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OPINIÓN

Los deudores

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Los partidos que hoy representan a la oposición ante el gobierno federal, han consolidado una alianza pragmática e inmediatista, que si fueran menos soberbios y más inteligentes debieran reconocer que son como un barzón (aquella organización de deudores) político, en el cual han juntado sus necesidades para buscar una solución a sus penurias, pero sin detenerse a pensar que la deuda que tienen es real y debida a sus propios excesos, descuidos y negligencias.

Los políticos que hoy usufructúan las siglas de sus partidos, se niegan a reconocer o piensan que no existe una deuda con sus electores, con su propia base militante y simpatizantes y hoy, con desparpajo, vuelven a pedir el voto de los mismos que les dijeron en todos los tonos, que no querían más de lo mismo porque su actuación no les era satisfactoria. Si el PRI no entiende o no quiere saber por qué perdió 8 millones 687 mil votos en 6 años, el PAN 2 millones 736 mil y el PRD 9 millones 519 mil, que es la diferencia entre la votación que como partido tuvieron en 2012 respecto a 2018, es porque han perdido la capacidad de auto crítica y sobre todo la voluntad de corregir lo que hicieron mal o reparar en sus omisiones, en su incuria, en su alejamiento. Las élites políticas de los partidos constituyeron una sociedad política endogámica que sigue devorándose a sí misma, y si no, consulten las listas de candidatos a diputaciones plurinominales dadas a conocer la semana anterior.

Para tratar de obtener una cantidad de diputados federales suficiente para ser un contrapeso ante la mayoría del Movimiento de Regeneración Nacional y sus aliados. Han hecho a un lado principios, diferencias ideológicas, rencillas y agravios atávicos, para construir un frente electoral amplio, pensando muy elementalmente, que la suma de sus fuerzas y la inconformidad que han causado las decisiones gubernamentales serán suficientes para consolidar ese contrapeso legislativo.

El actual gobierno no vendió experiencia ni habilidad para gobernar, ofertó esperanza y eso es lo que ha seguido dando. No será el fracaso que hasta ahora es el gobierno de la 4T, lo que les devuelva la confianza ciudadana; esa aún la tiene quien ofreció ser diferente y lo ha cumplido, como lo demuestra el hecho de que la aprobación presidencial siga en el 60 por ciento, en el auge de la peor crisis económica y la mayor emergencia sanitaria que haya tenido nuestro país en casi una centuria. Tampoco son los programas sociales y las políticas clientelares las que arrastrarán a la población a votar por quien las otorga. Deben recordar que en anteriores gobiernos también existieron y eran usufructuadas por el partido que más perdió en la elección anterior. La verdad única y que se niegan a reconocer es, que MORENA y López Obrador no les ganaron, sino que ellos perdieron. Perdieron la confianza ciudadana y se ganaron el desprecio del electorado porque los partidos se convirtieron en franquicia en renta para ambiciosos y oportunistas. Porque no tuvieron nada concreto que proponer para evitar la profundización de la desigualdad y el debilitamiento de la estructura social y moral de la sociedad y porque convirtieron al gobierno en un recaudador fiscal malo y un gastador dispendioso sin aplicar el dinero en la búsqueda de un mayor equilibrio social con seguridad y justicia.

Intentan ahora reconquistar la voluntad popular montados en las deficiencias de un gobierno que sabe hacer elecciones y vender esperanza pero que está siguiendo un rumbo de pronóstico adverso y eso es un mal cálculo.

Los partidos que hoy conforman la alianza opositora perdieron 20 millones 943 mil votos que tenían en 2012 y les negaron en 2018. Pretenden ahora, sin haber hecho un reconocimiento expreso de sus errores, sin haberse acercado en tres años a quienes antes fueran sus seguidores y los rechazaron en la coyuntura, sin haberse bajado del pedestal de la soberbia de sus dirigentes para retomar el contacto con sus bases, recuperar aunque sea una parte, solo para acotar el poder presidencial, suena a ilusión, más a deseo que a esfuerzo organizado estructural y conceptualmente.

Suena a más degradación de la política con un discurso pobre, más centrado en la división y el acrecentamiento de las diferencias, que en la búsqueda de consensos para remediar los males que aquejan al país. El país no está mal por causa del gobierno, tiene un mal gobierno para las crisis actuales, limitado en capacidades, ideologizado anacrónicamente, dependiente de la voluntad de un solo hombre, pero la alianza formada tampoco propone nada que pueda hacer la diferencia. Intentar derrotar al oficialismo solo para volver a otro que la ciudadanía tajantemente rechazó es un auténtico despropósito y revela la pobreza intelectual de la clase política mexicana. Los dos polos en que se ha dividido la arena política tienen una deuda con México que no habrá de resolverse con más programas asistenciales o mayor paternalismo oficial ni con una vuelta a la misma receta sin enmendar.

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1 Comment

1 Comments

  1. A Rivera Jaime

    8 de febrero de 2021 at 10:53 PM

    Agudos comentarios. Gracias

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