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MUNDO

La sombra de la recesión: Las políticas de Trump, y el riesgo sistémico para la economía global

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

Desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos en 2017, su enfoque disruptivo en política económica y comercial ha generado debates intensos. Cuatro años después de su mandato, y en un contexto de tensiones geopolíticas renovadas, analistas internacionales advierten que las medidas proteccionistas impulsadas durante su gobierno —como la imposición unilateral de aranceles a socios comerciales— podrían precipitar una recesión en la economía estadounidense, con efectos en cascada para el sistema financiero global.

Cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca con su lema «América First», el mundo económico contuvo el aliento. Su agenda nacionalista no fue solo retórica: renegoció tratados como el T-MEC, abandonó el Acuerdo Transpacífico (TPP) y, sobre todo, desató una guerra comercial con China, la UE y hasta con aliados como México y Canadá.

¿El argumento? «Déficits injustos» y prácticas desleales. Pero detrás de los discursos, los números revelan un impacto concreto: aranceles de hasta el 25% sobre más de 350 mil millones de dólares en productos chinos, según el U.S. Census Bureau.

Para economistas como Paul Krugman (Nobel, 2008), estas medidas fueron un «error histórico». En The New York Times, Krugman fue claro: «Los aranceles no redujeron el déficit, solo encarecieron la vida a los estadounidenses. Es como ponerle un impuesto a tu propia gente y disfrazarlo de patriotismo». Y los datos le dan la razón. Aunque la economía de EE.UU. creció y el desempleo cayó al 3.5% en 2019, el proteccionismo pasó factura.

Los agricultores fueron de los más golpeados. Cuando China respondió con sus propias sanciones, las exportaciones de soya y carne se desplomaron, llevando a miles de granjeros a la quiebra. El gobierno tuvo que inyectar 28 mil millones en ayudas de emergencia en 2020, según la Federación de Agricultores de EE.UU. La industria tampoco salió ilesa: los aranceles al acero y aluminio (impuestos en 2018) aumentaron costos para fabricantes de autos y maquinaria. Un estudio del Peterson Institute reveló que, por cada empleo salvado en la siderurgia, se perdieron 16 en otros sectores.

Además, los precios comenzaron a subir. La Reserva Federal admitió que los aranceles añadieron un 0.5% a la inflación en 2019, un problema que luego explotó con la pandemia. Joseph Stiglitz, otro Nobel, lo resumió así: «Trump armó una bomba de tiempo: proteccionismo + estímulos mal diseñados. Y ahora la Fed intenta apagar el incendio».

EL EFECTO DOMINÓ: CUANDO EE.UU ESTORNUDA…

El problema es que, en un mundo interconectado, lo que pasa en Washington no se queda ahí. EE.UU. representa el 25% del PIB global y el 60% de las reservas en dólares. Si su economía se resfría, el mundo estornuda. Durante la guerra comercial con China, el comercio internacional perdió 500 mil millones anuales (según la OMC). Y si EE.UU. vuelve a las políticas unilaterales, países como Alemania o Vietnam verían caer sus exportaciones.

Las cadenas de suministro, ya golpeadas por la pandemia, sufrirían aún más. Kristalina Georgieva, directora del FMI, lo advirtió en Davos: «El proteccionismo fractura la producción global. Nadie gana». En América Latina, donde economías como México y Brasil dependen del dólar y la demanda estadounidense, una recesión sería un «tsunami«, según Alicia Bárcena, exdirectora de la CEPAL.

No todos ven un colapso inminente, pero las señales preocupan. Goldman Sachs estima un 35% de probabilidad de recesión en EE.UU. para 2025. Y Nouriel Roubini, el «Dr. Catástrofe» (Dr. Doom) que predijo la crisis del 2008, es aún más pesimista: en su libro Mega Threats, habla de una tormenta perfecta por deuda, conflictos comerciales y desglobalización.

En Europa, el think tank Bruegel ya alertó: un posible regreso de Trump en 2024 es «el mayor riesgo para la estabilidad global». Como dice Ángel Ubide, de Citadel: «El mundo se acostumbró a un EE.UU. previsible. Si vuelve el caos, los mercados entrarán en pánico».

El pasado viernes (4 de abril), la bolsa de valores de Wall Street cerró con fuertes pérdidas de entre el 4 y el 6 %, sacudida por los aranceles anunciados por el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el temor a una guerra comercial y una recesión.

