JALISCO
Ricardo Villanueva, con salida triunfal: Emotiva despedida entre aplausos, lágrimas y política

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Cuando Ricardo Villanueva Lomelí apareció en el escenario principal del Auditorio Telmex, una ovación resonó con fuerza inusitada. No era simplemente el cierre de una administración universitaria; se trataba del acto final de un rector cuyo paso por la Universidad de Guadalajara (UdeG) estuvo marcado por una mezcla peculiar de logros académicos y maniobras políticas.
El ambiente dentro del recinto era más parecido a un acto político multitudinario que al tradicional informe académico. Desde las primeras filas hasta las butacas más alejadas, se percibía una energía contagiosa que combinaba admiración genuina con una clara dosis de lealtad institucional. Así lo demostraron las porras que se repetían con fervor casi futbolístico: «Rector amigo, la manada está contigo». Este cántico, encabezado por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad, ilustraba perfectamente el tipo de liderazgo que Villanueva supo construir durante sus seis años al frente de la UdeG.
Al tomar la palabra, Villanueva supo jugar hábilmente con las emociones de los presentes, evocando los desafíos enfrentados por la universidad durante su gestión. Recordó cómo la institución hizo frente a la pandemia con una “mente colectiva” y afirmó, con notable dramatismo, cómo cientos de marchas defendieron la autonomía universitaria. Su discurso fue cuidadosamente estructurado para emocionar, convencer y, de paso, subrayar la importancia de su propio papel en esta etapa clave de la historia universitaria.
No obstante, más allá del fervor emocional y político, Villanueva presentó números y logros concretos para respaldar su gestión. Informó sobre el significativo crecimiento de la matrícula estudiantil, que aumentó de 287 mil a 339 mil estudiantes en seis años. Destacó con orgullo la apertura de seis nuevas preparatorias y cuatro centros universitarios adicionales, subrayando especialmente que la UdeG es ahora la única universidad pública en México que logra admitir al 100% de sus aspirantes a preparatoria.
Sin embargo, al referirse al incremento en el número de investigadores inscritos en el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), Villanueva pecó de vaguedad. Aunque mencionó un crecimiento de 65 por ciento —pasando de 1,291 a 2,136 investigadores— no profundizó en el impacto real o en los resultados específicos que estos investigadores han aportado a la sociedad jalisciense. Este detalle no escapó a los oídos más críticos presentes en el auditorio.
Uno de los momentos cumbre del evento ocurrió cuando Villanueva abordó la defensa constante de la autonomía universitaria, rememorando las 194 marchas realizadas durante su administración. Aquí, nuevamente apeló a la emoción colectiva, evocando la unidad frente a las amenazas externas y subrayando que, aunque la autonomía esté garantizada por ley, esta debe defenderse día a día. Su voz resonaba con autoridad, provocando una nueva ronda de aplausos que parecían anticipar futuros escenarios políticos.
Fue especialmente emotivo cuando Villanueva recordó a Raúl Padilla López, figura clave en la historia reciente de la UdeG y mentor político suyo. El silencio respetuoso y solemne en el auditorio subrayó el poder y la influencia que Padilla aún ejerce en la universidad. Este homenaje sirvió también como un recordatorio del peso político que tiene la UdeG en Jalisco y, en particular, del legado que Villanueva aspira a mantener vivo.
La despedida fue particularmente conmovedora. Un video mostró momentos significativos de su rectorado, y Villanueva no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Fue ahí cuando la multitud redobló sus porras, reforzando un clima emocional intenso que parecía perfectamente diseñado para este acto de cierre. Con voz quebrada, Villanueva aseguró que ser rector había sido «el trabajo más bonito del mundo», confirmando la imagen de cercanía y sensibilidad que siempre intentó proyectar, muy lejana de la del político priista prepotente que tan malos resultados electorales le aportó.
No obstante, en la entrevista posterior al evento, Villanueva reveló con claridad la otra cara de su liderazgo: la del político pragmático y astuto. Cuando se le preguntó sobre su futuro inmediato, negó rotundamente cualquier interés en la gubernatura o alcaldía de Guadalajara. Sorprendentemente, admitió no tener el temperamento necesario para esos puestos, y tiene razón, una autocrítica rara en el ámbito político jalisciense. Sin embargo, estas declaraciones parecían estar cuidadosamente medidas para distanciarse estratégicamente de cargos conflictivos, preservando su capital político para futuras oportunidades más cómodas y menos conflictivas.
En cambio, dejó ver con claridad su intención de mantenerse cerca del poder federal, mencionando explícitamente sus alianzas con personajes influyentes como Mario Delgado, secretario de Educación, y la presidenta Claudia Sheinbaum. Con ellos aseguró tener una relación estrecha y comprometida, revelando así que su futuro inmediato parece más vinculado a las estructuras educativas federales que al contexto político local. Mostrando el cómodo estilo del Grupo UdeG, que prefieren jugar y lucir en su círculo controlado, que arriesgarse a demostrar afuera de qué están hechos.
Al abordar las tensiones internas y la estabilidad financiera y política de la UdeG, Villanueva utilizó una metáfora familiar para describir las diferencias internas como normales y hasta saludables, asegurando que, pese a todo, la universidad se mantiene unida y sólida. Expresó también un apoyo incondicional a Karla Planter Pérez, la primera mujer en asumir la rectoría general, describiéndola con términos que sugerían continuidad y estabilidad más que ruptura.
Finalmente, abordó su relación con figuras políticas locales como Pablo Lemus y Juan José Frangie. Mostró una habilidad evidente al reconocer diferencias y al mismo tiempo tender puentes hacia futuros acercamientos, destacando particularmente su esfuerzo por reconciliarse con Frangie, antiguo aliado de Raúl Padilla, a quien se le puede señalar de muchas cosas, menos de haber sido desleal a su amigo el “Licenciado”.
En conclusión, Ricardo Villanueva Lomelí se despidió entre aplausos, lágrimas y cálculos políticos claros. Su rectorado termina dejando a la UdeG en una posición fortalecida, pero también revelando una trayectoria cuidadosamente planeada que promete nuevos capítulos en otros escenarios políticos.
Villanueva se retira, sí, pero con un ojo puesto en el poder federal y otro atento a mantener su influencia en Jalisco. Su último acto no fue solo una despedida, fue también una señal clara de que el rector político sigue vivo y activo… Algo que, ¡ninguno de los anteriores rectores puede presumir!
La vida política de Ricardo Villanueva se mantendrá… Mientras la manada no reciba otra indicación.
En X @DEPACHECOS