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MUNDO

Xi Jinping, líder del capitalismo comunista globalizado

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

En un inesperado movimiento la Canciller de Alemania Ángela Merkel, quien presidía la Unión Europea, decidió finalizar a inicios de enero un acuerdo de inversión financiera, comercial e institucional de gran calado con China. Esto a pesar de la solicitud del presidente de EUA –Biden- quien había manifestado su interés de “trabajar en bloque” con aliados para alcanzar acuerdos más benéficos en las relaciones con China.

Angela Merkel culminó su periodo como líder política de la Unión Europea y se retirará del cargo de Canciller alemana en septiembre este año, pero dejará cimentada una relación comercial y económica Chino-Europea muy sólida que parece revelar su apuesta a favor de China en sustitución de EUA.

Varios países europeos cuestionaron la actitud de Merkel, quien apresuró el acuerdo con China en los últimos días de su periodo al frente de la Unión, y más aun dando oídos sordos a los comentarios de Biden quien quedó relegado de la negociación en la que sus aliados de la OTAN todos ellos parte de la Unión Europea abren la puerta al dinero de Beijing con las consecuencias naturales que eso tendrá.

El acuerdo se da a pesar de los llamados occidentales para que China cese sus ataques a las libertades en Hong Kong y a sus incursiones territoriales en India y Taiwán. Es decir que Merkel ya decidió su apuesta y en ella ve a Xi como el nuevo “Cesar” del Mundo post Covid19.

El acuerdo permite a los inversionistas adquirir empresas estratégicas y dar visas de trabajo e inversión para sus trabajadores y funcionarios. Como todos sabemos, las inversiones de China van aprobadas por el Partido Comunista, quien impone a sus empresarios las condiciones necesarias para poder permitirles sacar dinero de su país, para que estas cumplan con la estrategia global de dicho país. En pocas palabras si usted es millonario en China, su dinero no puede salir a menos de que el gobierno le autorice el destino de dicho gasto en el exterior.

El acuerdo es un gran éxito para Xi Jinping, quien con esta maniobra logra llegar por la puerta grande al viejo continente en un año en el que sólo su economía resistió y de hecho ganó a consecuencia de los encierros mundiales relacionados con el Covid19.

El acuerdo se hizo público en un video conferencia con la presencia de Alemania, Francia y China, lo que molestó aun más a los críticos del acuerdo, quienes sintieron que 26 países eran relegados por los dos más ricos de la Unión. El acuerdo fue culminado por Merkel de Alemania y será firmado por Macron de Francia en representación de la Unión Europea en los próximos 12 meses con la presencia del presidente chino en una ceremonia que será el evento financiero de la década.

DAN LA BIENVENIDA AL SISTEMA CHINO

Xi Jinping hace unos días dijo que “los vientos le son favorables a China en este 2021”. Como he dicho antes, el año pasado fue el mejor periodo para el gobernante del gigante asiático. El cierre del 2020 trajo para Beijing la firma del tratado de libre comercio más grande del mundo.

Japón, Corea del Sur y casi todos los países, desde China hasta Australia, se unieron en un bloque comercial que favorece a Beijing, Tokio y Seúl con el acceso a mercados poco desarrollados de la región, que unidos representan el 30% del comercio mundial y también el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo, lo que no pasó desapercibido para los dueños de las corporaciones más grandes del mundo, quienes ahora saben que Xi Jinping es el líder del bloque comercial internacional más importante.

En un hecho remarcable y nada casual, los oligarcas agrupados en el llamado Foro Económico Mundial de Davos, invitaron al presidente de China a ser el orador principal al inicio de su reunión anual (virtual). En su mensaje Xi retoma el discurso de globalización y apoyo al sistema multilateral que evite “grupos o bloques”, en franca contradicción a los deseos de Biden, quien había propuesto a los europeos negociar en bloque.

Es importante recalcar que el mensaje del líder chino parecía ir dirigido a la postura nacionalista de Trump, pero Trump ya no es presidente, por lo que el mensaje debe ser entendido en su tiempo y proyección.

