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OPINIÓN

Violencia verbal es autoritarismo

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

La importancia de comprender la responsabilidad de manera general, radica en el obvio entendimiento a la obligación y las condiciones de los cargos que se ostentan en el servicio público y la representación social.

Jalisco se percibe violento, amenazante e iracundo; por redes sociales circula en exceso el video en que participa el gobernador de Jalisco en una desafortunada interacción verbal que refleja intolerancia contra la sociedad, independientemente del asunto que se trataba en ese momento y de los implicados, lo sucedido no debe normalizarse, ni mucho menos justificarse.

Ninguna autoridad, político o gobernante, puede gritar, amenazar o intimidar ciudadanos, es menester social, no perder de vista la actitud de ciudadanos con cargo público que, valiéndose de su autoridad, abusan verbal y físicamente, es violencia desde el análisis y la perceptiva humana y social, justificar estas conductas de manera irresponsable, es también una falta evidente al entendimiento de la representación y la gobernanza, sin duda reprobable y un hecho censurable que no se alcanza esconder detrás argumentos políticos basados en puntos mediáticos, entre la Universidad de Guadalajara y el poder ejecutivo en Jalisco.

En este incidente sumamente penoso para Jalisco perdemos todos, era innecesario e intensamente violento, observar y escuchar como pierde los estribos una persona que exige respeto a quienes se los debe por obligación moral y constitucional, la ciudadanía no puede ser sujeto de acusación por falta de respeto ni al poder ejecutivo, ni al poder legislativo y menos aún a un presidente municipal, cuando cuestiona o solicita, esto es de lógica básica en materia política gubernamental, cualquier representante que ostente un cargo como los anteriores se debe a la sociedad y debe rendir cuentas respecto a su encargo, si los políticos no tiene ni la mínima idea de los alcances de sus encargos y los confunden con omnipotencia, algo no está bien.

Los poderes del Estado, son para servir y administrar en beneficio de toda la sociedad, se tienen responsabilidades en las que se encuentra velar por la dignidad de todas las personas, no tendríamos porqué escuchar ni tolerar una frase amenazante de quien cuida del Estado, esa parte en la que el gobernador pide a dos ciudadanos que midan sus palabras, bajo el argumento equívoco de faltarle al respeto al estado, el legislativo y al municipal, es completamente reprobable es de hecho un absurdo argumento sin lógica, quien debe saber por su experiencia y años en el servicio público, que los ciudadanos no somos súbditos, ni esclavos, la voz de diálogo no puede resultar en una ofensa o un insulto a quien están ejerciendo facultades de gobierno, gracias al voto democrático de los ciudadanos.

En este contexto es de vital importancia que el Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez enfrente su propio e inadecuado temperamento, ofrezca una disculpa pública a los ciudadanos involucrados en este imprudente incidente, el cual era perfectamente evitable, más allá de lo político y de las guerras en posicionamientos de entes públicos, es necesario que todos aquellos que ejercen un cargo público a cualquier nivel, comprendan que no son la corona, ni ninguna especie de deidad, son ciudadanos representando ciudadanos y su investidura es de obligación en alta jerarquía, en la que les corresponde cuidar y promover el respeto a la dignidad de las personas en todo momento.

Es trascendental considerar que personalidades sin empatía, deben ser valoradas por la sociedad cuidadosamente para el ejercicio público con cierta y especial atención, aquellas personas con temperamentos ególatras y narcisistas, sufren trastornos de personalidad que terminan por invalidar el trabajo o servicio que les compromete brindar, debido a su incapacidad para percibir aquellas realidades que los empáticos ven y defienden, lo que concibe un choque de percepciones en las que por obviedad el respeto a la dignidad de las personas prevalece y no permite justificación política, un ataque verbal de amenazas e intimidación, donde invariable y literalmente se le nombra insulto u ofensa, al hecho de que las personas exijan límites básicos de respeto y dignidad, es un acto de violencia.

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