MUNDO
Xi Jinping, líder del capitalismo comunista globalizado
Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
En un inesperado movimiento la Canciller de Alemania Ángela Merkel, quien presidía la Unión Europea, decidió finalizar a inicios de enero un acuerdo de inversión financiera, comercial e institucional de gran calado con China. Esto a pesar de la solicitud del presidente de EUA –Biden- quien había manifestado su interés de “trabajar en bloque” con aliados para alcanzar acuerdos más benéficos en las relaciones con China.
Angela Merkel culminó su periodo como líder política de la Unión Europea y se retirará del cargo de Canciller alemana en septiembre este año, pero dejará cimentada una relación comercial y económica Chino-Europea muy sólida que parece revelar su apuesta a favor de China en sustitución de EUA.
Varios países europeos cuestionaron la actitud de Merkel, quien apresuró el acuerdo con China en los últimos días de su periodo al frente de la Unión, y más aun dando oídos sordos a los comentarios de Biden quien quedó relegado de la negociación en la que sus aliados de la OTAN todos ellos parte de la Unión Europea abren la puerta al dinero de Beijing con las consecuencias naturales que eso tendrá.
El acuerdo se da a pesar de los llamados occidentales para que China cese sus ataques a las libertades en Hong Kong y a sus incursiones territoriales en India y Taiwán. Es decir que Merkel ya decidió su apuesta y en ella ve a Xi como el nuevo “Cesar” del Mundo post Covid19.
El acuerdo permite a los inversionistas adquirir empresas estratégicas y dar visas de trabajo e inversión para sus trabajadores y funcionarios. Como todos sabemos, las inversiones de China van aprobadas por el Partido Comunista, quien impone a sus empresarios las condiciones necesarias para poder permitirles sacar dinero de su país, para que estas cumplan con la estrategia global de dicho país. En pocas palabras si usted es millonario en China, su dinero no puede salir a menos de que el gobierno le autorice el destino de dicho gasto en el exterior.
El acuerdo es un gran éxito para Xi Jinping, quien con esta maniobra logra llegar por la puerta grande al viejo continente en un año en el que sólo su economía resistió y de hecho ganó a consecuencia de los encierros mundiales relacionados con el Covid19.
El acuerdo se hizo público en un video conferencia con la presencia de Alemania, Francia y China, lo que molestó aun más a los críticos del acuerdo, quienes sintieron que 26 países eran relegados por los dos más ricos de la Unión. El acuerdo fue culminado por Merkel de Alemania y será firmado por Macron de Francia en representación de la Unión Europea en los próximos 12 meses con la presencia del presidente chino en una ceremonia que será el evento financiero de la década.
DAN LA BIENVENIDA AL SISTEMA CHINO
Xi Jinping hace unos días dijo que “los vientos le son favorables a China en este 2021”. Como he dicho antes, el año pasado fue el mejor periodo para el gobernante del gigante asiático. El cierre del 2020 trajo para Beijing la firma del tratado de libre comercio más grande del mundo.
Japón, Corea del Sur y casi todos los países, desde China hasta Australia, se unieron en un bloque comercial que favorece a Beijing, Tokio y Seúl con el acceso a mercados poco desarrollados de la región, que unidos representan el 30% del comercio mundial y también el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo, lo que no pasó desapercibido para los dueños de las corporaciones más grandes del mundo, quienes ahora saben que Xi Jinping es el líder del bloque comercial internacional más importante.
En un hecho remarcable y nada casual, los oligarcas agrupados en el llamado Foro Económico Mundial de Davos, invitaron al presidente de China a ser el orador principal al inicio de su reunión anual (virtual). En su mensaje Xi retoma el discurso de globalización y apoyo al sistema multilateral que evite “grupos o bloques”, en franca contradicción a los deseos de Biden, quien había propuesto a los europeos negociar en bloque.
Es importante recalcar que el mensaje del líder chino parecía ir dirigido a la postura nacionalista de Trump, pero Trump ya no es presidente, por lo que el mensaje debe ser entendido en su tiempo y proyección.
De hecho, fue nuevamente la canciller de Alemania, Ángela Merkel, quien secundó en Davos al mandatario chino, durante su propio mensaje el segundo día de trabajos de dicho foro. La canciller apoyó la postura de multilateralismo chino que por un lado apuesta a los tratos sin bloques, pero que por otro ha construido su propio bloque asiático llamado RCEP. Debemos entender que para Merkel la relación con Beijing es de suma importancia, ya que China es el principal socio comercial de Alemania muy por arriba de Estados Unidos, Inglaterra Francia o cualquier otro país.
Para completar la trifecta el presidente de Francia, Emanuel Macron, fue invitado a dar su mensaje al inicio del tercer día de actividades, es decir del uno al tres los discursos fueron de China, Alemania y Francia para asegurar la continuidad a la nueva postura. En su mensaje Macron ratificó el compromiso por reducir los efectos del cambio climático, pero omitió mencionar que China es el primer emisor de contaminantes a nivel mundial.
