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MUNDO

Previo a la Cumbre de la APEC en San Francisco, EEUU presume super bomba nuclear a China y Rusia

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

El próximo 15 al 17 de noviembre se realizará la cumbre de la APEC (Asia Pacific Economic Cooperation Forum). El escenario será la hermosa Ciudad de San Francisco, California. Nuestro presidente acudirá por la insistencia -¿chantaje?- de Biden quien como Trump tratará de utilizarlo para ganar votos para su reelección que culmina el 2024.

Así es, la campaña por la Casa Blanca inicia en unas semanas y Biden no está muy seguro, la mayoría de las encuestas lo dan por debajo de sus contrincantes, incluso por debajo de Trump. Pero la reunión con los presidentes del Pacifico será uno de los espectáculos secundarios. El centro de la atención será la Cumbre entre EUA y China protagonizada por Joe Biden, Xi Jinping, el gran ausente Rusia.

La APEC se compone de 21 países con costas en el Océano Pacífico, desde Filipinas a China, Japón y Australia hasta Rusia, Canadá, México y Chile. Ojo, no todos los países de América son parte de la APEC, de hecho, la mayoría de la organización está integrada por países asiáticos y sólo cinco de nuestro continente.

Rumbo a esta cumbre los EUA presumieron, ¡Sí!, presumieron a China y a Rusia, su nueva super bomba nuclear. La prueba preliminar para dicho artefacto se realizó hace unos días y se dio a conocer que los EUA invitaron a sus contrapartes de China y Rusia para presenciar el evento.

Rusia y Estados Unidos están en un tratado firmado en 1996, mismo que está por vencerse. Dicho tratado evita la proliferación de armas, pero permite la actualización, de cualquier forma, Rusia y EEUU parecen estar calentando motores para una nueva carrera armamentista en la que China no está obligado a decir lo que tiene o detenerse en su propia proliferación por no ser parte del tratado.

Hace unos años Trump trató de forzar a China a entrar lo que veremos si Biden consigue, aunque el Departamento de Defensa de EUA dice que tal vez no se renueve dicho tratado porque Rusia puede no seguirlo. En este escenario, parece que la idea de Biden es decirles que las armas nucleares de EUA pueden destruir de un jalón Moscú o Beijing.

Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos la nueva bomba será 24 veces más poderosa que la que se detonó en Hiroshima y contará con tecnología stealth, es decir, supuestamente no la detectarían los radares. El costo de dicha tecnología es una modesta cantidad cercana a los 600 millones de dólares, más otros mil 800 millones para actualizaciones tecnológicas de sistemas nucleares.

A la nueva bomba nuclear se sumó el viernes pasado, el nuevo bombardero invisible B-21 que puede llevar desde su base en california, dicha bomba nuclear a cualquier parte del mundo sin necesidad de aterrizar. El juguete cuesta $750 millones de dólares y se espera tener más de 100 en operación durante los próximos años. Así es, EUA dice que no están en una nueva guerra fría o carrera armamentista, pero por si las dudas le siguen mintiendo.

Dicho sea de paso, la semana pasada el ahora ex ministro de cultura de Israel fue entrevistado y respondió que no se descarta el uso de una bomba nuclear en Gaza. Obviamente de inmediato fue desmentido por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien insistió que su país hace todo lo posible por evitar pérdidas de civiles en esta guerra contra Hamas.

El comentario provocó una terrible reacción internacional y claro, puso en aprietos a Israel ya que nunca han admitido tener bombas nucleares. La noticia se suma a la estupidez de presumir armas nucleares cuando se supone que los países occidentales están más allá de ese tipo de acciones o eso dicen.

Claro que en San Francisco se hablará de economía, pero qué mejor negocio que la economía de guerra. Para Biden que está a la baja en las preferencias de sus connacionales rumbo a la reelección esta cumbre es muy importante y tal vez lograr un acuerdo con China y su nuevo súbdito Rusia  para frenar las guerras en Ucrania e Israel sea su sueño, pero al mismo tiempo sus acciones -EUA- parecen estar financiando los dos lados de los dos conflictos, porque por un lado depende de China y de Oriente para sus productos diarios y energéticos y por otro da financiamiento a conflictos en las que juega del otro lado.  

La prueba nuclear de EUA se dio al día siguiente de algunas declaraciones de Rusia sobre su falta de ganas de renovar el acuerdo de 1996 y para seguir el reto, a unos días de la prueba de EUA, Rusia anunció que había probado también con éxito sus nuevos misiles nucleares lanzados desde submarinos.

Siguiendo el show, el director de comunicaciones estratégicas de seguridad nacional de EUA dijo que no tenía sentido seguir en el trato sin el acuerdo de Rusia.  La base de pruebas nucleares de EUA está en Nevada. Desde hace décadas que no se hacen pruebas con bombas completas a cielo abierto, pero se hacen pruebas seccionadas de forma subterránea.

