MUNDO
Olvídese del 5G: el WiFi 6 es el nuevo asesino de los celulares actuales

Tecnología (Sputnik Mundo)
Mientras todos discutían la llegada del 5G, una nueva tecnología revolucionaria irrumpió en el mundo de la tecnología. Podría dejar obsoleta a la gran mayoría de celulares de la actualidad.
Se trata de la tecnología WiFi 6. Se lanzó oficialmente a mediados de septiembre, pero ya está haciendo temblar a algunos smartphones, con la excepción de algunos modelos de Apple y Samsung. Ello se debe al hecho de que solo estas dos compañías tienen ahora dispositivos compatibles con la nueva tecnología.
Ventajas del WiFi 6
Aunque el nuevo estándar de conectividad inalámbrica no presenta innovaciones de carácter cualitativo, sí ofrece ventajas obvias en términos cuantitativos. Así, en comparación con el wifi normal y corriente la nueva versión es 10 veces más rápida.
Además, tiene una capacidad de conexión que supera cuatro veces la del wifi actual. Puede parecer irrelevante en un hogar común, pero tiene una gran importancia para los lugares con conexión pública. Con la nueva versión más gente podrá hacer uso de un punto de conexión compartido sin perder velocidad ni capacidad de señal.
También, se destaca que mientras el pico máximo teórico del wifi actual es de tan solo 3,5 Gb/s, la nueva iteración del WiFi 6 llega hasta los 5 Gb/s. En otras palabras, el WiFi 6 permitirá descargar una película que pese unos 4 Gb en unos cinco segundos.
Otra de las ventajas del nuevo estándar wifi es un elevado nivel de seguridad a la hora de transferir datos. Es una mejora que tiene gran importancia en una sociedad que cada vez más se aleja del dinero en efectivo y apuesta por la moneda electrónica.
¿Dónde es útil el WiFi 6?
Uno de los ámbitos donde la nueva tecnología podría convertirse en protagonista es el de la realidad virtual y aumentada, puesto que sus prestaciones mejoran la calidad y las posibilidades al transferencia de datos.
También permitirá usar las aplicaciones que requieran un gran ancho de banda para funcionar debidamente. Así que el WiFi 6 será un buen compañero de viaje para la tecnología 5G.
MUNDO
Aliados involuntarios: Donald Trump, ¿el agente de Putin?

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
La sombra de la influencia rusa se cierne sobre la Casa Blanca, no a través de espías tradicionales, sino mediante una sintonía estratégica que sirve a los intereses del Kremlin.
La posibilidad de que un presidente estadounidense actúe, consciente o inconscientemente, como agente de influencia de una potencia extranjera parece extraída de una novela de espionaje. Sin embargo, esta inquietante especulación ha ganado terreno entre analistas de inteligencia y políticos desde que Donald Trump irrumpió en la escena política.
Este artículo examina la evidencia que sugiere que Donald Trump podría estar facilitando los objetivos estratégicos de Vladimir Putin, particularmente la implosión interna de Estados Unidos y el debilitamiento de la OTAN y la Unión Europea, con paralelos históricos que incluyen el papel de Mijaíl Gorbachov en la disolución de la Unión Soviética.
LA FORMACIÓN DE UN OBJETO VULNERABLE
La teoría de que Trump ha sido cultivado por Rusia encuentra fundamento en el background de inteligencia de Putin. Expertos señalan que «Putin fue un oficial de inteligencia de carrera, entrenado para identificar vulnerabilidades en un individuo y explotarlas». Esta evaluación coincide con los informes que sugieren que el KGB identificó a Trump como un hombre de negocios joven y vulnerable décadas antes de su presidencia.
Según Yuri Shvets, un ex mayor del KGB entrevistado en 2025, el servicio de inteligencia soviético inició una ofensiva de encantamiento contra Trump ya en la década de 1980. «Recopilaron mucha información sobre su personalidad para saber quién era personalmente. La sensación era que era extremadamente vulnerable, intelectual y psicológicamente, y era propenso a la adulación. Esto es lo que explotaron». Esta operación de influencia habría continuado bajo Putin, quien perfeccionó el arte de manipular a Trump mediante el halago y la validación de su visión del mundo.
