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OPINIÓN

Tal parece que retiran a Hugo López-Gatell

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Tercera Instancia, por Modesto Barros González //

Ahora sí, a todos los santos les llega su día y tal parece que el súper inflado subsecretario de Prevención y Promoción de Salud de la misma secretaría federal, Hugo López-Gatell Ramírez, a quien le está pasando lo que a muchos artistas les ocurrió en poderosas empresas de comunicación.

Las atinadas declaraciones que acaba de hacer el periodista Carlos Loret de Mola, exhiben presuntos errores del Primer Mandatario y posiblemente cometidas por los errores que le aconsejó el subsecretario de salud.

Tal parece que la gira que este fin de semana hizo López Gatell, al estado sureño de Chiapas, fue el inicio de despido del importante cargo, aunque se debe de estar agarrando a 20 uñas para que no lo destituya Andrés Manuel López Obrador.

Primero muchos reflectores casi a todas horas y todos los días, hasta le pusieron su horario estelar por las tardes para que se luciera, aunque cada vez se enredaba más.

López-Gatell, hace unos días se atrevió a decir que él si se cuida del COVID-19, el primer mandatario también, y que le preocupa que la población en general poco se cuida de contagiarse.

Que poca vergüenza del médico referido si él por muchas semanas estuvo diciendo abiertamente que el cubre bocas no es protección de contagio, lo que también ha demostrado el Presidente de la República, al no utilizar ese aditamento y en su momento dejaron de advertir a la población.

Sus errores cometidos serán valorados por el flamante gabinete de seguridad y la última palabra, como siempre ha ocurrido la tendrá AMLO, entonces las cosas siguen igual como cuando gobernaban priistas y panistas.

Por lo pronto tendremos que acostumbrarnos a pasar más tiempo confinados en los domicilios y esperar que algún remedio sea descubierto en poco tiempo y que logre evitar mayores contagios en ésta pandemia.

¡REGRESAN A LAS ANDADAS LOS AGENTES VIALES!

De nueva cuenta están haciendo de las suyas algunos elementos de Vialidad. El caso es que el pasado fin de semana se apostaron casi un centenar de elementos (mujeres y hombres), para instalar sus tan molestos y criticados puestos de inspección contra conductores que hubieren ingerido bebidas embriagantes.

Así las y los “genízaros” se apostaron en el oriente de la ciudad y estuvieron haciendo de las suyas, entorpeciendo la circulación de vehículos por mucho tiempo, lo que provocó malestar y serias críticas de pobladores afectados por la “brillantísima” idea, que parece es muy recaudatoria para las arcas del Gobierno del Estado.

Las “toritas” y uno que otro “torito” se apostaron a temprana hora en las vialidades como el Periférico Oriente, y apoyados por elementos de la Policía Municipal y hasta de la Guardia Nacional, se dedicaron a intimidar y molestar a quienes tuvieron que pasar por sus “retenes”, sin que ninguno de los presidentes municipales a los que les invadieron su jurisdicción se quejaran.

El que si pudiera poner orden pudiera ser Pablo Lemus Navarro, presidente municipal de Zapopan, ya que su municipio no es tierra de nadie, como se aprecia en el resto del estado donde se cometen varias irregularidades y todos se disciplinan con el Gobernador, quien por cierto a últimas fechas se le vio muy “conciliador” y quietecito con el Presidente López Obrador, pero no así con su fiel escudero López-Gatell.

Hay que esperar cuantas “diabluras” o arbitrariedades se cometerán en el estado de Jalisco, lo que parece es para conseguir más dinero para lo que podría ser la próxima campaña electoral, pero eso ya lo veremos.

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JALISCO

Ricardo Villanueva, con salida triunfal: Emotiva despedida entre aplausos, lágrimas y política

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Cuando Ricardo Villanueva Lomelí apareció en el escenario principal del Auditorio Telmex, una ovación resonó con fuerza inusitada. No era simplemente el cierre de una administración universitaria; se trataba del acto final de un rector cuyo paso por la Universidad de Guadalajara (UdeG) estuvo marcado por una mezcla peculiar de logros académicos y maniobras políticas.

