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OPINIÓN

La sucesión adelantada por el presidente: El juego de Monreal, entre ser y no ser de Morena

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

El superior objetivo de los partidos políticos es alcanzar el poder, con el fin de aplicar sus principios y cumplir compromisos cuando formen gobierno. Todas las demás metas, por importantes que sean, las sujetan a esos principios sustanciales. De allí que a veces se avisten escenarios como los que ahora contemplamos: institutos antes enemigos, resulta que son “amigos” (como el PAN, PRI y PRD) y forman la incongruente coalición “Va por México”.

Por otra parte, la victoriosa “Juntos Haremos Historia”, transformada en 2020 en “Juntos Hacemos Historia”, encabezada por MORENA, ha tenido aliados de chile y picadillo: organismos confesionales como el PES, o logreros como el Verde Ecologista (PVEM) e inexorables como el de los Trabajadores (PT).

La alianza morenista detenta el poder político fundamental, por lo que lógicamente, su principal lucha es conservarlo y en lo posible, incrementarlo sumando entidades federativas: para cristalizar sus ideales instrumentó lo que denomina la Cuarta Transformación, o sencillamente Cuatro T. En cuanto a la oposición, su búsqueda denodada es desbancar a los anteriores, y pugnar por no perder porciones de lo que aún conservan dentro de los ámbitos estatales; su principal defecto hasta ahora es la carencia de programa, inconveniente que todo mundo le echa en cara.

Por separado anotamos al partido Movimiento Ciudadano (MC): es la evolución de Convergencia Democrática (fundado como Agrupación Política en 1996, con registro como partido en 1999) que presidió su fundador Dante Delgado Rannauro -expriísta- quien se sumó a la “Alianza por México” en 2000 (con el PRD, PT y otros) apoyando al candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas. En 2002 recortó su nombre a solo “Convergencia”, reeligiendo a su directiva, o sea, a Dante Delgado. En 2005 y 2006, obtuvo sus primeras gubernaturas (Guerrero y Chiapas) en alianzas con otros institutos, como el PRD. Con este formó nueva coalición (Por el Bien de Todos) para apoyar a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial del PRD y PT en 2006. Luego constituyó distintas uniones, como el FAP (Frente Amplio Progresista) hasta el “Salvemos a México”, que sumó numerosos organismos, entre ellos el del sol azteca, para caminar unidos desde 2009.

Por fin en julio de 2011 adoptó su vigente denominación: Movimiento Ciudadano, que hoy por hoy “coordina” el senador Dante Delgado, virtual dueño de la institución, a la que había coordinado (eufemismo por dirigido) de 2012 a 2018. Los estados donde participó aliado el partido fueron 7 y solo ganó en Jalisco, donde quien realmente triunfó fue el alfarismo. Ahora tiene además Nuevo León, y podemos incluir a la ciudad de Monterrey con su flamante alcalde, el junior heredero del apellido mágico: Luis Donaldo Colosio -Riojas-.

La inquietud de quien sucederá al actual primer mandatario federal, desde el principio del sexenio ha sido motivo de acotaciones, porque para los mexicanos eso es un verdadero entretenimiento, instigado por los comentócratas con domicilio en la capital de la nación, quienes, si antes lo hacían por rutina, ahora, al perder favores, lo asumen como encomienda. Esa ocupación, encontró tierra fértil cuando AMLO mismo adelantó el tiempo de la sucesión, mencionando a varios de sus colaboradores (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Tatiana Cloutier, Juan Ramón de la Fuente, etc.) como viables candidatos presidenciales: a todos los mexicanos asombró que entre ellos no incluyera al senador Ricardo Monreal Ávila, líder del Senado.

A la par se llevaron a cabo varias encuestas en las Entidades federativas donde habrá elecciones para gobernador este año: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Las dos coaliciones y el partido MC, han ido nombrando sus candidatos, generando con tal causa, varias confrontaciones, pues en una y otra alianza, los que no fueron nominados han mostrado su inconformidad y amagan hasta con salirse de su partido. En tal tesitura destacan por lo general miembros de MORENA, y en menor grado, en la otra liga, integrantes del PRI o del PAN.

