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OPINIÓN

Nace la organización ciudadana Mil por Zapopan: Buscan incidir en los grandes temas comunitarios

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Por Diego Morales Heredia //

Con el objetivo que la participación ciudadana desde el empresariado haga una acción positiva en el ejercicio del gobierno, así se origina la agrupación “Mil por Zapopan”, fundada por 30 empresarios de la ex Villa Maicera, quienes decidieron dejar la revolución del café y las redes sociales para ser parte activa del cambio que buscan en la ciudad.

El líder y fundador del proyecto que tiene como propósito convertirse en una asociación civil, es el empresario Raúl Bustamante, quien aseveró que no tienen la intención de ser un proyecto más sino realmente incidir en los grandes temas de la agenda en Zapopan y posteriormente expandirse a todo el estado.

El objetivo es que la participación ciudadana desde el empresariado haga una acción positiva con los gobernantes en el municipio de Zapopan (…) el proyecto surge sin querer, es una inquietud que se fue dando, con asesorías que fui pidiendo, pláticas que fui teniendo, se fue generando una inquietud de aportar un granito de arena en este país, para que el día de mañana nuestra descendencia no digan que no hicimos nada”.

Agregó: “Nuestra participación se limita a mandar un mail, publicar un meme, hacer una crítica de las funciones públicas. Pero una participación activa es mucho más que esa revolución de café, o de la revolución de redes sociales. Desde nuestra trinchera podemos hacer mucho, el participar con gobierno activamente, siendo críticos, propositivos, hace una gran diferencia”.

SIN FINES DE LUCRO

Uno de los aspectos que resaltaron en la primera reunión como Mil por Zapopan, es que son una organización que no tiene fines de lucros ni filias partidistas, sino la intención de dejar un legado como empresarios en la región que se preocuparon por involucrarse en los temas que aquejan a la sociedad.

Nos tenemos que repartir la chamba, esto es sin fines de lucro. Esto no es un proyecto de una persona, es de un grupo de empresarios que tienen que sumar y sumar hasta ser mil o más de mil, si en un municipio modelo como Zapopan, que es un mosaico perfecto del país, porque tiene zonas triple A como Andares, pero zonas marginales terribles, es un municipio donde podemos hacer un gran trabajo. Que no quede en Mil por Zapopan, vamos por mil por Jalisco, mil por México”.

Añadió: “Es importante reflexionar, la situación actual merece acciones inteligentes, concretas y objetivas para aportar soluciones para una mejor ciudad. Es indispensable que ciudadanos organizados y gobernantes recuperemos la interacción que nos permita incidir en la transformación positiva de nuestro entorno. Este propósito no se trata de cuestiones discursivas ni de buena publicidad, ni para tener una alta autoestima, la intención es que hagamos autoevaluación constante entre ciudadanos y gobierno con objetivos comunes”.

A la vez, el empresario zapopano precisó que los fundadores son 30 empresarios de la localidad, sin embargo, la idea es seguir sumando personas hasta llegar a mil por si es posible que sean muchos más.

Los fundadores somos 30 aproximadamente, la idea es seguir sumando, por eso el nombre es Mil por Zapopan, queremos llegar a mil, a lo más que se pueda, que se sumen en una participación y que se entienda lo que es de verdad la participación pública, no nada más ver a los funcionarios que ahí están trabajando y nosotros no hacer nada”.

BUSCARÁN A LOS CANDIDATOS

En la antesala del proceso electoral, Raúl Bustamante aseguró que escucharán las propuestas de todos los candidatos postulados para la presidencia municipal de Zapopan y que trabajarán con el que resulte ganador, descartando que tengan simpatías por alguno en particular.

Somos completamente apartidistas, el candidato que gane, con ese vamos a trabajar. Lo que queremos es participación plural en el gobierno, que se nos tome en cuenta, incidir en propuestas que se lleven a cabo para formar un mejor Zapopan y una mejor ciudad”.

