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MUNDO

Neftalí Bennett, la amenaza real: Unidas izquierda, derecha y centro en Israel, todos contra Netanyahu

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Desde su llegada al poder hace doce años el aún Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu ha sido  alabado y criticado  por su capacidad de negociación y sus medidas efectivas para modernizar el sistema financiero de Israel cuando fue ministro de Finanzas de dicho país o para reactivar la economía, y pasar a un modelo más incluyente a pesar de la crisis mundial del 2008 y más recientemente por su manejo ejemplar en la vacunación contra el Covid-19, hecho que le reconocen incluso muchos de sus adversarios.

Pero si es tan exitoso como gobernante por qué no ha logrado mantener su mayoría en el “Knesset” –parlamento israelí- en donde se requiere  de cuando menos 61 de los 120 votos para lograr formar gobierno.

Lo más trágico o ejemplar dependiendo desde el punto de vista, es que la mayoría de los opositores a Benjamín Netanyahu son ex aliados de sus distintas épocas como Primer Ministro, incluso los principales líderes que están a punto de sacarlo del poder han sido sus colaboradores como integrantes de sus gabinetes a lo largo de estos 12 años. Esto nos dice todo. El líder israelí no ha logrado mantener el encanto que le llevó a ser reconocido mundialmente como el gran constructor de alianzas. 

El gobierno de Israel se forma por 4 años y durante los últimos 24 meses dicho país ha tenido 4 elecciones ya que en ninguna de las mismas se ha logrado que algún partido obtenga por si solo o por acuerdos la mayoría necesaria para alcanzar los 61 votos necesarios.

En las últimas elecciones extraordinarias del pasado mes de marzo, el partido Likud de Netanyahu obtuvo 30 lugares de los 37 que había logrado en el pasado, seguido del partido Yesh Atid  con 17 asientos, dirigido por Yair Lapir ex ministro de Finanzas del propio Primer Ministro quien además es un conocido conductor de televisión y empresario.  De ahí en delante los demás partidos tienen 8, 7 y hasta 4 legisladores. Como se ve para llegar a 61 se necesitan muchas alianzas y muchos compromisos. 

Las reglas de dicho país establecen que el partido que logre mayoría lleva mano para tratar de formar gobierno pero si en un plazo determinado no lo logra, el espacio se da al partido opositor  con primera minoría, que en este caso es el de Lapir quien tenía hasta la media noche del pasado miércoles para informar que había logrado dicho acuerdo y que el mismo se sometería al pleno del parlamento. La ley establece que dichos acuerdos deben ser votados dentro de los 7 días posteriores a la notificación del mismo. Aunque el acuerdo fue notificado 5 minutos antes del vencimiento del plazo, el parlamento lo conoció el pasado sábado, lo que implica que debió ser votado por el pleno entre el sábado y ayer lunes. 

Pero a pesar de que los líderes de 8 partidos han informado que van en bloque a favor de un candidato que es Neftalí Bennett, líder de ultra derecha, todo puede pasar entre dicho anuncio y la votación al interior del parlamento.

MÁTENLOS Y DESPUÉS AVERIGUAMOS

Las ironías de la vida,  Neftalí Bennett candidato de unidad de ocho partidos políticos para suceder a Benjamín Netanyahu fue su Ministro de Guerra y   ha dicho que él no cree en la necesidad de crear un Estado-Nación Palestino, más aún hace menos de 2 años dijo que de llegar a ser primer ministro instauraría una política de “cero tolerancia” en contra de los palestinos que intentasen cruzar de manera ilegal a Israel ordenando “disparar a matar”, incluso a los que fuesen jóvenes, aduciendo que los que vienen a atacar a Israel son terroristas.

Las declaraciones de ultra derecha de Bennett suenan inconcebibles para los seguidores de algunos de los partidos que conforman dicha alianza que también está formada por partidos de izquierda e incluso por el Partido Árabe de Israel que por primera vez en la historia de dicho país se suma a un grupo o coalición para formar Gobierno.

Los números de dicha alianza dan 62 legisladores de los 120 del parlamento, es decir que a la hora de la verdad sólo pueden perder un voto o de lo contrario no alcanzarían los 61 necesarios para poder derrotar a Netanyahu, obligando a una nueva elección, la quinta en menos de dos años. El acuerdo por el cual el ultra derechista llegaría al poder establece que a los dos años del nuevo Gobierno, Bennett dejaría el cargo de Primer Ministro para dejar en su lugar a Yair Lapid líder del partido moderado Yesh Atid quien se desempeñaría como ministro de asuntos exteriores durante los primeros dos años del acuerdo.

