OPINIÓN
Pinta bien la temporada 2020: Siete peloteros mexicanos han debutado esta temporada en la MLB

Vuelacercas, por Salvador Cosío Gaona //
En el marco de la campaña 2020 de las Grandes Ligas de Beisbol (MLB por sus siglas en inglés) no todo son malas noticias; los mexicanos que aman el Rey de los Deportes han tenido grandes satisfacciones en los últimos días, como el hecho de haber visto ya a siete compatriotas cumplir su anhelado sueño de debutar en Major League Baseball (LMB) en esta temporada 2020, y a otros más rindiendo buenas cuentas con actuaciones sobresalientes en la Gran Carpa.
Nada menos el pasado viernes el sonorense Isaac Paredes, quien apenas unos días antes (lunes 17 agosto) había recibido la oportunidad de debutar con Tigres de Detroit convirtiéndose así en el jugador mexicano número 132 en incursionar en Grandes Ligas, hizo historia en la MLB al convertirse en el segundo beisbolista nacido en nuestro país que convierte su primer cuadrangular en las Mayores en un Grand Slam.
La hazaña del tercera base que nos hizo saltar a todos de los asientos se produjo en el partido entre los Detroit Tigers y los Cleveland Indians, cuando en la cuarta entrada conectó sólido un envío de Adam Plutko, para llevarse por delante a JaCoby Jones, Jorge Bonifacio y Austin Romine, encaminando a su equipo a la victoria después de que perdía por 5-3. El único mexicano en lograr esta proeza antes fue el pitcher Enrique Romo en 1980.
Un día después, el martes 18 debutaron Luis González (133) con Medias Blancas de Chicago y Jesús Cruz Sustaita (134) con Cardenales de San Luis. El pitcher sonorense cerró su participación con tres intervenciones a la defensiva con un error y una asistencia; en su turno al bat recibió un pelotazo y logró avanzar a primera para más adelante anotar su primera carrera en Gran Carpa impulsado por un sencillo de Tim Anderson.
El potosino Sustaita por su parte, enfundado en la franela de Cardenales y frente a Cubs no tuvo una afortunada participación; realizó 39 lanzamientos de los cuáles 24 strikes, 2 chocolates, y un rodado. Recibió 3 imparables dejando en 18.00 su efectividad.
El mexicano número 135 en debutar en MLB fue el mayor de los hermanos Urías Figueroa, Ramón, quien durante la campaña 2019 estuvo integrado en el roster de 40 Peloteros en Cardenales de San Luis pero no tuvo la fortuna de ser tomado en cuenta y ahora que fue trasladado a los Orioles de Baltimore de inmediato ha sido incorporado al roster de 28 beisbolistas logrando su debut el pasado jueves 20, siendo que su hermano Luis quien participa con Cerveceros de Milwaukee ha realizado también una bastante digna participación en esta su segunda oportunidad enrolado en el mejor béisbol del mundo.
Ramón, en su primera aparición sobre el plato, abanicó en la novena entrada, ante los lanzamientos de Philips Valdez, quien necesitó de seis lanzamientos para poncharlo y con ello terminó el juego a favor de Boston 7-1. Sin embargo, en lo que fue su primer juego como titular y jugando la segunda base, consiguió conectar su primer imparable.
También es de destacar el afortunado debut del mexicano-estadounidense Joseph Abel Romero “JoJo”, el serpentinero de 23 años de edad que la noche del viernes se convirtió en el tercer lanzador de los Phillies que vence por la vía del chocolate a sus primeros tres rivales en la Gran Carpa.
Romero, originario del Estado de California, ponchó consecutivamente a Adam Duvall, Austin Riley y al panameño Johan Camargo, bateadores de los Bravos de Atlanta, con 12 lanzamientos combinados, haciéndole swing a seis de esos nueve strikes.
El pitcher zurdo es nacido en California pero siendo hijo de padres mexicanos, “trae en sus “ganchos” y cubre bocas tatuados los colores verde, blanco y colorado y no las barras y las estrellas”.
