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OPINIÓN

Una visita singular

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

El pasado ocho de julio se cumplió la muy comentada visita de Andrés Manuel López Obrador a los Estados Unidos de Norteamérica comandados por el señor Donaldo Trump, personaje de no buen cartel entre los mexicanos y en general a lo largo del ancho mundo. El motivo oficial la puesta en marcha del Tratado comercial T-MEX, que incluye además a Canadá.

El Presidente de México viajó como es su costumbre, en línea aérea comercial y asiento ordinario, símbolo de su austero modo de ser. Además se había hecho el examen del Corona Virus, del cual salió negativo, y por si fuera poco, llevaba cubre bocas. Ya en la tierra de Washington, AMLO se hizo presente ante los monumentos de Lincoln y de Juárez, cubriendo un protocolo cívico de hondo significado para las buenas relaciones.

Estas han registrado varias entrevistas entre Presidentes de México y Estados Unidos, iniciadas en 1909 entre Porfirio Díaz y William H. Taft en El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua; luego se registraron los encuentros de Ávila Camacho con Roosevelt (1943), Ruiz Cortínez con Eisenhower (1953) y Echeverría con Ford (1974). Abusaron de entrevistas el agringado Fox (13 veces), el villano favorito Salinas con Bush (9 ocasiones) y el destemplado Zedillo, quien se reunió con Clínton en 7 oportunidades.

La visita ahora era singular, recordando la forma de ser de Trump y la infausta frase de “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” atribuida al dictador Díaz. Por ello fue una sorpresa que los mexicanos residentes en el vecino país, en número bastante numeroso para una visita de esta índole, manifestaron su apoyo al Presidente de México con la clásica frase de “Es un honor estar con Obrador”, alegrado con notas de mariachi (llevado desde Nueva York) que interpretaban la canción “No me se Rajar” que hiciera popular el tapatío Vicente Fernández.

Por cierto, los mexicanos allí reunidos para patentizar su apoyo al mandatario azteca, evidenciaron su repudio a los reporteros de Televisa y otros medios por el estilo, además de objetar a los que como  Jorge Ramos han mostrado una actitud hostil a la 4T. Para Sabina Bergman, la destacada dramaturga mexicana, fue un espíritu festivo el demostrado por los connacionales. Aunque eso sí, sobre la cena ofrecida ese mismo día, a la que asistieron once grandes capitanes del capital mexicano y otros del norteamericano, Sabina señaló que debería haberse incluido a más representantes, no solo del ámbito empresarial, sino también de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos y los artistas que mantienen gran relación entre los dos países.

Luego de la reunión que sostuvieron los dos mandatarios al filo de las 14.00 horas, vino el momento de la declaración conjunta, en la cual cada personaje echó mano de sus mejores locuciones de acuerdo a lineamientos diplomáticos. Trump sorprendió por lo acicalado de su mensaje, por lo que no tocó temas delicados. Pero el Presidente López Obrador, pronunciando un excelente discurso, si puso dedos en las llagas (hemos tenido desencuentros, hay agravios que no se olvidan) y resaltó los hechos que han enaltecido a las dos naciones: Lincoln y Juárez, Roosevelt y Cárdenas, para rematar con elegante pero categórica alusión de Washington, al mencionarlo para dejar claro que en vez de aplicar la doctrina Monroe, se atiende lo dicho por el libertador norteamericano: a los países, aunque sean débiles se les debe respetar.

A muchos comentaristas y críticos de AMLO no les gustó que le hubiera agradecido al pueblo norteamericano por conducto de su presidente, el trato de respeto que ha imperado mientras que el tabasqueño dirige a México, pero la diplomacia exige que la cortesía y buenas maneras imperen para evitar fricciones o diferendos. Recordemos que nuestra nación es la socia número uno del país de las barras y las estrellas, y eso es más que sumamente importante, por lo que se debe cuidar empeñosamente.

Porfirio Muñoz Ledo, punzante crítico dentro de la 4T, efusivo apuntó que AMLO “se volvió a poner la banda presidencial como Jefe de Estado”, agregando que el discurso expresado por el Presidente mexicano fue “contundente e inteligente”, dejando plasmada la posición de México al referir en su mensaje ante Trump, que “hay agravios” que no se olvidan, con lo cual “la visita representa una proeza diplomática, y abre una nueva vía para un trato igualitario” entre los dos gobiernos.