En MC los problemas son menores, porque se dedica a recoger aspirantes de cualquier origen. Dice el diario “Contrapeso Ciudadano” del 11 de este mes: “Dante Delgado a la pepena de inconformes de otros partidos”, aunque dicho personaje, veleidoso como ha sido (antes prefería perredistas) escoge panistas, pues 5 de sus 6 aspirantes provienen de las filas blanquiazules: Patricia Flores Elizondo, cercana colaboradora de Felipe Calderón, ya es abanderada naranja en Durango; Dulce Alejandra García Morlán, precandidata al gobierno oaxaqueño; en Aguascalientes, dos expanistas llegaron a la final del MC: Antonio Martín del Campo y Fernando Herrera Ávila, exvocero con Marko Cortés.

En Quintana Roo, Marybel Villegas Canché confía en darle una nueva entidad a Movimiento Ciudadano; y hasta al saltimbanqui Francisco Xavier Berganza, dos veces candidato a gobernador por el PAN, luego diputado morenista dimitente, ahora aceptó ser postulado a la gubernatura hidalguense. Solo le resta Tamaulipas, en donde el dueño de MC ya le echó la vista a la morenista inconforme, la ex alcaldesa de Reynosa, Maki Ortiz, antes panista.

En la coalición “Va por México”, también se han dado las confrontaciones, como la sostenida entre el gobernador hidalguense Omar Fayad contra Alejandro Moreno “Alito” -dirigente del partido tricolor-, a quien acusó de haber entregado al PAN la candidatura, siendo la elegida la señora Carolina Viggiano, secretaria del CEN priísta, pero primero postulada por el panismo. Como respuesta, “Alito” le dijo al “gober” Fayad, que gobernaba para que Hidalgo fuera para MORENA, por lo que no se le tomó en cuenta para la designación. Ahora ya fumaron la pipa de la paz y se toman fotos juntos, campantes cual si no hubiese pasado nada.

Sin embargo, gracias a una ductilidad increíble, los panistas postularon otros dos candidatos, de 4 en que acordaron ir unidos los de “Va por México”: la antedicha candidatura de Hidalgo (priísta, como ya dijimos) más Tamaulipas y Aguascalientes, donde aseguran que tienen mayorías para ganar; pendiente quedó Durango. En vilo están Oaxaca y Quintana Roo, donde Laura Fernández Piña, dejó al Verde para que la postulara el PRD, que, si no logra el respaldo de sus otros colegas, está destinado a perder.

En Oaxaca, la pesca está difícil porque la senadora Susana Harp, perdedora interna en Morena, declaró que “Ella no traiciona”, por lo que no oye cantos de sirena. De allí que ya se constituyeron dos ligas para competir contra el abanderado de Morena (senador Salomón Jara), el favorito para ganar la elección: esas alianzas son “Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca” (Creo), convenida por el alicaído PRD y el PAN; la otra se denomina “Juntos Hacemos Más”, compuesta por el PRI, el Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal).

En cuanto a MORENA, que se cree ganará 4 o 5 gubernaturas de las 6 que estarán en juego, por medio de encuestas muy sigilosas, ya nominó de entre 156 suspirantes, a sus seis abanderados: Por Aguascalientes, Nora Ruvalcaba: en Durango, Marina Vitela; Mara Lezama competirá en Quintana Roo; y Salomón Jara irá por Oaxaca. En Hidalgo y Tamaulipas se eligió a Julio Menchaca y Américo Villareal, respectivamente. Las inconformidades han estado presentes, según anotamos anteriormente, pero las más críticas y que ya impugnaron el proceso ante el Tribunal Electoral, son Durango, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo. Los argumentos de los perdidosos en general son de que las encuestas fueron amañadas, y que la solución para escoger vencedores, fue cupular. No se descarta que algunos de esos aspirantes frustrados, acepten ofertas de partidos distintos.

