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OPINIÓN

Las redes sociales y los nuevos retos políticos: Aumentan los problemas de salud mental y conductual

Publicado

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Opinión, por Armando Morquecho Camacho //

«Nada extraordinario llega a la vida de los mortales, sin alguna maldición».

SÓFOCLES

Tal y como lo mencioné la semana pasada, las redes sociales no solo están cambiando el mundo, en términos positivos, también, lo están cambiando en términos lamentables. Sin embargo, nos guste o no nos guste, las redes sociales y las tecnologías de la información, llegaron para quedarse, y nosotros no tenemos de otra más que adaptarnos legislativa y socialmente a los cambios que estos medios de comunicación e interacción seguirán generando en nuestras vidas.

Una de las principales afectaciones que las redes sociales tienen en la vida de sus usuarios, son los daños de carácter psicológico, que de una manera casi imperceptible, afectan a miles de personas, en especial a los más jóvenes.

DEPRESIÓN Y ANSIEDAD

Según Jonathan Haidt, psicólogo social y autor del libro ‘»The Righteous Mind: why good people are divided by politics and religion,’’ La depresión y la ansiedad han aumentado a gran escala en adolescentes, y esto empezó justo entre 2011 y 2013. Según el profesor de Liderazgo Ético de la Universidad de Nueva York, un total de 100,000 mujeres adolescentes son hospitalizadas cada año por heridas autoinflingidas e intentos de suicidios.

En las adolescentes mayores, esta estadística subió en un 62%, mientras que en las preadolescentes, ha subido en un 189%. Casi el triple.

Pero las cifras expuestas por Jonathan, se ponen aun peor, ya que el mismo patrón se presenta con los suicidios. En las adolescentes de 15 a 19 años, el número aumentó en un 70% en comparación con la primera década de éste siglo. Mientras que las preadolescentes, que empezaron con tasas muy bajas, la cifra aumentó en un 151% y este patrón apunta directamente a la influencia que tienen las redes sociales en la vida diaria de millones de jóvenes.

Facebook, Twitter, Instagram, Youtube y ahora, Tik Tok, no solo son centros de interacción, también se han convertido en centros de reconocimiento y de rechazo social, en los que cada like representa aprobación.

Hoy en día todo lo que haces en línea es registrado y analizado. Cada acción que tú realizas es monitoreada y estudiada cuidadosamente; desde qué imagen y video te detienes a ver, hasta la cantidad de tiempo que inviertes viéndolos.

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La inteligencia artificial que rodea a todas a estas redes sociales ha crecido sin control y su capacidad de almacenar datos, perfiles, así como su capacidad para estudiarlos ha evolucionado de tal manera, que ya no está sometida al control humano.

Tan es así, que por más difícil que resulte creerlo, actualmente una computadora en Silicon Valley es capaz de saber cuándo nos sentimos solos, deprimidos o si somos introvertidos o extrovertidos, y en base a eso, darnos contenido en nuestras redes sociales, según perciben nuestro estado de ánimo o nuestra personalidad.

Es por ello, que el desarrollo tan grande que han tenido las redes sociales en el mundo demuestra que son manejadas no solo por ingenieros, sino también por expertos en psicología persuasiva, que poco a poco, han sido capaces de modificar la conducta social de las personas, creando un hábito adictivo.

Y en este tema, quienes resultan más afectados son los jóvenes, en especial aquellos que forman parte de la famosa Generación Z, quienes desde muy temprana edad han tenido acceso a las redes, construyendo así una generación cada vez más irritable, inconforme, frágil, subversiva y con altos niveles de ansiedad y depresión, lo que ha llevado a lo anteriormente expuesto: un aumento en los problemas de salud mental y conductual.

LAS BONDADES DE LAS REDES SOCIALES

Cuando hablamos de las redes sociales, sería injusto no hablar de todas las bondades y de todo lo positivo que han dado. Gracias a ellas, hay personas que pueden reencontrarse con sus amigos de la infancia e incluso, con sus propios familiares. Desgraciadamente, esto es solo una cara de la moneda y nuestro sistema, nuestra legislación y nosotros como individuos, hemos descuidado la otra cara. Hemos pasado de la era de la información, a la era de la desinformación. La distorsión de la realidad y la constante búsqueda de aceptación digital y de seguidores, se ha convertido en el negocio de miles de millones de industrias.

