OPINIÓN
Políticamente Correcto: Los trabajadores del Estado
Por César Iñiguez //
Nuestro sistema democrático funciona a través de los poderes del Estado; el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Son tres poderes que se encargan de que el gobierno en su conjunto cumpla con sus obligaciones de servir, administrar los recursos, aplicar políticas públicas en beneficio de la gente, resolver los servicios básicos; hacer o modificar las leyes y hacerlas cumplir.
El Estado, representado en sus tres poderes, es la autoridad y es el responsable de cuidar y resolver los problemas de todos, porque para eso fueron electos en procesos democráticos.
Hay diversos tipos de trabajadores en el Estado, en su conjunto, por una parte están quienes representan la máxima autoridad en sus respectivos poderes, el gobernador, por ejemplo, los diputados o los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia; quienes son electos para periodos determinados; hay otros funcionarios que llegan designados a cumplir con funciones de dirección, los cuales también son nombrados por un tiempo definido.
Y finalmente, hay otro tipo trabajadores, con otro tipo de funciones, que no administran personal, ni recursos, ni bienes, quienes tienen nombramientos definitivos y trascienden las administraciones.
Hemos visto que en la cadena de jerarquía y prioridades, estos son los más vulnerables y desatendidos.
Regularmente en las dependencias públicas son las secretarias, los asistentes, auxiliares, intendentes, almacenistas, capturistas, elementos de mantenimiento y demás trabajadores cuyas funciones son permanentes.
En muchos casos, desde hace décadas, se ha escuchado a diversos funcionarios acusados de corrupción, desvíos de recursos, tráfico de influencias, abuso de autoridad, entre otros ilícitos; pero en ningún caso, se ha escuchado a algún funcionario que abuse de su condición para favorecer a la clase trabajadora.
Esto se debe a que los trabajadores de base del estado, son como un símil de lo que pasa en la sociedad, son la clase más desatendida y más vulnerada, porque en mi opinión, simple y sencillamente, no representan ningún interés electoral o práctico para el gobernante en turno.
Irónicamente los trabajadores de base son como la parte del inventario que debe estar ahí, sin chistar, a expensas de cualquier instrucción, por más injusta o indignante que sea; porque simple y sencillamente, las órdenes vienen de parte de los jefes, y si no se cumplen, pues se les corre; por más injustificado que sea el despido; historias hay muchas y yo personalmente he defendido a muchos trabajadores que han sufrido de esos abusos.
Hablaba ya en otras ocasiones que los trabajadores del estado son aún más vulnerables que los trabajadores ordinarios, porque sus patrones, además de ser patrones, representan a la autoridad; y combatir sus malas decisiones es muy riesgoso para la estabilidad laboral.
Por eso es que se requiere tener organizaciones de trabajadores fuertes, sindicatos unidos y afianzados que puedan defender los derechos de sus representados; porque esa es la única manera de que los patrones respeten y traten dignamente a la clase trabajadora.
Siempre ha habido muchas tentaciones en las que los dirigentes de diversos gremios que han sucumbido, ejemplos hay muchos, muchos que se entregan a la complicidad con los patrones para obtener beneficios pírricos a costillas de quienes se supone deberían representar.
Tampoco se trata de sonar los tambores de guerra, sino se trata de dialogar, de pedir de manera respetuosa que se acate la ley y que los derechos de los trabajadores se cumplan con toda literalidad y a cabalidad; porque los empleados del estado tienen el derecho de tener estabilidad laboral, tener oportunidades de desarrollo, poder mejorar su calidad de vida y que se desempeñen en un ambiente armónico que les permita el libre desarrollo de su personalidad.
Si esa fuera la visión de los gremios de los trabajadores del estado, mucho mejorarían sus condiciones; tendríamos instituciones más fuertes, consolidadas y funcionales, que fortalecerían nuestro sistema democrático, porque atender la situación laboral de quienes trabajan de manera permanente en las instituciones públicas y en los poderes del estado traería múltiples beneficios, porque sencillamente son los que lo mantienen y los hacen funcionar.
Y no es para menos, porque gobernantes y directivos van y vienen, y el trabajo que hacen quienes tienen su empleo permanente, es probablemente un trabajo que no se ve, pero sí se nota, y es quizá de los más importantes porque hacen funcionar a la maquinaria del gobierno y sus poderes.
Si tenemos a los trabajadores del estado bien representados y atendidos en sus derechos, de manera directa, fortalecemos el sistema democrático.
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