Ahora bien, el otro reto electoral, de mayor escala que los de este año, es el de la elección federal de 2024. A simple vista, se ve distante, pero el mismísimo presidente de la republica abrió la competición, cuando el año pasado (muy anticipadamente, se asegura) puso sobre la mesa una lista de presuntos aspirantes, llamando la atención de que entre ellos no figurara Ricardo Monreal, notoria figura morenista y líder del Senado. Interrogado este zacatecano, exculpó a López Obrador, diciendo que su enumeración consideró el respeto a los demás poderes de la Unión, y él pertenece al legislativo.

Como es evidente, cada día que pasa se aviva el ambiente en torno a la sucesión de AMLO. Y hasta la fecha, lo claro es que los nombres que se barajan, son de MORENA, y en cuanto a la oposición todo son conjeturas e inferencias: recientemente el líder del PRI se dijo listo para participar, ante la incredulidad de los mexicanos. Por el panismo, sigue en su macho el desmerecido Ricardo Anaya, y a veces se mencionan sujetos como Claudio X. González jr., o hasta a Lorenzo Córdova, el del INE: pero todo son desazonadas suposiciones. Por su lado, MC sigue en su idea de no aliarse, y que con sus políticos mas destacados tiene suficiente para competir; estos no pasan de los gobernadores de Jalisco, de Nuevo León y el alcalde de Monterrey.

Según el primer mandatario nacional, la sucesión arrancó ya, porque, a diferencia del pasado, “ahora no habrá tapadismo” y los aspirantes deben estar a la vista de todos. El excluido, Ricardo Monreal, afirma que “Se vive una sucesión adelantada…sucesión precipitada, fuera de toda lógica institucional, y muy muy alejada de cualquier ortodoxia; para mí no fue oportuna, correcta ni conveniente, incluso no lo creí necesario”. (entrevista de Roberto Zamarripa, Reforma, 9.ene.22). Estas consideraciones ponen de manifiesto la confrontación entre el Presidente y el dirigente del Senado, lo cual puede devenir en lamentable fractura para el partido en el poder.

El adalid real de MORENA (AMLO), secunda la idea de que las encuestas determinen quien será el representante de su partido en esa contienda de 2024, subrayando que él apoyará a quien salga adelante en esos sondeos. En cambio, Monreal plantea como mejor método el de elecciones primarias, propuesta que al parecer no tiene mucha aceptación en las filas morenistas, ni en el movimiento lopezobradorista, que es más amplio. Esta confrontación aleja más al Senador, de su meta de ser candidato; empero, porfiado como es, alega que ganará la postulación.

Pedro Miguel, intelectual morenista importante, declaró: El Presidente ha sido claro, en decir que él no es el factor decisivo de quien será candidato. Que apoyará a quien las encuestas digan es el más popular, y si Monreal como dice, es el más popular, pues no hay problema, él sería el candidato. (Entrevista con Rubén Luengas, En contexto, 9-ene-22).

Según Juan Ignacio Zavala -panista- la actitud de Monreal es medida, al salir a declarar en medios hostiles a la Cuatro T., con lo cual persevera en su empeño. Pero a la vez lo acerca más al descarte, si quien puede (el mandatario), decide quitarlo de guía senatorial. Según Héctor Aguilar Camín, el juego de Monreal es ambiguo y hace valer sus buenas relaciones con diversos partidos, además de que en los comicios de junio hizo sentir su poder, factor por el que hubo fracasos morenistas. Finalmente, dice este intelectual orgánico, estamos en el juego democrático, y se debe tener en cuenta -para el caso de que Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, se frustren- otros posibles jugadores de la sucesión, como el Secretario de Gobernación, al embajador en la ONU y hasta al coordinador de asesores de López Obrador, Lázaro Cárdenas Batel. (Botepronto, Milenio, 13-oct-2021).