Subrayó: “En muchos países del mundo, la participación ciudadana es casi obligatoria, estamos acostumbrados en México a participar poquito. Creo que es momento de cambiar, somos un grupo de empresarios jóvenes, podemos cambiar la mentalidad y buscar participar en esto para crear una mejor sociedad”.

Al ser cuestionado sobre si en la última administración de Pablo Lemus cuyo origen es el sector empresarial se sintieron más cercanos al gobierno, Raúl Bustamante indicó que fue muestra de pluralidad y que esperan seguir esa línea con quien resulte ganador de la contienda en junio.

Nos da una buena muestra de la pluralidad, de diversidad, que todos en nuestra condición tenemos que participar. A los candidatos vamos a escucharlos, ver sus propuestas, iremos viendo qué puntos son los importantes para cuidar lo más sensible que es la economía, la infraestructura y la seguridad pública”.

Para cerrar con la presentación de “Mil por Zapopan”, Raúl Bustamante precisó que todos los participantes de este proyecto son asentados en el municipio, ya sea por sus negocios o por su vivienda, por lo cual sienten empatía con las decisiones que se tomen a futuro en Zapopan.

Somos empresarios serios, muchos exitosos en sus diferentes ramas, hay hoteles, restauranteros, empresas de producción, industria, un poco de todo. Todos asentados en Zapopan, con su negocio o en vivienda, pero todos interactuamos en Zapopan, es parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara y todos transitamos por este municipio. Queremos actuar, participar, que se nos invite, será mucho más difícil decir no nos hicieron caso”, puntualizó.

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JALISCO

Operación a corazón abierto para rescatar al SIAPA

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El abastecimiento de agua en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) podría convertirse en uno de los principales dolores de cabeza del gobernador Pablo Lemus en su primer año de gestión. Contra lo que aseguró Enrique Alfaro al finalizar su mandato, el abasto de agua no está resuelto para los próximos 50 años, como él afirmó con su habitual grandilocuencia, completamente alejada de la realidad.

Los 3 metros cúbicos por segundo que, según el exgobernador, llegarían de la presa El Zapotillo, simplemente no se han materializado. ¿La razón? No hay una explicación clara. Podría deberse a las obras de interconexión con el sistema de distribución del SIAPA, lo cual sería comprensible, pero las autoridades no lo han aclarado con transparencia.

El panorama se torna entre gris y negro para esta temporada de verano, cuyos calores ya se sienten en abril. Decenas de colonias sufren desabasto, y ni siquiera hablemos del agua achocolatada, dañina para la salud, que sale de las tuberías operadas por el SIAPA.

Pablo Lemus heredó un SIAPA quebrado que necesita ser rescatado, con una cartera vencida superior a los 10,000 millones de pesos y una deuda que lo asfixia, fruto del manejo irresponsable del gobierno de Alfaro. Durante su administración, las tarifas del agua no se ajustaron, una decisión unilateral que agravó la crisis financiera del organismo. Ahora, Lemus enfrenta el desafío de sanear al SIAPA, y su primer gran desgaste político será implementar el aumento del 12.5% en las tarifas, una medida crucial para evitar el colapso total del organismo, que requiere una intervención urgente, equivalente a una operación a corazón abierto.

Los compromisos de Pablo y Verónica

En sus campañas por la gubernatura y la alcaldía de Guadalajara, tanto Pablo Lemus como Verónica Delgadillo asumieron compromisos contundentes en materia de infraestructura hídrica. En una ZMG donde el 40% del agua se pierde por fugas y el SIAPA arrastra una deuda de 17,900 millones de pesos, Delgadillo, entonces candidata de Movimiento Ciudadano, puso el dedo en la llaga durante el primer debate organizado por Quiero TV.

Su propuesta consiste en invertir 8,500 millones de pesos para renovar el 22% de las tuberías obsoletas de la ciudad, unos 550 kilómetros de los 2,500 totales, y así comenzar a resolver el problema de las fugas y la calidad del agua que llega a los hogares tapatíos. Es un compromiso técnico y necesario, pero también un desafío político: ¿está Guadalajara lista para priorizar el agua sobre proyectos que “dan votos”?