Los otros mexicanos que han llegado esta campaña a Grandes Ligas son Víctor Aaron González que debutó el 31 de julio con Dodgers de Los Ángeles y Humberto Castellanos que el 4 de agosto vistió por primera vez en un cotejo oficial la franela de Astros de Houston.
Entre los ligamayoristas ya consolidados que están dando buenas cosas de qué hablar está sin duda Alex Verdugo, quien llegó a 13 juegos bateando de hit. El mexicano pegó par de imparables y produjo una carrera.
Verdugo se mantiene como una de las figuras principales de los Red Sox de Boston en esta temporada, con una buena racha de bateo.
Otro ligamayorista que sigue mostrando su buen nivel es el serpentinero de relevo corto Sergio Romo, quien está realizando una muy buena actuación en lo que va de la temporada con Mellizos de Minnesota. El mexicano que juega para Charros de Jalisco en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), consiguió el pasado 15 de agosto llegar a 700 ponches en sus 13 temporadas en la MLB.
Un tirabolas más que sigue luciendo muy bien es el sinaloense Oliver Pérez, quien ya acumula varias entradas lanzadas con muy buena eficacia siendo un baluarte para los Indios de Cleveland.
Igualmente puede señalarse como destacado hasta ahora al pitcher Luis Cessa con Yankees de Nueva York, y al también monticulista Giovani Gallegos en Cardenales de San Luis, quien acaba de conseguir su primer salvamento en la victoria frente a los Rojos de Cincinnati por 3-0.
Sin que desmerezca el trabajo de otros peloteros como el veterano Joakim Soria con Atléticos de Oakland, el destacado infilder Anthony Rendon con Serafines de Anaheim, así como de alguna manera también sacando buenas cuentas Julio César Urías con Dodgers, y la labor que calladamente pero eficaz lleva a cabo Luis Javier Guerra Díaz con Nacionales de Washington.
De tal manera que es satisfactoria hasta el momento esta peculiar temporada de Grandes Ligas, donde con los ya citados debuts, suman 25 los peloteros que conforman la representación mexicana en MLB, la lista completa la integran: Luis Enrique Cessa pitcher en Yankees de Nueva York; Julio César Urías y Víctor Aarón González serpentineros en Dodgers de Los Ángeles; Gerardo Reyes y Andrés Muñoz, lanzadores en Padres de San Diego; Luis Javier Guerra monticulista en Nacionales de Washington; Jesse David Chávez pitcher en Rangers de Texas; Víctor Arano serpentinero con Phillies de Filadelfia; Khris Adrián Davis Alarcón outfielder y Joakim Soria, pitcher, en Atléticos de Oakland; Anthony Rendón, infielder con Serafines de Anaheim; Sergio Francisco Romo, lanzador en Mellizos de Minnesota; Jesús Cruz Sustaita y Giovani Gallegos tirabolas en Cardenales de San Luis; Roberto Osuna Quintero y José Luis Hernández Urquidi, y Humberto Castellanos, lanzadores con Astros de Houston; Óliver Pérez pitcher con Indios de Cleveland, Alex Verdugo outfielder con Medias Rojas de Boston y Phillip Mathew Evans infielder en Piratas de Pittsburgh, así como Luis Urías Figueroa, infielder con Cerveceros de Milwaukee, Luis Gonzalez con Medias Blancas de Washington, Isaac Paredes con Tigres de Detroit, Ramón Urías de Orioles de Baltimore, y Joseph Abel Romero con Philips de Filadelfia, debiendo citar también a Aarón Sánchez pitcher de Astros a la espera de posible reincorporación si logra recuperarse de su lesión.
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Otros esperados debuts para esta campaña son los de: Gerardo Carrillo, Esteban Quiroz, Santiago Chávez, Juan Gámez, Alejandro Kirk y Julian León.
