OPINIÓN
Las advertencias no escuchadas del #MeToo

Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
Jalisco en el 2019, al igual que el resto del país, disimuló una considerable sacudida provocada por el movimiento #MeToo, mismo que creó una campaña de visualización del acoso y el abuso sexual en la sociedad, mediante redes sociales y denuncias públicas, el silencio se rompió, las acusaciones permitieron abrir una puerta y levantar la voz ante el acoso y el abuso que sufren miles de mujeres, no solo en el país, en las entidades federativas, sino a nivel mundial.
La argumentación sigue siendo válida, exponer a las personas que ejercen violencias especificas en contra de mujeres de todas las edades, apuntalados en diversos factores de superioridad frente a su víctima. Actualmente en Jalisco se vive un caso público de este tipo, incluso denunciado por el movimiento #MeToo, en el personaje de un Magistrado del Poder Judicial de Estado de Jalisco y reconocido académico de la Universidad de Guadalajara.
Aunque para algunos, las luchas feministas y de grupos vulnerables, tienen una base de política social, la realidad es que sí obtienen destapar la cloaca en la que sé dan infinidad de violaciones a los derechos humanos, abusos e impunidad, porque al exhibir realidades propias del tejido social, dejan expuestos graves y grandes problemáticas generales que nos mantienen en inseguridad extensiva.
El tema de los abusadores, acosadores y violadores de mujeres, niños y niñas en el país, es sin duda un obvio problema de salud mental, donde personas con trastornos de personalidad, son sujetos viviendo una realidad distinta en su cerebro, de la cual se desprende un exagerado sentido de poder, auto admiración y merecimiento personal, el cual en determinado momento de su desarrollo de vida, posicionamiento económico y trayectoria profesional, llegan a convertirse en auténticos depredadores sexuales y emocionales de las personas.
En este sentido, debemos cuestionarnos desde nuestro papel social sobre ¿qué hacemos al respecto? Contamos con gran cantidad de personajes que alimentan sus deficiencias culturales y mentales, mediante sus cargos públicos, políticos, empresariales y académicos, usando la admiración social como perfecta y oportuna fachada para abusar, acosar, discriminar y violentar todo tipo de ser humano. En algún momento del año 2019 fueron señalados una extensa cantidad de personas abusivas, manipuladoras y peligrosas por el Movimiento #MeToo, con muros de vergüenza, historias publicadas en las redes y señalamientos directos, pero hoy asumimos el claro ejemplo de que somos una sociedad permisiva e incrédula de los males de salud mental, aun y con que al Magistrado acusado de abuso y acoso contra una menor de 15, fue señalado en diversas ocasiones, el silencio y la indiferencia prevaleció, hasta que en Jalisco se le tuvo que observar en pleno y evidente acoso; no deberían ser cuestiones en las que un «hasta no ver, no creer» marquen diferencias en las acciones procedentes a casos de violencia.
Es un empático deber el cuidado y el respeto por nuestras niñas, niños, adolescentes y adultos jóvenes, en todas las esferas familiares, sociales, gubernamentales, jurisdiccionales y políticas, la lucha por el respeto a la dignidad humana de las personas, es forzosa no es opcional.
Somos una sociedad violenta y altamente depredadora, los trastornos mentales, las patologías psicológicas y la cultura del machismo, han generado extrema violencia en contra de grupos vulnerables, sabemos bien de asuntos expuestos públicamente terribles de abuso, acoso y feminicidio por un problema no focalizado de salud pública en materia mental
La discusión por los exámenes de confianza en el servicio público y en el jurisdiccional, convendría ampliarla y les corresponderían la evaluación del estado de salud mental, descartando a psicópatas, sociópatas y narcisistas, para sitios donde contarían con gran terreno para abusar y violentar personas.
En países como Estados Unidos de Norteamérica, Argentina, Chile y España, ya es abordada la profundidad el tema de los trastornos de personalidad y los daños que producen al no existir identificación y delimitación bajo condiciones de tratamiento psicológico o psiquiatra para los trastornos de personalidad, estudios científicos han demostrado y agregado a la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE) a través organización Mundial de la Salud (OMS) y el DSM-IV TR por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) sistemas clasificatorios establecidos y utilizados en el ámbito internacional, de los que sin duda podrían los especialistas aptos, determinar conductas extremadamente abusivas, manipuladoras y disociativas de la realidad que nos llevan a vivir, sufrir o conocer asuntos, cuyo contexto tiene de fondo un enfoque mental, sin embargo lo minimizamos constantemente, excusándolos en la descomposición social y la ignorancia.