La crisis hídrica en Jalisco no es nueva, pero su manejo ha sido desastroso. Durante 30 años, desde el gobierno de Guillermo Cosío, se habló de traer agua del Río Verde para la ZMG. Proyectos como Arcediano y El Zapotillo prometieron hasta 8 metros cúbicos por segundo, pero tras décadas de politiquería, conflictos sociales y corrupción, ni siquiera se alcanzan los 3 metros cúbicos anunciados.

En contrasentido, se han invertido decenas de miles de millones de pesos en proyectos fallidos; se estima que el costo del Zapotillo podría superar los 71,000 millones de pesos, un verdadero monumento al despilfarro.

Mientras tanto, las tuberías de Guadalajara, con más de 50 años de antigüedad, pierden más agua de la que el Zapotillo podría aportar. Delgadillo, como candidata, propuso un plan a mediano y largo plazo, que podría tomar 12 o 15 años, para renovar gradualmente la red y minimizar las afectaciones a los usuarios. Es una apuesta responsable, pero poco atractiva electoralmente: las tuberías están enterradas, no se ven ni generan fotos espectaculares como patrullas o motos.

La irresponsabilidad histórica de las autoridades es evidente. Los expresidentes municipales de Guadalajara evitaron este problema porque “no da votos”. Prefirieron obras visibles a soluciones estructurales, dejando que el SIAPA se convirtiera en un desastre financiero y operativo. En 2024, el organismo enfrentaba una deuda de 17,900 millones de pesos, triplicada durante el gobierno de Alfaro.

La politización del SIAPA ha sido letal: en ese sexenio, se designó a personas sin experiencia técnica, y la falta de autonomía municipal lo convirtió en una agencia de colocaciones políticas. El resultado es un agua de color chocolate que indigna a los tapatíos y cortes de suministro como los de Tlaquepaque en marzo de 2025.

La propuesta de Delgadillo, que Lemus también planteó como candidato, ahora enfrenta retos como autoridad. Los 8,500 millones de pesos son una inversión inicial significativa, pero el presupuesto municipal de Guadalajara (15,000 millones en 2024) está limitado por otras prioridades, como la recolección de basura, que ya le cuesta a Delgadillo 600 millones en camiones recolectores.

Además, la resistencia ciudadana al ajuste tarifario del 12.5%, propuesto en abril de 2025, podría complicar el financiamiento. Expertos como Arturo Gleason, de la UdeG, sugieren alternativas sostenibles, como captar agua de lluvia, que podría aportar 5.4 metros cúbicos por segundo, casi el doble de lo que ofrece el Zapotillo, pero esto no es viable a corto plazo.

El presupuesto del Ayuntamiento de Guadalajara es muy limitado, habrá que ver de esa inversión de 8 mil 500 millones de pesos que canalizará el gobierno de Jalisco, qué porcentaje se destinarán para renovar las obsoletas tuberías de Guadalajara.

Ante la realidad que vivimos con un SIAPA en bancarrota que están buscando la fórmula para rescatarlo, se ve muy complicado que la promesa de campaña de Verónica Delgadillo la pueda cumplir, al menos en este primer año, además del costo que significa abrir las calles de la ciudad, por los efectos que tiene en la vialidad.

El agua en Jalisco ha sido rehén de la mala política. Mientras actores de todos los colores usaron el tema para sacar raja electoral, la ZMG, con 5.26 millones de habitantes, sigue al borde del colapso hídrico. La propuesta de Delgadillo, hoy alcaldesa, es un primer paso, pero requiere continuidad, voluntad política y un SIAPA rescatado de la politiquería.

Si no se actúa con seriedad, en los próximos años estaremos lamentando no haber enterrado esas tuberías cuando aún había tiempo. Guadalajara merece más que promesas: merece agua.