El ambiente dentro del recinto era más parecido a un acto político multitudinario que al tradicional informe académico. Desde las primeras filas hasta las butacas más alejadas, se percibía una energía contagiosa que combinaba admiración genuina con una clara dosis de lealtad institucional. Así lo demostraron las porras que se repetían con fervor casi futbolístico: «Rector amigo, la manada está contigo». Este cántico, encabezado por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad, ilustraba perfectamente el tipo de liderazgo que Villanueva supo construir durante sus seis años al frente de la UdeG.

Al tomar la palabra, Villanueva supo jugar hábilmente con las emociones de los presentes, evocando los desafíos enfrentados por la universidad durante su gestión. Recordó cómo la institución hizo frente a la pandemia con una “mente colectiva” y afirmó, con notable dramatismo, cómo cientos de marchas defendieron la autonomía universitaria. Su discurso fue cuidadosamente estructurado para emocionar, convencer y, de paso, subrayar la importancia de su propio papel en esta etapa clave de la historia universitaria.

No obstante, más allá del fervor emocional y político, Villanueva presentó números y logros concretos para respaldar su gestión. Informó sobre el significativo crecimiento de la matrícula estudiantil, que aumentó de 287 mil a 339 mil estudiantes en seis años. Destacó con orgullo la apertura de seis nuevas preparatorias y cuatro centros universitarios adicionales, subrayando especialmente que la UdeG es ahora la única universidad pública en México que logra admitir al 100% de sus aspirantes a preparatoria.

Sin embargo, al referirse al incremento en el número de investigadores inscritos en el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), Villanueva pecó de vaguedad. Aunque mencionó un crecimiento de 65 por ciento —pasando de 1,291 a 2,136 investigadores— no profundizó en el impacto real o en los resultados específicos que estos investigadores han aportado a la sociedad jalisciense. Este detalle no escapó a los oídos más críticos presentes en el auditorio.

Uno de los momentos cumbre del evento ocurrió cuando Villanueva abordó la defensa constante de la autonomía universitaria, rememorando las 194 marchas realizadas durante su administración. Aquí, nuevamente apeló a la emoción colectiva, evocando la unidad frente a las amenazas externas y subrayando que, aunque la autonomía esté garantizada por ley, esta debe defenderse día a día. Su voz resonaba con autoridad, provocando una nueva ronda de aplausos que parecían anticipar futuros escenarios políticos.

Fue especialmente emotivo cuando Villanueva recordó a Raúl Padilla López, figura clave en la historia reciente de la UdeG y mentor político suyo. El silencio respetuoso y solemne en el auditorio subrayó el poder y la influencia que Padilla aún ejerce en la universidad. Este homenaje sirvió también como un recordatorio del peso político que tiene la UdeG en Jalisco y, en particular, del legado que Villanueva aspira a mantener vivo.

La despedida fue particularmente conmovedora. Un video mostró momentos significativos de su rectorado, y Villanueva no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Fue ahí cuando la multitud redobló sus porras, reforzando un clima emocional intenso que parecía perfectamente diseñado para este acto de cierre. Con voz quebrada, Villanueva aseguró que ser rector había sido «el trabajo más bonito del mundo», confirmando la imagen de cercanía y sensibilidad que siempre intentó proyectar, muy lejana de la del político priista prepotente que tan malos resultados electorales le aportó.

No obstante, en la entrevista posterior al evento, Villanueva reveló con claridad la otra cara de su liderazgo: la del político pragmático y astuto. Cuando se le preguntó sobre su futuro inmediato, negó rotundamente cualquier interés en la gubernatura o alcaldía de Guadalajara. Sorprendentemente, admitió no tener el temperamento necesario para esos puestos, y tiene razón, una autocrítica rara en el ámbito político jalisciense. Sin embargo, estas declaraciones parecían estar cuidadosamente medidas para distanciarse estratégicamente de cargos conflictivos, preservando su capital político para futuras oportunidades más cómodas y menos conflictivas.