Al terminar la sesión de jueves 3 de abril, el tecnológico Nasdaq cayó un 5,97 %, hasta 16.550 puntos; el selectivo S&P 500 perdió un 4,84 %, hasta 5.396 puntos, y el Dow Jones de Industriales cedió un 3,98 %, hasta 40.545 puntos, con las mayores pérdidas en los sectores de energía (-7,5 %) y tecnología (-6,9 %).

Las ventas masivas de acciones se agudizaron en la última hora, después de que el presidente de EE. UU., Donald Trump, vaticinara un «boom» económico a raíz de su plan de aranceles «recíprocos» que, no obstante, ha lastrado a los mercados internacionales por la posibilidad de que provoque una recesión a gran escala.

El S&P 500, que representa un amplio abanico de cotizadas, y el Dow Jones, el principal indicador de la bolsa, tuvieron su peor jornada desde junio de 2020, mientras que el Nasdaq registró su mayor bajada desde marzo de ese mismo año.

En concreto, el S&P 500 sufrió unas pérdidas bursátiles de unos 2 billones de dólares, mientras que, en el Nasdaq, las apodadas «Siete Magníficas» de la tecnología ya recortaron cerca de 1 billón de capitalización.

El VIX, conocido como «índice del miedo», escaló hasta un 39 %. No se veía una volatilidad semejante desde octubre de 2022. (dw.com)

China, como represalia a los aranceles adicionales impuestos por el presidente Trump, anunció la imposición del 34% de aranceles a la importación de todos los productos estadounidenses.

Un portavoz del Ministerio de Comercio chino informó que el gigante asiático también interpuso una demanda ante a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Los aranceles impuestos por EE.UU. «violan seriamente las reglas de la OMC, perjudican los derechos e intereses legítimos de los miembros de la OMC, y socavan el sistema multilateral de comercio basado en esas reglas, así como el orden económico y comercial internacional», dijo el portavoz. (bbc.com)

ESCENARIOS PROSPECTIVOS: ENTRE LA CORRECCIÓN Y EL COLAPSO

¿Qué podría desencadenar una recesión? Se pueden delinear tres posibles escenarios:

Escenario base (40% de probabilidad): Desaceleración controlada. La Reserva Federal (Fed) logra un “aterrizaje suave”, enfriando la inflación sin provocar desempleo masivo. Las tensiones comerciales se contienen mediante acuerdos ad hoc, como la tregua temporal con China en 2023. El crecimiento global se ralentiza, pero sin crisis sistémica.

Escenario adverso (35%): Recesión técnica. Dos trimestres consecutivos de contracción en EE.UU., con un repunte de la tasa de desempleo al 6%. Sectores como el automotriz y la construcción colapsan por altos costos de insumos. Emergen tensiones sociales, similares a las protestas por inflación en Europa en 2022. El FMI activa líneas de crédito para economías emergentes.

Escenario catastrófico (25%): Crisis sincronizada. Una corrida bancaria —como la de Silicon Valley Bank en 2023— se combina con impagos de deuda corporativa y una nueva ola proteccionista. El dólar se aprecia abruptamente, asfixiando a países endeudados en moneda extranjera. El comercio global cae un 15%, según modelos del Banco Mundial, y resurgen discursos antiglobalización.

La administración Trump demostró que el proteccionismo, aunque seductor en el discurso político, tiene costos profundos. Si bien sus partidarios argumentan que los aranceles protegieron empleos, la evidencia sugiere que los daños colaterales superaron los beneficios. Hoy, con una deuda pública estadounidense cercana al 120% del PIB y una Fed atrapada entre inflación y recesión, el margen para errores se agota.

Como resume Adam Posen, presidente del Peterson Institute: “El mundo aprendió que las reglas comerciales existen por una razón. Ignorarlas no hace a nadie más fuerte, solo más vulnerable”. En un contexto de fragmentación geoeconómica, el mayor riesgo no es que Estados Unidos caiga, sino que arrastre consigo a quienes dependen de su estabilidad. La historia juzgará si esta fue una lección aprendida a tiempo.

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JALISCO

Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

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– Por Mario Ávila

El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.

Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.

Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.

Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.

Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.

La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.

Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

LAS CINCO PRINCIPALES:

Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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