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OPINIÓN

¿Y la ciudad? que espere

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Opinión, por Ramiro Escoto Ratkovich //

Baches, socavones, basura sin recoger, patrullas que se entregan sin policías que las manejen, estragos de tormentas que no se atienden, colonias sin agua, fallas en el alumbrado público ( donde hay ) esa es la realidad de la zona metropolitana de Guadalajara, donde los alcaldes se encuentran hoy ocupados en otras cosas, agendas que buscan asegurar la continuidad o la búsqueda de otro puesto a través de la elección del 2024, y aunque pareciera que la estrategia sería para el 2023, parece que los tiempos se adelantan y ahora nos sentimos más desatendidos que nunca.

Los políticos que prometieron cambios, mejoras y ser atentos a las respuestas ciudadanas, han dejado a un lado ese punto en su agenda para aprovechar los micrófonos y protagonizar encontronazos contra la oposición que, dicho sea de paso, también participó en el pasado proceso electoral ofreciendo lo mismo o parecido y en una representación social, ahora, dejan mucho que desear.

El ex alcalde de Guadalajara Fernando Garza, sin embargo, sorprendió en su propio WhatsApp, compartiendo aquella campaña de “atínale al bote” apostando al menos a socializar el tema de educación urbana que no ha hecho el propio Ayuntamiento y que, sólo a través de la declaración han dicho que lo harán, el eterno pleito con Caabsa, que ya parce más cuento de Pedro y el Lobo porque no ha pasado, y dudo que pase algo, al menos en corto plazo.

Hay que recordar que un día más, es un día menos para el siguiente ejercicio electoral, y el del próximo proceso advierte mucho que jugar, o perder, y en ese sentido el juego político y la estrategia se estará basando en reuniones de planeación y no veremos mucho la acción municipal en favor de los problemas que todos los días se acrecientan.

Quienes tenemos un espacio de comunicación en medos masivos, es recurrente el reporte de las fugas de agua, las alcantarillas sin tapa, la falta de reencarpetamiento o incluso la creciente población de personas en situación de calle que pareciera no tienen atención, ejemplos que he denunciado desde hace años: la falta de hidrantes en el túnel de López Mateos que fueron vandalizados al punto de robarse hasta las mangueras, incluso recuerdo que la policía de Guadalajara hace tiempo habría detenido en flagrancia a quienes habían participado en uno de estos hechos, y que la multa que pagaron serviría para la reparación del año, pero, la realidad está ahí, esperando una desgracia anunciada y sin la sensibilidad de una autoridad que está para eso, en el principio básico: la seguridad.

Un ejercicio a tiempo también mientras usted lee esta columna es ponerse en el papel de un director de recursos humanos, y evaluar el desempeño y los compromisos que el alcalde ( empleado ) ha logrado no en los 100 primeros días, sino en casi un año, pero no es la calificación en sí, sino lo que ha dejado de hacer y cómo, lo que ha hecho ha logrado trascender. Este ejercicio es un termómetro para ya sea, tomar una decisión basada en hechos y no en discursos que postergan los compromisos, ellos, todos, aseguraron saber hacerlo, presumieron experiencia y hoy deben estar en el primer renglón de ser calificados.

Hoy, entre partidos, nombres y estrategias se les van los tiempos de atender para lo que verdaderamente fueron electos, y no, no parece que atienden o al menos hacen por atender lo que la ciudad en sus diversos municipios demandan.

Esto va a cambiar contigo y ya no más con quienes ofrecen y están ahí como el chapulín, esperando brincar para otro lado, o más alto.

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JALISCO

Quirino, a paso firme y veloz

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

Debemos admitir que Gerardo Quirino es una grata revelación.

Hace meses comenté en este espacio que el alcalde de Tlajomulco tiene la oportunidad de convertirse en el nuevo rostro de la política local, y todo indica que la está aprovechando de modo total.

Su agenda diaria atiende una buena dosis de calle y comunidades, lo que sugiere que está cumpliendo con la promesa que hizo en campaña en el sentido de que pasaría mucho tiempo recorriendo el municipio para verificar que los trabajos se concreten en tiempo y forma.

Cercanos a él me aseguran que está disfrutando la chamba y que es obsesivo con los resultados.

“Nos trae asados”, me dijo uno de sus colaboradores.

Me platican también que hasta hoy mantiene la sencillez y que no trae nubes en la cabeza, es decir, que no está futureando con saltar a Guadalajara o brincar a Morena, cosa que lo tiene concentrado, sin distracciones.

Lo cierto es que en Tlajomulco se observan obras por todas partes.

Consulté sobre el particular y me dicen que para este año se destinarán casi dos mil millones de pesos en labores de mantenimiento y construcción, cifra sin precedente si la comparamos con las inversiones del inicio de las pasadas administraciones emecistas.