Las reglas dicen que si no hay nuevo Primer Ministro, el que está en el cargo se mantiene, por lo que a la fecha Netanyahu va por uno o dos detractores de la mega alianza que es por cierto similar a la que ayer vimos en nuestro propio país. De todos modos dicen los que saben que la sombra del actual Primer Ministro será un fantasma permanente en dicho país ya que en cualquier momento podría retomar fuerza y tal vez hasta el poder a menos de que sea condenado por algún delito como el de corrupción por el cual aún se encuentra sujeto a juicio. 

LA CAÍDA DE NETANYAHU

Netanyahu es un político que por su forma de actuar dejó a muchos aliados en el camino de sus doce años de gobierno. Cinco de los ocho líderes opositores fueron sus ministros en uno u otro momento. Pero en particular parece que los liberales y conservadores reaccionan a la elección de los EUA, incluso los árabes podrían estar siendo cortejados por Washington para sacar del poder al aliado de Trump.

Para nadie es secreto que Benjamín Netanyahu era o es muy cercano a la familia Trump y eso ha sido usado por los contrarios nacionales tanto de izquierda como de derecha, quienes ven a Benjamín como un costo para la política nacional que depende tanto del apoyo militar de Washington.

Hasta hace unos días la alianza se veía como imposible, en espacial por los árabes que habían dicho que aunque no querían ver más a Netanyahu en el poder, su animadversión no era tanta como para apoyar a Bennett, quien como se ha dicho hace ver al actual Primer Ministro como liberal. A menos de una semana de la visita de Anthony Blinken la ultra derecha aceptó la posibilidad de un acuerdo con la ultra izquierda y con los árabes siempre y cuando ellos – los ultras llevasen mano- y después llegase –si es que cumplen en entregar el poder- un moderado. Insisto parece que el tema fue que todos ven al Primer Ministro como ya desgastado y poco útil para la relación con Washington. 

Otra señal de dicho desgaste se dio hace algunos días, apenas unas horas antes del anuncio entre los opositores, cuando Netanyahu dijo en tele abierta que Israel no permitiría a un Irán con armas nucleares y que actuaría incluso si esto le alejaba de su aliado más firme “EUA”.

Pronto veremos si Netanyahu Sobrevive o si es sucedido por el ultra derechista Neftalí Bennett quien al menos públicamente es mucho más bélico que su ex jefe. Pero todo sea por sacar del poder al actual Pimer Ministro. También veremos si los árabes, los de ultra derecha y los liberales obtienen lo que desean –¿qué será?- y si Washington juega bien sus cartas, o si sólo fue una coincidencia la visita del Secretario de Estado de los EEUU y el acuerdo opositor.  Israel necesita de las armas de EUA y los demócratas más de izquierda pro palestina quieren bloquear las mismas, Israel necesita del apoyo demócrata y parece no tener en Bibi –así le dicen a Netanyahu- a un buen interlocutor. Tic-Tac…¿A qué vino el Director de la CIA a México  y ahora  Kamala en fechas tan cercanas a las elecciones?  Seguro es coincidencia como lo fue en Israel. 

Salinas se la jugó con Bush y ganó Clinton, AMLO se la jugó con Trump. El mensaje de Biden acerca del apoyo económico a los investigadores de Mexicanos Contra la Corrupción no es de a gratis, ni la cancelación –casi como respuesta- a la recepción de la Vicepresidenta de EUA al Senado.  Aunque el Senado no la haya podido recibir o como haya sido, seguro una de las dos mujeres más poderosas del mundo encontrará algo o alguien con quien pasar el tiempo que habría usado en el recinto de la Cámara alta, después de todo y a pesar de las diferencias es una mujer que está haciendo historia.

Como dato anecdótico dice Washington que en su gira para resolver el asunto de la Migración masiva no visitará ni El Salvador ni Honduras por los temas de corrupción y de abuso de poder de los mandatarios de dichos países, por lo que los mexicanos debemos estar tranquilos y orgullosos, ya que la visita de la ex senadora por california y actual VP de Biden indica que acá nada de corrupción ni de abuso de poder… Como les gusta echar rollo a los políticos incluso a los de Washington, porque esta declaración o desaire a los dos países centroamericanos es contraria a las aseveraciones hechas por el propio EUA o sino ¿por qué apoyar a Mexicanos Contra la Corrupción?

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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