De hecho, fue nuevamente la canciller de Alemania, Ángela Merkel, quien secundó en Davos al mandatario chino, durante su propio mensaje el segundo día de trabajos de dicho foro. La canciller apoyó la postura de multilateralismo chino que por un lado apuesta a los tratos sin bloques, pero que por otro ha construido su propio bloque asiático llamado RCEP. Debemos entender que para Merkel la relación con Beijing es de suma importancia, ya que China es el principal socio comercial de Alemania muy por arriba de Estados Unidos, Inglaterra Francia o cualquier otro país.

Para completar la trifecta el presidente de Francia, Emanuel Macron, fue invitado a dar su mensaje al inicio del tercer día de actividades, es decir del uno al tres los discursos fueron de China, Alemania y Francia para asegurar la continuidad a la nueva postura. En su mensaje Macron ratificó el compromiso por reducir los efectos del cambio climático, pero omitió mencionar que China es el primer emisor de contaminantes a nivel mundial.

La mayoría de las empresas francesas ya producen en China, más aun, las empresas europeas que no se han mudado a dicho país han estado cambiando sus motores de combustión por molinos de viento o paneles solares, que utilizan equipos y materiales fabricados en China.

La agenda de Davos fue acerca del cambio climático y del llamado “reset” de la economía mundial post COVID-19. A dichas reuniones la mayoría de los asistentes acuden en sus aviones privados, haciendo gala de su poder económico y político global, emitiendo millones de toneladas de dióxido de carbono al tiempo que nos sermonean para cambiar nuestros autos de 6 cilindros, por transporte público.

El Foro Económico Mundial, al que yo llamo la “ONU VIP”, realiza muy buenas e interesantes investigaciones y claro, emite documentos y conferencias de gran interés, pero no podemos olvidar la agenda de los que ahí participan, que es la de hacer dinero en el lugar más fácil.

Podríamos decir que casi la totalidad de los mega-empresarios integrantes del “Foro Económico”, son socios de fábricas asentadas en China, por lo que para ellos la relación y la presencia de Xi Jinping es vital. En dicho foro se acuerdan las políticas para abrir los mercados nacionales de cada país a sus productos antes hechos en Europa o EUA, ahora exportados desde China.

El foro de Davos se realizó de forma “semi-virtual” del 25 al 29 de enero y acordó reunirse en Singapur del 25 al 28 de mayo próximos. Dicha reunión presencial contará con los líderes políticos del mundo -ya vacunados- listos para ir al sur de Asia de manera presencial con lo que claramente se da la señal para los dueños del dinero, en este siglo Occidente cederá el poder político a dicho continente.

Se dijo que la reunión extraordinaria fuera de Davos, se realizaría en dicho país asiático para asegurar la seguridad y la salud de los concurrentes, pero una reunión mundial, de hecho la primera reunión mundial desde el inició del coronavirus podría haberse dado en cualquier parte del planeta y representaría el mismo riesgo. La reunión tiene lugar en Asia para que el invitado de honor chino pueda acudir y sentirse como en casa por la postura pro China del Gobierno de Singapur.

EL DOBLE DISCURSO DEL PODEROSO

Durante su mensaje a los políticos y empresarios del “Foro Económico Mundial” el Presidente Xi, pidió no usar tácticas de presión internacional o bloques para resolver asuntos bilaterales, pero como dice el padre nuestro de los mustios “hágase tu voluntad en la casa del vecino”.

China no quiere que EEUU o Europa le apliquen medidas comerciales o de castigo a sus productos, por los temas de Hong Kong, India, COVID-19, derechos humanos o el comercio ilegal, mucho menos que envíen barcos de guerra al los mares la región sur o este de su país. Pero al mismo tiempo, durante la misma semana de manera clara y sin rodeos amenazaron a su vecino Taiwán, diciendo que “cualquier intento de independencia sería tomado como una declaración de guerra”, esta declaración fue dada a escasas 24 horas de diferencia.

El mismo caso de doble moral se da en Europa, quien el viernes pasado prohibieron la libre exportación de sus vacunas contra la COVID-19 al resto del mundo, pidiendo a las empresas fabricantes obtener permisos especiales del gobierno antes de poder realizar cualquier venta de esos productos a países no europeos. Es decir, el libre comercio es bueno siempre que sea del agrado de los poderosos, así será siempre.