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ENTREVISTAS

AMBU y Félix Gastélum prometen revitalizar el Parque Metropolitano: El compromiso es plantar mil árboles al año

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Por Francisco Junco //

Tras años de abandono que costaron la muerte de 1,000 árboles anuales, el Parque Metropolitano de Guadalajara será transformado, anunció Jesús Alejandro Félix Gastélum, CEO de la Agencia Metropolitana de Bosques Urbanos (AMBU).

Entre las acciones clave están reactivar la planta de tratamiento, reubicar a los patos del lago artificial y reforestar con 1,000 árboles este año, buscando devolver al parque su función ecológica y su esplendor para los 3 millones de visitantes que recibe anualmente.

Félix Gastélum, quien asumió el cargo en diciembre de 2024 con la nueva administración estatal que encabeza el gobernador Pablo Lemus, explicó a Conciencia Pública que el deterioro del Parque Metropolitano comenzó hace 15 años con una decisión institucional: convertir el lago del parque, diseñado para almacenar agua tratada y regar árboles, en un hábitat artificial para patos. “Fue un error catastrófico. Clausuraron la planta de tratamiento, introdujeron patos y el agua dejó de tratarse”, lamentó. Esto provocó la pérdida de un recurso vital para el riego, causando la muerte de mil árboles al año por falta de agua.

A pesar de los esfuerzos de AMBU, que ha plantado entre 600 y 700 árboles anuales, la pérdida de biomasa ha sido constante. Para revertirlo, Félix Gastélum anunció la llegada de 1,000 árboles en 2025: 400 de Verde Valle y 600 del jardín botánico de la Comisión Estatal del Agua.

Además, se trabaja en reactivar la planta de tratamiento. “Ya la están diagnosticando. Una vez operativa, volveremos a regar los árboles y recuperaremos el equilibrio ecológico del parque”, afirmó.

RESPONDE A CRÍTICAS SOBRE EL LAGO DE LOS PATOS

Apenas dos meses atrás, en marzo, una investigación de Conciencia Pública revelaba el abandono del parque, especialmente del llamado Lago de los Patos, convertido en un hábitat improvisado y poco adecuado para especies no nativas. Hoy, el funcionario reconoce los problemas, pero también presenta acciones puntuales para su resolución.

“El Parque Metropolitano es nuestro parque con mayor afluencia, tenemos aproximadamente 3 millones de asistentes al año”, contextualizó Félix Gastelum, y pese a ello, admitió que derivado de la falta de riego que ha tenido estos años, aproximadamente se le han muerto mil árboles al año al Parque Metropolitano.

El Lago de los Patos, foco de críticas vecinales por su abandono, también será intervenido. Félix Gastélum reconoció que los patos domésticos actuales sufren por la falta de un espacio adecuado. “No tienen dónde descansar, se acumulan en las orillas y se lastiman. Buscaremos patrocinadores para construir una laguna digna donde puedan caminar e interactuar con los visitantes”, explicó. Aseguró que no han registrado decesos de patos desde 2023 y que su alimentación está certificada, pero enfatizó que “los árboles también merecen cuidados especiales”.

Otro problema crítico es la sobrepoblación de tilapia, una especie exótica introducida hace años por una asociación civil para pesca deportiva. Félix Gastélum aclaró que los aireadores del lago, encontrados descompuestos en 2024, ya funcionan, mejorando la calidad del agua. Sin embargo, planean desazolvar el lago, que acumula 60 cm de lodo, y reintroducir peces nativos en peligro, siguiendo recomendaciones de Semarnat, en lugar de mantener especies invasoras como la tilapia.

DISPUESTO A DIALOGAR CON VECINOS

En respuesta a las denuncias vecinales de falta de atención, Félix Gastélum mostró apertura. “Es falso que no los atendamos. Estamos siempre disponibles en AMBU, y pueden escribirnos a administradorbosques@bosquesurbanos.mx. Respondemos a todos”, aseguró. Incluso invitó a los inconformes a participar en el diseño del nuevo espacio para los patos, buscando una solución colaborativa.

El titular de AMBU recalcó que “si alguien quiere tener un recorrido conmigo, recibirnos y dar información… podemos con muchísimo gusto escuchar también si tuvieran alguna sugerencia”.