Quizás por lo anterior es que, en su más reciente medición, la firma internacional Massive Caller lo coloca como el mejor evaluado de la zona metropolitana con una aprobación del 60.7 por ciento.

Nadie más alcanza un promedio del 60 %

Al respecto, vale la pena poner sobre la mesa del análisis, que de continuar así, el escenario político del 2027 no le será nada sencillo a Morena.

Conquistar el triunfo dependerá de enviar al campo de batalla electoral a su propuesta más competitiva.

Y es que aunque diversos estudios arrojan que el movimiento guinda empata con la marca naranja en la cuna del alfarismo, la realidad es que el nivel de aceptación social con el que cuenta Gerardo pinta para mejorar en el futuro.

Así pues, estamos ante un personaje con altas posibilidades, en efecto, de ser un referente inevitable en la arena pública.

Pocas veces se ve a un presidente municipal que arranque a toda velocidad y no tropiece en el camino.

@DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, activista social, escritor y analista político.

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OPINIÓN

Más Mujicas, más coherencia…

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Opinión, por Miguel Anaya //

José “Pepe” Mujica nació en 1935 en Montevideo, Uruguay, creció en una familia humilde de ascendencia vasca. Desde joven estuvo ligado a las luchas sociales y a los movimientos populares. En la década de 1960 se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana que enfrentó a un sistema político percibido por su movimiento como desigual e injusto.

Fue capturado y pasó 13 años en prisión, gran parte de ellos en condiciones extremas, aislado y sometido a torturas. Esa experiencia no lo quebró; al contrario, lo transformó. Salió de la cárcel con una visión profunda sobre la libertad, la justicia y la dignidad humana. Su ideología y lucha es tema de opiniones encontradas, pero su coherencia, honestidad y cabalidad son reconocidas por propios y extraños.

Mujica asumió la presidencia de Uruguay en 2010, en un contexto de estabilidad democrática, pero con desafíos importantes: consolidar los avances económicos de gobiernos anteriores, profundizar la inclusión social y marcar una agenda ética en la gestión pública.

Su llegada al poder no fue la de un tecnócrata ni la de un político tradicional, sino la de un hombre que había vivido en carne propia el precio de sus ideas, y que ahora tenía la oportunidad de gobernar con esa misma convicción, logrando un gobierno abierto a la diversidad de opiniones.

Durante su mandato, promovió políticas progresistas que colocaron a Uruguay en el centro del debate global: legalizó el matrimonio igualitario, reguló el mercado de la marihuana y defendió con firmeza la redistribución del ingreso. Este tipo de agenda es aplaudida por algunos y desdeñada por otros.

Lo que no cabe duda es de que Mujica supo hablar con firmeza, convicción y argumentos alrededor de lo que él creía correcto; finalmente, lo que lo convirtió en una figura internacional no fue solo su agenda legislativa, sino su forma de vivir el poder.

Mujica renunció a los privilegios de su cargo. Vivía en una casa modesta, manejaba un Volkswagen viejo, vestía ropa sin marca y donaba la mayor parte de su sueldo. Su austeridad no era una estrategia de imagen: era la coherencia hecha costumbre. No hablaba desde arriba, sino desde el mismo lugar que había habitado siempre. Decía lo que pensaba y vivía como decía. Esa congruencia entre palabra y acción, entre idea y estilo de vida, fue su mayor acto político.

En tiempos donde la política se ha vuelto un desfile de discursos vacíos y gestos ensayados, la coherencia se vuelve un bien escaso y, por tanto, valioso. El problema de muchos líderes no es su ideología, sino la distancia que existe entre lo que prometen y lo que practican.

La mayoría opta por lo conveniente, lo inmediato, lo que proyecta popularidad, aunque carezca de profundidad. Mujica, en cambio, nos recordó que la verdadera influencia consiste en inspirar desde el ejemplo.

Más allá del personaje, lo que nos urge recuperar es el principio que encarnó: la coherencia. Pensar, decir y hacer en una misma línea. Defender las ideas no como pancartas para la tribuna, sino como principios que modelan la vida diaria. En un mundo saturado de superficialidad, las ideas con sustancia son las que sobreviven, las que arraigan, las que transforman.

Hoy necesitamos más Mujicas, sí, pero sobre todo más ciudadanos comunes dispuestos a vivir con honestidad intelectual y ética práctica. Más liderazgos que no se construyan sobre slogans, sino sobre valores vividos. Más ciudadanos capaces de exigir, pero también de asumir. Porque la coherencia no es solo una virtud personal: es un acto político, una herramienta de transformación colectiva.

En una época donde lo aparente suele ganarle a lo auténtico, tal vez el mayor gesto de rebeldía sea volver a lo esencial. A lo que no necesita adornos. A la congruencia como brújula, y a la sustancia como motor.

El cambio verdadero no comienza con nuevas promesas, sino con verdades vividas con convicción.

