OPINIÓN
Morena Jalisco: Conciliar para gobernar
De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //
Sólo un necio puede negar que Andrés Manuel López Obrador ingresó a una fase de alta vulnerabilidad. Así lo indican las encuestas más recientes dadas a conocer por diversos medios de comunicación en el país. Esto sugiere -en principio- que el discurso polarizador ya no le es efectivo, más cuando es evidente que los mexicanos exigimos la reconciliación nacional para salir avante frente a los monumentales desafíos que enfrentamos.
Por ello es necesario que cada uno haga el aporte que corresponde. Simpatizar con los principios de la llamada Cuarta Transformación que abandera Andrés Manuel López Obrador impone la disposición de lograr –por decir lo menos- la conciliación.
Conciliar significa algo muy simple: alcanzar un acuerdo entre quienes estaban en desacuerdo. Pero por sencillo que parece, esto ha sido imposible en los últimos años en el caso del partido Morena en Jalisco. Por supuesto que hay quienes alegan muchos motivos (no sé si razones) para justificar la división y el encono.
Sin embargo, si es que desde las entrañas del morenismo estatal palpita el deseo de cambiar el orden de las cosas que ha instaurado el movimiento anaranjado, me parece que llegó el momento de conciliar ahora para gobernar después.
No hay nada más torpe que el auto engaño en el quehacer partidista. De ahí que resulte muy penoso que haya grupitos del Movimiento de Regeneración Nacional en el Estado, que ya cantan victoria adelantada con miras al proceso electoral del próximo año, cuando no hay cuadros profesionales suficientes para construir gobierno. Más aún, ni siquiera se cuenta con la manera de evaluar científicamente los perfiles pertinentes para cada uno de los espacios que habrán de disputarse en las elecciones. Seamos honestos, las encuestas y los arreglos desde el centro no garantizan un buen proyecto de gestión administrativa o legislativa.
Por increíble que puede resultar, el mayor reto que tiene Morena es comprender que ante las amplias posibilidades que tiene de ganar en las urnas, apenas hay el tiempo necesario para constituirse como una opción confiable para el gran elector. Por ahora, hay que decirlo con toda franqueza, el mensaje que se envía a la gente es que si prevalece la discapacidad de ponerse de acuerdo, entonces habría una incapacidad de encabezar buenos gobiernos.
Si a lo anterior sumamos que aquí la delegación federal está envuelta en mediocridad, conspiración y serias sospechas de conductas y actividades delictivas, las cosas se ponen peor.
Así pues, bien convendría que entre los militantes y simpatizantes de Morena en Jalisco se apresure la experiencia de conciliar. Hasta donde se sabe, nadie aspira a la unidad absoluta, eso no existe en ningún partido de mundo, pero lo que sí, es que se requiere el mínimo de voluntad para arribar a mejores condiciones de diálogo, y también -por qué no decirlo- ponerle un “hasta aquí” a quienes han fomentado la discordia y la confrontación, porque alentar la idea de que en el contexto actual hay ganadores y perdedores, es echar más combustible al fuego.
Mucho me temo que si en los próximos días no llega la prudencia y el entendimiento a la mesa de Morena, quienes adelantarán los festejos electorales, son los príncipes de la corte naranja.