Discutir y conocer de lo que dice la ciencia respecto de las conductas reiterativas y dañinas del ser humano, nos podría llevar a una lógica distinta que rompería el estigma del ¿por qué el abuso, la revictimización y la violencia?, analicemos darle un sentido distinto, abordando este problema de violencia generalizada desde el origen, para desarrollar efectivas herramientas sociales, adecuadas para no cruzarnos en la subsistencia de una persona que no respetará a ningún ser humano, su condición de salud mental no le permite y puede comprometer nuestro cuidado físico, emocional al punto de perder la vida. No obtendremos gobiernos, autoridades, líderes y causas justas, sin comprender que la empatía y la lógica humana compasiva, no se adquiere por convicción, debe ser parte de nuestra personalidad empática y producto de la salud mental de la que realmente gozamos.
JALISCO
¿Por qué sí un segundo piso en López Mateos?

– De Frente al Poder, por Óscar Ábrego
El pasado jueves 4 de septiembre, mi hija y yo salimos a las 5:50 a. m. rumbo a la universidad donde estudia, ubicada muy cerca de López Mateos sur —cuya distancia es de apenas 8 kilómetros entre ambos puntos—, y cuando al fin logramos llegar a la puerta, el reloj ya marcaba las 7:35 de la mañana.
Es decir, pasamos más de una hora con 45 minutos dentro del auto antes de que mi primogénita pudiera presentarse a su salón. No está de más comentar que toda la semana algunos maestros reportaron que un buen número de alumnos estaba ingresando a las aulas con retrasos que superaban los 30 minutos, eso a pesar de que salieron con bastante tiempo de sus hogares.
En las semanas recientes, en varios foros mediáticos y vecinales, he sostenido que la avenida López Meteos no puede verse únicamente como una vía de tránsito vehicular, se trata de una conexión estratégica que supera con mucho los criterios reduccionistas que pretenden encuadrarla solo en lo poblacional.
La López Mateos es clave para el desarrollo de Jalisco y la región.
Por ésta circula –entra y sale- un gran porcentaje de los insumos, suministros y materiales de todo tipo, que le inyectan vigor a la entidad.
Los colectivos, los autoproclamados expertos en la materia y los académicos, que insisten en que la construcción de un viaducto es impensable, tendrían que despojarse de sus paradigmas y abrirse a la posibilidad de empatizar con lo que padecemos a diario miles de familias, trabajadores, profesionistas y empresarios, que contribuimos al fortalecimiento económico y social de nuestro pujante Estado.
Basta con ver que las horas pico en López Mateos dejaron de existir. De ahí que ya es común que transcurran casi dos horas para llegar al Toks de la Minerva partiendo desde San Agustín.
Pensar en un segundo piso no tiene que escandalizar ni asustar a nadie, más si lo convertimos en un ejemplo nacional de modernidad y previsión.
Si yo fuera en este momento alcalde de Zapopan, municipio profundamente involucrado en el asunto, lanzaría sin miedo ni prejuicios la siguiente pregunta:
¿Cómo sí podemos construir un segundo piso, basado en un proyecto integral, que resuelva a largo plazo las necesidades sociales y las exigencias de todos los sectores interesados?
El gobernador Pablo Lemus acertó -en el marco de la instalación de la primera mesa técnica y ciudadana- para atender el tema del congestionamiento en la precitada ruta, cuando dijo:
“Tendrá que ser una solución integral. No es una solución única, no es nada más hacer esto o hacer aquello, es una serie de acciones que tenemos que tomar para mejorar la movilidad en toda la zona sur”.
De igual modo, tiene razón el alcalde Gerardo Quirino al sostener que «estamos de acuerdo en escuchar a las y los ciudadanos, y esto que escuchemos, se pueda iniciar a estudiar y tener una justificación técnica. A partir de ello, también una justificación económica. Es decir, mientras haya planteamientos que estén justificados social, económica y técnicamente, pues nosotros vamos a estar con toda la disposición”.
¿Por qué no pensar en opciones que además del levantamiento de un segundo piso con una amplia y diversa conectividad, contemplen la implementación urgente de transporte público masivo y escolar, así como la creación de infraestructura para el uso de bicicletas y caminos peatonales?
¿En verdad es tan complicado elaborar y acordar un plan con una visión de clase mundial?
¿De nuevo vamos a postergar las respuestas por dedicarle tanto tiempo a las preguntas?
En la democracia también existe el sentido de urgencia, y en este caso resulta apremiante encontrar el remedio.
Para ello, estoy seguro de que contamos con las mentes brillantes necesarias y el capital requerido (si no, háblenle a Carlos Slim) para resolver esta ecuación de múltiples y complejas variables.
Así pues, ¿por qué sí construir un segundo piso en López Mateos como parte de una propuesta completa?
Porque esta avenida, a quienes hacemos vida en la zona sur de la ciudad, nos está robando tiempo, salud y dicha.
@DeFrentealPoder
*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, activista social, escritor y analista político.
