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OPINIÓN

Litio, los otros datos

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

En México parece que los gobiernos inventan el país cada seis años, cada uno con sus convicciones y todos sin una solución de continuidad que nos lleve a un destino común como nación. La planeación nacional ha estado ausente, particularmente en este sexenio en el que las ocurrencias y decisiones presidenciales son suficientes para iniciar obras y desarticular la estructura institucional. No importan los costos, hay que cumplir la voluntad presidencial.

Precisamente en una más de sus ocurrencias y dado que alguien le dijo que México tiene grandes reservas de litio, ha decidido reservar para el Estado la explotación de dicho mineral. No es novedoso que lo haga, pero denota improvisación e ignorancia.

En 1950, en pleno auge de la energía atómica, el presidente Miguel Alemán expidió la ley que declaraba reservas mineras nacionales los yacimientos de uranio, y en su artículo Tercero reservó para el Estado su explotación. No sabíamos nada del tema ni teníamos científicos para esa materia pero de cualquier modo se reservó el uranio mexicano. En 1979 se creó la empresa Uranio Mexicano que funcionó hasta 1985. No obstante la existencia de reservas considerables en estados del norte como Sonora y Coahuila, su explotación no ha hecho diferencia en las regiones donde se explota y la empresa paraestatal que se creó se ha pulverizado en institutos de investigación.

En cuanto al litio, el cual ha tomado importancia por la demanda internacional del Carbonato de litio equivalente (LCE) el cual se destina el 65% a usos industriales como cerámicas, polvos metalúrgicos , medicina y otros y el 35% restante para el mercado de baterías, el presidente lo ha considerado, al igual que hace 72 años, como material estratégico y pretende reservar para el Estado su explotación, tomándolo como bandera para reafirmar su imagen nacionalista, aunque su impacto real en la economía mexicana resulte ser marginal.

Al respecto caben algunas comparaciones y precisiones. El 85% del litio terrestre se concentra en el triángulo suramericano que forman los países de Bolivia, Chile y Argentina. De los tres, solo Bolivia tiene reservada la explotación para el Estado y es notoria la diferencia con sus vecinos. Según publica Prensa Latina, en 2021, la empresa Yacimientos de Litio Bolivianos generó un ingreso “histórico” de 28 millones de dólares.

Por su parte Chile que fue el primer productor mundial de litio, ahora superado desde 2018 por Australia, cuenta con el 52% de reservas mundiales y en 2021 habría podido alcanzar un ingreso de 1,470 millones de dólares por exportaciones. Su modelo de explotación está abierto a la participación privada, sin embargo, impone la obligación para los privados de vender el 25% al mercado doméstico a un precio preferencial lo que ahuyentó la inversión que terminó pasando a Argentina y Australia.

En Argentina, la mayor producción proviene de dos empresas privadas, una en el salar de Olaroz en Jujuy, y el otro en el salar del Hombre Muerto en Catamarca. Sus exportaciones ascienden a US880 millones. Tiene una política agresiva de incentivos a la inversión y ofrece una garantía de estabilidad fiscal por 30 años a los productores privados.

Australia, a diferencia de los salares suramericanos, produce litio de roca a través de minería de cielo abierto o subterránea, como sería en México, alberga cinco de las mayores minas de litio del mundo y sus reservas combinadas la ubican en el segundo lugar mundial solo superada por Chile, en 2019 recibió casi 1,600 millones de dólares por exportaciones. Como acotación al calce, nótese que las remesas de los mexicanos ingresaron al país 4,665 millones de dólares.

México ocupa el noveno lugar en cuanto a reservas, y el proyecto de litio de Sonora, único conocido, está siendo desarrollado por una empresa conjunta formada por Bacanora Minerals (30%) y Cadence Minerals (70%) con reservas probadas y probables de casi 243.8 millones de toneladas y el estudio de factibilidad indica una vida útil de 19 años. Este y otros proyectos están detenidos por la incertidumbre que provoca la decisión gubernamental.

Como se puede ver, la participación privada predomina y son las empresas australianas, las que dominan competitivamente el mercado en el cual, Bolivia con su estatización apenas figura, no obstante la magnitud de sus reservas. Si en México la planeación se impusiera a las ocurrencias, el sentido común detendría la voluntad mesiánica del tlatoani, pero eso no sucederá y es posible que en el futuro inmediato tengamos una empresa paraestatal más, subsidiada y no competitiva. El presidente que tanto se precia de conocer la historia, al parecer no se ha enterado que cuando el estado se encargó del uranio y del cobre, (recuerden Cananea) o del tabaco con Tabamex, fue un fracaso absoluto. Dirán que fue la corrupción lo que mató a esas empresas, pero ese dinosaurio no se ha ido, aún está ahí y para muestra veremos los resultados de la Auditoría Superior de la Federación a SEGALMEX.

Cancelar el NAIM, apuntalar la economía de Pemex, subsidiar a la CFE, ha costado miles de millones de pesos y habrá que sumar a Litio Mexicano que será necesario mantenerla hasta que dentro de unos 10 años (¿?) extraiga la primer tonelada de carbonato de litio. Las ocurrencias salen caras.

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