La preocupación sobre esta relación trasciende lo especulativo. Leon Panetta, ex director de la CIA y secretario de Defensa bajo el gobierno de Obama declaró en octubre de 2024 que Trump se había «convertido en una fuente para Putin, y alguien que puede ayudarlo a manipular lo que quiere lograr».
Panetta añadió que «Donald Trump de muchas maneras es ingenuo sobre quién es Putin realmente. Él (Putin) sabe cómo trabajar una fuente, y tiene una que está muy cerca de la cima en este país». Esta evaluación sugiere que, más que una conspiración elaborada, existiría una explotación calculada de las vulnerabilidades psicológicas y políticas de Trump para beneficio del Kremlin.
LA GUERRA ANTI-WOKE
El movimiento «woke” (el pasado de «wake», que significa despertar) surgió dentro de la comunidad negra de Estados Unidos y originalmente quería decir estar alerta a la injusticia racial de la administración.
El término resurgió en la última década con el movimiento Black Lives Matter, que nació en rechazo a la brutalidad policial hacia personas afrodescendientes. Pero esta vez su uso se difundió más allá de la comunidad negra y empezó a ser utilizado para significar algo más amplio.
En 2017, el diccionario Oxford agregó esta nueva acepción de «woke», definiéndolo como: «Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo».
El término «woke» se convirtió en sinónimo de políticas de izquierda o liberales que abogan por cosas como la equidad racial y social, el feminismo, el movimiento LGBT, el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el uso de vacunas, el activismo ecológico y el derecho a abortar.
Políticas con las que se asocia el Partido Demócrata del presidente Joe Biden, así como también al ala más liberal que incluye políticos como Bernie Sanders o la congresista Alexandria Ocasio-Cortez.
En contraposición, el ala más extrema del Partido Republicano, liderada por el presidente Donald Trump, considera que estas políticas representan no solo una amenaza a los «valores de familia» sino incluso a la misma democracia, a la que se quiere «reemplazar con una tiranía woke». (bbc.com)
La agenda anti-woke Trump ha funcionado como cortina de humo para políticas que debilitan instituciones estadounidenses clave. Según análisis de 2025, el equipo de Trump «ha dado con lo que cree que es una fórmula ganadora: cada vez que quiere arrebatarle la atención médica a los estadounidenses o dejar en libertad a una corporación depredadora, simplemente dice que está luchando contra la ‘ideología woke’ o ‘DEI'».
Esta estrategia sería particularmente evidente en áreas críticas para la seguridad nacional y el bienestar ciudadano:
Aviación civil: En febrero de 2025, Trump despidió a casi 300 personas de la Administración Federal de Aviación (FAA) a pesar de una serie de accidentes aéreos, incluyendo el accidente de avión más mortífero en veinte años. Los medios pro-Trump atribuyeron sin pruebas los accidentes a políticas DEI, distrayendo la atención de los recortes en seguridad aeronáutica.
Protección al consumidor: La administración intentó desmantelar la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB) tachándola de «woke», a pesar de que esta agencia ha recuperado más de $21 mil millones para estadounidenses estafados por instituciones financieras.
Investigación científica: El senador Ted Cruz creó una base de datos de supuestas «becas woke DEI» que en realidad incluía investigación para mejorar infraestructura envejecida en Pittsburgh y mejorar la recuperación de inundaciones en Detroit.
PARALELOS CON LAS TÁCTICAS DE PUTIN
El uso de guerras culturales para debilitar la cohesión social y desviar la atención de la corrupción y el autoritarismo es un elemento central del juego de manual de Putin. La administración Trump ha adoptado tácticas similares, donde:
Se etiqueta como «woke» cualquier regulación que proteja a los ciudadanos de corporaciones depredadoras. Se ataca a las universidades como centros de «adoctrinamiento» mientras se recorta financiamiento para investigación científica vital. Se utiliza retórica sobre «enemigos internos» que recuerda la retórica utilizada por Putin contra opositores y organizaciones no gubernamentales.
