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OPINIÓN

Crisis energética en Europa: Una ventana de oportunidad para alternativa de la aerotermia

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Actualmente Europa vive momentos de tensión debido a la crisis energética que arrastran desde el año pasado y que se ha agravado como consecuencia de las diferentes sanciones económicas que el bloque europeo ha impuesto a Vladimir Putin a manera de sanción por la invasión a Ucrania.

El impacto de la invasión rusa en Ucrania está siendo más grande lo que muchos creyeron que podría llegar a ser, ya que esta guerra no solamente está costando vidas inocentes, sino que también, está teniendo un gran costo para la economía europea y parte importante de la economía mundial, esto debido a que como era de esperarse, Vladimir Putin ha cerrado la llave de gas a Europa provocando un aumento desorbitante en el costo de algunos servicios básicos como la luz y el gas, cuyos costos oscilan entre los 150-200 euros en países como Francia y Holanda.

Tal como diría Jon Snow en la aclamada serie Game of Thrones: «winter is coming».

Por ello, ante la inminente llegada del invierno, y el anuncio de la empresa rusa Gazprom en el que da a conocer que interrumpirá el bombeo de gas en el gasoducto Nord Strem 1, la Unión Europea se ha visto en la necesidad de tomar medidas drásticas para atender esta crisis energética, tal como la reducción del 15% en el consumo de gas hasta la primavera, de tal forma que se garanticen niveles óptimos en el suministro de gas para hacer frente al frío invierno que cada año acecha a casi todos los países de la región.

Por otro lado, en lo individual, otros países como Alemania, toman medidas que aunque son necesarias, prenden alarmas ambientales que pueden significar un retroceso en la lucha contra el cambio climático, esto debido a que el gobierno encabezado por Olaf Scholz aprobó hace unas semanas una regulación que permite volver a operar las centrales eléctricas a base de carbón y petróleo, lo cual es un claro retroceso para el mundo, como para el país que no hace mucho aprobó una ambiciosa política energética que pretende reducir en el menor tiempo posible la dependencia de las energías contaminantes.

Mientras tanto, otros países de la Unión Europea, buscan desesperadamente proveedores de gas natural licuado para así tener una alternativa que les permita sustituir las 3 millones de toneladas de gas que compran o compraban a Rusia, y así poder fomentar la independencia energética de Rusia.

Esta guerra ha sido reveladora y nos ha dejado claro los efectos negativos que puede tener en el mundo y en la economía mundial la dependencia tóxica de las naciones con las energías contaminantes, pero también, ha demostrado que la mejor estrategia para mitigar el impacto económico y ambiental de eventos de esta naturaleza es a través de las energías renovables.

Sin embargo, pese al parcial impacto negativo de este conflicto, tal y como diría cualquier Shark Tank promedio, con toda crisis, vienen muchas oportunidades, y esta crisis energética que tiene en frente el mundo, es la oportunidad para continuar fomentando en el corto plazo y a través de un modelo híbrido, el uso de energías renovables que en cierta medida, salvaguarde la soberanía nacional de la dependencia energética con otras naciones.

Así como la lucha contra el COVID-19 tuvo como resultado una serie de esfuerzos históricos y económicos para el desarrollo de una vacuna que llegó más rápido de lo que muchos creyeron, hoy es momento de retomar estos esfuerzos pero ahora en aras de preservar nuestro entorno y así garantizar un mejor futuro para las siguientes generaciones.

Por ello, resulta necesario que la Unión Europea acelere los estudios relativos a la aerotermia como alternativa eléctrica al gas ruso, ya que aunque ahora esta alternativa se piense en términos de cortar lazos energéticos con Rusia, a largo plazo puede ser una opción energética para que el resto del mundo no solo corte sus lazos energéticos con las energías contaminantes y opten por una medida que no solo es más amigable con el entorno, sino también con el bolsillo de los ciudadanos.