En cambio, dejó ver con claridad su intención de mantenerse cerca del poder federal, mencionando explícitamente sus alianzas con personajes influyentes como Mario Delgado, secretario de Educación, y la presidenta Claudia Sheinbaum. Con ellos aseguró tener una relación estrecha y comprometida, revelando así que su futuro inmediato parece más vinculado a las estructuras educativas federales que al contexto político local. Mostrando el cómodo estilo del Grupo UdeG, que prefieren jugar y lucir en su círculo controlado, que arriesgarse a demostrar afuera de qué están hechos.

Al abordar las tensiones internas y la estabilidad financiera y política de la UdeG, Villanueva utilizó una metáfora familiar para describir las diferencias internas como normales y hasta saludables, asegurando que, pese a todo, la universidad se mantiene unida y sólida. Expresó también un apoyo incondicional a Karla Planter Pérez, la primera mujer en asumir la rectoría general, describiéndola con términos que sugerían continuidad y estabilidad más que ruptura.

Finalmente, abordó su relación con figuras políticas locales como Pablo Lemus y Juan José Frangie. Mostró una habilidad evidente al reconocer diferencias y al mismo tiempo tender puentes hacia futuros acercamientos, destacando particularmente su esfuerzo por reconciliarse con Frangie, antiguo aliado de Raúl Padilla, a quien se le puede señalar de muchas cosas, menos de haber sido desleal a su amigo el “Licenciado”.

En conclusión, Ricardo Villanueva Lomelí se despidió entre aplausos, lágrimas y cálculos políticos claros. Su rectorado termina dejando a la UdeG en una posición fortalecida, pero también revelando una trayectoria cuidadosamente planeada que promete nuevos capítulos en otros escenarios políticos.

Villanueva se retira, sí, pero con un ojo puesto en el poder federal y otro atento a mantener su influencia en Jalisco. Su último acto no fue solo una despedida, fue también una señal clara de que el rector político sigue vivo y activo… Algo que, ¡ninguno de los anteriores rectores puede presumir!

La vida política de Ricardo Villanueva se mantendrá… Mientras la manada no reciba otra indicación.

En X @DEPACHECOS

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MUNDO

La rebelión de las masas

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Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

José Ortega y Gasset, filósofo español, estableció en su obra “La rebelión de las masas”, que data de 1930, que los cambios en las estructuras del poder anticipaban cambios significativos para las naciones. Desde su punto de vista, “las masas” son una nueva clase social. Esta nueva “clase social” no tiene características ni cualidades que la definan, eso sí… es homogénea y ha adquirido poder político y, desde luego, social.

Ortega y Gasset, indica que el poder, en las sociedades antiguas, era detentado por las clases privilegiadas, élites que se consideraban altamente capacitadas para dirigir, para ordenar y guiar a las sociedades.

En el siglo XX, la democracia tiene gran auge. Las masas tienen mayor influencia en la política porque también tienen mejores capacidades que las de antaño; así se alteraron las estructuras del poder. Las masas, señala el filósofo hispano, han tomado el control; ya las élites no son tan abrumadoramente poseedoras de los poderes públicos, políticos y sociales.

Esta nueva situación ha traído un cambio revelador en la sociedad. Es así como la cultura, el pensamiento, el arte han sido influenciados por una realidad moderna y diferente a lo establecido con anterioridad. Ortega y Gasset aclara que este ascenso de las masas, tiene un “lado oscuro”: 1. Que las masas no muestran un interés profundo en el conocimiento ni en la cultura y que el perfeccionamiento personal lo relegan a un plano ínfimo o, lo peor, a nada.

El filósofo no se tienta el corazón al afirmar que “el individuo promedio tiende a la mediocridad; carece de una verdadera visión crítica. Esto, paradójicamente, lleva a una sociedad más homogénea, menos innovadora y propensa a la superficialidad”.