JALISCO
Segundo piso en López Mateos: ¿Negocio a la vista o solución al caos vial?

– Opinión, por Gerardo Rico
Desde un segundo piso hasta una vía subterránea, pasando por la ampliación de carriles, pistas para bicicletas y la mejora al transporte urbano. De todo se vale opinar en torno a la caótica movilidad vial de la avenida López Mateos. Lo que no se hizo durante años se busca hacerlo en los próximos meses.
Cuando ya existen infinidad de estudios sobre el tema por parte de las universidades pública y privadas de la ciudad en torno al tema, análisis y datos duros, hasta encuestas entre vecinos y comerciantes de la zona que se oponen a un segundo piso, las autoridades estatales se empeñan en realizar cuando menos cinco mesas de trabajo para volver a hablar del mismo tema.
Hace unas semanas leí un encabezado del diario Mural: “Urge IP segundo piso en López Mateos; Quirino no lo descarta”. Apenas hace unos días el diario El Informador: “Apoyan vecinos y empresarios segundo piso en L. Mateos”; una más de El Informador: “Gana fuerza propuesta de segundo piso en López Mateos conformarán cinco mesas especializadas para elegir obras”. Incluso ya surgieron vecinos de fraccionamientos residenciales localizados a lo largo del corredor López Mateos que se pronuncian a favor de un segundo piso.
¿Quienes están interesados en la construcción de un segundo piso en la multicitada vialidad?, ¿Se podrían utilizar las mesas de trabajo convocadas por el gobierno del Estado, solo para justificar la construcción de un segundo piso? Estas y otras preguntas han surgido entre investigadores, académicos y quienes analizan y realizan estudios en torno a la movilidad de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).
Un segundo piso en López Mateos aliviaría temporalmente el tráfico en Guadalajara, pero expertos del ITESO cuestionan su eficacia estructural frente a un costo de 20-50 millones por kilómetro
Luego de la mesa de trabajo efectuada el 4 de septiembre en un hotel del sur de la ciudad y con la asistencia del gobernador Pablo Lemus —donde se reiteró lo dicho y vuelto a decir en los últimos años sobre este tema—, el ITESO emitió un comunicado y así lo encabezó: “Un segundo piso en López Mateos sería solo un alivio temporal”.
“La propuesta de construir un segundo piso en la avenida Adolfo López Mateos para aliviar la congestión vial ha reavivado un debate que lleva más de 17 años sin resolverse en el Área Metropolitana de Guadalajara. Con un costo estimado de entre 20 y 50 millones de pesos por kilómetro y la promesa de desahogar el tráfico de 150 mil conductores diarios, el proyecto divide opiniones entre quienes lo ven como una solución necesaria y los expertos que advierten sobre sus limitaciones estructurales.
Desde la academia, la perspectiva es clara: las soluciones basadas únicamente en ampliar la infraestructura vial han demostrado ser ineficaces a largo plazo. La experiencia internacional y los antecedentes locales -como los túneles construidos entre 2001 y 2006— evidencian que estas obras, si bien ofrecen alivio temporal, termina saturándose debido al fenómeno conocido como demanda inducida, en el que la nueva capacidad vial genera más tráfico hasta alcanzar nuevamente el punto de saturación”.
Hace unas semanas escribí en este espacio cómo a nivel local se empeñan en descubrir el hilo negro de los segundo pisos, cuando en la Ciudad de México y en Monterrey, Nuevo León, ha sido rebasada esta infraestructura. De acuerdo a las experiencias en la capital del país se aumentaron los niveles de contaminación, al inducir el uso del automóvil y el tráfico emporó la contaminación atmosférica y acústica.
No resolvieron la congestión vial y en lugar de solucionarla generó más tráfico al inducir el uso del automóvil especialmente en zonas sin transporte público eficiente. Afectaron el paisaje urbano y la calidad de vida: Alteraron la estética de la ciudad al generar más tráfico y afectaron la calidad de vida de los habitantes, que sufren más contaminación.
Estudios de la UNAM confirmaron que con la construcción de los segundos pisos se impactó en la salud: Pues la mayor concentración de contaminantes afectó la calidad de vida de personas con asma o alergias, y se generaron otros problemas respiratorios. Se construyeron con recursos públicos que pudieron destinarse a otras necesidades sociales, como escuelas o hospitales, y su uso implicó un costo adicional para los automovilistas.
Al ser vialidades de cuota, se conviertieron en una infraestructura para la élite motorizada, exacerbando la brecha entre los que pueden y no pueden pagar por ellas y la construcción de nuevas vialidades elevadas, nunca garantizó la disminución de la congestión, ya que muchas personas optaron por ellas en lugar de usar el transporte público de mala calidad, generando así más tráfico.