En ese orden de ideas, si la Unión Europea realmente planea prescindir de las importaciones de gas ruso en un 40% de cara al 2027, la única opción actualmente es la consolidación a corto plazo de un sistema híbrido en el que el pilar sea la aerotermia, para que de esta manera a largo plazo se pueda desplazar en su totalidad el uso del gas en cualquier de sus presentaciones.

Alguna vez escuché a una persona decir que los números no hablan, gritan, y justamente eso es lo que hacen las estadísticas referentes a la aerotermia, ya que una serie de estudios que se realizaron en una casa de alrededor de 180 metros cuadrados concluyeron que la aerotermia consumiría al año 6,677 kWh sin combustión alguna, lo que supondría 687 euros al año, mientras que una caldera de condensación de gas consumiría 20,747 kWh implicando así un gasto de 937 euros y una caldera de gasóleo quemaría entre 2,154 y 2,619 litros para poder generar entre 21.930 y 26.677 kWh, con un coste de entre 1.293 y 1.572 euros.

Sin lugar a duda, los últimos dos años han sido verdaderamente turbulentos, y todo parece indicar que esta turbulencia se extenderá un par de años más, sin embargo, lejos de lo que nuestra percepción nos permite ver, el mundo no está colapsando y pese a todas las crisis que tenemos enfrente, se abren un sinfín de ventas de oportunidad que a largo plazo nos permitirán consolidar los cambios que desde hace unos años anhelamos y en este caso, los cambios en la política energética no solamente tienen una gran oportunidad de consolidarse, sino que también tienen la oportunidad de reorganizar la economía mundial de tal forma que las energías renovables se abran paso sin la oposición de las grandes industrias como Gazprom, que hoy se encuentra del lado erróneo de la historia.

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NACIONALES

Slim para Pemex

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-Opinión, por Luis Manuel Robles Naya

Podemos frasearlo al revés, Pemex para Slim, y no estaríamos equivocados, aunque no deja de ser una suposición imposible por aquello de la soberanía y sería absurdo que se repitiera la operación Telmex, pero en el mundo de las suposiciones todo lo que se ve es, aunque la autoridad lo niegue.

En febrero 26 de 2024 publiqué en Conciencia Pública una columna titulada “¿Slim en Pemex?” en la que resaltaba el interés del empresario por la industria de los hidrocarburos dada su creciente inversión en el sector. Rescataba en esa colaboración algunos datos sobre las inversiones y sociedades empresariales realizadas por el grupo Carso y la firma de inversión familiar de Slim, Control Empresarial de Capitales, que le daba acceso a los proyectos petroleros más prometedores.

Señalé también: “No es un secreto la relación estrecha que tiene el señor Slim con el presidente, lo que lo hace potencialmente poseedor de información privilegiada, o al menos, por la cercanía, intuir el sentido de las políticas venideras y eso lo ha hecho voltear hacia la industria, o bien es solamente su olfato y aguda percepción, lo que lo hace avizorar que rescatar a Pemex y al sector energético nacional requerirá forzosamente de la participación privada y quiere tener un lugar preponderante.”

Actualmente hay información que confirma mucho de lo especulado entonces. Es inminente el rescate de Pemex, su situación financiera requiere liquidez que ya no puede el gobierno mexicano proporcionar en suficiencia, como no lo pudo hacer en el sexenio anterior. Coincidentemente (?) el 3 de julio los medios dieron a conocer una reunión que tuvo el empresario con la presidente Claudia Sheinbaum, la cuarta en lo que va del sexenio, para hablar de Pemex, entre otras cosas, justo cuando el gobierno ha anunciado su intención de permitir la participación del sector privado y el ingeniero Slim se pronunciara el primero de julio, en el día del ingeniero, por una mayor participación de la iniciativa privada en el sector energético nacional.