Otro frente de confrontación lo ilustra la declaración de Monreal a Roberto Zamarripa, sobre que, si se da opción a los radicales, estos acabarán al país. En su libro “La Larga Travesía” (repaso de la campaña presidencial de 2012), propone saber recorrerse de la izquierda al centro, para poder ganar; por ello, afirma que “Yo no estoy de acuerdo con radicalismos”, agregando, “…concuerdo más con la democracia social que con los extremismos de la izquierda. El presidente sabe que yo no soy de ninguna extrema posición, ni de derecha ni de izquierda”. (Reforma, 9 ene 22). Pedro Miguel opinó al respecto: ¿No habrá país? suena muy apocalíptico. (En contexto, 9-ene-22). AMLO abundó que ser radical, es profesar de raíz los principios de izquierda, y reiteró en una mañanera: que reprueba lo de correrse al centro, buscar quedar bien con todos; se debe ser auténtico, estar anclados en nuestros principios, no zigzaguear, pronunciándose siempre por los pobres y la justicia, para tener simpatía de los de abajo, de la zona lúcida y humana de la clase media y alta, con lo que es suficiente para derrotar a los reaccionarios.

A propósito de lo anterior, dice Alejandro Páez: Cada que replica Monreal, saca ventajas: la pasada vez en 2018, al perder la candidatura a la Ciudad De México, salió ganando senaduría y liderazgo de la Cámara Alta. Total, siempre tiene a donde ir, aunque sostiene: “Estoy en Morena, sigo en Morena, porque en Morena hay muchas visiones, hay quienes coinciden conmigo, hay quienes no, que han viciado este proceso anticipado de la sucesión …” (Sin Embargo, 10-ene-22). Y a Zamarripa le expresó que “estoy viviendo una etapa difícil en mi vida pública, en mi vida política, una etapa que a nadie se la deseo”.

Hace unos días, Monreal, en conjunto a Dante Delgado, se querelló contra Cuitláhuac García, ejecutivo veracruzano, por la detención del cercano colaborador en el Senado, el emecista José Manuel del Río, acusado de homicidio, con lo cual abrió otra confrontación intramorenista: Monreal acusa al juez del caso como “de consigna”, y a la fiscalía estatal como servidora del ejecutivo, calificando al asunto de absurdo, ilegal, “de risa” en cuanto a lo jurídico, porque a él le consta lo recto del detenido. López Obrador, advirtió que esas rencillas dañan a Morena y a la Cuatro T, y que el gobernador es muy recto.

Así las cosas, el senador morenista está confrontado con Cuitláhuac García, con Claudia Sheinbaum, con varios senadores que ya no lo siguen como líder, con muchísimos lopezobradoristas, y sobre ello, contesta: que fue fundador de Morena, que es independiente de criterio y de opinión, que tiene diferencias con quienes abusan del poder porque cometen los excesos que cuestiona Morena.

Dice no tener rencillas, sino diversos puntos de vista. Que él lucha por que las ideas predominen sobre “este proceso de aniquilamiento que pretenden instaurar las facciones”. Por ello, “voy a luchar en el interior del partido, aunque no en igualdad de circunstancias, porque no las hay, no hay piso parejo”: pero no es mi intención confrontarme con el mandatario, porque “creo que la aportación que él ha hecho a este capítulo de la vida nacional, es sorprendente y es admirable”, es un demócrata, lo conozco muy bien luego de luchar 24 años juntos; es muy fuerte, “goza de apoyos no solo en Morena, sino con aliados y fuerzas independientes, por lo que, lo que haga por uno u otro de los aspirantes, es muy pesado: a uno se le apapacha, a otro se le reconoce y a uno más se le ignora”, por lo que la expresión de la militancia es un reflejo de esa conducta; pero “yo estoy muy tranquilo, he jugado las reglas de la política toda mi vida, nunca he corrido con la ventaja de la nomenclatura, y no reclamo trato diferente, ni patrocinio ajeno, solo quiero que se democratice la decisión del partido en el momento de tomarla”. Por ello ahora no debe haber confrontación irracional, “estamos a tiempo de evitar que la pugna y purga sean características de Morena”, eso a nadie le conviene.

Por lo supra escrito, muchos opinadores estiman que la única boleta para que Monreal sea candidato, no es por Morena sino en la oposición. Según Alejandro Páez, Ricardo “no es del PRI, pero no lo descarten; no es de MC, pero tiene un pie ahí; no es del PRD, pero lo tienen de aliado; no es del PT, pero el PT ha sido de él; es de Morena, pero en Morena se entiende por sus propios mensajes que no lo es tanto: ahora está en el reniega y vencerás, caminando hacia el ganar perdiendo, sino es que se revienta la liga…”. A eso de abanderar otro partido, el senador contestó pronto: “Espero que no, ya pasó una historia con un presidente de la república”.

