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OPINIÓN

Proteger la biodiversidad de los océanos

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Comuna México, por Benjamín Mora Gómez // (primera de tres partes)

Por la trascendencia del tema, llamo la atención al prólogo de la memoria del Seminario “Autoridad Marítima Nacional, una perspectiva global” llevado a cabo el 22 y 23 de agosto de 2017, en la Heroica Escuela Naval Militar “Antón Lizardo”, en Veracruz, Veracruz, en que se lee, del secretario de Marina Armada de México, Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz: “En cuanto a la Organización Marítima Internacional, es necesario adoptar los lineamientos que ésta establece, con el objetivo de hacer de los mares un entorno más seguro, de manera que la observancia de la legislación internacional debe ser un compromiso, ya que contribuye a tener un comercio más ordenado que favorezca la competencia y la estabilidad en el intercambio de mercaderías y servicios entre las naciones. A su vez, cumplir con los ordenamientos estipulados garantiza la sustentabilidad de los mares para su uso y aprovechamiento actual, así́ como el de las futuras generaciones”.

Desde aquel seminario, la Organización Marítima Internacional de Naciones Unidas, en voz de su secretario general Kitack Lim, al reconocer al transporte marítimo como el eje principal del comercio mundial por ser el medio más eficaz para transportar mercancías, por sus costos dados por los volúmenes atendidos y el uso más eficiente del combustible, llamó a no dejar de lado el equilibrio necesario para mantener la buena salud y biodiversidad de los océanos. Con los años, el tema del combustible tomó de mayor eficiencia al exigir menores velocidades y el uso de combustibles ultra bajos en azufre y así como el combinar el diésel fósil con biodiesel hacia 2024. A partir del 1 de enero de 2020, se permitirá que los buques utilicen únicamente combustible con un máximo de 0.5 por ciento de contenido de azufre; el estándar actual es de un contenido de azufre del 3.5 por ciento. Varias compañías navales y puertos marítimos ya lo cumplen.

Este 30 de agosto, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, concluyeron los trabajos de la tercera ronda de negociaciones convocada por la Organización Marítima Internacional, para redactar un ambicioso tratado internacional que proteja la biodiversidad en las zonas de alta mar fuera de las jurisdicciones nacionales, en medio de la decepción y críticas de las organizaciones no gubernamentales ahí presentes, provenientes de todo el mundo.

Desde un principio, Rena Lee, presidenta de ésta y las dos anteriores conferencias (septiembre de 2018 y marzo de 2019), fue clara y contundente al instar a los representantes de los 193 países participantes, a evolucionar sus posturas para proteger la biodiversidad global, en una realidad en que solo el 4 por ciento de los océanos están protegidos.

Las cuatro rondas previstas centran sus propósitos en cuatro aspectos clave: 1) Adoptar medidas que favorezcan la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina, 2) Definir los métodos y parámetros de las futuras evaluaciones del impacto ambiental, 3) Definir el uso de los recursos genéticos marinos, incluyendo la distribución de sus beneficios como la biotecnología marina y, 4) Desarrollar capacidades y transferir tecnología marina hacia los países en desarrollo que carezcan de ellas.

Al inicio de la tercera ronda, organizaciones como Greenpeace llamaron a evaluar los impactos de la actividad humana en los océanos como su acidificación; asimismo, a asumir acuerdos en lo que sería el Tratado de los Océanos, a fin de reducir tales impactos hasta un 30 por ciento hacia 2030, aunque la Organización Marítima Internacional pugna por llegar al 40 por ciento en 2030 y al 50 por ciento en 2050. Greenpeace y otras organizaciones buscan consolidar la red de santuarios oceánicos que la ciencia demanda para que la protección sea efectiva, en un contexto alarmante en que, aproximadamente, un 40 por ciento de los océanos del mundo son sumamente afectados por las actividades humanas que devienen en contaminación, agotamiento de los recursos pesqueros y pérdida de hábitats costeros, así como daño en los polos y glaciales.

Según cálculos de la Organización Marítima Internacional, en 2007, las embarcaciones de alta mar liberaron 1,120 millones toneladas métricas de dióxido de carbono y predijo que, si no se introducían medidas para reducir las emisiones procedentes de los barcos, las emisiones de dióxido de carbono podrían pasar a ser de 1,480 millones de toneladas métricas antes del año 2020.

Organizaciones como Océana han señalado que, si el transporte naval del mundo, con una flota de 90 mil buques, fuese un país, sería el sexto emisor de gases con efecto invernadero, sólo después de China, Estados Unidos, Rusia, India y Japón. Océana es una organización dedicada a proteger y restaurar los océanos del mundo a escala global.