De acuerdo al Doctor en Historia y en Derecho, maestro de la UNAM Eduardo López Betancourt, luego de esta visita y lo expresado por el Presidente mexicano, “no habrá motivo ni necesidad de romper nuestras buenas relaciones políticas..,” y lo comprometió (a Trump) a seguir tratando con respeto a México, honrándolo como nación independiente, como lo que somos, le espetó AMLO al señor Trump: “un pueblo, digno, democrático y soberano”.

Ya en la cena y para cerrar con broche dorado, tras brindarles AMLO confianza a los grandes inversionistas tanto de éste lado del Río Grande (Bravo) como del otro, (desmintiendo a algunos medrosos mexicanos que difunden el embuste de que AMLO es un expropiador tipo Chávez) el mandatario yanqui forjó una impresionante frase: “Su Presidente, López Obrador, es el mejor Presidente que han tenido. Es duro, audaz. Y quiere mucho a su país”.

Ciro Gómez Leyva, comentarista cáustico de la 4T, no tuvo empacho en expresar que “fue un gran día del Presidente”, advirtiendo: «Los opositores están a la espera de un tuit de Trump que eche a perder la gran visita del presidente @lopezobrador a la Casa Blanca, le tapó la boca a los que pensaban que sería un desastre».

Sabiendo como es el mandatario gringo, nada remoto sería que sucediera la advertencia de Gómez Leyva, pero eso sería otro episodio, distinto al que nos ocupa. Porque para la historia, no cabe duda de que, la presencia del Presidente Andrés Manuel López Obrador en la capital de los Estados Unidos, positivamente fue una visita singular.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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JALISCO

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

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– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

La autorización del Tribunal de Justicia Administrativa (TJA) para construir 17,000 viviendas en Valle de los Molinos y la presión de desarrolladores para levantar una torre de 15 pisos en Colomos III amenaza la sostenibilidad de Jalisco, evidenciando un sistema donde los intereses privados prevalecen sobre el bien público.

El gobernador Pablo Lemus, el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, al igual que la presidenta municipal de Guadalajara enfrentan una batalla jurídica contra desarrolladoras, mientras la sociedad exige proteger el patrimonio natural.

¿Es irreversible esta situación? ¿Qué revela sobre el desarrollo urbano en Jalisco?

COLOMOS III: UN PULMÓN EN PELIGRO

El Bosque Los Colomos, un Área Natural Protegida vital para el agua en Guadalajara, enfrenta una seria amenaza si el TJA accede a la demanda de la empresa Paseo Pabellón S.A. de C.V. para que construya 140 departamentos en Colomos III. Lemus ha jurado impedir esta obra, calificándola de atentado ecológico.

El TJA suele justificar sus fallos por omisiones de los gobiernos municipales, como no entregar información a tiempo, un ejemplo de lo que el especialista Jesús Ibarra llama la “mafia del ladrillo”. Este patrón, donde ayuntamientos fallan y tribunales favorecen a constructoras, pone en riesgo el derecho a un medio ambiente sano.

Lemus insiste en que Colomos III es una zona de protección hidrológica, pero el fallo del Sexto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, que ordenó devolver 5.7 hectáreas de Colomos III a particulares, representa un revés para el gobierno de Jalisco.

Jurídicamente, la decisión no es irreversible: el gobierno y el Ayuntamiento pueden recurrir a amparos federales o revisiones extraordinarias, argumentando el impacto ambiental y la violación de planes parciales que prohíben urbanizar esta área. Sin embargo, la lentitud burocrática y omisiones pasadas han permitido avances de desarrolladores, complicando la defensa del bosque.

VALLE DE LOS MOLINOS: UN DESASTRE INMINENTE

En Zapopan, el TJA autorizó 17,000 viviendas en Valle de los Molinos, una zona frágil en infraestructura y recursos hídricos. Frangie advierte que este megaproyecto, que duplicaría la población con 65,000 habitantes, colapsaría servicios y agravaría inundaciones y cambio climático al reducir la filtración de agua.

Lemus respalda esta postura, prometiendo frenar el desarrollo. El Plan Parcial de Desarrollo Urbano de Zapopan limita la urbanización en esta área, y un amparo colectivo, coordinado con la Consejería Jurídica, busca revertir la autorización del TJA, priorizando el interés público y la sostenibilidad.

UN SISTEMA CORRUPTO Y LEYES LAXAS

Ambos casos reflejan un “triángulo de corrupción urbanística” entre el TJA, ayuntamientos y el Congreso de Jalisco. Omisiones municipales, como no proporcionar información completa, permiten fallos favorables a desarrolladoras, mientras el Congreso no ha fortalecido leyes ambientales ni revisado la designación de magistrados del TJA.