No me cansaré de aprovechar este medio para recordar que vivimos tiempos sumamente difíciles y que por ello, necesitamos activistas, políticos y profesionistas que estén a la altura de todos estos retos y fenómenos que enfrentemos para así proponer y construir soluciones para todos y cada uno de los problemas generados por la modernidad.

Hoy, millones de jóvenes buscan aceptación en todas y cada una de las redes sociales, ya sea a través de una foto, de un meme o un video; las nuevas generaciones comienzan a medir el éxito, la felicidad y la plenitud en likes y seguidores. Si no tienes likes no eres bien visto o aceptado, si no tienes seguidores no encajas y no eres exitoso, y por lo tanto no eres aceptado dentro de la comunidad digital, por lo tanto, estás lejos ser pleno y sobre todo, estás lejos de tener una identidad.

Esto está desencadenando muchos problemas sociales, pero sobre todo, está desencadenando grandes problemas en la salud mental y conductual en los jóvenes. La situación de relativo aislamiento generada por el COVID-19, más el excesivo uso de redes sociales (el cual ha aumentado en esta pandemia) expone a los usuarios a un mundo lleno de publicidad creada especialmente para todos y cada uno de nosotros, publicidad que alimenta nuestros miedos, nuestras inseguridades.

CUANDO LA PRIVACIDAD SE PERDIÓ

Pero no solo es la publicidad, los jóvenes también están expuestos a un mundo donde la privacidad no existe y carece de sentido, un mundo en el que el odio se manifiesta con agresiones basadas en la apariencia física, con memes y hasta con fotos y videos que exponen la intimidad de las personas. Gracias a las redes sociales, los abusos y el bullying, ya no conocen fronteras.

Regular las redes sociales es todo un reto, no solo por el trabajo técnico que esto implica, sino porque a diferencia de nosotros, las redes sociales están en constante evolución y probablemente su sistema no será igual en seis meses, pero esto no implica que no podamos hacer algo para mitigar sus efectos.

La realidad que enfrentamos y el mundo en constante cambio en el que vivimos nos obligan a comenzar a construir nuevos proyectos y a repensar nuestros sistemas, en especial el de salud, por ello, hoy tenemos que apuntar por un verdadero sistema de salud integral.

Ya sea una cuestión cultural o una cuestión de nuestro sistema de salud, la solución para ambos rubros se puede construir desde la administración pública invirtiendo más recursos en campañas de concientización dirigidas a padres e hijos, campañas en centros educativos cuya finalidad sea explicar qué son los trastornos de salud mental y conductual y qué implican estos. De la misma manera, se tiene que invertir para mejorar y ampliar la atención que brindan nuestros sistemas de salud.

Allá afuera hay miles de jóvenes que forman parte de una generación digital que se siente sistemáticamente olvidada y que no volteamos a ver. Los jóvenes, se sienten deprimidos y ansiosos. Tal vez esto es así porque nos negamos a creer que esto no es un problema real y creemos que solamente ‘’es una etapa’’ o tal vez es porque no sabemos cómo hacerle frente a este problema. Sea como sea, el problema está, seguirá y crecerá.

Así que si su partido político de cabecera solo plantea proyectos de rencor encaminados a señalar lo malo para así sacar a los que están ahora, pero no plantea propuestas que planteen soluciones a una gran cantidad de problemas sociales que enfrentamos, yo le recomiendo voltear a ver a otro lado.

Es momento de legislar y construir proyectos políticos que volteen a ver a todos esos ciudadanos que navegan en las redes. Es momento de incluir a las nuevas generaciones en la planeación de políticas públicas encaminadas no solo a solucionar los problemas generados por la modernidad, sino también, a reivindicar y atender al yo interno que existe dentro de todos los ciudadanos. La psicología nunca ha sido tan importante como lo es ahora.

Tenemos que tener presente, que tal y como lo señala Francis Fukuyama, la felicidad de los individuos depende de su autoestima, y esta es subproducto del reconocimiento público. Los gobiernos pueden otorgar facilmente reconocimiento púbico en la forma en que se dirigen y tratan a sus ciudadanos, por eso, las sociedades modernas tienen la responsabilidad de elevar la autoestima de todos y cada uno de los ciudadanos.

Esta columna se la quiero dedicar a mi hermana, quien lleva 15 años luchando con un trastorno límite de la personalidad y a quienes como ella, llevan años luchando en silencio y en contra de todos los prejuicios sociales, con un problema que continúa creciendo y afectando a la sociedad en todos los sentidos. Ellos, también son héroes sin capa.

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