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Malinchismo en los banquillos: El entrenador mexicano, con calidad de exportación

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Por Esteban Trelles Meza

Contra lo que pudiera pensarse, el entrenador mexicano —ahora llamado DT— tiene calidad de exportación y lo demuestra cuando trabaja fuera de su país. El viejo adagio “nadie es profeta en su tierra” tiene mucho que ver con la confianza y credibilidad que se deposita en su labor.

La crítica deportiva, sobre todo la televisiva, es dura y severa con el técnico nacional, mientras que al extranjero se le ofrece un respaldo incondicional. No solo lo defienden, sino que justifican su inoperancia con argumentos como “el desconocimiento del futbol mexicano” o “la necesidad de continuidad en una temporada”, asegurando que no se le puede juzgar en un semestre.

Son muchos los técnicos mexicanos triunfadores que tenemos en nuestro país son altamente competitivos, con el único defecto que son muy territoriales, comodinos y caseros, no salen de su país víctimas de la nostalgia y de cierta manera con retribuciones económicas más que aceptables.

Incluso hay quienes sostienen que un entrenador foráneo necesita un mínimo de dos años —cuatro torneos— para conocer a fondo el futbol mexicano y la disposición de los jugadores.

Con el técnico nacional ocurre lo contrario: en una temporada le exigen demasiado, incluso el campeonato. Si no lo consigue de inmediato, piden su cabeza y su destierro, principalmente en equipos con grandes inversiones (América, Monterrey, UANL, Cruz Azul, Toluca), forzándolos muchas veces a terminar en la Liga de Expansión.

Un ejemplo es el “Rebaño Sagrado”. Con los técnicos mexicanos, especialmente los noveles, los comentaristas se ensañan: a la primera derrota los linchan mediáticamente, aun sabiendo que Chivas, pese a ser un club grande, atraviesa ciclos prolongados fuera de los primeros lugares.

Ahí está el caso de la dupla Gerardo Espinosa–“Piti” Altamirano. Debutaron en un Clásico Nacional y fueron sentenciados antes de tiempo durante aquel triduo de partidos ante el América, correspondiente a Liga y Concacaf. Empataron el primero, ganaron el segundo como visitantes y perdieron el tercero tras una cuestionada expulsión de Alan Mozo por un árbitro extranjero. Cabe notar que, en siete partidos dirigidos a América, ese nazareno jamás ha mostrado un criterio adverso a los azulcremas.

Aun así, Espinosa y Altamirano fueron despedidos antes de terminar media temporada, como si la directiva esperara resultados inmediatos por arte de magia.

Carlos de los Cobos lleva años dirigiendo en Centroamérica con buenos resultados, sosteniéndose fuera del país por largo tiempo. Gonzalo Pineda realizó una gestión destacada por años en la MLS, liga que avanza a pasos agigantados y en muchos aspectos supera a la nuestra, tanto a nivel de clubes como de selección nacional.

Otro ejemplo es Javier “Vasco” Aguirre, pionero entre los técnicos mexicanos en permanecer décadas fuera del país: España, Japón, Egipto… Su trayectoria en clubes como Osasuna, Atlético de Madrid, Zaragoza, Espanyol, Leganés y Mallorca lo acredita. Ha dirigido tres Mundiales, algo inédito para un técnico mexicano. Como decía Pierre de Coubertin: “Lo importante no es ganar, sino competir”, frase que alude al esfuerzo genuino y no a la mediocridad.

Luis Fernando Tena es otro referente: campeón de Liga en México y autor de la histórica medalla de oro en Londres 2012, venciendo a un Brasil lleno de figuras (Neymar, Thiago, Marcelo, Hulk, Pato). Con Guatemala disputó una eliminatoria extraordinaria, quedándose cerca del sueño mundialista en 2025.

Miguel “Piojo” Herrera, campeón en México y de carácter pasional, tomó la selección de Costa Rica con la misma entrega con la que dirigió a México en el Mundial donde “no era penal”. El fracaso ante Honduras no fue solo del técnico: la localía no pesó y ni siquiera con Keylor Navas en gran nivel lograron marcar. Aun así, Herrera asumió la responsabilidad, pese a la pregunta dolosa de un periodista tico que insinuó que “le quedó grande” la selección, comentario fuera de lugar considerando que Costa Rica jamás ha dominado la zona.

Otros técnicos han buscado oportunidades fuera: Benjamín Mora, con siete años en Malasia; Héctor “Piti” Altamirano, auxiliar en Costa Rica y técnico del Alajuelense que eliminó al Toluca en Concacaf; Diego Mejía en el Atlético Ottawa de Canadá; Rafa Márquez con el Barcelona B, hoy auxiliar de Javier Aguirre en la Selección Mexicana.

Los grandes DT mexicanos ya consagrados son conocidos por todos: Alfredo “Pistache” Torres, quien devolvió al Atlas a Primera División en tres ocasiones; Javier de la Torre, con cinco títulos del campeonísimo; Fernando Quirarte, el “Yayo” de la Torre, Benjamín Galindo, José Manuel “Chepo” de la Torre, Alberto Guerra… todos campeones como jugadores y entrenadores de Chivas.

En contraste, casos como el actual DT de Pumas, Efraín Juárez, muestran que no todo es mérito: a pesar de su actitud exhibicionista y conflictiva, fue bicampeón en Colombia, pero fracasó en México.

Hoy los técnicos mexicanos siguen siendo competitivos, pero muchos se quedan por comodidad y romanticismo, o por falta de promotores capaces de moverlos internacionalmente. Otros, como Ignacio Ambriz, aceptan sueldos mínimos en divisiones inferiores de España para mantenerse vigentes.

En síntesis, tanto jugadores como entrenadores mexicanos tienen la personalidad y los conocimientos para triunfar en el mundo del futbol. El problema es que en México no son valorados por dueños y directivos neófitos, seducidos por el acento argentino y su retórica de barrio.

Y la FMF no ayuda: exige cursos y acreditaciones de dudosa calidad (“chafamex”), mientras permite casos como el de Guido Pizarro, jugador activo que pasó a DT en una misma temporada “por sus pistolas”. ¿Así o más malinchistas?

E-mail: etrememodelos@hotmail.com

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