El ambientalista Miguel Magaña Virgen alerta que esta urbanización descontrolada convierte a Jalisco en una “isla de calor”, afectando el equilibrio ecológico y la calidad de vida.

El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030 prioriza la agenda ambiental, pero casos como Colomos III y Valle de los Molinos prueban la capacidad del gobierno de Lemus para pasar de palabras a hechos.

Paula Bauche, titular de Semadet, subraya que el medio ambiente es una prioridad, especialmente para los jóvenes, y promete trabajar por un Jalisco sustentable. Sin embargo, el desafío es equilibrar el desarrollo económico con la preservación del patrimonio natural.

LA LUCHA POR EL BIEN COMÚN

Lemus, Frangie y Vero Delgadillo enfrentan un desafío monumental. La vía jurídica, con amparos respaldados por estudios técnicos, es la herramienta inmediata para frenar estos proyectos. La Consejería Jurídica, liderada por Tatiana Anaya, coordina estrategias con Zapopan y Guadalajara, involucrando a la sociedad civil para fortalecer la defensa.

Colectivos ciudadanos y propuestas como la del PRI Jalisco, que exige información pública y movilizaciones, refuerzan la presión social para proteger estas áreas.

Más allá de los tribunales, Jalisco necesita transformar su modelo de desarrollo urbano. Fortalecer planes parciales, regular la designación de magistrados y fomentar la participación ciudadana son clave para evitar que intereses privados prevalezcan.

La sociedad jalisciense, como actor crucial, debe mantener el activismo para defender el agua, los bosques y el derecho a la ciudad. Como ciudadanos, debemos preguntarnos: ¿permitiremos que el lucro de unos pocos destruya el patrimonio de todos?

No hay que bajar la guardia. Luchas como las que encabeza Laura Haro, activista defensora del medio ambiente, son muy loables, esa ha sido su bandera desde que se inició en el activismo social y que ha cambiado convertida en lideresa política.

Los casos de Valle de los Molinos y Colomos III exponen un sistema que favorece a desarrolladoras sobre el bien público. Lemus y Frangie, con el apoyo de la Consejería Jurídica, luchan por revertir estas decisiones mediante amparos y presión ciudadana, alineados con el Plan Estatal 2024-2030. La sociedad debe permanecer vigilante para garantizar un Jalisco sustentable, donde el medio ambiente y el interés público no sean negociables.

 

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JALISCO

Gobierno desaparecido: La marcha que desnuda la impunidad

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– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Un niño preguntó en la marcha por qué su padre estaba en la lona y no en casa. La madre, con la voz rota por el cansancio de tres años, respondió lo que la Fiscalía de Jalisco calla desde el primer día: “porque aquí no buscan a nadie”.

Esa escena, tan breve como brutal, explica lo que ocurrió el 30 de agosto en Guadalajara: cientos de familias arrastrando fotografías en lugar de abrazos, nombres en carteles en lugar de voces en la mesa, retratos colgados en pancartas en lugar de vivos.

El escenario fue la avenida Chapultepec, convertida en galería macabra: paredes humanas de cartón y lona con rostros que se repiten como si fueran estampas de un álbum interminable. Colectivos de nombres luminosos —Luz de Esperanza, Madres Buscadoras de Jalisco, Corazones Unidos en Búsqueda, Entre el Cielo y Tierra— marcharon con la resignación activa de quienes saben que no habrá Estado que los acompañe. Más brigadas de madres con palas que ministerios públicos con oficio. Más plegarias y consignas que sentencias.

El archivo 15,838 es el verdadero expediente del estado. Así debería llamarse: “Caso Jalisco”. Son más de quince mil ochocientas treinta y ocho personas desaparecidas. No es un número: es la nómina macabra de un gobierno que tolera el secuestro permanente. Es el catálogo del fracaso institucional. Marta Leticia García, de Entre el Cielo y Tierra, lo resumió con precisión quirúrgica: “Cada 30 de agosto que pasa, las cifras siguen aumentando sin que haya medidas reales de prevención ni sanciones”.

El dato no miente: Jalisco concentra casi una tercera parte de los desaparecidos del país. Supera a Tamaulipas, a Veracruz, a Guanajuato. Si esto fuera un campeonato, Jalisco sería líder absoluto en la tabla del horror. Y las autoridades, en lugar de pedir disculpas, presumen avances que no existen, sentencias que se cuentan con los dedos de la mano, búsquedas que se hacen más en comunicados que en terrenos.

En medio de la marcha, familiares de desaparecidos sostenían las fotografías de sus hijos, padres, esposos y amigos. Algunos con años de búsqueda que no han dado frutos. Años de puertas cerradas en la Fiscalía.