El plan incluye mejoras adicionales, como iluminar el Anillo de la Jacaranda, una zona popular entre corredores que carece de seguridad nocturna. Aunque AMBU enfrenta retos financieros, Félix Gastélum confía en que los patrocinadores y la reactivación de la planta de tratamiento permitirán cumplir las metas.

Con estos anuncios, Pedro González Cruz, aquel vecino que hace dos meses protagonizaba la investigación periodística, señalando el deterioro del Metropolitano, podrá, volver a amarrarse las cintas de los tenis para tener al fin la tranquilidad de que el lugar donde corre cada mañana, estará por mejorar muchísimo, según anunció Félix Gastelum.

El Parque Metropolitano: Un rescate urgente para Guadalajara

Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El Parque Metropolitano de Guadalajara, ese pulmón verde que recibe a 3 millones de visitantes cada año, ha sido durante demasiado tiempo un símbolo de abandono. La noticia de que la Agencia Metropolitana de Bosques Urbanos (AMBU), bajo la dirección de Jesús Alejandro Félix Gastélum, planea revitalizarlo es un rayo de esperanza en un paisaje que, literalmente, se marchita.

Pero más allá de las promesas, este anuncio nos invita a reflexionar: ¿puede un parque emblemático como este recuperar su esplendor tras 15 años de decisiones erradas? ¿Y qué nos dice este deterioro sobre nuestra relación con los espacios públicos en Jalisco?

Félix Gastélum, quien asumió el cargo en diciembre de 2024, no rehuyó señalar al culpable: una decisión tomada hace 15 años de clausurar la planta de tratamiento del parque para convertir su lago en un hábitat artificial para patos domésticos. El resultado fue catastrófico: el agua dejó de tratarse, el riego de los árboles se interrumpió y, según AMBU, 1,000 árboles han muerto cada año por esta negligencia.

La muerte de mil árboles al año es un dato que duele. El Parque Metropolitano no es solo un lugar de esparcimiento; es un ecosistema vital para Guadalajara, una ciudad que batalla contra la contaminación y el cambio climático. Perder 1,000 árboles al año no es solo una estadística: es una pérdida de oxígeno, sombra y vida para una metrópoli que los necesita desesperadamente.

El plan de AMBU parece sólido sobre el papel. Reactivar la planta de tratamiento para volver a regar los árboles, reforestar con 1,000 nuevos ejemplares este año (400 de Verde Valle y 600 del jardín botánico de la Comisión Estatal del Agua), y reubicar a los patos en una laguna adecuada son pasos en la dirección correcta.

Félix Gastélum también anunció la introducción de peces nativos en peligro, en lugar de mantener especies exóticas como la tilapia, que actualmente sobrepoblan el lago y contribuyen a su deterioro. Desazolvar el lago, con sus 60 cm de lodo acumulado, y mejorar la seguridad nocturna en el Anillo de la Jacaranda completan un proyecto ambicioso. Pero la pregunta persiste: ¿será suficiente?

No podemos ignorar el contexto. Durante años, los vecinos de Guadalajara han denunciado el abandono del parque. En marzo, Conciencia Pública publicó una investigación que revelaba el estado deplorable del Lago de los Patos: un hábitat insalubre para los animales, peces muertos por falta de oxígeno, y un espacio que, lejos de ser un atractivo, se había convertido en un foco de frustración.

Félix Gastélum asegura que AMBU está abierta al diálogo, invitando a los inconformes a participar en el diseño del nuevo espacio para los patos e incluso proporcionando un correo para sugerencias (administradorbosques@bosquesurbanos.mx). Es un gesto loable, pero llega tarde para quienes han visto cómo su parque favorito se desmorona mientras las autoridades miraban hacia otro lado.

El deterioro del Parque Metropolitano no es un problema aislado; es un síntoma de un mal mayor en Jalisco: la falta de visión a largo plazo en la gestión de los espacios públicos. Hace 15 años, alguien pensó que introducir patos y clausurar una planta de tratamiento era una buena idea, priorizando la estética sobre la ecología. Fue un error que nos costó caro, y hoy pagamos las consecuencias.

