MUNDO
Las lecciones de Grupo Wagner
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
Las noticias internacionales de los últimos días, fueron acaparadas por el ahora muy conocido grupo Wagner. Este fue identificado por primera vez en 2014 cuando respaldaba a las fuerzas separatistas prorrusas en Ucrania.
Hasta ese momento, se había mantenido como una organización secreta que operaba principalmente en África y Medio Oriente, se cree que contaba con alrededor de 5,000 soldados, en su mayoría veteranos de los grupos de élite de las fuerzas armadas rusas.
El líder visible de la organización es Yevgueni Prigozhin, un millonario ruso con una historia que llama mucho la atención, pues pasó de vender hot dogs en la calle a convertirse en uno de los hombres de mayor confianza del presidente Vladimir Putin.
A finales de los 90, Prigozhin comenzó a crecer en el negocio gastronómico, abrió algunos restaurantes y servicios de catering; posteriormente, se volvió el principal accionista de la compañía más grande de tiendas de comestibles de San Petersburgo y así se convirtió en uno de los empresarios más importantes de Rusia. A sus restaurantes comenzó a acudir Vladimir Putin, de esta manera se fue acercando al presidente.
Entre el 2000 y 2010, ganó diversos contratos estatales y en 2012 obtuvo la licitación para ser el principal proveedor de comida del ejército ruso, esto lo llevó a ganarse el apodo del “chef de Putin”. Se cree que desde entonces ya había comenzado a operar el llamado grupo Wagner.
En 2014, durante la guerra del Dombás -antecedente de la guerra que hoy se vive entre Ucrania y Rusia- salió a la luz la organización paramilitar; un grupo armado privado, con el propósito de asistir al ejército ruso y que contaba con libertad para llevar acciones mercenarias sin restricciones.
En los últimos meses, las tensiones han crecido con Putin. Prigozhin empezó a cuestionar los motivos y la eficacia de la invasión en Ucrania, también cuestionó los motivos que llevaron a la guerra, misma a la que calificó de ser un «chanchullo» para enriquecer a las mafias de Rusia. Posterior a estas declaraciones, tropas rusas atacaron un campamento de Wagner.
Por esa razón -y seguramente por muchas otras que desconocemos- el grupo Wagner decidió alzarse contra Vladimir Putin y anunció que sus tropas iban a eliminar «el mal que ha provocado la cúpula militar» de Rusia. Evidentemente, la reacción del presidente no se hizo esperar y mencionó que todos aquellos traidores a Rusia, recibirán su merecido con acciones contundentes.
Actualmente, se calcula que el Grupo Wagner tiene más de 100,000 efectivos en todo el mundo. En enero de este año el Ministerio de Defensa de Reino Unido declaró: «Es casi seguro que Wagner comanda ahora 50,000 combatientes en Ucrania y se ha convertido en un componente clave de la invasión.» Apenas el sábado pasado, líderes militares británicos declararon que el Estado ruso se encontraba ante el mayor desafío militar de la época reciente.
Los hechos acontecidos en Rusia, muestran muchas lecciones. Cuando el estado permite el crecimiento de grupos armados ya sea por acción u omisión, la estabilidad del país que resguarda se pone en riego. Es ilógico pensar que cualquier grupo que tenga el control de las armas y de algunos territorios dentro una nación no aspire a abarcar más. Hacer acuerdos con delincuentes pasará factura tarde o temprano.
Los vacíos de poder no existen, los llenan otros. Cuando hay ausencia de estado en algún territorio, este pasará a ser controlado por caciques, organizaciones delictivas o grupos de poder de facto, el no prestar atención a estos fenómenos o no atenderlos de manera oportuna hará que más temprano que tarde explote un conflicto armado.
Con sus reservas y sus debidas diferencias, México ha vivido y está viviendo fenómenos similares. Los gobiernos de distintos colores han permitido que se nutran organizaciones ajenas al estado, estas controlan cada día mayor cantidad de territorios y realizan las principales labores correspondientes al estado: el control de la seguridad y el cobro de impuestos.
Lo acontecido en Rusia, es un ejemplo de lo que puede vivir nuestro país. Cómo dice el dicho y el licenciado Jasso: cría cuervos y te sacarán los ojos.
