OPINIÓN
Un Ejército ofendido
Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //
Tenemos a un gobierno federal masoquista, a un Presidente de la República masoquista, que nos pide serlo igual. Día con día, los delincuentes se adueñan de todo, incluso de nuestros destinos y los frutos de nuestros esfuerzos, y el Presidente nos pide amar a quienes nos agreden física, emocional y psicológicamente, a quienes minan nuestra autoestima y la imagen de México ante el mundo. El Presidente parece no comprender –o quizá le valga nada- saber cómo nos sentimos de vulnerados, infravalorados o menospreciados; que él, su gobierno, su 4T y México están en una relación destructiva que puede destruirnos como nación y patria.
López Obrador no alcanza a comprender y tomar conciencia de lo que sus abrazos delictivos nos causarán en cinco años más. Insiste, en su horrorosa terquedad, en continuar en su estrategia y no se atreve a romper con lo que ya es un fracaso. Día con día, los delitos crecen porque nadie detiene a los delincuentes y, lo más grave, esta dinámica destructiva lo enorgullece.
¿Cuál es la razón de este comportamiento? Difícil de saber, sin embargo, es obvio que al Presidente poco o nada le importa lo que piensen, sientan, digan o hagan quienes no coinciden con todo aquello que nos tiene tirando piedras desde un precipicio al estar a punto de caer.
Sin duda, ni Fox, ni Calderón, ni Peña son buenos ejemplos en materia de seguridad; pero no hay duda de que, al menos en el discurso, jamás se quisieron abrazar del Chapo o de cualquier otro delincuente.
El rompimiento del Estado mexicano, hoy, no lo hacen los delincuentes sino el propio Presidente de la República. Para los ciudadanos, vivir así es, evidentemente, el principal generador de estrés social. Nuestra salud psicológica y nuestra estabilidad emocional se encuentran resquebrajadas… desgastadas… aniquiladas.
Los grandes indicadores de nuestra salud emocional –nuestra pareja, nuestros hijos e hijas, nuestros padres, nuestros amigos y vecinos, nuestra empresa o nuestro trabajo- se encuentran vulnerados; la vida en México se ha vuelto una pesadilla para miles, quizá millones de mexicanos y mexicanas. Por ello, el uno de diciembre se ha convocado a una marcha de exigencia de resultados, a la que deberemos de sumarnos. No culpemos, no ejerzamos de víctimas y no nos conformemos, antes bien, salgamos a la calle y exijamos que la ley se cumpla y la palabra se honre, y que, por qué no exigirlo, alguien tome terapia psicológica.
Si como se sabe, y me consta, hay lugares en México en los que los malandros imponen su orden y son las fuerzas vivas del territorio tomado, y sabemos, igual, que el presidente claudicó su mandato y poder ante ellos, estamos, solo quizá, ante un evidente golpe de Estado aun no declarado. El propio presidente depuso y entregó la silla y banda presidencial a los delincuentes; el presidente dio su golpe de Estado.
Millones no estamos satisfechos con las decisiones y hechos del gobierno de López Obrador. Tampoco lo está Javier Sicilia, y lo ha dicho, pero el Presidente se niega a recibirlo, a escucharlo. A los LeBarón les impone condiciones para atenderlos; es evidente que quiere la foto y no le importa su dolor. Así de grande es su egoísmo y perversa su mendicidad de alabanzas.
Las relaciones de López Obrador parecen ser destructiva; por ello, con odio y saña, destruyen lo antes construido. Los círculos en los que AMLO se mueve son autodestructivos, de ahí que su principal defensa sea la negación de lo que pasa y luego la sublimación de lo que hace. En su imaginación, es imposible que él se equivoque. Vive en una realidad paralela.
En ese mar de locuras presidenciales, se tiene al Ejército Mexicano, a la Marina Armada de México y a la Guardia Nacional atados de mano. Se les ofende, veja, agrede, secuestra y desarma por los delincuentes, y el presidente se complace de que aguanten, aguanten y aguanten. Así, ante que pronto, a él le harán lo mismo y deberá aguantar, aguantar y abdicar.
Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional, ha manifestado su apoyo a las Fuerzas Armadas ante hechos que todos los días se repiten en todo México. Creo que no basta con ello; los diputados del PRI y demás partidos de oposición deben exigir al presidente un cambio total en su estrategia de dejar de hacer y dejar pasar en demérito de aquellos hombres y mujeres dispuestos a ofrecer su vida por nosotros… pero no, repito, no su dignidad. Alejandro Moreno no puede olvidar que, en algún momento, los militares también fueron un sector del partido y debe actuar con la mayor firmeza.
Será, si así lo hace, el primer paso para competir con fuerza por el poder político.
E-mail: benja_mora@yahoo.com