En “La rebelión de las masas”, José Ortega y Gasset critica con esa lucidez filosófica que le caracteriza en sus obras, al “progreso sin dirección”. Considera que la sociedad moderna, basada en la idea de la igualdad y la democracia, “ha perdido el rumbo”… afirma que las élites intelectuales, culturales y políticas, que tradicionalmente guiaban a la sociedad, han sido desplazadas por estas masas homogéneas, “que no tienen la capacidad de generar un pensamiento profundo ni de dirigir al futuro de manera adecuada”.

Por ello, cree el filósofo hispano, que las grandes ideas desaparecerán al no contar con intelectuales y que el dominio de las masas lleve a la decadencia y a la desaparición…de las grandes ideas.

En 1930, cuando se publicó su obra, manifestaba que hay una crisis de autoridad: “En las sociedades modernas ya no existe un respeto genuino por la autoridad, ya sea política, cultural o intelectual”. “Las masas buscan la igualdad en todo; pero es ahí, en la igualdad irrestricta, donde se produce una falta de sentido y dirección”.

La rebelión de las masas es una obra que invita a reflexionar sobre el papel del individuo en una sociedad que, cada vez, es más democrática”. “¿Realmente estamos progresando o estamos perdiendo nuestra capacidad para pensar, crear y vivir de forma auténtica?”

Además, plantea que, en este tipo de sociedades, las masas se rebelan no sólo contra las élites, sino también contra el pensamiento profundo e incluso la cultura; es decir, atenta contra sí misma, contra su propio destino; paradójicamente hay un auge de las ideas antidemocráticas con una postura reformista supuestamente favorecedora de las mayorías.

El progreso entonces significa enterrar instituciones, aunque se sostiene el sistema parlamentario, pero con un tinte totalitario, dictatorial, absolutista y aún…tirano”.

Las masas, sus representantes, son guiadas o guían, según el caso, hacia el conformismo y el menosprecio al que piensa distinto; a quien se ataca, se agrede verbal o físicamente por no estar dentro de la masa, por pensar y actuar de manera independiente”.

Desde ese punto de vista, las masas son maleables, dúctiles y dependientes de quienes se autoproclaman sus representantes. Sus ideólogos no tienen empacho en fomentar la banalidad, la mediocridad e ignorancia para preservarse en los puestos de poder que las masas han conquistado mediante la democracia.

Las masas tratan de destruir y eliminar el talento, la personalidad independiente y a todo aquel que no piense como la mayoría: “Ser diferente es indecente. Las masas arrollan sin pudor ni recato todo lo que es diferente, individual, calificado o selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como las mayorías, corre el riesgo de ser eliminado”. “Vivimos, así, bajo el brutal imperio de las masas”.

El hombre-masa se parece a un niño mimado, que desconoce deberes y límites; a diferencia de las generaciones anteriores que trabajaron y enfrentaron obstáculos para determinar su suerte”. “La generación-masa, toma los logros de la civilización como algo dado, sin preocuparse por preservarlos; el hombre-masa, carece de proyectos, va a la deriva y por eso no construye nada para la sociedad; es perezoso y exigente de privilegios. Defiende a gritos sus pocas ideas que son, la mayoría de las veces, banales”.

Emite opiniones de todo, “guiadas” o copiadas de quienes encabezan a esta nueva generación de ciudadanos… y las repite hasta el cansancio con el fin de establecerlas como única y total verdad. Estamos, según Ortega y Gasset, “en un sistema con el universal derecho a no tener razón, lo que constituye la razón de la sinrazón.”

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NACIONALES

Cuahutémoc y la oportunidad de cambiar la historia

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Opinión, por Miguel Anaya //

Durante años, Cuauhtémoc Blanco fue un ícono del fútbol mexicano, un ídolo popular que alcanzó la gloria en la cancha gracias a su talento excepcional. Sin embargo, su incursión en la política ha estado marcada por controversias. La trayectoria de Blanco hacia el poder ilustra cómo la fama y el oportunismo político pueden abrir las puertas a cargos públicos, incluso cuando faltan las credenciales políticas y profesionales mínimas necesarias.