Y al señalar solamente algunos de los peloteros mexicanos que en número de 25 están ya en rosters en esta corta y peculiar campaña de Grandes Ligas, es interesante destacar que muchos de ellos están ligados a organizaciones beisboleras del rey de los deportes en la Liga Mexicana del Pacífico, por lo que es esperanzador verlos en la temporada invernal que está en puerta. Por ejemplo:
Los Tomateros de Culiacán albergan en temporada invernal al serpentinero abridor Julio César Urías Acosta que juega para Dodgers de Los Ángeles y al veterano relevista Óliver Pérez jugando para Indios de Cleveland.
Los Venados de Mazatlán tiene al infielder Isaac Paredes recién incorporado a Tigres de Detroit y al pitcher José Luis Hernández Urquidi que está con Astros de Houston.
Cañeros de Los Mochis tienen al infielder Ramón Urías Figueroa activo con Orioles de Baltimore y al lanzador Andrés Muñoz en Padres de San Diego.
Águilas de Mexicali tiene al outfielder Philip Mathew Evans en Piratas de Pittsburgh y al lanzador Aarón Jacob Sánchez en Astros de Houston.
Naranjeros de Hermosillo tiene presencia en la gran carpa con el outfielder Luis González en Medias Blancas de Washington, y Algodoneros de Guasave cuenta con el señero pitcher taponero Joakim Augustine Soria en Atléticos de Oakland en tanto los Mayos de Navojoa cuentan con el lanzador Héctor Velázquez Aguilar recién incorporado a Orioles de Baltimore.
Es pues alentador ver cada vez más nóveles Mexicanos debutando en el mejor béisbol del mundo y queda desearles carreras largas y exitosas en la llamada Gran Carpa.
E-mail: opinion.salcosga@hotmail.com
Twitter: @salvadorcosio1
JALISCO
Un gobernador de redes sociales: La diplomacia según Lemus y el silencio que delata…

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Pablo Lemus quiso jugar a la diplomacia. Se colocó su traje de “estadista internacional”, abrió su cuenta de X y decidió pronunciarse —veinticuatro horas después— sobre un conflicto que ni le competía ni le concernía directamente, pero que olía a oportunidad política: una funcionaria menor de Morena, Melissa Cornejo, fue cancelada —en redes y en visa— por el exembajador Christopher Landau, actual vicecanciller estadounidense. Lemus, con más cálculo que convicción, tomó aire, y escribió: “Eso no es Jalisco”.
Pero, ¿qué es Jalisco para Lemus? ¿Es acaso ese estado ejemplar que presume ante los diplomáticos gringos mientras, al mismo tiempo, sufre una de las tasas más alarmantes de desapariciones en el país? ¿Es ese “pueblo hermano” que, según él, mantiene relaciones respetuosas con los Estados Unidos, mientras la impunidad se pasea libremente entre sus aliados políticos, como Enrique Alfaro en Madrid, sin rendir cuentas por los más de 17 mil desaparecidos?
En su intento por desmarcarse de Melissa Cornejo —una joven militante que se inmoló en un tuit rabioso contra el imperio migratorio estadounidense— Lemus no midió que estaba exponiendo su propia desnudez política. Porque es muy cómodo condenar un mensaje soez desde la altura del poder, pero es más difícil responder cuando la diputada Itzul Barrera le devuelve el golpe con los datos que Lemus no publica en sus redes: alcaldes de su partido presos por crimen organizado, crisis hídrica en medio estado, y una Mesa de Seguridad donde el gobernador prefiere scrollear a intervenir.
Lemus no defendió a Jalisco. Se defendió a sí mismo. Se posicionó como el “buen mexicano”, el que sabe hablar inglés, el que presume relaciones internacionales y que, como todo buen político tecnócrata, se sube a los trending topics con frases bien medidas para caerle bien a los de afuera.
Pero en casa, su voz suena hueca. ¿Dónde está el mismo Lemus para condenar las ejecuciones extrajudiciales que policías municipales han protagonizado en su administración? ¿Dónde está para exigir justicia para las madres buscadoras hostigadas o desaparecidas? ¿Dónde estaba cuando Itzul Barrera le respondió con datos y él no supo replicar más que con silencio?