Finalmente, en cuanto a su relación con el primer magistrado, trata de poner punto final con el siguiente mensaje difundido en sus redes sociales: “Hace casi un cuarto de siglo inicié una larga travesía de lucha política con el Lic. Andrés Manuel López Obrador para transformar las instituciones de la nación. Fue la mejor decisión; nunca confrontaré al presidente ni me alejaré de mis ideales por un mejor país. ¡Viva México!”.

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JALISCO

Los retos de Verónica Delgadillo y el futuro de Guadalajara

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El pasado viernes, en un encuentro sin precedentes con directivos de medios y líderes de opinión, la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, ofreció un vistazo crudo a los desafíos que enfrenta su administración, particularmente la crisis hídrica y la precariedad financiera municipal.

Este tercer diálogo abierto en ocho meses de gestión—un ejercicio de transparencia ausente en otros alcaldes tapatíos—permitió abordar temas clave con franqueza. En mi intervención le recordé su compromiso de campaña, destacado en el primer debate de Quiero TV en mayo del 2024, de renovar el 20% de los 2,500 kilómetros de tuberías de Guadalajara de manera gradual, minimizando afectaciones, ante la grave escasez de agua en la Zona Metropolitana. Su respuesta, aunque esperanzadora, revela las limitaciones estructurales que obstaculizan su cumplimiento.

Delgadillo reconoció la urgencia de reemplazar redes de agua de 80 a 100 años, algunas con asbesto y otras reducidas a canaletas obsoletas, un desafío que exige 76,000 millones de pesos para una renovación integral o 13,000 millones para un mantenimiento básico.

Con un presupuesto de 12,500 millones, la alcaldesa recurrió a la metáfora de Oye Bartola de Chava Flores—“ahí te dejo esos dos pesos para la renta, el teléfono y la luz”—para ilustrar cómo los recursos apenas cubren servicios básicos, salarios de 12,000 empleados y emergencias, dejando poco para infraestructura crítica. “No hay lana para todo”, admitió, apostando por una colaboración multidecenal con el Gobierno del Estado, que prometió 8,000 millones, y citando los 12,500 millones invertidos por la administración anterior, cuya efectividad se cuestiona al no percibir resultados visibles.

Esta dependencia externa pone en duda la viabilidad de su plan. La promesa de renovación hídrica, aunque ambiciosa, choca con la realidad fiscal heredada y la falta de autonomía municipal. Delgadillo denunció una injusticia redistributiva: Guadalajara atiende a tres millones de personas—1.385 millones registrados y una población flotante—con solo 48,000 hogares pagando impuestos, logrando un 95% de recaudación, superior a Zapopan (78%) y Tlaquepaque (45%).

Sin embargo, la eliminación del Ramo 33 y Fortaseg por el gobierno federal de López Obrador ha agravado la situación, forzándola a buscar apoyo vía la Asociación de Ciudades Capitales. Su llamado a “lana extra” para recibir visitantes nacionales e internacionales (Como los que generará el Mundial de Futbol) resalta la necesidad de un cambio sistémico, pero su estrategia depende excesivamente de voluntades externas.

El símil de Bartola no es solo humor; es una crítica implícita a un modelo donde Guadalajara, motor económico de occidente, queda desprotegida. La alcaldesa puede impulsar alianzas público-privadas con incentivos fiscales y cabildeo con el Estado y la Federación, pero sin una reforma fiscal local que amplíe la base tributaria o modernice el catastro, estas medidas podrían quedar en promesas. La inversión previa en redes hidráulicas de 12,500 millones de pesos, parece haber “pasado de noche”, sugiriendo ineficiencias o mala planeación que Delgadillo debe aclarar.

Su enfoque en transparencia ofrece esperanza. Anunció un plan anticorrupción para meses próximos, con digitalización de licencias, controles y la destitución de un funcionario por irregularidades, además de multas de 2,200 pesos desde agosto para la basura, con opción a servicio comunitario. “No es recaudatorio, queremos una ciudad limpia”, enfatizó, alineando sanciones con educación cívica.