GLOBALIZACIÓN MILENARIA

La globalización y el nacionalismo siempre han existido, claro que con otros nombres y en otras latitudes, pero siempre iguales. Por ejemplo, Roma promovió el comercio y ejerció su poder militar sometiendo al mundo de su época, lo mismo hicieron después Inglaterra, Rusia, Estados Unidos y próximamente China. Los líderes de las potencias siempre desean que sus productos lleguen a todos y que sus ideas sean tomadas como las mejores.

En contraste los países medios o potencias decadentes luchan por el nacionalismo que les permita mantener sus tradiciones, ideas y economía independiente. Los grandes empresarios casi siempre se alían al poderoso cantando “viva el rey”, porque los mega ricos requieren del favor del  poderoso y viceversa, de lo contrario uno de los dos podría dejar de existir y ser sustituido por otro que este dispuesto a tomar “las medidas necesarias”.

¿Será que Francia, Alemania y los del Foro Económico Mundial ya decidieron dar la espalda a Estados Unidos para dar entrada al nuevo líder China?

Por lo pronto vale recordar que en el 2020 los muy ricos incrementaron su riqueza en forma récord y la clase media entró en una peligrosa crisis que llevará a millones a la pobreza. También se está dando el fenómeno de una clase media creciente en China que sustituye a la de Europa y EEUU, por ello los mega consorcios dicen: salve Xi Jinping Líder del capitalismo comunista globalizado, que no es otra cosa que fascismo.

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MUNDO

Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

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Por Francisco Junco

Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.

Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.

Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.

En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.

“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.

Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.

En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.

Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.

Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.

En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.

Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.

Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.

De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.

En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

LAS NOTICIAS PRINCIPALES:

Fallo ambiental que resuena: «No estoy para ser querida, sino para cumplir con diligencia», magistrada Fanny Jiménez

Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU

Mensaje del gobernador en el Informe de Quirino: «Tlajomulco es un ejemplo de coordinación y visión de futuro»

Primer Informe de Gerardo Quirino en Tlajomulco: Un gobierno siempre cerca, que escucha, atiende y resuelve

Charros se quedó sin gas: Diablos, digno campeón

Carlos Urrea rescata a un héroe olvidado, presenta el libro «General Urrea: La Independencia de México»

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MUNDO

Tolerancia en tiempos de algoritmos

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– Opinión, por Miguel Anaya

¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.

En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.

¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.

El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.

He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).

La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.

Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.

La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.

El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.

Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.

Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.

En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.

El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.

Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.

Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.

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MUNDO

De espectador a jugador: El Plan México y los nuevos aranceles

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– A título personal, por Armando Morquecho Camacho

En la historia de la política internacional, las decisiones económicas suelen asemejarse a partidas de ajedrez: cada movimiento no solo busca ganar terreno en el presente, sino también anticipar jugadas futuras que podrían definir la victoria o la derrota.

México, con el anuncio de aranceles de hasta un 50% a productos provenientes de países sin acuerdos comerciales —particularmente China—, ha hecho una jugada que puede parecer arriesgada, pero que revela un cálculo estratégico más amplio: equilibrar una balanza comercial desigual y, al mismo tiempo, alinearse con el tablero donde Estados Unidos y China libran una guerra cada vez más abierta.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha justificado la medida bajo dos argumentos centrales: primero, la necesidad de equilibrar la balanza comercial con China, que hoy refleja una brecha difícil de ignorar; y segundo, el impulso del llamado Plan México, su proyecto estrella para transformar la economía y fomentar la producción nacional.

Visto desde esa óptica, el arancel no es un simple impuesto, sino un muro de contención frente a la dependencia excesiva de productos chinos y, al mismo tiempo, una palanca para reconfigurar las cadenas de valor en territorio mexicano.

El gesto tiene también una lectura geopolítica. Estados Unidos ha reactivado una estrategia de confrontación comercial contra China y la Unión Europea ha hecho lo propio. México, tercer socio comercial de Estados Unidos y pieza clave en la industria automotriz de Norteamérica, no podía permanecer neutral. Imponer aranceles de este calibre es enviar una señal de lealtad estratégica a Washington, asegurando que México no será el eslabón débil en la cadena norteamericana.