EL DEBILITAMIENTO DE LA OTAN
Uno de los aspectos más preocupantes para los aliados de Estados Unidos es la sospechosa coincidencia entre las políticas exteriores de Trump y los objetivos estratégicos de Rusia. Desde su primera campaña presidencial, Trump ha expresado admiración por Putin y escepticismo hacia la OTAN, precisamente la alianza que Moscú considera su principal amenaza.
El acercamiento de Trump con Putin se ha manifestado de manera más evidente en el conflicto en Ucrania. En febrero de 2025, Trump anunció que tenía una conversación telefónica «larga y altamente productiva» con Putin, durante la cual «acordaron que nuestros equipos respectivos comenzaran negociaciones inmediatamente». significativamente, Trump sugirió que era improbable que Ucrania recuperara todo su territorio anterior a 2014, indicando su disposición a aceptar la anexión rusa de territorio ucraniano.
Esta aproximación bilateral, que margina a Ucrania y a los aliados europeos, ha generado alarmantes comparaciones históricas. Sir Ben Wallace, exsecretario de Defensa británico, escribió que las conversaciones tenían «ecos del apaciguamiento nazi», mientras otros han hablado de una «traición» a Ucrania que cedería extensiones de territorio a Putin.
La administración Trump ha mostrado un desdén particular hacia aliados tradicionales de Estados Unidos, simultáneamente fortaleciendo su relación con Rusia. Esta reorientación estratégica beneficia claramente a Moscú, que ha buscado durante décadas fracturar la unidad occidental. Al debilitar la OTAN y distanciarse de la Unión Europea, Trump implementa de facto elementos clave de la agenda exterior rusa.
¿AGENTE DE INFLUENCIA O LÍDER REFORMISTA?
El paralelo histórico más revelador lo encontramos en las teorías que presentan a Mijaíl Gorbachov como agente de influencia occidental, cuyo trabajo consistió en facilitar el colapso soviético. Narrativas promovidas por el Kremlin actualmente presentan a Gorbachov y a su aliado Alexander Yakovlev como «bendecidos por Margaret Thatcher para socavar el socialismo». Según estas teorías, actuando «bajo instrucciones de la CIA» Yakovlev «presidió la campaña para la destrucción de la URSS».
Esta reinterpretación histórica, aunque cuestionable en sus detalles, establece un precedente conceptual para operaciones de influencia a alto nivel que buscan desmantelar imperios desde dentro. Si aceptamos la posibilidad de que Gorbachov pudiera haber actuado como instrumento de intereses occidentales, se abre la puerta a considerar que Trump podría estar desempeñando un papel análogo para Rusia.
Sin embargo, existen diferencias cruciales entre ambos casos. Mientras Gorbachov implementó reformas destinadas a modernizar y abrir su sistema político y económico —con consecuencias no anticipadas—, las acciones de Trump parecen orientadas a debilitar instituciones democráticas y alianzas internacionales sin ofrecer una visión constructiva alternativa. Donde Gorbachov promovió glásnost (apertura) y perestroika (reestructuración), Trump fomenta el aislamiento nacionalista y la deconstrucción del orden institucional. Por supuesto, las estrategias se definen acorde a los contextos del momento.
LA MILITARIZACIÓN DE LA POLÍTICA DEMOCRÁTICA
Uno de los paralelos más alarmantes entre Trump y Putin se manifiesta en su concepción del poder y su disposición a utilizar fuerzas militares contra su propia población. El 30 de septiembre pasado, el presidente Donald Trump y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, convocaron a más de 800 altos mandos militares de Estados Unidos a una base en Quantico, Virginia, en donde hablaron de temas relacionados con las guerras culturales y criticado a un ejército que, dijeron, se había distraído con la corrección política.
Durante el evento, Trump sugirió que las fuerzas armadas deberían utilizar ciudades estadounidenses como «terrenos de entrenamiento», declarando que «esta va a ser algo importante para la gente en esta sala, porque es el enemigo desde dentro, y tenemos que manejarlo antes de que se salga de control».