Lo que he venido señalando desde hace tiempo respecto a la situación de Pemex está terminando por ser reconocido. En Junio del 2020, en esta misma Conciencia Pública señalé: “Entonces, ¿Qué hacer con Pemex? La respuesta no está dentro de la administración de la empresa que debe seguir buscando disminuir costos, aumentar producción y manejar inteligentemente su deuda. Es el gobierno de México el que debe redefinir sus prioridades y dejar que Pemex sea una empresa competitiva cuya recuperación a largo plazo, obedezca a sanas prácticas empresariales.

La solución a la que se opone, la administración actual por querer borrar los símbolos de la que llaman era neoliberal, es la apertura a la inversión privada en los términos que se había planteado en la reforma energética anterior, es decir, conservando el Estado la propiedad absoluta de los recursos naturales, compartiendo riesgos y utilidades y cobrando impuestos a las empresas asociadas.”

El tiempo parece darnos la razón y hoy diversos medios, entre ellos, Proceso, Reporte Índigo y El Financiero han informado que el Grupo Carso absorbe el 62% de los Contratos de Desarrollo Mixto, que es el formato con el que Pemex se abre a la participación privada, y se convierte en el socio principal de Pemex con una inversión estimada en 2 mil millones de dólares.

Hay otras 8 empresas que participan en esta nueva modalidad con el 38% restante y es difícil que pueda haber más de una decena ya que pocas empresas mexicanas cuentan con el respaldo financiero para asociarse con una empresa, carente de liquidez, con altos pasivos.

Por otra parte, los contratos mixtos se constriñen a campos que ya están produciendo y necesitan inversión, sin que la exploración para el aumento de reservas, que sigue siendo exclusiva de la empresa estatal, cuente con recursos suficientes para ampliar las áreas de búsqueda.

Con todo, la industria de los hidrocarburos tiene futuro, la visión empresarial de Carlos Slim lo demuestra y se confirma con el hecho de que ninguna empresa dedicada a esto tenga perdidas, salvo Pemex, por supuesto. El olfato financiero del magnate tiene rato oliendo las ganancias y sabiendo que el recurso en México depende del gobierno, extiende sus redes y logra convencer, incluso a radicales del estatismo, de lo necesario de su participación.

El movimiento se avizoraba desde el sexenio anterior así que no debemos llamarnos a sorprendidos ni envolvernos en las banderas nacionalistas cuando nos demos cuenta en el futuro inmediato que la empresa petrolera mexicana seguirá siendo nacional, pero será privatizada con la muy posible participación mayoritaria de ya saben quién. Al tiempo.

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MUNDO

La gran explosión en el uso de la inteligencia artificial

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-Tecnología, por José Modesto Barros Romo

La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como el tema tecnológico más relevante a lo largo de esta primera mitad del año de 2025, impulsando innovaciones en dispositivos, sostenibilidad y geopolítica.

Empresas líderes como Samsung y Google están integrando IA en sus productos, mientras que gobiernos y corporaciones invierten en su desarrollo para mantener la competitividad a nivel global, en el que la carrera por ser el mejor en IA está siendo liderada por China y Estados Unidos, con un lejano tercer lugar disputado entre los europeos y algunas potencias de Asia como Corea del Sur y Japón.

En la electrónica comercial, la empresa surcoreana Samsung ha apostado por una IA multimodal, que ya está presente en celulares, televisores, electrodomésticos y wearables conectados bajo el ecosistema SmartThings.

Entre sus funciones destacadas se encuentran la traducción instantánea, la búsqueda inteligente de imágenes y sugerencias personalizadas basadas en preferencias del usuario, todo ello respaldado por un fuerte compromiso con la privacidad de los datos.

En el mundo de la moda, marcas como H&M han introducido «gemelos digitales» generados por IA, inspirados en personas reales, como parte de su estrategia de marketing.

Además, la IA se ha integrado profundamente en la vida cotidiana a través de móviles, coches, asistentes de voz y plataformas digitales, aunque muchas veces no seamos conscientes de su presencia.
Cadena SER

Sin embargo, este auge también conlleva desafíos significativos. El uso cada vez más extendido de la IA, especialmente en la generación de imágenes, ha llevado a un aumento significativo en el consumo de energía, lo que resulta en serias consecuencias para el medio ambiente.

