OPINIÓN
La oportunidad para avanzar: Igualdad y equidad
Educación, por Isabel Venegas //
Un año nuevo, una oportunidad más para repensarnos y plantear posibilidades, formas diferentes de encontrarnos. ¿Será este el año en que demos pasos sólidos hacia la consolidación de trabajos encaminados a vivir con mayor justicia y libertad?
Ya sea por la pandemia, por la crisis económica, o por asuntos locales de cada región, la mayoría de las agendas en cuestión de derechos humanos, equidad de género, democracia y mejora social frenaron su ritmo durante el 2020, teniendo un ligero repunte a finales del 2021.
Estamos ante el umbral de un año que puede ser el nuevo acelerador de grandes acciones orientadas a la transformación social. Puede ser este el momento en el que todos los proyectos se concreten, pero eso solo se logrará a partir de la conciencia de la realidad que estamos viviendo, y de la suma de fuerzas coordinadas.
Debemos trabajar rápida y conjuntamente para que el diálogo se retome: En el tema de la agenda de las mujeres es importante poner sobre la mesa desde enero, que los movimientos que se han suscitado, surgen de demandas que no han sido escuchadas por décadas, por siglos, y es por eso que los síntomas de la enfermedad no deben ser el foco de atención, sino la afección en sí misma. Términos que se entienden como sinónimos, dan cuenta de la necesidad que se ha tenido de adjudicar a cada uno con el sentido que concibe a aspectos diferentes; Hagamos pues, un recorrido por los conceptos de Igualdad y Equidad para la educación, viajando por un carril paralelo al de las agendas de género.
Igualdad se refiere a la base que concibe a todos los seres humanos como personas con los mismos derechos y obligaciones, cuyas capacidades y circunstancias no son consideradas por ninguna otra valoración. Las políticas encaminadas a atender a toda la población por igual, asumen que –por ejemplo- al entregar una tableta digital a todos los individuos en condición de pobreza, tendrían la oportunidad de conectarse para poder elevar los niveles de educación a través de acceder a clases en línea, además de digitalizar su economía (depósitos y abonos de sus pagos y compras en banca por internet), así como poder tener una mayor comunicación y mejores experiencias globales.
Sin embargo, estas políticas suelen tener poco impacto porque desconocen que de entrada, hay una serie de carencias que imposibilitan el hecho de la manipulación y apropiación de esta tecnología, aun y cuando se está regalando el dispositivo; no hay luz, no hay internet y no hay capacitación para el manejo de una Tablet en ciertas comunidades, no necesariamente “rurales” o no siempre las más pobres.
Ciertamente ese tipo de experiencias y acercamientos a apoyos nos han dejado ver que son la forma más fácil y rápida –además de popular- de atender a comunidades con rezago desde la implementación de operativos generalizados; sin embargo, siguiendo con la analogía de las tabletas digitales, la evaluación al Programa de Inclusión y Alfabetización Digital (PIAD), lanzado en el 2013 y cancelado en el 2016 tuvo un costo aproximado de seis mil 662 millones de pesos, con un resultado negativo en términos de fortalecer el sistema de educación por medio de la entrega de dispositivos a niños de educación básica, con la intención de reducir la brecha digital.
Este tipo de políticas públicas tienen una mala calificación, no solo por el “desperdicio” en función de la inversión económica, sino en el impacto por un decremento en la calidad de la educación, es decir, la brecha de desigualdad se profundiza puesto que aquellos que cuentan con recursos propios y se encuentran en condiciones favorables, accionan estos mecanismos con lo cual reciben más beneficios todavía, sin embargo, aquellos que ya se concebían con carencias, habrán tenido un dispositivo que probablemente nunca llegarán a utilizar, sin tomar en consideración el tiempo lectivo que se dejó de atender desde las experiencias profundas en la vida de la educación infantil.
La equidad por su parte, se distingue al procurar tener una visión de la justicia a partir de la diferenciación de las condiciones de base, y propone establecer políticas pro-positivas encaminadas a subsanar lo que puede ser un estancamiento en la propia circunstancia de carencia y pobreza, ya sea económica o cultural. Atender las condiciones de los individuos desde una categorización de apoyo resulta mucho más complejo por la serie de componentes que se deben establecer, a fin de ser más comprensivos de los contextos particulares para poder dar “tiros certeros”.
En las acciones para impulsar el desarrollo de las mujeres, se contempla el término en plural “mujeres”, porque no es una sola característica la que se atiende; indígenas, empresarias, madres adolescentes, ejecutivas, deportistas, agricultoras, artistas, políticas, etc. Mujeres que viven en escenarios diferentes, que tienen demandas distintas y que en su mayoría se han encargado de conquistar cada escenario a través de su talento, su pasión y sus ganas de salir adelante. Mujeres que han querido o tenido que entrar a los campos de la minería, del autotransporte o de la construcción, saben perfectamente lo que tienen pendiente dentro de este caminar constante, pero saben también que el reto sigue siendo encontrar armonía para sí mismas, de la mano de hombres talentosos que comparten esos espacios.
La lucha en contra de los aspectos negativos tanto del machismo como del feminismo, se dará en función de identificar las carencias puntuales, de dejar de generalizar los términos, y de potenciar la generosidad y bondad de las personas. ¡Construyamos un muy feliz 2022!
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa_venegas@hotmail.com