La retórica de Trump sobre el «enemigo dentro» recuerda el lenguaje utilizado por gobiernos autoritarios para justificar la represión contra opositores y minorías. Preocupantemente, Trump alentó a soldados hostigados por manifestantes a «salir de ese auto y hacer lo que sea que quieran hacer», un endoso tácito a la violencia extrajudicial que erosiona los fundamentos del Estado de derecho.
REACCIONES DEMÓCRATAS
La respuesta de líderes demócratas no se hizo esperar. JB Pritzker, gobernador de Illinois, cuestionó la salud mental de Trump y lo acusó de copiar tácticas de Vladimir Putin: «Parece que a Donald Trump no solo le ha llegado la demencia, sino que está copiando tácticas de Vladimir Putin». Pritzker llegó a sugerir la aplicación de la 25ª Enmienda para remover a un presidente incapacitado por enfermedad mental.
Gavin Newsom, gobernador de California, fue igualmente contundente: «Declarar la guerra a las ciudades de nuestra nación y usar a nuestras tropas como peones políticos es lo que hacen los dictadores. A este hombre no le importa nada, excepto su propio ego y poder».
La evidencia disponible no sugiere que Trump sea un agente tradicional que recibe órdenes directamente del Kremlin. Las teorías más extremas sobre un Trump controlado por kompromat (material de chantaje) carecen de verificación. Sin embargo, los patrones de conducta observables apuntan a una peligrosa convergencia donde los intereses de Trump —impulsados por su narcisismo, susceptibilidad a la adulación y aversión al orden liberal internacional— se alinean perfectamente con los objetivos estratégicos de Putin.
Los paralelos históricos con Gorbachov ofrecen un precedente inquietante sobre cómo líderes aparentemente leales pueden, intencionadamente o no, facilitar el colapso de su propio sistema político. La diferencia crucial reside en que mientras Gorbachov —independientemente de su relación con Occidente— impulsaba reformas hacia mayor apertura y libertad, las acciones de Trump conducen hacia el autoritarismo y el aislacionismo.
En última instancia, la amenaza más insidiosa para Estados Unidos podría no venir de una conspiración dirigida desde Moscú, sino de la compatibilidad natural entre la visión trumpista del mundo y los objetivos geopolíticos del Kremlin. Como resume Craig Unger, autor de «American Kompromat»: «Putin estará encantado de tener a Trump como socio negociador. Es una presa fácil, un narcisista. La clave es halagarlo. Él admira a Putin».
Esta sintonía fundamental, explotada con maestría por los servicios de inteligencia rusos, podría estar logrando lo que ni la Guerra Fría ni la confrontación directa consiguieron: la implosión controlada del poder estadounidense desde su propio centro de mando, en un momento histórico donde el ascenso de nuevos contendientes globales convierte esta debilidad en una oportunidad estratégica sin precedentes para quienes aspiran a enterrar el orden internacional liderado por Occidente.
MUNDO
¿Paz o ilusión?, acuerdo histórico entre Israel y Hamás pone fin a las hostilidades en Gaza

– Política Global, por Jorge López Portillo Basave
La semana pasada se cumplieron dos años de la masacre perpetrada por terroristas armados de Hamas contra miles de habitantes del oeste de Israel. Este conflicto, sin embargo, no comenzó aquel día, y muchos esperan que esta vez sí llegue a su fin —al menos por un par de décadas—.
El primer ministro israelí, junto con los líderes de Qatar, Egipto, Turquía e incluso Irán, respaldaron el nuevo acuerdo de paz impulsado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el propósito de cerrar un capítulo que ha desangrado a la región durante generaciones.
La Franja de Gaza, con una extensión de poco más de 300 km² —similar a la mitad de Puerto Vallarta—, se ubica al suroeste de Israel y al norte de Egipto. Este territorio nació junto con el Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial. Como lo hemos señalado en otras ocasiones, Gaza no ha conocido una paz duradera en la era moderna.
