarrollar una narrativa en la que nuestros iguales puedan encontrar un espacio de representación y de opinión capaz de materializar sus anhelos y los de su comunidad.
Ciertamente, cuando hablamos de la decadencia de los partidos políticos y de la clase política en México, podemos atribuirle a esto muchos factores como la corrupción y la incompetencia, pero sin lugar a dudas, no podemos ignorar que una de las principales razones por las que es cada vez más frecuente ver dentro de los partidos a personas que ven en las instituciones un vehículo de enriquecimiento y bienestar personal, es en parte a la poca atención que se le han dado a los programas de acción y capacitación política.
No obstante, tal y como lo he señalado en más de una ocasión a través de este espacio, como jóvenes tenemos la obligación de transformar los espacios en los que tenemos la oportunidad de participar, y en ese orden de ideas, es necesario poner sobre la mesa de discusión de los partidos simples, pero importantes preguntas que nadie se ha detenido a reflexionar seriamente: como partido, ¿cuál es tu proyecto y qué persigues con él?.
Los partidos políticos deben retomar con seriedad los procesos de formación y capacitación pero esto es algo que se debe hacer con seriedad, y debe construirse alrededor de un pensamiento o un ideal contextualizado a la era que nos corresponde, y por otro lado, esta no debe limitarse únicamente a la visión política de una institución, ya que ese hermetismo ideológico terminará por cobrar una factura aún más cara.
Solamente, a través de programas de acción y capacitación política, los partidos tradicionales que hoy están en la cuerda floja, podrán hacerse un capital humano de ciudadanos capaces y comprometidos con un discurso y con una serie de ideales y valores, que les permita difundir una agenda social sin tibiezas, que apegada a los principios básicos de cada institución, brinde una oferta política sensata que justifique la presencia territorial y que aliente la operación política.
La formación racionaliza la organización y moderniza la acción.