El comentario es generalizado: “Voy a pedir informes de la investigación y siempre es lo mismo, casi yo tengo que hacer la investigación para llevarles pruebas a ellos”, denuncian los familiares de los desaparecidos. La frase es un dardo en el corazón del sistema: el Estado obliga a las víctimas a convertirse en detectives improvisadas.

No es exageración. Madres que pagan investigadores privados, familias que rastrean llamadas, colectivos que cavan con picos comprados en ferreterías de barrio. Mientras tanto, la Fiscalía, con presupuesto millonario, produce carpetas de papel mojado.

Entre 2018 y 2024, Jalisco apenas consiguió 35 condenas por desaparición cometida por particulares y ocho por desaparición forzada. En 2025, suman nueve sentencias. Haga cuentas: con más de quince mil casos, la impunidad roza el 99.9%. Dicho en lenguaje llano: desaparecer en Jalisco es un delito de bajo riesgo, casi un negocio seguro.

Los nombres ya forman un rosario: rancho Izaguirre, La Vega, Las Agujas. Cada sitio descubierto añade más cuerpos a la lista, más bolsas negras al conteo. Espacios donde la tierra se convierte en archivo, donde la pala sustituye al expediente. Cada hallazgo, lejos de ser un triunfo de la Fiscalía, es la confirmación de su fracaso. No encuentran vivos; encuentran muertos. Y casi nunca por ellos mismos, sino por las familias que insisten en buscar.

Héctor Flores, de Luz de Esperanza, lo dijo sin rodeos: “Encontramos a nuestros hijos despedazados, torturados o esclavizados en vida”. La palabra “esclavitud” no es metáfora: es literal. En los testimonios se documenta el reclutamiento forzado para sicariato, para la producción de drogas, pero también para la pizca de aguacate, de limón, de caña. Mano de obra gratuita para el crimen. El desaparecido convertido en jornalero, en recurso explotable, en herramienta descartable.

El contraste es grotesco. Mientras miles de familias buscan a sus seres queridos, la Fiscalía apenas acumula expedientes como si fueran objetos perdidos. Más que ministerio público, parece la Oficina Nacional de Extraviados. “Se le perdió un hijo, vuelva en seis meses”, parece ser la consigna tácita. La ironía duele: la institución creada para proteger a las personas funciona como bodegón de papeles sin salida.

Y cuando detienen a algún sospechoso, el resultado es igual de indignante: pruebas débiles, carpetas mal integradas, jueces que liberan. El caso de Teuchitlán fue emblemático: policías municipales que operaban como escoltas de criminales. ¿Qué puede esperar el ciudadano cuando la patrulla es taxi de secuestro?

La justicia se vuelve simulacro: se detienen “sospechosos” para la foto, se filtran comunicados que hablan de avances, pero la realidad es que la impunidad se recicla una y cuando la marcha llegó a Palacio de Gobierno, las paredes de cantera fueron cubiertas con lonas de desaparecidos. La sede del poder convertida en muro de acusaciones. Cada rostro colgado era una denuncia silenciosa: usted, señor gobernador, no busca. Usted, señor fiscal, no previene. Usted, señor Estado, no sanciona.

La imagen fue brutal: el poder custodiado por policías, rodeado de fotografías de sus propios fracasos. Un espejo incómodo que no puede maquillarse con ruedas de prensa.

El clamor no fue solo un acto de memoria, fue un interrogatorio político: ¿Dónde están? ¿Quién los desapareció? ¿Quién se beneficia de su ausencia? Preguntas que la Fiscalía archiva en la gaveta equivocada. Preguntas que ningún funcionario se atreve a responder.

Mientras tanto, la sociedad mira de lejos, como si el dolor ajeno no fuera una advertencia propia. Pero la desaparición no es un problema de colectivos: es un crimen de lesa humanidad que erosiona la estructura del Estado. Hoy son las madres las que cavan, mañana serán comunidades enteras las que entierren su confianza en las instituciones.

Jalisco arde en la paradoja: tierra del tequila y de la innovación tecnológica en los discursos oficiales, pero territorio de fosas clandestinas en la realidad. Valle del Silicio en los folletos de inversión, pero valle del silencio en las fiscalías. Estado de modernidad en el eslogan, pero estado de madres con palas en el campo.

Con 15 mil desaparecidos, lo que se tambalea no es solo la seguridad pública, sino la idea misma de Estado. Porque un gobierno que no busca a sus ausentes es, él mismo, un gobierno desaparecido.

En X: @DEPACHECOS

 

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