La analogía podría entenderse si imaginamos un puente colgante sobre un río. Durante décadas, México ha cruzado ese puente que fue construido con materiales chinos y que servían de soporte a la industria nacional. Ahora, la decisión de elevar aranceles implica retirar varios de esos tablones y reemplazarlos con productos propios o con piezas de otros socios.

No es una tarea sencilla. Estos cambios en un inicio podrían debilitar el puente, pero esto se hace con la finalidad de consolidar la estructura y hacerla menos dependiente de un solo proveedor.

Los críticos señalan que el golpe puede resultar contraproducente. La industria automotriz mexicana, uno de los grandes motores de la economía, ha construido buena parte de su competitividad sobre la base de insumos chinos.

No obstante, esta medida podemos verla desde otra perspectiva y no solo como una medida para eliminar de golpe la presencia china, sino que esta busca generar incentivos para que la inversión y la producción se instalen en territorio mexicano o en países con reglas más claras.

Esta jugada puede entenderse también como una apuesta al futuro del nearshoring, el fenómeno que ha llevado a empresas globales a trasladar operaciones de Asia a países más cercanos al mercado estadounidense. México, por su ubicación geográfica y su red de tratados, se ha convertido en uno de los destinos más atractivos.

Para capitalizar esa ventaja era necesario enviar una señal firme: que el país está dispuesto a reordenar su comercio exterior y a reducir su dependencia de un socio con el que no comparte compromisos de largo plazo.

No obstante lo anterior, en lo político, México también gana margen de maniobra. Al mostrar una postura clara frente a China, fortalece su posición en la relación con Estados Unidos, con quien compartimos más que fronteras. Recordemos que, en el contexto sociopolítico actual, el T-MEC exige disciplina y coordinación en temas comerciales, especialmente en la industria automotriz, que es clave tanto en México como en Estados Unidos.

El reto, sin embargo, será enorme. La transición hacia cadenas de suministro menos dependientes de China implicará costos de corto plazo, ajustes en la industria y tensiones con empresarios acostumbrados a la eficiencia y el bajo precio de los insumos chinos.

Pero en la economía, como en la vida, no siempre se trata de elegir el camino más fácil, sino el que garantiza mayor estabilidad y desarrollo a largo plazo. Si el Plan México logra que las fábricas, en lugar de importar piezas, empiecen a producirlas en territorio nacional, la apuesta habrá valido la pena.

Imaginemos por un momento la industria del automóvil como un gran árbol. Sus raíces se extienden en múltiples direcciones: hacia Estados Unidos, hacia Europa y, en las últimas dos décadas, con fuerza, hacia China. Lo que hoy propone el gobierno mexicano es podar algunas de esas raíces para que el árbol no dependa en exceso de un solo suelo.

Es verdad que hay incertidumbre. Nadie puede asegurar que los aranceles funcionarán como palanca de desarrollo interno y no como un freno a la producción. Nadie puede anticipar hasta qué punto las tensiones con China podrían derivar en represalias.

Pero lo que sí es claro es que seguir con una dependencia de 130 mil millones de dólares en importaciones de China, frente a apenas 15 mil millones en exportaciones de México, es caminar sobre una cuerda floja demasiado delgada.

México está intentando, con esta decisión, dejar de ser un simple espectador en la guerra comercial de Estados Unidos contra China, para convertirse en un jugador que elige con quién y cómo quiere relacionarse. El Plan México puede ser la brújula que oriente esta transición, y los aranceles, la herramienta que marque el rumbo.

No se trata de cerrarse al mundo, sino de abrirse de manera más inteligente, cuidando que el intercambio económico no se convierta en una relación de dependencia.

Al final, lo que está en juego no es solo la balanza comercial con China ni la competitividad de la industria automotriz, sino la posibilidad de que México aproveche este momento de reconfiguración global para fortalecerse como un país capaz de producir, innovar y sostener su crecimiento sin depender de los caprichos de una sola potencia. El puente que hoy tambalea puede convertirse, si se refuerza con visión, en la vía sólida hacia un futuro de mayor autonomía económica.

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