Bajo la gestión de Pablo Lemus como gobernador, Jalisco ha apostado por el desarrollo económico, atrayendo inversiones millonarias y consolidando al estado como líder en industrias como la electrónica (con el 70% de la producción nacional de semiconductores, según Lemus). Pero, ¿de qué sirve ser un «oasis de inversiones» si nuestros espacios verdes, los que sostienen la calidad de vida de los jaliscienses, se marchitan?

El rescate del Parque Metropolitano también enfrenta retos prácticos. AMBU admite que carece de recursos para construir nuevas infraestructuras, como la laguna para los patos, y depende de patrocinadores para financiar estas obras. En un estado donde la seguridad y la educación acaparan el presupuesto, ¿cómo garantizar que este proyecto no quede en buenas intenciones?

Además, la reforestación de 1,000 árboles este año es un avance, pero no compensa los 15,000 que se han perdido en la última década. Y aunque la reactivación de la planta de tratamiento es crucial, Félix Gastélum no ofreció plazos específicos, lo que genera incertidumbre.

Sin embargo, hay razones para el optimismo. La disposición de AMBU a reintroducir especies nativas y a priorizar la ecología sobre la estética refleja un cambio de mentalidad. La apertura al diálogo con los ciudadanos, aunque tardía, es un paso hacia una gestión más participativa. Y el reconocimiento de los errores del pasado, algo poco común en la política mexicana, sugiere un compromiso genuino con la mejora.

El Parque Metropolitano no es solo un espacio para correr o pasear; es un legado para las futuras generaciones de Guadalajara. Vecinos como Pedro González Cruz, quien hace dos meses denunció su abandono, merecen recuperar ese lugar donde sus hijos puedan jugar y sus familias respirar aire limpio.

Pero este rescate no puede ser solo tarea de AMBU. Como sociedad, debemos exigir que nuestros espacios públicos sean tratados con el respeto que merecen, y participar activamente en su cuidado.

Si Félix Gastélum cumple su promesa, y si los jaliscienses nos involucramos, el Parque Metropolitano puede volver a ser el orgullo de nuestra ciudad. Es hora de pasar de las promesas a los hechos. ¿Estamos listos para hacer nuestra parte?

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NACIONALES

Clima de guerra en Michoacán: Veinte camiones quemados y un país incendiado

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Cónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En un país donde la costumbre pesa más que la sorpresa, el pasado 23 de abril volvió a suceder lo de siempre: bloqueos, fuego, miedo. Sucedieron allí donde Michoacán, Guanajuato y Jalisco se tocan como heridas abiertas: veinte bloqueos, decenas de tráileres incendiados, carreteras clausuradas bajo columnas de humo.

El primer relato oficial -ese que se enuncia como verdad mientras dura la mentira- habló de un operativo exitoso: la captura de un «objetivo criminal» en Jalisco.

La consecuencia, dijeron, fue la reacción airada de los grupos armados. Pero como suele pasar en este país, no había pasado un día cuando la versión cambió. Claudia Sheinbaum, la presidenta que predica transparencia como quien ofrece espejos rotos, negó que hubiera detenciones: «Fue un pleito entre grupos», dijo, en su matinal confesionario político.

Los datos -esos otros huérfanos del poder- se fueron acumulando como autos calcinados: 26 municipios de Michoacán bajo ataque, dos en Guanajuato, uno en Jalisco; camiones robados e incendiados; carreteras tomadas como botín de guerra.

Todo por un enfrentamiento de criminales, explicaron más tarde. Todo por lo que no quieren o no pueden controlar.

¿Quién tiene la verdad? Nadie lo sabe. O peor, todos la administran. El primer reflejo de los gobiernos estatales fue echarle la culpa a un operativo, el federal, por desacreditar esa explicación. Las políticas públicas reducidas a comunicados apresurados, a desmentidos, a promesas de investigación que nadie termina.