El plan de Trump consistió en involucrar a los principales patrocinadores de Hamas —no solo a palestinos e israelíes— en la negociación. Así, Qatar, Egipto e incluso Irán se sumaron, de una u otra forma, al nuevo acuerdo. Qatar desempeñó un papel central, pues desde hace años alberga a los líderes de Hamas, quienes viven rodeados de lujos mientras su pueblo sobrevive en la miseria. Irán, por su parte, también se pronunció de manera favorable. En las calles de Gaza y de Israel, miles de personas salieron a celebrar el pacto.
Durante décadas, presidentes estadounidenses —Reagan, Bush padre e hijo, Clinton, Obama— intentaron un acuerdo de paz que desarmara a Hamas, sin éxito. Con Biden, la situación se agravó: la guerra de los últimos dos años ha dejado miles de muertos en Gaza y centenares en Israel. El primer ministro israelí buscó ocupar Gaza para erradicar a Hamas, algo que los países vecinos rechazaban, aunque tampoco apoyaban a la organización, temerosos del surgimiento de movimientos radicales como el que tomó el poder en Irán tras la caída del Sha en los años setenta.
El pacto alcanzado en días pasados, en su primera fase, la retirada de las tropas israelíes y el regreso de todos los rehenes —vivos o muertos— a Israel o a sus países de origen. A cambio, Israel liberará a más de dos mil prisioneros pertenecientes a Hamas, algunos de ellos condenados a cadena perpetua por actos terroristas.
Países como Egipto, Qatar y Estados Unidos enviaron contingentes de observadores militares, encargados de verificar el cumplimiento de los compromisos. Sin embargo, la segunda fase será la más compleja: implica que Hamas deponga las armas y se convierta en un movimiento político, mientras las naciones árabes de la región colaboran en la reconstrucción y el desarrollo de Gaza.
Desde los años sesenta, cuando se fundó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y más tarde, en 1994, con la creación de la Autoridad Palestina, los países árabes y musulmanes de la zona han mantenido una relación distante con los palestinos: los apoyan retóricamente, pero rara vez les ofrecen asilo o visas. Los quieren, sí, pero de lejos. Tal vez esa sea la principal diferencia con los intentos anteriores: esta vez participan activamente árabes, musulmanes, judíos y cristianos bajo una misma idea de cooperación.
El acuerdo aún está en proceso de implementación, pero ya logró algo inédito: sentar en una misma mesa a personajes que históricamente se han odiado, para dialogar sobre un futuro posible para la región y el mundo.
Incluso la política demócrata Hillary Clinton reconoció públicamente el esfuerzo de Doland Trump. El Papa León XIV, en su mensaje dominical, pidió por el éxito del proceso de paz y por las legítimas aspiraciones de los pueblos israelí y palestino. “Que se aleje el odio y florezca la reconciliación”, expresó desde el Vaticano.
Gaza, pese a su reducido tamaño, tiene un peso geopolítico enorme. Se cree que en sus costas existen recursos energéticos significativos, pero su población vive sumida en la pobreza, atrapada entre la tiranía de sus propios líderes —electos por el miedo y la doctrina— y los bombardeos israelíes. Si el acuerdo logra sumar a países árabes, musulmanes, judíos y cristianos, los extremistas que se alimentan del odio racial y religioso perderán fuerza.
También debe reconocerse que el temor constante a los ataques desde Gaza ha sido utilizado por líderes israelíes para justificar bombardeos masivos contra ciudades enteras, muchas veces usando a civiles como escudos humanos. La paz exige detener ese ciclo.
El principal promotor del acuerdo, Donald Trump, afirmó que lo hizo porque “detesta las guerras y la muerte de personas por causas estúpidas”. Cabe recordar que Trump ha cultivado una relación cercana con líderes árabes y musulmanes, especialmente con Arabia Saudita y Qatar. Este último fue un aliado clave en la negociación, y como parte del entendimiento, Estados Unidos permitirá que Qatar establezca una escuela militar conjunta con el Departamento de Defensa estadounidense para la formación de pilotos en Idaho.