En éste, como en otros grandes temas medioambientales, enfrentamos a una alarmante falta de voluntad política. En relación al Tratado de los Océanos pretendido, mientras los gobiernos de Rusia, Islandia y Corea del Sur buscan retrasar las negociaciones, otros gobiernos como los de Estados Unidos, Noruega, Australia, Japón, Canadá, Nueva Zelanda y Ecuador parecen estar a favor de un tratado diluido, y otros más, claramente favorecen la explotación de los recursos marinos. Para la doctora Sandra Schoettner, de la campaña de Océanos de Greenpeace, en esta jornada de negociaciones, “el ritmo y la ambición presentes (…) no coinciden con el nivel de urgencia necesario para salvar nuestros océanos y proteger nuestro planeta contra la emergencia climática y la pérdida masiva de biodiversidad que afrontamos

El tema merece de toda nuestra conciencia pues, mientras el 3 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono pueden relacionarse con el transporte naval, los océanos absorben casi el 30 por ciento del producido por los seres humanos, reduciendo así el impacto del calentamiento global; es decir, los océanos revierten con crecen nuestra huella de carbono, realidad que debe avergonzarnos.

E-mail: benja_mora@yahoo.com

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MUNDO

Musk, el gran perdedor en su choque con Trump

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El enfrentamiento entre Elon Musk y Donald Trump, dos titanes que pasaron de aliados a fieros adversarios, revela una lucha de poder con profundas implicaciones. Musk emerge como el principal perdedor, con daños a su reputación, empresas y capital político, mientras Trump consolida su autoridad y avanza su agenda.

Este choque, más allá de una disputa personal, refleja tensiones entre nacionalismo y globalismo, errores estratégicos de Musk y desafíos para países como México en un contexto de políticas proteccionistas.

Musk cometió un error al integrarse al gobierno de Trump, asumiendo que su riqueza, influencia mediática y popularidad en redes le otorgarían un rol protagónico en Washington. Subestimó la dinámica política estadounidense, donde el poder reside en cargos electos, no en asesores externos. Su visión globalista y tecnocrática chocó con el nacionalismo de Trump, especialmente en temas como aranceles y gasto público, generando fricciones con figuras clave de la administración, como Peter Navarro y Howard Lutnick.

La incursión política de Musk tuvo un costo elevado para sus empresas, particularmente Tesla. Las acciones de la compañía se desplomaron, con pérdidas estimadas en 9,000 millones de dólares en valor de mercado, tras la controversia con Trump. Esta caída, junto con las críticas a su gestión, refleja una pérdida de confianza de los inversores, quienes percibieron que Musk priorizó ambiciones políticas sobre la innovación tecnológica. La estabilidad de Tesla y su futuro están ahora en entredicho, evidenciando el impacto desastroso de esta aventura.

El choque entre Musk y Trump también fue una batalla de egos. Musk, acostumbrado a liderar, no estaba preparado para un rol subordinado en una administración que exige lealtad absoluta a Trump. La ruptura era previsible: dos personalidades dominantes compitiendo por controlar la narrativa política en un momento de reacomodo del orden global. Musk buscó influir en políticas que beneficiarían a Tesla y SpaceX, como desregulación y contratos federales, pero subestimó el costo reputacional y financiero de alinearse con Trump.

En un contexto geopolítico, la agenda proteccionista de Trump, que prioriza la economía estadounidense frente a competidores como China, chocó con la visión globalista de Musk, defensor del libre comercio.

Este desacuerdo refleja tensiones más amplias entre nacionalismo económico y globalización, con implicaciones para México. Los aranceles propuestos por Trump podrían imponer nuevas barreras comerciales, afectando la economía mexicana, que depende de su relación con Estados Unidos. México debe prepararse para negociar con una administración fortalecida tras neutralizar a Musk.

Musk podría argumentar que su incursión política buscaba beneficiar a sus empresas a largo plazo, consolidando su imagen entre los círculos conservadores que apoyan su discurso de libre mercado. Sin embargo, los resultados inmediatos muestran un fracaso: no logró influir en las políticas clave y sacrificó la estabilidad de sus compañías. Su falta de experiencia en el ámbito público lo hizo vulnerable a los juegos de poder de Washington, una lección que otros empresarios han aprendido a un costo similar.