Ya que estamos hablando del ámbito energético, la inteligencia artificial está revolucionando la sostenibilidad. En varios países de Europa ya hay sistemas que están utilizando la inteligencia artificial para equilibrar la oferta y demanda energética en tiempo real, optimizando el uso de energías renovables y reduciendo desperdicios.

Además, algoritmos avanzados ayudan a detectar fallos en infraestructuras, extender la vida útil de equipos y anticipar desastres naturales relacionados con el cambio climático.

A nivel geopolítico, Estados Unidos ha anunciado una inversión privada de 92 mil millones de dólares destinada al desarrollo de inteligencia artificial (IA) y energías innovadoras, principalmente en Pensilvania, con el objetivo de competir con China en esta área estratégica.

La inversión, impulsada por grandes empresas como Google, Blackstone, Meta, Amazon Web Services, Exxon Mobil y BlackRock, está dividida en más de 56 mil millones para infraestructura energética y 36 mil millones para la construcción de nuevos centros de datos.

En resumen, la inteligencia artificial se ha convertido en el eje central de la innovación tecnológica en 2025, transformando desde dispositivos personales hasta infraestructuras energéticas y estrategias geopolíticas.

Su integración en diversos sectores promete avances significativos, pero también plantea desafíos éticos y de equidad que deberán ser abordados con responsabilidad y colaboración global.

EL CASO MEXICANO

En los últimos seis meses, México también ha experimentado avances en el ámbito de la inteligencia artificial (IA), tanto en políticas públicas como en iniciativas privadas y académicas.

Presentada en mayo de 2025 se hizo pública la Agenda Nacional de Inteligencia Artificial (ANIA) 2024–2030, que propone la creación de una agencia digital, una ley general de ciberseguridad y la incorporación de neuroderechos en la legislación mexicana

Además, se ha sugerido una reforma constitucional al artículo 73 para facultar al Congreso a legislar en temas de IA, ciberseguridad y neuroderechos.

También se han implementado entornos de prueba para tecnologías emergentes y programas de capacitación como AcademIA, que ha formado a más de 3 mil personas en habilidades digitales, enfocándose especialmente en mujeres, docentes y pequeñas empresas.

En el sector privado, la compañía energética Iberdrola ha integrado IA, drones y realidad virtual para optimizar el mantenimiento de sus plantas, mejorar la seguridad laboral y capacitar al personal. También ha desarrollado proyectos que combinan tecnología con biodiversidad, como la convivencia entre paneles solares y abejas.

Walmart anunció una inversión de más de 6 mil millones de dólares para 2025, que incluye la apertura de centros de distribución en Bajío y Tlaxcala con tecnologías de IA y robótica, generando aproximadamente 5 mil 500 empleos directos.

En cuanto a la implementación de un ecosistema digital, México se posiciona como líder en adopción de IA empresarial en América Latina, con 362 empresas que han integrado IA en sus operaciones en 2024. Empresas como Grupo Bimbo, Cemex, Banorte, Femsa (OXXO), Aeroméxico y Grupo Salinas han implementado IA para optimizar procesos y mejorar la eficiencia.

Más de 40 instituciones en el país, incluyendo la UNAM, el IPN, el Tec de Monterrey y la Ibero, ofrecen formación en IA, ciencia de datos y automatización. Se espera que la demanda de especialistas en estas áreas crezca al menos un 30% en los próximos dos años.

También se espera que el mercado de aplicaciones de IA en México alcance un valor de 450 millones de dólares en 2025, impulsado por inversiones en sectores como el financiero y manufacturero. Este crecimiento representa un aumento significativo —de 78.22 por ciento— respecto de los 98 millones de dólares registrados en 2024.

