OPINIÓN
López Obrador y la pregunta inquietante
De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //
El jueves 10 de octubre del año pasado el presidente dio lectura a un documento del que ya no tuvimos noticias. A través de una solicitud de información, un particular le pidió a la Oficina de la Presidencia informar sobre el estado de salud de Andrés Manuel López Obrador. Se pidió saber si padece hipertensión, si ha tenido alguna parálisis facial e incluso los resultados de un examen toxicológico y una constancia psiquiátrica.
En aquella ocasión el propio mandatario fue quien comentó en su conferencia matutina que un día antes llegó a su despacho esa petición, misma que calificó como un “exceso”.
“Solicita constancia médica y psiquiátrica del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, con los generales de una institución médica de nivel y sus visibles tales como papel membretado, timbrado del médico o institución médica que expide la constancia con fotografía, la fotografía debe estar cancelada con el sello y la firma del médico que la expide, tiempo que ha sido médico del paciente, dar a conocer el estado de salud, local y fecha de la consulta, sello y firma del médico”, leyó.
Lo anterior viene a cuenta en virtud de que -en las semanas recientes- ha aumentado la sospecha de que López Obrador perdió la noción de lo que ocurre no sólo en el país, sino alrededor de él. Hay evidencia suficiente como para sospechar de que no logra ver (o no quiere hacerlo) que la realidad nacional corre por una vía, mientras que él camina por otra muy distinta.
Basta con citar su negativa de ajustar la “¿estrategia?” del combate a la delincuencia, su necedad de terminar con el Seguro Popular de modo precipitado, su insistencia de polarizar a los mexicanos entre conservadores y progresistas, y más recientemente el desdén mostrado ante la pandemia del Coronavirus.
De hecho, no está por demás comentar que en ciertos círculos de la alta clase política en México transita una pregunta inquietante: ¿Terminará Andrés Manuel su gestión como presidente?
La lógica que mueve una interrogante de esa naturaleza va más allá de un asunto cronológico, pues quienes la ponen sobre la mesa son personajes que lo conocen muy bien y saben que algo anda mal en las condiciones física y mental de Andrés Manuel. ¿Cansancio extremo? Es posible.
De cualquier manera –como lo escribí aquí mismo hace meses- conocer el estatus físico, mental y emocional de nuestros mandatarios se vuelve un imperativo democrático. Una de las asignaturas legislativas pendientes, es justo la de obligar que se haga del conocimiento público las condiciones psicológicas de quienes pretenden ocupar puestos de elección popular como la presidencia de la República y los gobiernos estatales.
No se trata de un exceso como lo considera López Obrador y otros funcionarios, es una variable de la que tenemos el derecho de saber, pues hay un principio básico de la psicología que nos dice: quien es incapaz de auto gobernarse, es incapaz de gobernar.
