JALISCO
Quedarnos sin agua
Opinión, por Miguel Ángel Anaya //
Todos los recursos son limitados. A pesar de que esta afirmación suena simplista o muy obvia, muchas veces actuamos como si esto no fuera parte de la realidad o, al menos, no de la nuestra. La pandemia vino a mostrarnos la escasez de muchos productos y servicios que, por no necesitarlos recurrentemente o tenerlos disponibles siempre, creíamos que eran infinitos; sin embargo, en meses pasados sufrimos desabasto de algunos alimentos, papel de baño, luz eléctrica e incluso de productos básicos para cuidar nuestra salud.
El agua potable es uno de los recursos más importantes para la creación y desarrollo de la vida humana, pero también es de los más escasos. La falta de este líquido no es un problema exclusivo de nuestro país o nuestro estado, es una realidad que afecta a gran parte del mundo. En todo el planeta hay más de dos mil millones de personas que no tienen acceso a agua de calidad y, en México se encuentran en las mismas condiciones alrededor de 12 millones; es decir, 1 de cada 10 mexicanos se enfrenta diariamente a esta problemática.
En la Zona Metropolitana de Guadalajara, llevamos varias semanas sufriendo de los llamados tandeos. Según han informado las fuentes del gobierno estatal, esto se debe a que las últimas temporadas de lluvia han sido cortas y el consumo de las empresas y ciudadanos es elevado. Hoy, la presa Calderón, una de las principales proveedoras de agua de la ciudad, se encuentra por debajo del 18% de su capacidad; este es un hecho realmente alarmante.
Muchas ciudades en el mundo han enfrentado crisis aún más severas que la nuestra. Algunas han sabido darles solución y otras no. Considero que es importante voltear a ver casos de éxito para tomar ideas y, en su caso, adaptarlas a nuestro entorno. Por supuesto, el ideal es no dejar que nos alcancen este tipo de situaciones.
Un caso ejemplar es la ciudad de Cabo, Sudáfrica. Apenas en el año 2017 su gobierno anunciaba que la presa “Theewatersklof” (que es la fuente de abastecimiento más grande de esa ciudad) se encontraba al 12.5% de su capacidad; de continuar con el consumo desmedido de agua potable, aquella metrópoli se quedaría sin este líquido; incluso fijaron una fecha límite para que esto sucediera y le llamaron “día cero”, la misma fue pronosticada para el 22 de abril de 2018 (¡Mire usted, coincidencias de la vida!).
A partir de ese momento se tomaron una serie de decisiones realmente importantes: se comenzó por una campaña seria de concientización para gastar la menor cantidad de agua y reutilizar la mayor parte de ella; se continuó por obligar a todas las familias y a pequeños negocios a colocar medidores en sus establecimientos; finalmente se adoptaron medidas drásticas como restringir el consumo de agua por persona a 50 litros por día (para darnos una idea, ducharse en la regadera gasta en promedio 9 litros por minuto) y se cortó parte del suministro a las grandes compañías de la ciudad, consecuentemente estas redujeron su consumo hasta en un 50%.
Todo esto provocó que una cantidad considerable de viviendas y comercios instalaran sistemas de captación de agua de lluvia o de aprovechamiento de aguas residuales. Después de disminuir el consumo general de agua, el día cero planteado por el gobierno se fue posponiendo, del 22 de abril de 2018 se pasó al 11 de mayo, después al 4 de junio y finalmente en septiembre de ese año se anunció que se tenía el líquido suficiente para garantizar el abastecimiento de la ciudad a corto plazo. Una gran noticia; sin embargo, los precios enfrentados fueron altos: muchos agricultores perdieron sus cosechas, productores de carne tuvieron que sacrificar parte de su ganado, la productividad de muchas empresas se vio reducida y el turismo presentó una afectación severa.
Esto nos muestra que no invertir en programas integrales para el cuidado del agua tiene costos sociales y económicos muy elevados. Diferentes organizaciones alrededor del mundo recomiendan emplear entre el 1 y 2 por ciento del Producto Interno Bruto de cada país en este tipo de proyectos; los beneficios reflejados a mediano y largo plazo son enormes.
Jalisco y en específico Guadalajara aún están a tiempo para evitar llegar a una crisis tan profunda de abasto de agua; la construcción y mantenimiento de infraestructura pública es parte importante de esto, pero también lo es el aprender a consumir responsablemente, evitar contaminar nuestros suelos y cuidar las áreas naturales, estas acciones son vitales para conseguir la recuperación de nuestros lagos, presas y mantos acuíferos.
El tema del cuidado del agua no debe ser una sugerencia al aire ni debe quedar solamente en publicaciones de las redes sociales, es un asunto urgente de la agenda pública de nuestro país y nuestro estado. Seamos conscientes, cerremos la llave del agua y abramos la del presupuesto para invertir en programas que nos ayuden a conservar este líquido vital, sin duda, no habrá nada más caro que quedarnos sin agua.
E-mail: miguelanaya.gdl@gmail.com
