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MUNDO

Las evidencias lo desmienten…George Soros niega que financie disturbios en Estados Unidos

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Por Alfredo Jalife-Rahme // 

Nada menos que Rudolf Giuliani, exalcalde de Nueva York, quien posee los secretos de la autoría del 11/9 del 2001, hoy abogado privado de Trump, a quien aconsejó cómo sortear su defenestración (impeachment), señaló sin tapujos al megaespeculador George Soros de financiar los disturbios terroristas en EEUU promovidos por Antifa y Black Life Matters (BLM).

En forma inusitada, Michael Vachon, portavoz de Open Society Foundations de George Soros, negó las imputaciones: «Facebook, Twitter y otras plataformas de las redes sociales están siendo usadas para difundir la ahora familiar y la totalmente desacreditada teoría de conspiración de que George Soros y las fundaciones Open Society Foundations pagan a la gente por protestar, en este caso por el asesinato de George Floyd. Estamos horrorizados por este intento de deslegitimar la genuina efusión de furia y preocupación de la gente en EEUU y en todo el mundo».

La declaración de Open Society clama «aborrecer la violencia de cualquier género y no permitiremos actos destructivos de unos cuantos para distraernos del trabajo crucial de juntarnos y forjar un mejor futuro para todos en nuestros barrios».

Luego el israelí / húngaro / británico / estadunidense Soros, exclamó ultrajado que «quienes protestan por la muerte del señor George Floyd y la brutalidad policiaca de todo el país lo hacen por una profunda y verdadera preocupación para su país, no lo hacen por un pago de estas fundaciones o cualquier otra, como algunos cínicos exclaman. Tales afirmaciones son falsas, ofensivas y hacen un mal servicio a los cimientos de nuestra democracia, como consagrado en la Primera Enmienda».

En forma sarcástica, Tyler Durden, del portal Zero Hedge, comenta el «montón de ladrillos misteriosos» descubiertos en las principales ciudades donde cunden las protestas y coloca un video comprometedor.

Será el sereno, pero, independientemente de la legitimidad de las impactantes protestas en alrededor de 40 ciudades de EEUU —en su mayoría, curiosamente, gobernadas por los Demócratas—, el grupo BLM recibe más de la tercera parte de su financiamiento de parte de George Soros.

Sea lo que fuere, Farhad Manjoo exulta en The New York Times —rotativo cercano a Soros y a los Clinton— que «BLM está ganando», lo cual es totalmente cierto en los Estados y ciudades gobernadas por los Demócratas en un país totalmente desgarrado entre sus globalistas y sus nacionalistas supremacistas blancos, anglosajones y protestantes (WASP, por sus siglas en inglés).

Incluso, llama la atención que el mismo Partido Demócrata, en un memorándum filtrado en 2015, había advertido a sus legisladores de «no ofrecer apoyo» a los radicales del BLM.

Hoy la globalista Nancy Pelosi, después de su fallido impeachment, empapada por su desbordado rencor para impedir la reelección de Trump, ha llegado hasta el acto ritualista de contrición mediante el kneeling,(hincamiento de rodilla) que inició como protesta antirracista contra los afro el jugador de futbol americano Colin Kaepernick.

Dejando de lado la proclamación de la «zona autónoma de Seattle» -coincidentemente centro matricial de dos gigantes high tech del Silicon Valley: Microsoft de Bill Gates y Amazon de Jeff Bezos, ambos enemigos acérrimos de Trump-, el triunfo, al corte de caja de hoy, del movimiento BLM ha llegado a contagiar hasta al sicalíptico oportunista Jamie Dimon, mandamás del banco globalista JP Morgan, quien operó el ritual del arrodillado (kneeling) frente a la bóveda inexpugnable de su mega-banco que ha sido uno de los principales promotores de la desigualdad local / regional / global.