 

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NACIONALES

The black list

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Lo que algunos definían como “política ficción” se ha tornado en una realidad.

La “lista de Marco”, puede llamarse la “lista del Narco “y ha dejado de ser una “leyenda urbana”. Marco Rubio, secretario de Estado (homónimo de un inolvidable amigo periodista y locutor) confeccionó una “black list” o lista negra, mediante la cual se expone -según ese listado- el contubernio que hay entre criminales…de todos los ámbitos, raleas, partidos, dependencias y sectores.

Apenas se ha medio publicado la primera parte. Se dice que hay más de lo que exhibe la lista inicial que alude a 44 personajes de la política, la administración, militares, vigentes y/o en retiro que, afirma, están ligados a los cárteles criminales ya como beneficiarios de sus tropelías, como cómplices, beneficiarios o protectores.

The black list, era considerada un mito. Otra ocurrencia (dijeron los eruditos de kermés) del gobierno norteamericano para presionar al mexicano que se ha hecho de la vista gorda en lo referente a los delitos que rodean a los facinerosos.

¿Por qué se tildó a la mencionada lista como improbable, inviable o de plano una mentira? Porque Marco Rubio, el secretario de Estado, no ha vociferado sobre ella; tampoco ha fanfarroneado y mucho menos alertado a los implicados.

Es, dicen los entendidos, un “trabajo de inteligencia”, que se puede traducir como de espionaje, cooperación de “fuentes anónimas” (ya ni tanto…algunas están cruzando la frontera bajo el esquema de “protección de testigos”) y de intervención de “soplones”, algunos pagados, otros no.

El morbo que ha despertado the black list en México va “in crescendo”. Surgió misteriosamente hace unas semanas; se decía que era una falacia; que era -en términos mexicanos- un “petate de muerto”, para espantar a quienes estuvieran enredados con esas mafias.

La “lista de Marco” aseguran informaciones “no oficiales” tiene bases jurídicas. Usa a la Ley Patriótica- de seguridad interior de USA- para fundamentarla. También se apoya en la controvertida Ley de Designación de Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTOs por sus siglas en inglés) y, por supuesto que en el marco legal de la OFAC que es la Office of Foreign Assets Control.

Al estilo de este gobierno norteamericano, esa black list se maneja de manera discrecional.

El Departamento de Estado, Justicia, CBP, HSI y OFAC otorgan autonomía a agencias estadounidenses para actuar contra el crimen sin informar ni cooperar judicialmente con México.

La “Black List” de Trump genera enojo y temor en México, mientras la presidenta Sheinbaum admite desconocer su propósito, ante la inacción frente a los cárteles, considerados por Trump el mayor problema del país.

¿Cómo se destruye esa afirmación de algunos “entendidos” que consideraban o consideran, una ficción la existencia de la lista de marras y su aplicación?

Con los hechos. La cancelación de las visas norteamericanas a la gobernadora de Baja California y su cónyuge, así como a la familia de Américo Villarreal, gobernador de Tamaulipas, son los primeros actos oficiales del gobierno de EEUU emanados de dicha Black List.

Se afirma en los sótanos de los rumores, que además de los citados gobernadores y gobernadora, también tienen su expediente los de Nuevo León y señora; Alfredo Ramírez Bedolla, de Michoacán; Alfonso Durazo, de Sonora; Layda Sansores, de Campeche y, por supuesto y con subrayado doble, Rubén Rocha Moya, de Sinaloa.

Estas suposiciones que cobran cada día más consistencia, cual, si fueran lista de malos deseos y mala leche, exhiben nombres como los de Ricardo Monreal, Adán Augusto López, Mario Delgado, Clara Luz Flores, incluso el de Enrique Alfaro Ramírez, así como cuatro o cinco militares, NN, y, por supuesto, Manuel Barttlet Díaz.

En el ámbito municipal, The Black List alcanza a los alcaldes de Ciudad Victoria, Ciudad Madero, Ciudad Juárez, San Luis Río Colorado

Todos estos nombres, que conste, sólo son -hasta ahora- especulaciones, suposiciones, quizá perversidad de quienes los propagan, pero ¿cómo saber si son o no verdaderas esas acusaciones, si no hay pronunciamientos oficiales del gobierno norteamericano y menos del gobierno mexicano?

Otra constante en estos rumores es la aseveración de que personajes ligados a los negocios sucios de los malandrines operaron en toda la república como mecenas de todos, sí todos, los candidatos de Morena.

Cada día crecen los rumores sobre una “Black List” que señala la infiltración de mafias en gobiernos, según Donald Trump, sin que el gobierno mexicano desmienta estas acusaciones.

Por ello, urge se aclare si es verdad o mentira, aquí no importa el cristal con que se mira, lo que ha producido en nuestro país esa Black List que ha resultado más vista y misteriosa que la serie de televisión.

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Tendencias

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