Sin embargo, estas iniciativas, aunque valiosas, palidecen ante la magnitud del reto financiero. Sin recursos frescos, el riesgo es que proyectos como la red hídrica sigan “durmiendo el sueño de los justos”.

Comparativamente, la gestión de Delgadillo enfrenta un dilema clásico: gobernar requiere más que promesas de campaña. Mientras candidatos como ella pintan escenarios optimistas, la realidad administrativa revela un rompecabezas de prioridades y limitaciones. La canción de Bartola refleja esta tensión: con “dos pesos” simbólicos, ¿cómo equilibrar nómina, servicios y obra pública?

Su apuesta por el Estado y la Federación es lógica, pero insuficiente sin presión sostenida. La Asociación de Ciudades Capitales podría ser un aliado clave, exigiendo un esquema redistributivo justo, mientras la atracción de inversión privada—por ejemplo, para redes hidráulicas—podría aliviar la carga, aunque requiere incentivos claros.

El diagnóstico de Delgadillo es acertado: Guadalajara merece más recursos por su rol nodal. Sin embargo, su justificación depende demasiado de apoyos externos, dejando en segundo plano la necesidad de autonomía fiscal. Una modernización tributaria, combinada con auditorías rigurosas y proyectos autofinanciables como el “webping Guadalajara” para recargos, podría empoderar al municipio. De lo contrario, la ciudad quedará atrapada en un ciclo de insuficiencia, donde la visión de Delgadillo—honesta pero limitada—se diluirá ante la falta de “lana”. Este análisis invita a reflexionar: ¿es suficiente culpar al sistema, o debe la alcaldesa liderar una transformación interna para desbloquear el potencial de Guadalajara?

En conclusión, la alcaldesa enfrenta un desafío monumental que trasciende su gestión. Su compromiso con la transparencia y la colaboración estatal es un paso adelante, pero la solución exige un replanteamiento nacional. Sin autonomía financiera y recursos adecuados, los rezagos hídricos y urbanos persistirán, y la metáfora de Bartola seguirá resonando como un eco de promesas incumplidas. La pelota está en su cancha y en la de los gobiernos superiores: o se actúa con estrategia, o Guadalajara seguirá siendo un gigante económico con pies de barro.

 

 

 

 

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JALISCO

Pereza cívica y hartazgo político: Jalisco, el silencio como voto

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Por más que se adornen los discursos, la Reforma Judicial en Jalisco no fue derrotada por la oposición, ni por la lucidez crítica del electorado. Fue derrotada por el silencio, por la pereza cívica y el hartazgo político. Lo que hubo este 2 de junio fue un mensaje con letras grandes y mayúsculas: el pueblo no se molestó ni en votar.

Siete de cada cien jaliscienses acudieron a las urnas. El resto decidió que valía más la pena el pozole del domingo -el de “Las Titas” en Santa Anita es espectacular- que participar en una elección que desde el inicio olía a simulacro. Así, Jalisco no solo quedó debajo de la media nacional, sino que se coronó como campeón del abstencionismo, un récord que ningún partido quiere presumir. En otros tiempos, al menos se fingía entusiasmo. Hoy ni eso.

Y que nadie se engañe: esto no es una victoria para nadie. Ni para los promotores de la Reforma, ni para sus opositores. Pero, si hay un perdedor claro, ese es Morena. La Cuarta Transformación ha sido, desde el inicio, recibida en Jalisco con frialdad glacial. Y ahora ni con toda la artillería institucional lograron calentar el ánimo. De poco sirvió la promoción desde Palacio o las arengas de los diputados. La gente, simplemente, no les creyó.

Hubo distritos —el 9 y el 11 en Guadalajara— donde la votación fue “menos vergonzosa”. Se movieron operadores, sí. La diputada Merilyn Gómez Pozos, el ex emecista Salvador Caro y el omnipresente grupo de La Luz del Mundo intentaron mostrar el poderío de sus huestes. Pero la realidad fue otra: los líderes jalaban cada uno por su lado y los votos no jalaban con nadie. Los resultados fueron tan escasos que ni siquiera alcanzaron para presumir estructura.