Este es el verdadero problema: Lemus no ve el fondo, solo la forma. Mientras Melissa Cornejo borra sus redes, él limpia su imagen con trapos ajenos. Mientras el vicecanciller Landau pontifica sobre los “glorificadores de la violencia”, el gobernador guarda silencio sobre los desaparecidos del 5 de mayo, los cuerpos embolsados en el río Santiago o los feminicidios en la zona metropolitana.
Y todo, para quedar bien con Washington.
Como decía un viejo columnista —al que esta pluma sigue rindiendo tributo—, “los políticos no son lo que dicen, sino lo que callan”. Y Lemus, al callar frente a los escándalos reales que le competen, pero alzar la voz solo cuando hay reflector extranjero de por medio, se pinta de cuerpo entero: es un gobernador de redes, no de gobierno.
En X @DEPACHECOS
NACIONALES
La disfuncionalidad que viene

Opinión, por Fernando Núñez //
Las elecciones judiciales, así como la marcha en contra de ellas, fueron un rotundo fracaso. Lo anterior nos dice que la lucha en torno a uno de los Poderes de la Unión es un proyecto –y contraproyecto– de las élites políticas del país, sin interés alguno por parte de la población. La cooptación de los juzgadores es un hecho consumado, y solo se habrá de revertir en un futuro un tanto lejano y después de una considerable e inevitable inestabilidad política.
“Nada es más peligroso que un pueblo que ha renunciado a su derecho a pensar por sí mismo”, afirmaba la estudiosa del totalitarismo político, Hannah Arendt. La desaparición de la capacidad crítica y la entrega ciega a un proyecto político, así como la instauración de la apatía y la indiferencia ante los sucesos políticos, son condiciones indispensables para la implantación de regímenes autoritarios/totalitarios.
La elección judicial en México deja claro que lo que existe no es una creencia ciega en un proyecto político, sino una muy peligrosa apatía política. Porque, por una parte, solo 13% de los electores mexicanos acudieron a votar, y el número sería considerablemente menor de no haber habido una operación nacional de acarreo político; pero, por otra parte, solo 3 mil personas se congregaron en el Ángel de la Independencia para protestar contra las elecciones, y en el resto de las principales ciudades del país los números fueron aún más raquíticos.
La lucha política en torno al Poder Judicial es un proyecto de las élites políticas. La captura de uno de los Poderes de la Unión no es un proyecto de las bases morenistas, porque estas no acudieron a votar. Pero mantener la independencia judicial tampoco es un proyecto de las bases opositoras, porque estas no acudieron a marchar. Tiene sentido: el Poder Judicial resulta muy abstracto –inclusive para las clases medias y medias-altas del país– como para querer ver su destrucción o su sostenimiento.
Lo anterior cobra más sentido aún ante el decrépito número de juzgadores que tenemos, y la falta de estado de derecho, trayendo como resultado una muy baja exposición de la población ante la impartición de justicia.
Y, sin embargo, el Poder Judicial resulta fundamental para el funcionamiento de la política, la economía y la sociedad. Además de la sepultura de la democracia y el fin de una era política, la elección judicial abrirá la puerta a los poderes fácticos, traerá aún más el debilitamiento del Estado mexicano y, con ello, la disfuncionalidad en el país. Eso ya lo vemos en una diversidad de indicadores que nos dicen que hay un continuo y creciente pesimismo entre la clase empresarial, y un constante y creciente estancamiento económico.
¿Cuándo comenzarán las protestas? Cuando comience a faltar dinero en los bolsillos de los mexicanos, y muy especialmente en los bolsillos de las clases medias del país. Eso, inevitablemente, viene.
Hay una peligrosa apatía política, y queda claro que las élites políticas son las únicas que se encuentran polarizadas. El sexenio de López Obrador comenzó con un capricho mayor al cancelar el NAIM, pero terminó con uno mayúsculo, sin precedente en la historia de la humanidad: la destrucción del Poder Judicial a través de elecciones populares. El futuro luce sombrío.
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NACIONALES
Ligereza de palabras

Opinión, por Miguel Anaya //
En tiempos en que el mundo atraviesa transformaciones profundas y las relaciones internacionales se redefinen casi a diario, la política de altura juega un papel vital para diseñar y sostener planes de largo plazo que beneficien a nuestro país.