Lo cierto es que en la parte oficial nadie atina a definir una propuesta congruente con las necesidades viales de dicha avenida -a pesar que hay funcionarios en activo de la anterior administración estatal que disponen de un sinnúmero de estudios-; se ha comenzado a especular el interés de un segundo piso en López Mateos con un objetivo de negocio para empresarios locales de diversos ramos. En los siguientes meses obervaremos cómo se desarrollan las mesas de análisis y sobre todo la “novedad” de las conclusiones.
Y como ya lo escribí hace unas semanas: Entre la deficiente planeación urbana, los nuevos cotos habitacionales edificados a lo largo de la avenida López Mateos, el proceso de gentrificación con enormes edificios, la mala planificación vial, el nuevo fenómeno de miles de motocilistas y el deficiente transporte urbano, apenas están descubriendo el hilo negro de los segundos pisos.
MUNDO
El dilema mexicano: Entre Caracas, Pekín y Washington

– Opinión, por Miguel Anaya
México tiene la mala costumbre de creer que los conflictos internacionales son películas que se ven desde la butaca, con palomitas en mano y distancia segura. Pero lo que hoy ocurre en el Caribe, con barcos estadounidenses hundiendo lanchas venezolanas y un Nicolás Maduro agitando la bandera de resistencia, no es un espectáculo ajeno: es una tormenta que, tarde o temprano, alcanzará nuestras costas.
La posible intervención de Estados Unidos en Venezuela —sea directa o disfrazada de “operativo contra el narcotráfico”— nos recuerda varias cosas incómodas. La primera: que Washington sigue viendo a América como su jardín trasero, y que cuando la Casa Blanca mueve barcos y marines hacia el sur, México queda automáticamente dentro del perímetro de seguridad. No se nos pregunta si queremos, se nos asume dentro del esquema.
La segunda: que cada bomba que caiga en el Caribe traerá repercusiones en nuestras fronteras. No se necesita ser un experto en migración para imaginar lo que significaría una oleada de venezolanos huyendo de un conflicto bélico. Ya con los flujos actuales, el Estado mexicano colapsa en recursos y paciencia social; con una guerra en Sudamérica, el caos migratorio se multiplicaría. Y, como siempre, la presión no llegaría solo de los migrantes, sino de Estados Unidos exigiendo que México sea muro, policía y albergue al mismo tiempo.
El aspecto económico tampoco es menor. Si Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, se incendia, el mercado energético se agita. Podría ser una oportunidad para que México venda más crudo, pero también un riesgo de volatilidad y chantaje. Estados Unidos exigiría “solidaridad energética” a cambio de no apretarnos más en otros frentes. Y mientras tanto, China, Rusia y Corea del Norte —muy juntos, muy sonrientes en el reciente desfile de Pekín— lanzarían el mensaje de que existe un bloque alternativo para quienes no se sometan al viejo orden. Un coqueteo tentador, pero peligroso, porque México no puede darse el lujo de enemistarse con su principal socio comercial y cultural.
¿Y qué papel debe jugar la presidenta Sheinbaum? Aquí es donde la película se vuelve mexicana. Sheinbaum no puede limitarse al guion tradicional de “neutralidad” y “no intervención”, fórmulas diplomáticas que sirven en conferencias de prensa, pero no en medio de una crisis migratoria, militar y energética.
México debe anticiparse: diseñar políticas de contención migratoria con dignidad y sin colapso; blindar su economía para resistir turbulencias externas; y, sobre todo, plantear una estrategia clara frente a Washington. Porque la historia nos dice que, cuando el imperio se pone nervioso, México no es invitado a opinar: es arrastrado.
El dilema es cruel, pero inevitable: si nos alineamos ciegamente con Estados Unidos, perdemos margen de soberanía; si coqueteamos demasiado con Pekín y Moscú, arriesgamos represalias inmediatas. Lo que no podemos hacer es fingir que nada pasa. Porque cuando los cañones apuntan hacia el sur y las banderas ondean en Pekín, lo que está en juego no es la geopolítica abstracta, sino nuestra seguridad, nuestras fronteras y nuestra estabilidad interna. Una situación geopolítica muy complicada que deberá resolverse.
En suma, México no tiene opción de hacerse el distraído: lo que se juega en el Caribe no es un pleito lejano entre Maduro y Trump, sino un recordatorio brutal de que la geopolítica siempre cobra factura. El estado mexicano deberá decidir si quiere ser jugador con estrategia o simple ficha movida por inercia.
Y aunque la tentación nacional sea encogerse de hombros y decir “eso es problema de ellos”, lo cierto es que cuando los cañones rugen en el sur, los migrantes caminan hacia el norte y entre tanto, el centro tiembla. Lo irónico es que México siempre quiso ser neutral; lo triste es que, en este tablero, la neutralidad es el nombre elegante de la indefensión.