JALISCO
La metrópoli congestionada: Segundo piso, ¿solución para López Mateos?
Opinión, por José Luis Valencia Abundis (*)
Los hechos de la congestión del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) son innegables y visibles, hoy en día la ciudad cuenta con una población de casi 5.4 millones de habitantes. La forma que alcanza nuestra ciudad es la saturación de sus sistemas de habitabilidad urbana como resultado final de su hipertrofia, que determina una detención de su funcionamiento y una pérdida de control.
Por calles y avenidas de esta ciudad transitan diariamente poco más de 3 millones de vehículos, que movilizan personas y mercancías en las diferentes modalidades de transporte.
El costo de la congestión al impedir las actividades cotidianas y funciones económicas esenciales de la ciudad, se ve acrecentado por el costo de los métodos mayoritariamente viales para superar esta congestión. Si las normas económicas racionales intervinieran en las decisión de extender las vialidades vehiculares, deberían ser rechazados, debido a su extravagancia financiera y nulos resultados como resutado del costo-beneficio colectivo.
Es evidente que el proceso de expansión al sur de la metropolí se debió en gran parte a las altas tasas de densificación urbana registradas en la última década en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga (entre 7.6 y 8.7 por ciento), una de las más altas a nivel nacional), resultado de una desbordante autorización de fraccionamientos de vivienda, muchos de ellos autorizados aún sin contar con la infraestructura y los servicios básicos.
Resultado de ello, es un saldo de más de 70 mil viviendas abandonadas, con un alto costo financiero que debe ser pagado por los defradudados adquirientes y otro tanto, con recursos públicos, por las omisas instituciones nacionales de vivienda. Ningún funcionario municipal o federal claramente responsables, se le ha procesado por este delito y daño causado al patrimonio de las personas y a la ciudad.
La zona sur o Distrito Sur del AMG tiene una extensión aproximadamente 50 mil hectáreas conurbadas (16% del total metropolitano), que se integra por el municipio de de Tlajomulco de Zúñiga, y parcialmente, por los municipios de San Pedro Tlaquepaque, El Salto e Ixtlahuacán de los Membrillos, en esta zona residen 870 mil habitantes. Los cuales son testigos de una cada vez más creciente cantidad de vehículos en circulación sobre el ingreso sur en la vialidad regional de la carretera federal 80 a Colima en unión con la avenida Adolfo López Mateos, en donde se estima un tráfico de aproximadamente 140 mil vehículos diarios, entre residentes y foráneos, lo que hace cada vez más caótico el tránsito de esta vialidad.
La idea de construir una autopista urbana de paga, en doble piso, al sur de la avenida Adolfo López Mateos como solución a los problemas de traslado, transporte y tránsito, tendría como resultado imponer una carga diferenciada de circulación que necesariamente hará que el tráfico sea más caótico en la planta baja y de lenta circulación en el segundo piso en los puntos de intersección (bajadas o subidas); y lo único que se conseguiría, como consecuencia lógica, sería contribuir a aumentar el desastre urbano actual, dado que sólo se lograría trasladar el conflicto vial a otros puntos de la ciudad.
El problema real de ésta troncal de acceso y salida de la ciudad, es la paralización extrema de las diversas partes de las áreas suburbanas, consecuencia directa de la falta de multimodalidad del transporte. De acuerdo a estándares internacionales, la población de la zona sur metropolitana debería de contar con 58 kilómetros de longitud de modos de transporte masivo; el proyecto de la línea 4 del tren eléctrico cubriría apenas la mitad de esta demanda.
Aunado a este escenario debemos resaltar que el uso masivo, privilegiado e intenso del automovil particular, arroja que en esta zona de la ciudad se cuenta con una tasa de 28 vehículos por cada 100 habitantes, esto siginifica la presencia de 230 mil vehiculos que circulan diariamente por la zona.
La idea de un segundo piso en Guadalajara es una propuesta que por sí sola, suena absurdamente empobrecida frente al enorme reto de solucionar los múltiples y grandes problemas: la falta histórica de una adecuada planificación metropolitana, la dictaminación o autorización irracional del uso del suelo no apto para el desarrollo urbano, la deficiente estructuración y capacidad del transporte público y falta de estructuración de vías alternas y mecanimos automatizados de tránsito.
El extravío técnico, centrado en el criterio funcional de incrementar carriles de circulación para aumentar el margen de velocidad y comunicación, han traido por sí mismo, mayor densidad de vehiculos que han hecho cada vez más caótico el tránsito de esta vialidad. Cuando lo que se requiere, es una red eficaz con el mayor número posible de modos diversos de transporte con velocidades y volúmenes variables de pasajeros, para funciones y destinos diferentes; actualmente el déficit histórico de transporte masivo es del 65 por ciento de la demanda.
Las necesidades de una comunidad metropolitana solo pueden satisfacerse mediante la articulación deliberada del peatón y el sistema multimodal de transporte colectivo. La cura más eficaz para la congestión urbana consiste en lograr la mayor proximidad de las zonas habitacionales con las zonas industriales, comerciales y educativas para que una gran parte de sus residentes puedan ir a pie o en bicicleta al trabajo, o bien para acceder al transporte público.
Si los gobernantes en turno se hubiesen informado mejor para ejercer de manera más correcta su oficio, habrían sabido que era fundamental asesorarse de los expertos técnicos y profesionales al adoptar o implementar las medidas especiales para diseñar, construir, preservar y operar todas las formas de transporte.
No hay duda de la necesidad imperante de recurrir a la técnica profesional del urbanismo para lograr las mejores y más viables soluciones. La realidad es que desde el gobierno, no existe un equipo técnico preparado y con los perfiles profesionales adecuados, para hacer frente a la crisis de la hipertrofia metropolitana en cuanto a garantizar el abastecimiento, la distribución y uso eficiente del agua; la recolección, manejo y disposición final de residuos sólidos; la atención a las contingencias ambientales; la planeación adecuada de la movilidad urbana integral y el control acertivo del uso y aprovechamiento racional del suelo urbano.
El resultado es una forma inadecuada de toma de decisiones de gobierno y una pobre actuación que mira a una supuesta consulta, más institucional, más acartonada y meramente formal, como una respuesta improvisada y pequeña ante un problema urbano mayor.
La historia de la evolución de la ciudad, nos demuestra que la cooperación cívica y la disciplina social permite el ascenso de la ciudad, lo contrario da lugar, como consecuencia lógica, a su descomposición, resultado de un proceso de expansión sin control, producto del despilfarro de los recursos públicos en caprichosos proyectos políticos, y particularmente, del desbordamiento y el sometimiento a los agentes económicos del mercado inmobiliario.
La ausencia de una sólida estructura de políticas públicas, aunada a la falta de atención de los gobiernos en turno, trae como consecuencia una sustitución o ausencia de necesaria representatividad. Habremos de ser testigos de cómo la ciudadanía, en un ejercicio de responsabilidad histórica, habrá de asumir responsabilidades activas para garantizar el acondicionamiento y el orden público de la ciudad metropolitana.
(*)José Luis Valencia Abundis
Maestro en Planeación Urbana y Políticas Metropolitanas
E-mail: jvalencia.abundis@gmail.com