Para recuperar su posición, Musk debe enfocarse en restaurar la confianza en Tesla y sus otras empresas, evitando futuras incursiones políticas mal calculadas. Su reputación como innovador está en riesgo, y la percepción de oportunismo político podría alejar a inversores y consumidores. Mientras tanto, Trump sale fortalecido, manteniendo el control de su administración y demostrando que, en la política estadounidense, el poder electoral supera a la influencia mediática o económica.

El caso de Musk es un recordatorio de que el poder económico no siempre se traduce en poder político. Su intento de influir en Washington, sin comprender las dinámicas de poder, resultó en un revés significativo.

México y América Latina, por su parte, enfrentan el desafío de adaptarse a un entorno de políticas proteccionistas, donde la fortaleza de Trump podría complicar las relaciones comerciales. La lección es clara: en los juegos del poder, la estrategia y la preparación son tan cruciales como la ambición.

P.D. Tras su ruptura el 5 de junio de 2025, Musk acusó a Trump en X de aparecer en los archivos de Epstein, sin pruebas. Trump lo llamó “loco” en Truth Social, amenazando con cancelar contratos del gobierno estadounidense con Musk. Tesla perdió 150 mil millones de dólares. Musk reclamó la victoria electoral de Trump en 2024; Trump lo acusó de ingratitud, marcando un quiebre definitivo.

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Beisbol

Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

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MUNDO

El rompimiento de Musk con Trump

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El quiebre se anticipaba, lo que muchos preveían ocurrió antes de lo esperado: la ruptura entre el magnate Elon Musk y el presidente Donald Trump. Musk, quien había apoyado fervientemente a Trump durante su reelección en 2024 y fue nombrado jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), anunció su separación del gobierno trumpista, frustrado por políticas que calificó de “absurdas” y decepcionantes.

Críticas contundentes a la política fiscal

El 3 de junio de 2025, Musk arremetió en la plataforma X contra la ley “One Big Beautiful Bill Act”, aprobada por la Cámara de Representantes, que incluye recortes de impuestos por billones de dólares y un aumento en el gasto de defensa. La describió como una “abominación repugnante”, advirtiendo que incrementará el déficit presupuestario en $600 mil millones para el próximo año fiscal, según señaló en CBS News.

Musk, quien logró ahorros estimados en $175 mil millones a través de DOGE, criticó que el proyecto contradice sus esfuerzos de austeridad, alertando que “este nivel de gasto excesivo llevará a Estados Unidos a la esclavitud de la deuda”, con un déficit proyectado de más de $2 billones anuales y un 25% de los ingresos gubernamentales destinados a intereses.

Tensiones económicas y políticas

Análisis independientes de la Oficina Presupuestaria del Congreso respaldan las preocupaciones de Musk, estimando que la ley podría elevar el déficit entre $2.3 y $3.8 billones en una década, aunque cuestionan la efectividad de las cifras de DOGE por inconsistencias. Además, la eliminación de incentivos para vehículos eléctricos en el proyecto afecta directamente a Tesla, lo que podría influir en la postura de Musk, cuya empresa ya enfrenta protestas y caídas en ventas por su asociación con Trump.

Mientras tanto, Trump defiende los recortes fiscales, aunque reconoce aspectos mejorables, y su administración, a través de Stephen Miller, niega que la ley agrave el déficit, contradiciendo los análisis.

Un rompimiento con repercusiones

La ruptura no solo refleja diferencias ideológicas sobre el gasto público, sino también tensiones comerciales, como los aranceles que Musk ya había criticado por su impacto en Tesla. Aunque Trump no ha confrontado directamente a Musk, la influencia del magnate podría complicar el avance de la ley en el Senado, donde enfrenta resistencia de republicanos fiscalmente conservadores.

Este quiebre evidencia las complejidades de una relación marcada por intereses económicos y políticos en conflicto, dejando un escenario incierto para ambos.

Un futuro incierto en el tablero del poder

El rompimiento entre Elon Musk y Donald Trump no solo sacude la política fiscal estadounidense, sino que también podría redefinir alianzas en el escenario global. La salida de Musk del gobierno trumpista, junto con su capacidad para influir en la opinión pública y en el Senado, amenaza con frenar la ambiciosa «One Big Beautiful Bill Act», mientras las tensiones comerciales y los intereses de Tesla agravan el distanciamiento.

Este quiebre podría debilitar la cohesión del bloque republicano, afectar la credibilidad de Trump en temas económicos y abrir un nuevo capítulo de incertidumbre, donde la voz de Musk, aún poderosa, podría moldear el rumbo de Estados Unidos en un momento crítico.

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