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OPINIÓN

Lo bueno que nos puede dejar el COVID-19

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Los Hombres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Muy pronto cumpliremos un año de que un virus invisible a la vista humana nos tiene en sus manos, presos, maniatados, nuestra vida gira en torno suyo, sin que el mundo sea capaz de dominarlo o acotarlo hasta el momento.

Lo mejor y lo peor del ser humano se ha puesto de manifiesto en esta pandemia. Los buenos corazones se han hecho presentes, pero también la mezquindad y la miseria humana con su oportunismo.

El caso de venta de oxígeno a precios estratosféricos es un ejemplo de la maledicencia del ser humano, de ese afán de lucro, de avaricia que en todos los tiempos y en todas las épocas se hace presente. Los ataques a enfermeras y personal de salud en la vía pública es otro ejemplo de ello.

A nuestra generación este virus nos marcó y nos cambió completamente la visión que teníamos de la vida, inmersos en una cosmovisión materialista y hedonista de adorar al becerro de oro plasmado en ese afán de perseguir lo material, de hacer dinero y acumular riqueza, dejando de lado los valores que marcan la diferencia del ser humano, con todo aquello que implica solidaridad, nobleza, honestidad y nos permita la construcción de una sociedad más humana.

LA MEZQUINDAD

El Covid-19 nos ha generado una serie de sentimientos de todo tipo. El miedo a morir, el que seamos víctima del contagio y no vivir para contarlo.

Al principio veíamos lejana esa posibilidad. Las noticias de la situación tan crítica de las familias de Italia y España que los tomó de sorpresa la epidemia, creíamos que aquí no iba a pasar, que nosotros somos distintos, que el clima, que estamos de alguna manera inmunizados por las epidemias que habíamos sufrido a través de la historia y tantos argumentos que presentábamos.

Los políticos carentes de empatía y que adoran el poder -como el becerro de oro- se subieron sobre el covid-19 para ver cómo le sacaban dividendos. Lo peor del ser humano, allí en ese espacio, se expresó.

La epidemia del Covid nos permite conocer más a la carroña que nos gobierna, movida por la ambición de poder y acumular mayor riqueza que les permita alimentar el ego, la soberbia y vanidad, lejos de construir una sociedad menos desigual y más justa.

EL VALOR DE LA VIDA

De lo bueno de esta epidemia es que nos puede llevar a la reflexión, si es que realmente somos seres racionales, pensantes, que aprendemos de lo que nos pasa, principalmente de las tragedias, de los momentos difíciles, que nos deja enseñanzas, cuando curiosamente nos acordamos que existe un ser superior.

Y esa provocación bien nos puede conducir a la serena meditación, estar con nosotros mismos y valorar lo que tenemos, valorar a la gente que queremos y que nos quiere, a ellas y ellos que están en peligro y de que en días o semanas los podemos perder, amen que nosotros mismos nos convirtamos en estadística fría.

Basta hacer una repasada de gente conocida, amigos o familiares que ya la epidemia les quitó la vida. Duele perder a un amigo, a un padre, a una madre, a una hija, un hijo, un amigo, amiga, duele más cuando de repente se nos va, de un día para otro, el que lo vimos esta semana y la próxima de repente se nos informa que lo tienen intubado por este terrible virus o que ya no está con nosotros.

LA DESESPERACIÓN

La epidemia ha sido larga, ya estamos por cumplir un año de convivir con ella, la forma como la hemos vivido es diferente, algunos retándola, pensando que le pela los dientes, otros dimensionando su alta peligrosidad y muy preocupados por evitarla. Existe desesperación, cansancio, ya quisiéramos que pasara, por supuesto que pasará, ¿pero cuántos meses más? No lo sabemos, pero hay luz, ya se tiene la vacuna, ¿cuándo nos tocará? No lo sabemos, ya que existe un manoseo de las mismas, como lo hemos advertido con la empresa Pfizer tanto en Europa como en México cuando ésta no cumple con sus compromisos estipulados en un contrato.

MIEDO A LO DESCONOCIDO

El humano no deja de ser contradictorio, porque cada quien reacciona diferente en determinadas circunstancias. La vida nos ha puesto ante un espejo que nos muestra lo pequeño que somos como seres humanos y que en cualquier momento nos podemos ir de esta vida.

Concluyo esta reflexión con lo siguiente: ¿Qué nos deja esta epidemia y nos motive a cambiar y ser diferente? ¿Después de que pase la tormenta, qué vamos a cambiar de la vida? Es una pregunta para que nos respondamos en nuestro interior.

¿Debemos de cambiar o todo seguirá igual? ¿Volveremos a la normalidad de la vida pasada para seguir igual? ¿Seremos más humanos y solidarios?

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