Si yo fuera el presidente Xi, aprovecharía la oportunidad para obtener concesiones de Biden quien podría remover las tarifas que Trump impuso a China desde el 2019. A cambio China podría bajar el apoyo a Rusia o a Irán por no decir a los BRICS y su nueva moneda digital. Pero también puede que Xi Jinping vaya a medirse de tú a tú en un foro regional en suelo estadounidense.

La gran mayoría de los países de la APEC son pro EUA pero ya veremos los resultados y en especial las acciones porque los presidentes -todos- dirán que les fue muy bien y que ellos fueron el centro de la reunión en particular Biden que está en campaña. Pero la verdad es que los demás están de apoyo porque el centro son EUA y China con el elefante blanco Rusia.

La sede de la reunión electoralmente es importante pero el conflicto de Oriente le quita algo de significado mediático inmediato, pero no a largo plazo. En esa misma ciudad al final de la Segunda Guerra Mundial se fundó la ahora demeritada ONU. Hoy San Francisco y California representan una fuerza económica superior a 17 de los 21 países de la APEC.

Como dato electoral interno de EUA para Biden, California es una de las dos anclas indispensables para la elección de cualquier candidato presidencial del Partido Demócrata, la otra es Nueva York. Porque con los votos electorales de esos dos estados se compensan los de Texas y Florida.

California es hogar de la mayor población asiática fuera de Asia y de latinos fuera de Latinoamérica. Muchos de ellos votan, pero todos ellos influyen en las políticas locales y por ende en los resultados de las elecciones federales del país del tío Sam. De hecho, vale la pena recordar que hace unas semanas el gobernador de California Gavin Newsom, quien es del mismo partido que Biden, se dio una vuelta por China en donde se reunió con el presidente Xi a su reunión en San Francisco en donde él y Biden serán anfitriones.

Algunos dicen que, si algo le pasa a Biden por su edad, o por propia decisión, no sería Kamala la única sustituta, sino que se necesitaría a Newsom para ganar por su poder económico y popularidad al interior de su partido, el voto latino y de las zonas urbanas, digamos que es como el Peña mexicano en el 2012.

Pero el tema de la guerra entre Israel y Hamas puede hacer que en Nuev York las tendencias electorales a favor de Biden se pongan en riesgo, porque ahí residen una parte muy importante de israelíes y de árabes, quienes como vemos han sido muy vocales en ambos lados del conflicto.

El movimiento de Biden presionando a AMLO para ir es tan obvio que provocó la innecesaria reacción del expresidente Trump quien para variar no se guarda nada y en sus mensajes se mete en líos innecesarios, declaró que si hay una Tercera Guerra Mundial México podría desaparecer, al asegurar que si atacan a Estados Unidos por las faltas de Biden a México también y claro nosotros los mexicanos no tenemos la misma capacidad de defensa.

Un comentario totalmente innecesario, creo yo estúpido, que puede afectar el terreno ganado con los latinos que hoy en día han migrado del Partido Demócrata al Republicano por la economía y políticas demasiado liberales que parecen más bien de regímenes totalitarios.

Es obvio que tanto en el tema económico como en el militar China se ha convertido en centro de la contienda mundial por su apoyo a Rusia e Irán y relaciones muy cercanas con varios de los países árabes como Saudi Arabia o Egipto a lo que debemos sumar los famosos BRICS con los que México coquetea, eso sin mencionar que nuestro país está siendo el segundo frente de China para rodear a EUA.

Así las cosas y aunque el centro de la APEC es el futuro comercial de la región en donde China pide más acceso a sus mercancías sin impuestos, las elecciones presidenciales en EUA, las guerras en Ucrania, en Israel y el riesgo de Taiwán son sin duda platos del amplio y variado buffet por el nuevo orden mundial en el que muchos quieren sustituir a EUA o de menos a los valores que representan, eso sin mencionar el dólar como moneda de monedas al que muchos desean desplazar en especial los países pobres o los otros rivales. Como lo dije la semana pasada “… cuidado con lo que se desea…”

A propósito, si usted desea exportar o conocer sobre temas globales, acudir como invitado a la reunión de la APEC es una oportunidad muy importante para exportar a Norteamérica y Asia o conocer sobre la región. Así es, usted puede, si puede pagar el viaje y el acceso, acudir a dicho evento en especial a las conferencias del mismo.

La APEC que tiene sus oficinas centrales en Singapur que se fundó en 1989 a iniciativa de los EUA, Canadá y Japón con una abrumadora mayoría de países asiáticos, de ahí China se sumó en 1992 y México en 1993. Perú y Chile son los otros países del continente americano. La APEC era algo así como la madre del tratado de libre comercio del pacifico llamado TPP que fue abortado en el 2017 pero podría revivir. 

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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