Así, la paz entre Israel y Hamas se entrelaza con acuerdos comerciales y militares entre Estados Unidos, Qatar, Egipto, Turquía, Arabia Saudita e Israel.
Dios quiera que este sea un pacto duradero, por el bien de esa gente y del mundo entero. No olvidemos que judíos, musulmanes y árabes forman parte vital de las naciones occidentales —desde Berlín hasta San Francisco, desde Alaska hasta el Cabo de Buena Esperanza—, y que además poseen influencia, tecnología y recursos que los convierten en actores fundamentales del equilibrio global.
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Primer año de gobierno: Claudia Sheinbaum, popular, poderosa y reformista

– Opinión, por Pedro Vargas Ávalos
A los ojos del mundo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, se ha convertido en una figura destacada entre las mujeres que lideran sus países en el ámbito internacional. En contraste, la exmandataria de Perú, Dina Boluarte, destituida el pasado 9 de octubre, fue señalada por diversas encuestas como la presidenta más impopular de Latinoamérica, con apenas un 3% de aprobación, producto de un gobierno marcado por la represión y los escándalos de corrupción. Boluarte llegó al poder tras traicionar al expresidente —hoy encarcelado— Pedro Castillo, de quien fue vicepresidenta.
En México, en cambio, los sondeos públicos otorgan entre 70 y 80 por ciento de respaldo a la jefa del Ejecutivo. Según Mitofsky (El Economista, 30-IX-2025), al cumplir un año de gestión, Sheinbaum registró una aprobación del 71.6%, diez puntos más que al inicio de su mandato. Por su parte, el área de Estudios Económicos de Banamex, tras analizar más de 30 encuestas realizadas en línea, por teléfono y en vivienda, concluyó que en agosto pasado la aprobación promedio fue del 73% (Sin Embargo, 5-X-2025).
A su vez, el diario español El País otorgó a CSP un sobresaliente 78% y destacó que “brilla con luz propia como presidenta de México. La primera mujer en ocupar el Ejecutivo goza de una sólida aprobación tras su primer año en el cargo, superando con un 78% a su antecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien en su primer año obtuvo un 72%” (El País, 30-IX-2025).
En el programa La Base, del periodista español Pablo Iglesias, los comentaristas Inna Afinogenova, Estefanía Veloz y Marco Teruggi coincidieron en que México se ha convertido en un ejemplo de redistribución de la riqueza sin necesidad de imponer más impuestos. “Es un modelo factible para muchos países”, concluyeron.
En la página web del programa, una usuaria identificada como Gabriela3527 escribió: “Nací en Ecuador, crecí en Chile y ahora vivo en Brasil. Me inspira lo que sucede en México y me da esperanza ante la adversidad que vivimos hoy. Ojalá sigan gobiernos coherentes y humanos, y que este modelo se expanda a otros territorios”. A su comentario se sumó el de otro usuario mexicano: “Nací y crecí en Estados Unidos creyendo que era el mejor país del mundo. Obrador y Sheinbaum me abrieron los ojos y me devolvieron el orgullo de mi sangre y mi tierra” (@Jl2damax).
El medio estadounidense Newsweek tituló su análisis tras el primer año de gobierno: “La presidenta celebró el primer aniversario de su gestión en la explanada más emblemática del país —el Zócalo de la Ciudad de México— ante más de 400 mil personas. Un espectáculo político que recuerda que, por más doctora que sea, también es una gran operadora política” (Emilio Flores Escalona, 10-X-2025).
Estos testimonios sirven para entender el interés que suscita Sheinbaum en instituciones de Estados Unidos como la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y el Servicio de Investigación del Congreso (CRS).
La primera, fundada en 1974 y dedicada a promover los derechos humanos y la democracia en América Latina, señaló: “Hace un año, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera presidenta de México. Llegó con la promesa de continuar y ampliar el proyecto de la ‘Cuarta Transformación’. Un año después, podemos afirmar que no se ha apartado del camino trazado por López Obrador” (WOLA Perspectivas, 1-X-2025).
