OPINIÓN
LOS HOMBRES DEL PODER /// Alfaro-AMLO-Lomelí: perdón y olvido
Por Gabriel Ibarra Bourjac
Por Gabriel Ibarra Bourjac
Buenas noticias para los jaliscienses. La primera visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador Al Estado resulta muy positiva. Parece que ahora sí la concordia desplazó a la discordia para que venga la etapa de construcción.
El Presidente le da su valor a Jalisco y asume compromisos, como la conclusión de la Línea 3 del Tren Ligero, que producto del choque entre López Obrador-Enrique Alfaro, había dejado de ser obra prioritaria, abandonada a su suerte por ambos personajes, como había quedado de manifiesto en el presupuesto federal del presente ejercicio fiscal de 2019.
No hubo abucheos para el Gobernador en Encarnación de Díaz y destacaron los aplausos. Y el panorama negro para el Estado que se había configurado en los dos primeros meses del gobierno, tiende a diluirse.
El arranque del gobierno alfarista ha sido muy complicado al llegar a la confrontación con el gobierno federal en aras –así lo remarcó- de defender la autonomía y dignidad de Jalisco. Lo que el gobernador no digería y se resistía a aceptar era que el doctor Carlos Lomelí asumiera la representatividad del Presidente en Jalisco.
Alfaro se negaba a aceptar que aquel que había sido su subalterno años atrás, al que le daba órdenes y que después se convirtió en su contrincante, poniéndosele al tu por tu, y a quien había vencido en las elecciones a gobernador, ahora se convirtiera en un personaje con el que tenía que acordar.
Y fue así como en no pocas ocasiones, el gobernador no sólo ignoró sino que desdeñó al representante del Presidente. Ese fue el principal motivo del enfrentamiento de Alfaro con López Obrador. Un asunto de egos y de vanidades, de quien podía más.
Al mismo tiempo, el doctor Lomelí tampoco daba el brazo a torcer del todo, aunque había sido más humilde que el hijo del ex rector de la UdeG, toda vez que intentó acercamientos, que fueron ignorados por el gobernador.
¿Quién dio el brazo a torcer? ¿Quién ganó finalmente?
No hablaría ni de ganador ni de derrotado. Mi conclusión es que gana Jalisco y gana México cuando la concordia encuentra su lugar.
Lo cierto es que los dos personajes entraron en razón. Dicen que fue el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo quien convenció tanto a Alfaro como al Presidente de que debían de darle vuelta a la página y fue así que de pronto se le abrieron las puertas de Palacio Nacional al gobernador de Jalisco, quien tuvo también que tragar su orgullo para para buscar construir la paz con el poder central y olvidarse del 2024, así como la formación de un frente de gobernadores contra el Presidente, como lo venía mostrando en las entrevistas que daba diariamente a los medios nacionales.
El punto es que ambos entiendan que las responsabilidades que enfrentan requieren de estar unidos. El proceso electoral ya pasó y ahora corresponde resolver problemas que es lo que a los ciudadanos les importa.
EL ABRAZO DE ¿LA RECONCILIACIÓN?
Muy significativo es el abrazo que se dieron ante los ojos de los más de 10 mil personas reunidas en la Plaza de la República Enrique Alfaro y Carlos Lomelí, a petición de López Obrador, quien previo a ello, el Presidente con su lenguaje peculiar expresó “ya chole la politiquería, ya que se vaya por un tubo, la grilla ya me tiene hasta el copete…qué ganamos con eso, nada. Ahora mismo va a subir Carlos Lomelí y se va a dar un abrazo con Enrique Alfaro”.
Y Lomelí que no estaba arriba del estrado, subió para estrechar los brazos que le abrió Enrique Alfaro. “Hay que dejar de lado los rencores, nada de odios, tenemos que reconciliarnos”,precisó el político tabasqueño.
Esto fue la gran nota de la primera visita de López Obrador a Jalisco como Presidente fue el que bien podría ser “el abrazo de la reconciliación” entre Alfaro y Carlos Lomelí. Era necesario. La pregunta es sí se superarán las vanidades que es el elemento distintivo del poder, donde la humildad no tiene cabida.
LO QUE MÁS IMPORTA
La visita del Presidente a Jalisco es muy positiva, entiendo que se acaban los dimes y diretes. Cada quien tendrá que cuidar sus expresiones, por el significado que tienen las palabras, el tono en que son pronunciadas, el momento, el contexto. Y aquí no se trata de que se sea muy hombre, se trata de entender el tamaño de las responsabilidades que cada quien tiene. No por ser Presidente de México se minimiza a un Estado o a un gobernador.
Es muy difícil que en la política y en asuntos del poder, la humildad se imponga a la soberbia. Esperemos que no haya corazones envenenados por el rencor, que haya miel y no hiel. Celebremos señoras y señores que este abrazo público sella un capítulo de desavenencias y que la grandeza de miras se imponga a la mezquindad. Al menos es mi deseo y que las actitudes y los hechos acompañen a las palabras.
Correo electrónico: gabriel.ibarrabourjac@gmail.com

Alberto
21 de febrero de 2019 at 19:06
¿Y las mujeres?