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JALISCO

Las traiciones dentro de Morena: La derrota de Claudia Delgadillo

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En el teatro de la política jalisciense, la campaña de Claudia Delgadillo ha emergido como una pieza tragicómica de proporciones shakespearianas. A la candidata de Morena y la coalición «Sigamos Haciendo Historia» le dejaron caer sobre el escenario una bomba vía medios de comunicación a 48 horas antes de acabar la campaña electoral, se trató de un supuesto acuerdo entre concesionarios de transporte público y Salvador Caro como coordinador metropolitano de la campaña de Claudia Delgadillo, donde se prometía elevar la tarifa del transporte público, mediante un incremento de 2.50 pesos elevando el costo del pasaje a la vertiginosa suma de 12 pesos. La reacción de los opositores no se hizo esperar.

Así fue como en el cierre de campaña, Claudia Delgadillo se vio forzada a desmentir con vehemencia lo que calificó de falacias difundidas por sus contrincantes. “No habrá aumento”, clamó, insistiendo en que sus adversarios habían tejido un manto de mentiras para socavar su credibilidad. La realidad, sin embargo, fue que el daño estaba hecho. La narrativa de un aumento tarifario se había implantado como una semilla de discordia en el suelo fértil de la opinión pública.

Y es que, la operación en medios de comunicación se hizo a niveles altos, y varios medios de comunicación actuaron acomodando un comunicado de prensa que supuestamente salió del mismísimo equipo morenista de la candidata a gobernadora, para lo que incluso, usaron nombres de reporteros sin su consentimiento.

El debate que siguió fue tan vigoroso como predecible. Sectores diversos alzaron la voz, preocupados por el impacto económico y social que un aumento en la tarifa del transporte podría infligir sobre los ciudadanos de a pie. En un estado donde la economía informal y los salarios precarios son una realidad omnipresente, cada peso cuenta, y la supuesta propuesta de Delgadillo se percibió como una puñalada trapera a la ya sufrida clase trabajadora.

El adecuado uso del supuesto acuerdo al alza del transporte público fue magistralmente utilizado por los candidatos de Movimiento Ciudadano, todos se subieron al tema y atacaron a Claudia Delgadillo dando por cierto un acuerdo que de ninguna forma se sostenía, pero, que magistralmente se comunicaba. Incluso, Pablo Lemus recitó en diferentes medios de comunicación un guion de menos de un minuto donde arremetía en contra de Claudia Delgadillo, Morena, los transportistas, Salvador Caro, y habló hasta de un supuesto uso de dinero metido a la campaña por la gubernatura de Morena vía transportistas… Hasta pareciera que todo se había armado en beneficio de Pablo Lemus… 

Internamente, la campaña de Delgadillo aumentó la temperatura de su infierno propio. En las entrañas de Morena, la resistencia a su candidatura aumentó de forma palpable. Militantes descontentos, con rencores añejos y agendas propias, complicaron aun más el panorama para Claudia Delgadillo y su equipo, quienes navegaron casi 24 horas en un mar agitado, tratando de mantener el rumbo mientras sus propias filas le disparan por la espalda.

El siguiente cañonazo mediático a la campaña de Claudia Delgadillo la sacudiría por medio de un escándalo digno de los más oscuros pasajes de la historia política mexicana. Un video que la muestra en una fiesta privada con el famoso músico Santa Fe Klan, subido como transmisión en vivo por su coordinador metropolitano de la campaña: Salvador Caro… Si, otra vez… Salvador Caro.

La saga comenzó durante el cierre de campaña de Delgadillo, un evento que prometía la presencia de Santa Fe Klan y Gabito Ballesteros. Lo que debía ser un concierto gratuito para el público se convirtió en una celebración privada debido a las inclemencias del tiempo. Pero la lluvia no pudo apagar la chispa de indignación que se encendió en las redes sociales, donde los videos del evento se viralizaron con una rapidez fulminante.

La reacción pública fue inmediata y feroz. Ciudadanos y usuarios de redes sociales se sintieron ultrajados al ver a una candidata, que enarbola los valores de austeridad de Morena, festejando en un ambiente privado y exclusivo. La percepción de incongruencia entre el discurso de Delgadillo y sus acciones golpeó con fuerza, minando la confianza de muchos de sus seguidores.

En un intento desesperado por mitigar el daño, el Museo Cabañas, lugar donde se realizó la fiesta, emitió un comunicado deslindándose completamente del evento. Esta declaración no hizo más que echar leña al fuego de la controversia, subrayando la falta de transparencia y aumentando las críticas hacia Delgadillo. 

Pero el golpe más duro vino de dentro de su propio equipo. Salvador Caro, coordinador de campaña, anunció el término de su trabajo en la campaña de Claudia Delgadillo, un movimiento que fue interpretado como un intento de distanciarse del escándalo y proteger su propia reputación. La dimisión de Caro no solo evidenció las grietas internas de la campaña de la Delgadillo, sino que también acentuó la percepción de un barco que se hunde bajo el peso de su propia torpeza.

Así pues, la propuesta de aumentar la tarifa del transporte público ha sido usada por los adversarios de Claudia Delgadillo como un ariete, intentando derribar su credibilidad a golpes de crítica y duda. Delgadillo, por su parte, ha batallado por desmentir, aclarar y mantener el apoyo de su base. En esta pugna, la controversia ha servido como un reflector, iluminando las divisiones internas y los obstáculos que la separan de la gubernatura de Jalisco.

En el campo de batalla político, donde cada error es amplificado y cada debilidad es explotada sin piedad, la controversia de la fiesta privada ha sido utilizada por los adversarios de Delgadillo para cuestionar su integridad y coherencia. La narrativa de una candidata que predica austeridad, pero practica opulencia ha resonado con fuerza, erosionando la credibilidad de su mensaje de campaña.

En este drama político, donde las lealtades cambian y las traiciones son moneda corriente, Claudia Delgadillo se encuentra en la encrucijada. Su capacidad para sortear la tormenta que ella misma, en parte, ha desatado, será la medida de su aceptación o rechazo en las urnas.

La campaña de Claudia Delgadillo, que ya navegaba en aguas turbulentas, enfrentó al final una tormenta de proporciones devastadoras. La fiesta privada con Santa Fe Klan se convirtió en un símbolo de la discordancia entre sus palabras y sus acciones, un recordatorio constante de las promesas rotas y la confianza traicionada. En el implacable juego de la política, donde las percepciones son tan importantes como las realidades, este escándalo pudo haber sido el golpe final que puso fin a sus aspiraciones de gobernar Jalisco.

En X @DEPACHECOS 

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