En efecto, Sheinbaum ha elogiado reiteradamente a AMLO, describiéndolo como “honesto y comprometido con el pueblo”. Un análisis de sus discursos mostró que lo mencionó en el 94% de sus alocuciones durante su primer año de gobierno, reflejando tanto su lealtad como el peso que el expresidente conserva en su narrativa política. En su mensaje en el Zócalo enfatizó: “No habrá divisiones ni distanciamientos, porque nuestro proyecto representa la continuidad del legado de la Cuarta Transformación”.
Por su parte, el CRS —organismo del Congreso estadounidense—, citado por el periodista Salvador Frausto en Milenio (1-X-2025), calificó a Sheinbaum como impulsora de una “continuidad con cambio”. Mientras su homólogo en EE.UU., Donald Trump, sufría una caída en su aprobación, la mandataria mexicana consolidaba su respaldo popular. Un informe del CRS de 2024 señaló que el legado político de López Obrador marcó el inicio de la gestión de Sheinbaum.
Sin embargo, el organismo advirtió que la velocidad con que se aprueban las reformas podría afectar la independencia institucional y generar desconfianza entre inversionistas estadounidenses. “No obstante”, agrega el documento, “esta transición no rompe, sino que reconfigura el obradorismo con tintes propios”.
El informe más reciente del CRS, del 30 de enero de 2025, titulado México: Panorama político y relaciones entre Estados Unidos y México (IF12765), subraya que la presidenta y su partido, Morena, aprobaron 17 reformas constitucionales entre septiembre y enero, algunas heredadas de AMLO y otras con sello propio.
Su conclusión advierte: “La cooperación bilateral es sólida, pero podría deteriorarse si Estados Unidos recurre a aranceles o medidas unilaterales”. Los analistas del Capitolio, según Milenio, también expresan preocupación por “las imprudencias y el tono agresivo de Trump”, situación que Sheinbaum ha sorteado con habilidad, firmeza y responsabilidad, lo que le ha ganado admiración internacional.
La cooperación entre México y Estados Unidos en materia de migración, seguridad, narcotráfico y comercio es reconocida, aunque aún perfectible. El informe del Capitolio destaca los esfuerzos del gobierno de Sheinbaum y concluye, de manera elocuente, que la presidenta mexicana “es vista como una líder popular, poderosa y reformista”.
Con sobrada razón, la gran mayoría de los mexicanos avala su desempeño, confiando en que cada día nuestro país sea más libre, democrático, igualitario y soberano.
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Perú llega a seis presidentes desde el 2018; tres están en prisión

– Por Mario Ávila
Tras la destitución de Dina Boluarte, como presidenta de Perú y la designación del presidente del Congreso, José Jerí, como nuevo presidente, la cifra de mandatarios del país andino llega a seis, desde el 2018 a la fecha.
En medio de acusaciones en su contra, Boluarte, quien se fue por votación unánime en el Congreso y sin expresar nada en su defensa, asumió el cargo el 7 de diciembre de 2022 en sustitución del presidente Pedro Castillo, quien fue detenido y acusado de un intento de autogolpe de Estado.
El país sudamericano ha tenido hasta seis presidentes desde 2018 debido a destituciones o renuncias de sus líderes. Tres exmandatarios están en prisión por casos de corrupción o abuso de poder.
Al filo de la madrugada de este viernes, el Congreso de Perú aprobó la destitución de Dina Boluarte como presidenta de la república.
El Poder Legislativo había citado a la jefa de Estado para que ejerciera de inmediato su defensa antes de proceder con la votación, pero la mandataria rechazó hacerlo al considerar «inconstitucional» el procedimiento.
Ante ello, los congresistas apoyaron la vacancia al cargo presencial por unanimidad, con 118 votos a favor, ninguno en contra, y cero abstenciones.
El presidente del Congreso, José Jerí, juró como nuevo presidente y será el encargado de dirigir el país hasta las próximas elecciones, previstas para abril de 2026. El relevo presidencial fue fijado para el 28 julio, también del año entrante.