¿Y los que debieron jalar y no lo hicieron? Ahí están los nombres: Claudia Delgadillo, Eduardo Almaguer y dicen que, en este combo también entró el cada vez más desdibujado Alberto Lamas. Todos ausentes, ineficaces o ambas cosas. Políticos con credenciales de operadores del sexenio de Aristóteles Sandoval, autoproclamados liderazgos morenistas que a la hora buena ni operan ni aparecen. A algunos ya no los buscan ni los suyos.

Baste como ejemplo un claro intento fallido: Fernando Delgadillo González, hermano de la excandidata morenista Claudia Delgadillo. Con todo y que su nombre fue agregado en los acordeones de operadores, quedó fuera de las magistraturas laborales. Ni el apellido ni la hermana le alcanzaron. Y con ello, se confirma: en Jalisco, Morena ni gana en los tribunales ni en las urnas. Pierde con apellido, con estructura o sin ella. La derrota ya no es noticia, es costumbre.

Paradójicamente, uno que no vive en Jalisco sí logró su cometido: Ricardo Monreal, quien ya va perfilando a su incondicional Sergio Arturo Guerrero Olvera como próximo magistrado de la Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral federal. La maniobra es discreta, pero contundente. No es poca cosa: en esa sala se deciden elecciones de medio país, incluyendo esta tierra brava.

Si alguna figura quedó retratada en esta elección judicial, fue Verónica Ucaranza. La jalisciense terminó en el último lugar de 32 candidatas para ministra de la Corte. La anécdota sería chusca si no hablara tan claro del tipo de política judicial que se intenta construir.

Dicen que dejó su campaña en manos de su esposo, que la UdeG le dio la espalda por decir lo menos, pues por parte de los Leones Negros no hubo músculo, ni red, ni estrategia, ni responsable que diera la cara por el fracaso universitario… Solo el nombre puesto en la lista, esperando que el milagro llegara solo. Y los milagros, en estos tiempos, no los hacen ni los obispos caídos.

Entre los que celebraron discretamente están los miembros de La Luz del Mundo, cuyo respaldo a ciertos candidatos rindió frutos: Madián Sinaí Menchaca Sierra será jueza administrativa y Eluzai Rafael Aguilar, juez penal. Pero la celebración vino acompañada del escándalo. Madián es hija del obispo Nicolás Menchaca, heredero del trono tras la caída de Naasón Joaquín. Tiene en su expediente un accidente vial en 2024 y sobre su familia pesan denuncias por corrupción y encubrimiento… Que hoy ocupe un asiento en el Poder Judicial es una señal inequívoca del país que se está construyendo.

Y mientras sus detractores impugnan su nombramiento en redes y ante el INE, el resto del país parece resignado. O peor: ni siquiera se entera. En la política judicial mexicana, lo que no se ve, no indigna. Y así, el aparato avanza.

La elección judicial en Jalisco no mostró músculo político, ni estrategia institucional, ni siquiera simulación efectiva. Mostró lo que ya sabíamos: el voto no siempre decide el poder. A veces lo decide la inercia, otras la abstención.

Y en ocasiones, como esta, lo deciden los cabildeos de alcoba, las órdenes desde el centro y los pactos inconfesables. Jalisco votó en silencio, pero los jueces ya tienen nombre. Los grupos ya cobraron su cuota. Y el sistema se sigue reformando, pero para los mismos de siempre.

En X @DEPACHECOS

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NACIONALES

La integración del nuevo Poder Juidcial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Desde siempre la Suprema Corte de Justicia de la Nación (en México es el único país con esa denominación; en el resto del mundo es la Corte Suprema) ha sido un blanco político, aunado a su innegable vocación jurídica. Los ires y venires jurídico-políticos del Poder Judicial en México van desde antes de declarar la independencia del país hasta nuestros días.

Antaño, debates entre «conservadores» y «liberales» definieron poderes y alcances de legislativos, ejecutivos y jurídicos, marcando responsabilidades y límites.

Actualmente, se ha revelado al abogado mixteco Hugo Aguilar Ortiz como presunto presidente del Supremo Tribunal de Justicia al obtener la mayor cantidad de votos para su designación como magistrado en la elección del 1º de junio de este año.