En forma destacada, dos ex primer ministros del Partido Laborista que formaron parte de la izquierda travesti y fueron conspicuos adictos de la globalización financierista, Gordon Brown, a quien le tocó la grave crisis financiera de 2008, y el más locuaz Tony Blair han externado obscenamente, en medio del desarrollo de la pandemia de COVID-19, su reclamo por un Gobierno mundial del que saldrían beneficiadas el Reino Unido, hoy en plena decadencia, y La City, su corazón financierista, mediante el cual, a la par de Wall Street, cogobernó al planeta con su ya caduco modelo globalista que hasta The Economist, propiedad de los banqueros esclavistas Rothschild y principal vocero mundial de su disfuncional modelo, ha aceptado su defunción

Gordon Brown «urgió a los líderes mundiales de crear en forma temporaria un gobierno global para lidiar con las crisis gemelas médica y económica causadas por la pandemia de COVID-19», según Larry Elliot, editor de economía del rotativo The Guardian, vinculado a George Soros.

A Gordon Brown le tocó lidiar con la grave crisis financiera de 2008 y estuvo a la cabeza del estéril G20, que, 12 años más tarde, ha exhibido su inoperancia como quedó manifiesto en su reciente reunión virtual.

La agenda británica del Partido Laborista ha regresado a sus orígenes primigenios con el arribo de Jeremy Corbyn —un político más auténtico y menos financierista que Brown y Blair—, cuyo hermano acaba de señalar a Bill Gates, anterior mandamás de Microsoft y al mismo Soros de haber provocado la pandemia para aplicar su agenda globalista.

Curiosamente, la dicotomía que he planteado de globalistas, a la baja, y nacionalistas, a la alza, en mi más reciente libro, ha sido retomada por el ex primer ministro británico Tony Blair, quien divide al mundo entre globalizadores y no globalizadores y evita así pronunciar el término seductor de los nacionalistas británicos en la fase del Brexit, por quienes profesa un gran desprecio.

El infatuado Tony Blair, quien junto a Baby Bush invadió y despedazó a Irak, ahora dice preocuparse por la salud global flagelada por COVID-19.

Blair arremete contra el Consejo de Seguridad de la ONU por «no ser realmente representativa del mundo de hoy» y propone los oficios de su Institute for Global Change que también es nombrado en forma narcisista como Tony Blair Institute, que fundó en 2016.

En forma sorprendente, Tony Blair confesó que su think tank globalista no lucrativo se encuentra «incrustado en los gobiernos de todo el mundo», incluso asesorando al Gobierno chino sobre la pandemia de COVID-19.

Suena perturbadora tal incrustación trasnacional desde Londres por un exprimer globalista, que horada sin contemplación alguna la soberanía de los países.

El Tony Blair Institute y/o Institute for Global Change aboga a los gobiernos que aconseja adoptar en forma dramática «una mayor vigilancia tecnológica» cuyo «precio vale la pena pagar». 

¿Transmuta el globalista Tony Blair la hoy fracasada globalización financierista por el espionaje globalista a cargo de la dupla Rothschild / Soros?

Todavía los globalistas poseen una poderosa maquinaria totalitaria de propaganda con la que ha cogobernado y desinformado desde el colapso de la URSS en 1991, sin una disuasiva contraparte informativa de corte no globalizador.

Cada vez que el grupo de George Soros es evidenciado in fraganti, su defensa se confina a blindarse con las vacuas palabras teorías de la conspiración.

El problema con George Soros es que confiesa carecer de moral y solo opera de acuerdo con los intereses pecuniarios de los mercados sin importarle los daños colaterales a los seres humanos. 

¡El canibalismo financierista globalista a lo que da!

EEUU, al borde de una segunda guerra civil, necesita restañar sus heridas y aplicar profundas reformas para paliar su omnímoda desigualdad vertical. Pero ni George Soros ni su gobierno mundial son los indicados.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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JALISCO

Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

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– Por Mario Ávila

El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.

Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.

Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.

Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.

Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.

La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.

Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

LAS CINCO PRINCIPALES:

Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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