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MUNDO

Corporatocracia, nuevo domingo global: El gobierno de las megacorporaciones

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-Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Primera parte) La lluvia golpea los ventanales de la Torre BlackRock en la Ciudad de México mientras un algoritmo calcula el riesgo-país de Colombia. En las calles inundadas, un repartidor de Rappi lucha por mantener seca una hamburguesa que le reportará treinta pesos, menos la comisión que la plataforma extraerá como diezmo digital.

Dos realidades coexisten en el mismo espacio geográfico, pero en dimensiones de poder distintas: la del señorío corporativo y la de la servidumbre posmoderna. Este fenómeno, que el economista francés Cédric Durand nombró con precisión quirúrgica como tecnofeudalismo, ha reconfigurado silenciosamente el mapa del poder global.

El ocaso del capitalismo industrial no llegó con revoluciones obreras ni huelgas generales, sino con el zumbido casi imperceptible de servidores en refrigerantes salas de datos. En las últimas décadas, un proceso silencioso ha transformado la corporatocracia —ese sistema donde conglomerados como Exxon o General Electric dictaban políticas mediante lobbies— en una estructura más arcaica y sofisticada: el tecnofeudalismo. Aquí, los señores no controlan tierras, sino algoritmos; los siervos no cultivan trigo, sino datos.

El poder político de la “democracia” se ha transformado, pasando del idealizado concepto del “poder ejercido por el pueblo y para el pueblo”, al poder detentado y ejercido por las corporaciones, y específicamente por las megacorporaciones —en años recientes, especialmente las de tecnología— que han pasado de ser un agente socioeconómico generador de riqueza a tomar el rol de autoridad decisora y ejecutiva de los designios del estado-nación, bajo el velo de los supuestos beneficios sociales derivados del “interés general”, que no es otra cosa que la maximización de utilidades económicas, que las corporaciones utilizan como herramienta de control político y social.

La palabra «corporación» se deriva del latín corpus, palabra para cuerpo. En la época de Justiniano (527-565), el derecho romano reconoció una serie de entidades corporativas bajo los nombres universitas, corpus o collegium. Estos incluían al propio Estado (populus romanus), a los municipios y a las asociaciones privadas tales como patrocinadores de cultos religiosos, clubes de entierro, grupos políticos, y gremios de artesanos o comerciantes. Tales organismos tenían el derecho a poseer propiedad, a hacer contratos, a recibir donaciones y legados, a demandar y ser demandados, y en general a realizar actos jurídicos por medio de representantes. A las asociaciones privadas se les concedieron privilegios y libertades designados por el emperador.

Ya en el medioevo, en el ámbito anglo, se designaba de esta forma a las agrupaciones de artesanos o de comerciantes que gozaban de personalidad jurídica. Los comerciantes hacían negocio utilizando elementos del derecho anglosajón, como las sociedades. Siempre que las personas actuaran juntas con fin de lucro, se consideraban como una sociedad ante la ley. Los primeros gremios, generalmente, estaban involucrados en la regulación de la competencia entre los comerciantes.

La evolución del poder de las corporaciones privadas llevó a que, poco a poco, los gobiernos tuvieran que primero compartir, para luego ceder, el derecho fáctico del ejercicio del poder a estas incorpóreas entidades.

La corporatocracia es un sistema en el que las grandes corporaciones ejercen una influencia significativa, a menudo dominante, en la política y la toma de decisiones de un país, desplazando el poder del gobierno electo o del pueblo. En esencia, es un sistema donde el poder político y económico se concentra en manos de las corporaciones, a veces a expensas del bienestar público y la democracia.

Influencia y Control: La corporatocracia se caracteriza por la influencia desproporcionada de las corporaciones en la política, a través de cabildeo, donaciones políticas y acceso a funcionarios gubernamentales ya sea por cooptación o por ser estos parte de la corporación.