Antaño, cuando el entonces presidente de la república, Juan Álvarez nombró a Benito Pablo Juárez García como ministro de justicia (1855) se llevó al cabo dicha designación como lo ordenaba la Constitución: el presidente de la república tenía esa facultad.

Es hasta el 15 de junio de 1861 que don Benito asume la presidencia del Supremo Tribunal de Justicia que, entonces, significaba ser vicepresidente de la república.

Comonfort, presidente que fue destituido y que había encarcelado a Juárez por no “comulgar” con sus ideas conservadoras, dio paso a la primera presidencia de Benito Pablo Juárez García, pues ocupaba la presidencia del STJN. Surgen entonces las Leyes de Reforma y la guerra intestina que trajo a Maximiliano de Habsburgo como emperador.

A los 12, Juárez dejó Guelatao por Oaxaca, sin hablar español, pero su inteligencia brilló en el seminario de Santa Cruz, aprendiendo filosofía y latín. Estudió abogacía, se casó con Margarita Maza, tuvieron 12 hijos, la mayoría fallecidos.

Juárez fue regidor, diputado local, diputado federal y gobernador de Oaxaca. Santa Anna lo desterró a New Orleans; al caer Santa Anna, regresó para ocupar una magistratura en la SCJN.

La biografía de Juárez da para escribir una enciclopedia, pero esta parte sirve para entender que don Benito no era un ingenuo juez o magistrado. Aprendió a nadar entre tiburones de la política decimonónica que era feroz e implacable hacia los cambios, sobre todo los relativos a los fueros, posesiones e injerencias sociales de la Iglesia.

Como jurista fue parte de la creación de las Leyes de Reforma (independencia del Estado respecto a la Iglesia, ley sobre matrimonio civil, del Registro Civil, de Panteones y Cementerios y el paso de los bienes eclesiásticos a la nación); también promulgó la llamada Ley Juárez, que atendía a situaciones administrativas.

Las presidencias de Juárez son otros capítulos de su historia personal y de México.

¿Cómo entonces comparar la trayectoria de Benito Pablo Juárez García con la del flamante electo presidente del nuevo Supremo Tribunal de Justicia de la Nación, el mixteco Hugo Aguilar Ortiz?

Por cierto, “polvos de aquellos lodos”, Juárez no “masticaba” a Porfirio Díaz no sólo por ser enemigos políticos, sino por pertenecer a etnias oaxaqueñas diferentes: la zapoteca y la mixteca, respectivamente. Igual correspondía Porfirio Díaz Mori a su rival, al que intentó destituir mediante un golpe militar.

Según se ha dicho, la mayoría de los votos (cuatro millones 883 mil 3897) se dieron para Aguilar Ortiz por lo que será presidente de la SCJN dos años y será ministro 12 años. La presidencia será rotativa y, según los votos obtenidos la irán ocupando. los nuevos magistrados durarán en el cargo entre ocho y 12 años.

Los otros ministros serán: Lenia Batres; Yasmin Esquivel; Loretta Ortiz; Sara Irene Herrerías; María Estela Ríos González; Giovanni Figueroa Mejía; Arístides Guerrero e Irving Espinoza Betanza.

Como es lógico, los dimes y diretes en torno a la integración de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, han circulado profusamente. Se ha acusado a Aguilar Ortiz de ser un incondicional del expresidente Andrés Manuel López Obrador y, por consecuencia de la 4T.

Sobre la mayoría de los magistrados y magistradas pesa también la sombra de estar bajo la batuta del partido Morena, o lo que es lo mismo, del gobierno que encabeza la presidente Sheinbaum y que se extiende a las cámaras legislativas.

Los mexicanos (que votaron o no lo hicieron) estaremos a la expectativa para observar si en verdad se cumplen las expectativas en las que basaron la integración del nuevo Poder Judicial. Por lo pronto, será determinante la posición personal de cada uno de los ministros, en especial de quien habrá de presidir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto a la muy importante tarea que tendrán a su cargo desde sus magistraturas.

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Tendencias

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