La mayoría de las empresas francesas ya producen en China, más aun, las empresas europeas que no se han mudado a dicho país han estado cambiando sus motores de combustión por molinos de viento o paneles solares, que utilizan equipos y materiales fabricados en China.
La agenda de Davos fue acerca del cambio climático y del llamado “reset” de la economía mundial post COVID-19. A dichas reuniones la mayoría de los asistentes acuden en sus aviones privados, haciendo gala de su poder económico y político global, emitiendo millones de toneladas de dióxido de carbono al tiempo que nos sermonean para cambiar nuestros autos de 6 cilindros, por transporte público.
El Foro Económico Mundial, al que yo llamo la “ONU VIP”, realiza muy buenas e interesantes investigaciones y claro, emite documentos y conferencias de gran interés, pero no podemos olvidar la agenda de los que ahí participan, que es la de hacer dinero en el lugar más fácil.
Podríamos decir que casi la totalidad de los mega-empresarios integrantes del “Foro Económico”, son socios de fábricas asentadas en China, por lo que para ellos la relación y la presencia de Xi Jinping es vital. En dicho foro se acuerdan las políticas para abrir los mercados nacionales de cada país a sus productos antes hechos en Europa o EUA, ahora exportados desde China.
El foro de Davos se realizó de forma “semi-virtual” del 25 al 29 de enero y acordó reunirse en Singapur del 25 al 28 de mayo próximos. Dicha reunión presencial contará con los líderes políticos del mundo -ya vacunados- listos para ir al sur de Asia de manera presencial con lo que claramente se da la señal para los dueños del dinero, en este siglo Occidente cederá el poder político a dicho continente.
Se dijo que la reunión extraordinaria fuera de Davos, se realizaría en dicho país asiático para asegurar la seguridad y la salud de los concurrentes, pero una reunión mundial, de hecho la primera reunión mundial desde el inició del coronavirus podría haberse dado en cualquier parte del planeta y representaría el mismo riesgo. La reunión tiene lugar en Asia para que el invitado de honor chino pueda acudir y sentirse como en casa por la postura pro China del Gobierno de Singapur.
EL DOBLE DISCURSO DEL PODEROSO
Durante su mensaje a los políticos y empresarios del “Foro Económico Mundial” el Presidente Xi, pidió no usar tácticas de presión internacional o bloques para resolver asuntos bilaterales, pero como dice el padre nuestro de los mustios “hágase tu voluntad en la casa del vecino”.
China no quiere que EEUU o Europa le apliquen medidas comerciales o de castigo a sus productos, por los temas de Hong Kong, India, COVID-19, derechos humanos o el comercio ilegal, mucho menos que envíen barcos de guerra al los mares la región sur o este de su país. Pero al mismo tiempo, durante la misma semana de manera clara y sin rodeos amenazaron a su vecino Taiwán, diciendo que “cualquier intento de independencia sería tomado como una declaración de guerra”, esta declaración fue dada a escasas 24 horas de diferencia.
El mismo caso de doble moral se da en Europa, quien el viernes pasado prohibieron la libre exportación de sus vacunas contra la COVID-19 al resto del mundo, pidiendo a las empresas fabricantes obtener permisos especiales del gobierno antes de poder realizar cualquier venta de esos productos a países no europeos. Es decir, el libre comercio es bueno siempre que sea del agrado de los poderosos, así será siempre.
GLOBALIZACIÓN MILENARIA
La globalización y el nacionalismo siempre han existido, claro que con otros nombres y en otras latitudes, pero siempre iguales. Por ejemplo, Roma promovió el comercio y ejerció su poder militar sometiendo al mundo de su época, lo mismo hicieron después Inglaterra, Rusia, Estados Unidos y próximamente China. Los líderes de las potencias siempre desean que sus productos lleguen a todos y que sus ideas sean tomadas como las mejores.
En contraste los países medios o potencias decadentes luchan por el nacionalismo que les permita mantener sus tradiciones, ideas y economía independiente. Los grandes empresarios casi siempre se alían al poderoso cantando “viva el rey”, porque los mega ricos requieren del favor del poderoso y viceversa, de lo contrario uno de los dos podría dejar de existir y ser sustituido por otro que este dispuesto a tomar “las medidas necesarias”.
¿Será que Francia, Alemania y los del Foro Económico Mundial ya decidieron dar la espalda a Estados Unidos para dar entrada al nuevo líder China?
Por lo pronto vale recordar que en el 2020 los muy ricos incrementaron su riqueza en forma récord y la clase media entró en una peligrosa crisis que llevará a millones a la pobreza. También se está dando el fenómeno de una clase media creciente en China que sustituye a la de Europa y EEUU, por ello los mega consorcios dicen: salve Xi Jinping Líder del capitalismo comunista globalizado, que no es otra cosa que fascismo.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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