CULTURA
La pandemia que nos cambió la vida: El regreso del jugador número 12
Futbol, por Esteban Trelles //
El jugador número 12 es tan importante y trascendental que sin ellos, simplemente no existiría el futbol. En ocasiones anteriores resaltamos la importancia que los espectadores tienen en los encuentros de futbol en un estadio, donde los llamados aficionados manifiestan sus emociones y sentimientos de manera apasionada con una alegría inusitada.
Con la compra de su boleto de entrada el “hincha”, contribuye económicamente a su equipo, donde previamente adquiere su playera “original”, que orgulloso lleva al estadio incluyendo miembros de su familia como esposa e hijo, de una cadena millonaria de patrocinios que perciben los dueños de equipos, como son los derechos televisivos, la publicidad estática del estadio, palcos, plateas y zona VIP, las marcas en la playera, shorts y medias, y que decir del consumo impresionante de cervezas sin control para los adolescentes y jóvenes que los adultos consumen en buena medida, las gaseosas, botanas alimentos y demás que consumen en un par de horas y los puestos de vendimias a los alrededores de los inmuebles de comida, tortas, tacos, etc que inician antes y después del encuentro deportivo incluyendo “centros botaneros”, de “micheladas” y bebidas alcohólicas (prohibidos por la ley pero aceptados por todos).
Esta actividad deportiva de las “patadas” es un espectáculo familiar que muchos acuden de esa manera, y otros más en amigos y aquellos que forman parte de las llamadas “porras o barras”, de enajenados que brincan, saltan y gritan en todo el encuentro acompañados de tambores, trompetas, matracas como grupos de animación incondicional de fanáticos.
El ser humano como tal tiene expresiones propias en satisfactores, gustos, sentimientos que los manifiesta dando “rienda suelta” a sus sentidos, que le sirven de distractores para sobrellevar las vicisitudes y contratiempos propios de la vida.
El individuo como espectador grita, apoya, ríe, sufre, se desahoga y se adentra al máximo a su espectáculo favorito que disfruta intensamente.
Futbolísticamente el jugador requiere de la motivación por parte de sus aficionados, que les exigen el máximo esfuerzo y cualidades en busca de la victoria que lo hacen dar el extra, de una actividad profesional que desarrollan y dominan con condiciones, talentos y capacidades propias.
Los futbolistas son atletas de alto rendimiento con una dedicación a su quehacer deportivo en cuerpo y alma de tiempo completo que por supuesto económicamente son generosamente retribuidos, en una carrera muy corta de un mínimo de 10 años y un máximo de 20, que hay excepciones a la regla y algunos desaparecen en poco tiempo.
Ciertamente la llamada “liguilla”, se dan encuentros de mayor entrega por parte de los jugadores, en un torneo corto de la antesala de un campeonato semestral para culminarlo con la copa de campeones.
La pandemia y sus circunstancias obligaron a jugar el torneo sin público (en todo el mundo), por cuestiones de sanidad, preventiva y de contagio, debiendo adaptarse a situaciones extraordinarias que como dicen “el show debe continuar”, que afortunadamente el ingrediente mágico es el aficionado mismo.
Bajo esa perspectiva nosotros a la distancia estamos atentos como aficionados a ver los encuentros con estadios vacíos por TV que curiosamente en el aparato receptor se escucha el jadeo, la respiración, los gritos dentro de la cancha y los del cuerpo técnico que evidencia con suma claridad.
En este campeonato (clausura 2021), a partir de la asistencia del público a los estadios retornó la chispa, la gracia de los equipos desarrollando su potencialidad, motivados por los gritos de sus porras de apoyo que contagian a cualquiera.
En esta “liguilla”, están ganando todos sus encuentros los anfitriones, siendo un estímulo importante para el estado anímico del jugador que de los cuatro finalistas (Cruz Azul, Pachuca, Santos y Puebla), que restan en semifinales, la máquina celeste es el equipo más fuerte y consistente que en la tabla general del torneo regular se mantuvo en primerísimo lugar, que debe romper los mitos del fracaso con la palabra “cruzazulear”, y romper el paradigma que el líder no queda campeón, donde el equipo Puebla es el caballo negro (tercer lugar), que sigue relinchando.
Recordar que los cruzazulinos tienen seis sub-campeonatos, recordando contra América (2013), que en los últimos seis minutos los americanistas le dieron la vuelta al marcador con un gol histórico del guardameta Moisés Muñoz que se lo adjudicaron a él (desvío de un defensa), en remate de cabeza “palomita”, en una noche lluviosa apoteósica para el América que en serie de penales se llevó el campeonato.
Los adjetivos para el Cruz Azul como equipo mediocre por no campeonar están fuera de lugar lo mismo que otro “grande” como el América que la mayoría de comentaristas sostienen como fracaso la no obtención del campeonato, que también es una falacia, porque no es el equipo invencible y fuera de serie como sus promotores lo pregonan y los villamelones se lo creen, es parte de la enajenación de TELEVISA en la manipulación de sus comentaristas que todo lo magnifican que tienen por consigna alabar al equipo azulcrema (por eso muchos lo odian).
La gran decepción de este torneo de liga son los equipos regiomontanos, junto con el León campeón y en menor medida las “chivas” de Guadalajara, que con una inversión multimillonaria fueron un total fracaso, con su Director Deportivo Ricardo Peláez y por supuesto el famoso “Rey Midas”.
