OPINIÓN
Entre el pasado y el presente: Sincretismo
Opinión no pedida, por Armando Morquecho //
Según la doctrina y los diccionarios, se denomina sincretismo al proceso a través del cual se concilian o amalgaman diferentes expresiones culturales o religiosas para conformar una nueva tradición.
Del sincretismo podemos encontrar muchos ejemplos, uno de ellos, probablemente el más conocido o trascendente es el festejo del día de la Virgen de Guadalupe, el cual, es una mezcla de la religión católica con las tradiciones y creencias prehispánicas, o también, el famoso arte Tequitqui de los templos barrocos en donde se pueden encontrar figuras de ángeles con rasgos indígenas.
Aunque este concepto ha sido empleados por la antropología cultural, para referirse a los procesos a través de los cuales el ser humano ha sido capaz de unir tradiciones, ideas y pensamientos diferentes debido a alguna circunstancia histórica que los obliga a convivir durante un largo periodo de tiempo, también podemos encontrar ejemplos de sincretismo igual de importantes en otros campos de la vida en sociedad.
Uno de estos campos en los que podemos encontrar casos de sincretismo es en la política, principalmente, a través de las coaliciones electorales entre instituciones que se ven obligadas a poner sobre la mesa sus intereses y proyectos, para poder consolidar un pacto con una institución distinta para así poder alcanzar un objetivo común.
Pero también, podemos encontrar más en los proyectos de nación emprendidos por gobiernos electos que buscan, a través de sus ideas darle rumbo al proyecto político, económico y social de un país.
Probablemente, uno de los casos más importantes de sincretismo en el mundo político y gubernamental lo podemos encontrar en Alemania con el Nacionalsocialismo.
El sincretismo no es un error, al contrario, desde mi punto de vista es un mecanismo que puede ayudar a las sociedades a conciliar, sin embargo, esto requiere un trabajo bastante preciso, ya que si bien es cierto que no es un error en sí, también es cierto que su simple aplicación no va a implicar siempre un acierto, su aplicación puede generar errores, y uno de ellos son los anacronismos.
Esta doctrina política impulsada por Adolf Hitler logró unir en un solo movimiento el nacionalismo, el racismo y el totalitarismo, elementos que servirían para alcanzar el poder absoluto del estado así como por la superioridad y la supremacía del pueblo germano frente a los demás.
Una vez dicho lo anterior, creo que ahora puedo comenzar a hablar de lo que considero que es más interesante acerca del sincretismo y esto es, la manera en la que los gobiernos, especialmente los gobiernos de nuestra región, están aplicando esta metodología a sus proyectos de nación, a través del famoso «Socialismo del Siglo XXI» abanderado principalmente por Hugo Chávez en el 2005.
¿Por qué es interesante esto? Bueno, esto resulta interesante ya que los liderazgos «socialistas» de la región, han comenzado a mezclar, no solo los pensamientos más radicales de la izquierda y de la derecha, sino que también se están encargando de situar a sus respectivos países de origen en un periodo de tiempo que no les corresponde, esto es, recurren las ideas del pasado para encontrar argumentos que les permitan fortalecer el hiperpresidencialismo, al que si le quitamos los aspectos racistas, podríamos decir que es la versión 2.0 del Nacionalsocialismo del siglo pasado.
En virtud de lo anterior, es que por eso quiero insistir en que debemos centrarnos y tener bastante presente la historia, no solo del mundo, sino también, de nuestro país, ya que si nuestros gobernantes están decidiendo usar las ideas del pasado y están optando por el pasado para impulsar sus proyectos de nación, entonces, en ella está el antídoto para hacerle frente a los problemas que hoy enfrentamos.
Lo dije la semana pasada, la bondad de la historia es que nos da la posibilidad de no esperar a cometer un error para aprender, sino que nos abre sus puertas y nos presta los errores del pasado para usarlos como herramientas preventivas.
En ese orden de ideas es que me di a la tarea de adentrarme un poco más en la historia de México, especialmente en las épocas de la Guerra de Reforma y el Gobierno de Juárez, así como en las épocas del Porfiriato y la Revolución.
Por ello, hace unos meses me di a la tarea de volver a leer una serie de libros escritos por Armando Fuentes Aguirre, uno de los columnistas más leídos de México, estos libros llamados: ‘’La otra historia de México’’, recogen todo lo sucedido durante la Guerra de Reforma y la lucha entre Benito Juárez, Maximiliano y Miguel Miramón, así como los hechos históricos que rodean el ascenso y el descenso de Porfirio Diaz en el poder.
Creo que si queremos conocer un poco más de nuestra historia, y si queremos entender un poco más el contexto político y social actual, estos libros son de carácter obligatorio, ya que en ellos, el autor no se limita a narrar acontecimientos históricos, sino que va más allá, y realiza un análisis profundo no solo de las motivaciones de cada personaje, sino que también hace un análisis del contexto social del México en aquel entonces.
Es justamente en el libro sobre Porfirio y Madero en el que he logrado encontrar más similitudes con nuestro contexto político actual, y es que en muchos apartados, Armando Fuentes Aguirre, también conocido como ‘’Catón’’, rescata notas periodísticas y párrafos de columnas que se publicaron en esa época, los cuales, transcribiré en la edición de esta semana, esto, para poder dejar aún más clara la relación entre los sincretismos, la historia y los anacronismo.
En 1873, se publicó en El Monitor Republicano, la siguiente crítica dirigida al gobierno en turno:
‘’Si desnudamos a la actual administración de sus deslumbrantes vestiduras, ¿qué encontramos? Vemos un Congreso formado en su mayoría bajo la influencia presidencial. Vemos a un presidente que mantiene bajo su tutela a los gobernadores y al Congreso, el cual, da fuerza legal a sus actos y le otorga a cada momento, facultades extraordinarias. Vemos en el pueblo la falta de fe en nuestras instituciones. Vemos una total tendencia al centralismo y una oposición constante al desarrollo democrático…’’
Más adelante, el autor hace referencia a una fuerte crítica realizada por Luis Lara Pardo, periodista político, quien dice lo siguiente acerca del gobierno del General Manuel González (le calentó la silla presidencial a Porfirio):
‘’Pocos gobiernos, ni aun entre los de Turquía, la India, y todos los cacicazgos latinoamericanos han ofrecido un ejemplo más conspicuo de prostitución y corrupción administrativa. El saqueo del tesoro público nunca fue más completo y desvergonzado; todos los ingresos, ordinarios y extraordinarios, fueron a hinchar las arcas de González y sus favoritos […] Sólo el ejército percibía haberes, pues de otro modo, la revolución no habría tardado en estallar de nuevo. ’’
Definitivamente, la eficacia de sincretizar ideas del pasado, así como el margen de error de los anacronismos, depende mucho de cómo usemos el pasado, ya sea para justificar el hoy, o para prevenir algún evento catastrófico.
Dicho todo lo anterior, creo que vale la pena recordar que la historia no solo es maestra de la vida: es también augurio o vaticinio.