Mientras tanto, las empresas, conscientes de su vulnerabilidad, suspendieron servicios. Estafeta dejó de operar en Michoacán, no para proteger paquetes, sino para ofrecer a sus empleados como carne de estadística. “Reanudaremos cuando el clima lo permita”, dijeron. No hablaban del clima meteorológico, hablaban del otro, el único verdadero, el clima de guerra.

Porque Michoacán -lo sabemos, lo repetimos, lo olvidamos- es hoy más laboratorio que estado: puerto de entrada de precursores, exportador de metanfetaminas, mercado de extorsión, santuario de sosa cáustica, fentanilo y acero robado.

Allí donde alguna vez se sembraba maíz, ahora se cosecha miedo. Los cárteles -Jalisco Nueva Generación, Viagras, Nueva Familia, Caballeros Templarios, Familia Michoacana- se disputan hectáreas de pánico como quien pelea parcelas de sol.

El Estado mexicano, ese enfermo crónico, responde como siempre: con despliegues reactivos, con comunicados que prometen investigar, con la eterna apelación a la «coordinación interinstitucional». Es decir: no responde.

Lo más triste no fue ver camiones en llamas, ni las carreteras cerradas, ni siquiera los reportes de “sin heridos”, como si la vida humana se pudiera contabilizar solo en cuerpos rotos. Lo más triste fue escuchar la misma música de siempre, operativos reactivos, declaraciones cruzadas, silencios convenientes.

Se abrió un nuevo frente de guerra para la fuerza interinstitucional federal que encabeza Omar García Harfurch, ¡un frente más!, como si el país tuviera reservas inagotables de soldados, de jueces, de fiscales incorruptibles. Como si el ánimo de los ciudadanos fuera una cuenta bancaria siempre dispuesta a financiar nuevas tragedias.

A la manera de una maldición autoinfligida, Michoacán lleva años ardiendo en guerras de baja intensidad que de tan constantes ya no conmueven. Sólo son noticia cuando se cierran las carreteras, cuando el fuego es demasiado visible, cuando el miedo, que es cotidiano, se vuelve noticia.

Mientras, los cárteles siguen haciendo lo que saben hacer: controlar. Controlan rutas de aguacate y limón, controlan el hierro que se extrae y se trafica, controlan la paz relativa que puede alquilarse o cancelarse a voluntad, controlan, sobre todo, la esperanza, esa mercancía más escasa que el agua limpia o la seguridad.

La narrativa oficial insiste en que “ya se investiga”, en que “no habrá impunidad”, en que “se reforzará la presencia de la Guardia Nacional”. Pero los que vieron sus camiones arder saben que eso significa poco. Los que pasaron la noche varados entre barricadas improvisadas, saben que lo importante no es cuántos soldados más lleguen, sino cuándo – y si algún día – terminará esta guerra sin nombre.

Porque eso es lo que nadie quiere decir con todas sus letras: vivimos en guerra.
No declarada, no oficial, pero real. Una guerra sin frentes claros, sin tratados posibles, donde la vida civil está siempre en el límite, siempre al borde de ser daño colateral. La atención del gobierno federal sobre Michoacán, nos dicen, está basada en mapas criminógenos, en inteligencia militar, en reportes de laboratorio de drogas desmantelados.

Y, sin embargo, la geografía del miedo sigue creciendo. Tal vez el único mapa verdadero sea otro: el que dibujan las rutas donde ya no se puede pasar sin temer, las ciudades donde el silencio es la norma, los campos donde la cosecha ya no es alimento, sino pretexto para el chantaje.

Al final, los nombres cambian: Apatzingán hoy, Zamora mañana, Lázaro Cárdenas, el mes que viene. Pero la música es la misma: tiros, humo, comunicados, olvido. Y nosotros, pasajeros observadores en este tren sin frenos, seguimos contando los días, midiendo las distancias entre cada catástrofe, soñando, tal vez, con un país donde la noticia no sea que ardieron veinte camiones, sino que, por fin, no ardió ninguno.

En X: @DEPACHECOS

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