En 2015, el Partido Social Demócrata (PSD) vio en Blanco una oportunidad para capitalizar su popularidad y asegurar votos. Documentos revelados en ese momento mostraron que el PSD pagó siete millones de pesos para que él fuera su candidato a la alcaldía de Cuernavaca, sin importar los resultados electorales.

El contrato, firmado el 17 de enero de 2015, indicaba que Blanco debía mantener una actitud carismática, mientras que José Manuel Sanz, su representante y futuro secretario del ayuntamiento, se comprometía a «controlar su carácter» y evitar comportamientos groseros o conflictivos.

Además de esta transacción financiera, el contrato incluía demandas como el alquiler de dos departamentos de lujo, bebidas alcohólicas y camionetas de alta gama. Su campaña fue financiada no solo con dinero, sino con una serie de beneficios personales que evidenciaban el carácter transaccional de su entrada en la política.

A pesar de la cuestionable naturaleza de su candidatura, Blanco ganó la alcaldía de Cuernavaca en 2015. Posteriormente, en 2018, fue impulsado a la gubernatura de Morelos, y tras finalizar ese cargo, fue electo como diputado federal. La popularidad cosechada en las canchas se tradujo en votos, pero su falta de preparación política se hizo evidente a través de gestiones plagadas de escándalos y acusaciones de corrupción.

Blanco ha sido señalado por nepotismo al colocar a amigos y familiares en posiciones clave dentro del gobierno estatal con salarios elevados, así como por corrupción en la asignación de contratos gubernamentales. Sin embargo, el escándalo más grave hasta entonces ocurrió cuando fotografías lo mostraron acompañado de presuntos líderes del crimen organizado.

Aunque Blanco negó conocer a estas personas y argumentó que «se toma fotos con muchos seguidores», las sospechas sobre su conexión con organizaciones criminales ensombrecieron aún más su administración.

En octubre de 2024, la vida política de Blanco se sacudió nuevamente cuando su media hermana presentó una denuncia formal por intento de violación. La Fiscalía de Morelos solicitó su desafuero para que pudiera enfrentar el proceso judicial como cualquier ciudadano, pero la mayoría de Morena, el PRI y el PVEM en la Cámara de Diputados bloquearon la solicitud, permitiendo que el exfutbolista conservara su inmunidad.

Esta decisión ha generado un fuerte rechazo social y político, especialmente entre las legisladoras de Morena, quienes se han rebelado contra el coordinador de diputados de su partido, argumentando que se envía un mensaje de impunidad y complicidad en casos de violencia de género. Tienen toda la razón.

La negativa del desafuero de Blanco no solo socava la confianza en las instituciones, sino también perpetúa un mensaje de desigualdad ante la ley, donde las figuras del poder parecen estar por encima del escrutinio judicial. Para la presidenta Sheinbaum y la dirigencia de Morena, el caso de Blanco representa una oportunidad histórica para sacudir al sistema político mexicano y enviar un mensaje de justicia a la ciudadanía.

Si se concreta el desafuero o se da curso a una investigación seria en torno a los escándalos del exfutbolista, podría sentarse un precedente en la lucha contra la impunidad.

El mensaje para las mujeres y la ciudadanía en general sería claro: nadie está por encima de la ley, sin importar su popularidad o afiliación política.
El ascenso de Cuauhtémoc Blanco al poder político refleja el peligro de la «política espectáculo», donde las figuras públicas, ya sean actores, cantantes o futbolistas, son impulsadas a cargos de elección popular por su fama y no por su capacidad o experiencia en el servicio público.

La popularidad no se traduce en competencia para gobernar, y las consecuencias de una gestión basada en la inexperiencia pueden ser desastrosas para las instituciones y la sociedad. Tanto partidos como ciudadanos debemos asumir responsabilidades. No más candidaturas de personas sin compromiso social, ni un voto más a personajes corruptos que dañan a la ya sobajada, política mexicana.

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Tendencias

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