Desplazamiento del Poder: Implica una transferencia de poder desde el gobierno o el pueblo hacia las corporaciones, donde estas últimas pueden tomar decisiones que afectan a la sociedad sin la debida supervisión o rendición de cuentas.

Intereses Corporativos: Los intereses corporativos a menudo se priorizan sobre los intereses públicos, lo que puede llevar a políticas que benefician a las empresas, pero perjudican a la sociedad en general.

Tipos de Corporatocracia: Puede manifestarse de diversas formas, como el capitalismo de compinches (donde las corporaciones obtienen favores del gobierno), el capitalismo de connivencia (donde las corporaciones coluden para controlar el mercado) o el capitalismo autoritario (donde las corporaciones se benefician de regímenes represivos).

La corporatocracia ha mutado en el siglo XXI. Ya no se limita al lobby tradicional en pasillos legislativos, sino que se ramifica en dos vertientes entrelazadas: el tecnofeudalismo, donde gigantes digitales como Amazon o Meta gobiernan territorios virtuales, y la corporatocracia financiera, encabezada por entidades como BlackRock o el FMI (Fondo Monetario Internacional), así como los bancos centrales (de propiedad privada), que dictan políticas económicas globales. Ambas formas comparten un objetivo: sustituir la soberanía popular por el gobierno de las juntas directivas.

Los orígenes de este nuevo orden se hunden en las brumas del colonialismo mercantil. Cuando la British East India Company gobernaba India con ejércitos privados en el siglo XVIII, estableció el patrón que hoy replican las megacorporaciones: territorios administrados no por leyes públicas, sino por contratos privados. La sombra de aquel monstruo corporativo se proyecta sobre rascacielos como el de JPMorgan Chase en Nueva York, institución que nació financiando guerras y ferrocarriles en el siglo XIX y hoy administra un imperio de cuatro billones de dólares, cifra que eclipsa el producto interno bruto de Alemania.

En México, su influencia se palpa en cada crédito vinculado a privatizaciones energéticas, donde técnicos con chalecos corporativos deciden qué pozos petroleros merecen inversión mientras comunidades indígenas ven secar sus manantiales.

RAÍCES DE LA CORPORATOCRACIA

El concepto no es nuevo. En el siglo XIX, durante la Gilded Age estadounidense (la Edad Dorada fue una era que se extendió aproximadamente de 1870 a 1900, período de materialismo y corrupción política flagrante en la historia de Estados Unidos, que dio origen a importantes novelas de crítica social y política). El gran auge de la actividad industrial y el crecimiento corporativo que caracterizó la Edad Dorada estuvo presidido por un grupo de emprendedores pintorescos y enérgicos, conocidos alternativamente como «capitanes de la industria» y » barones ladrones», que se enriquecieron gracias a los monopolios que crearon en las industrias del acero, el petróleo y el transporte. Entre los más conocidos se encontraban John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, Cornelius Vanderbilt, Leland Stanford y JP Morgan (britannica.com).

Fue un momento de rápido crecimiento económico, especialmente en el norte y occidente de los Estados Unidos; estos magnates industriales sobornaban senadores para evitar regulaciones. Como documenta Howard Zinn, el Estado operaba como «un árbitro ficticio que servía a los intereses de los ricos».

Esta dinámica se consolidó en la implementación rampante del neoliberalismo económico, con el Consenso de Washington, un conjunto de diez reformas económicas propuestas para países en desarrollo, especialmente durante las décadas de 1980 y 1990, por instituciones con sede en Washington, D.C., como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Estas reformas, promovidas como un paquete estándar, buscaban abordar las crisis económicas —generadas por ellos mismos— mediante la implementación de políticas de libre mercado. Los organismos como el FMI y el Banco Mundial impusieron privatizaciones y desregulaciones a países endeudados. El economista Jeffrey Sachs definió esto como el surgimiento de una corporatocracia basada en cuatro pilares: partidos políticos débiles, militarismo, financiamiento corporativo de campañas y globalización financiera.

(continuará…)

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