En política, construir acuerdos conlleva tejer fino, requiere prudencia, inteligencia emocional y visión estratégica. Esos atributos no se improvisan: se forman, se cultivan, se aprenden. Y, precisamente por eso, no se encuentran fácilmente en cualquier perfil.
México no puede darse el lujo de tener servidores públicos que actúan desde el impulso, la ocurrencia o la rabia. Los cargos públicos se ejercen con responsabilidad y visión de Estado. No son espacios para la catarsis personal ni para los discursos de barricada. Cuando se tiene la representación de un cargo que la ciudadanía ha otorgado, se le debe corresponder con el nivel de seriedad y preparación que México necesita y merece.
Lo ocurrido recientemente con una consejera estatal del partido mayoritario, quien desde una red social lanzó un mensaje agresivo contra Estados Unidos, y la posterior respuesta del subsecretario estadounidense Christopher Landau, no fue un incidente aislado ni menor.
Es reflejo de un fenómeno preocupante: políticos que confunden la tribuna pública con una cuenta personal, que no distinguen entre su papel institucional y sus filias o fobias, que carecen de una formación básica para comprender que, en diplomacia, una palabra mal colocada puede detonar un problema real.
En una relación tan intrincada y delicada como la que México sostiene con Estados Unidos —marcada por una historia de invasión, sí, pero también por una interdependencia económica, social y cultural profunda— lo último que necesitamos es a quienes avivan el fuego desde una visión simplista y emocional. Peor aún, si son aquellos a quienes la ciudadanía encomendó la defensa del interés público y terminan actuando en contra de él por la falta de comprensión del mundo que habitan.
No se trata de agachar la cabeza ni de callar ante agravios. Defender la soberanía y la dignidad nacional es una obligación de todo gobierno. Pero hay una enorme diferencia entre ejercer esa defensa con inteligencia y firmeza, y provocar conflictos innecesarios por ignorancia o protagonismo. Esa diferencia la entienden los profesionales de la política, los improvisados, no.
En este contexto es justo reconocer la actitud de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha llamado a la prudencia, a la altura de miras y a la responsabilidad en el discurso. Ese es el tono que un país con aspiraciones globales necesita. Ese es el ejemplo que debe permear hacia abajo en todos los niveles del poder, ojalá todos los funcionarios (especialmente los del Senado) lo entiendan y practiquen.
El episodio vivido revela una carencia estructural que atraviesa a prácticamente todos los partidos: la ausencia de verdaderas escuelas de formación política. Hoy vemos perfiles que llegan al poder sin preparación, sin conocimiento histórico, sin comprensión del entorno internacional y, sobre todo, sin capacidad de anteponer el bien común a sus impulsos personales o su ideología. Urge formar una generación de funcionarios que no solo repitan eslóganes, sino que entiendan contextos, construyan puentes, concilien posturas y piensen con sentido estratégico.
Hay que decirlo con claridad: la política no puede seguir siendo terreno de improvisación. No basta con la lealtad partidista ni con la popularidad en redes sociales. Necesitamos profesionales de la política, con formación, carácter y sensibilidad. Personas capaces de entender que su papel es servir al pueblo, no alimentar sus propias frustraciones o aspiraciones personales. La política exige temple, no berrinche.
Gobernar no es tuitear ni subir videos a Instagram o TikTok. Gobernar es cuidar el lenguaje, los tiempos, los vínculos, siempre con el objetivo de lograr desarrollo económico, justicia social y estabilidad. La soberanía y el bienestar no se construyen desde la confrontación banal, sino desde la inteligencia política y la serenidad. No necesitamos más políticos en campaña permanente.
El momento que atraviesa el país y el mundo en general, exige, más que nunca, profesionalismo, preparación y madurez. Todo lo demás es ruido. Y el ruido, cuando se convierte en política de Estado, termina convirtiéndose en una amenaza para todos. Menos ligereza de palabras y más peso a los argumentos.
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